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23 años y su banda sonora

23 años y su banda sonora: El reconocido músico y profesor Juancho Valencia nos presenta una original crónica sobre el transcurrir musical de la ciudad durante los años de vida de Vivir en El Poblado

Hablar de 23 años de historia de música de Medellín no es una tarea fácil en una ciudad donde la memoria nos falla y los cambios vertiginosos son la constante. Es presumir que tenemos una historia homogénea, que nos cruza en línea recta como lo hace el río al valle. Y ahí es donde comienzo, en los mundos tan distantes en los que vivimos en la misma ciudad, y que cada vez se transforman y se alejan a velocidades más extremas.

Yo tenía nueve años

El año 89 fue uno de los periodos más aterradores para vivir en Colombia, sumergida en una guerra sin tregua que hacía ver el apocalipsis como un juego ingenuo.

Sin embargo, al escribir “1989 Colombia” en Google, parece que lo más importante fue el triunfo del Atlético Nacional en Copa Libertadores (recuerdo estar presente en ese partido y ser despertado por el grito de mi madre: ¡¡Ganamos Higuita Ganamos!!). “Oh oh oh mi Nacional y olé olé olé”, nos remite a esa canción que nos describe este primer momento: la salsa.

En 1989 se bailaba salsa, se cantaba salsa, se pensaba en salsa. Solos de timbal y bongó se confundían con disparos y explosiones que musicalizaban los meses finales de la década, pero la salsa dura empezó a ser reemplazada rápidamente por una mezcla impensable en ese momento y que ahora es un sonido común y cotidiano: la salsa romántica. ¿Cómo diablos podía encajar una melodía melosa, tierna, y un cantante con voz inocente con los hierros de las campanas, el metal de los trombones y la agresividad del tumbao?, se preguntaban los salseros de ultranza que interrumpían mis horas de sueño en la noches de bohemia de mi casa.

Bueno, Eddie Santiago lo hizo, y la salsa pasó a ser el discurso del barrio, del latino emigrante, la música de las sábanas blancas que las adolescentes cantaban a todo pulmón. En este año surgió en el occidente de la ciudad una canción que le dio la vuelta al mundo junto con el genio musical que la interpretó, Diego Galé (de quien mi padre -Luis Fernando- me dijo que su ritmo es tan perfecto como la maquinaria de un reloj) inventándose a la vez el sonido de la salsa de Medellín con el hit Mi vecina.

Del merengue y otros ritmos

Luego llegó un ritmo con toda la intención de robarse el trono de las pistas de baile de todos los garajes, cumpleaños, de la joven Avenida Las Palmas, San Juan y la 70: el merengue. Este, más fácil de bailar, fue apoderándose del terreno antes imperado por Fruko y sus Tesos. En el 89 asesinan a Jairo Paternina, cantante del grupo que descubrió el tempo exacto donde el habitante de Medellín baila a la perfección: El Combo de las Estrellas.

El vallenato dominaba el sentimiento poético de los paisas, y en la pista de baile era el momento oportuno para apretar a la pareja mientras se escuchaba a un señor del que, en mi infancia, siempre me atraía un lunar simpático en el cachete: Rafael Orozco
Pero Medellín no vibraba solamente con los ritmos tropicales, vestidos de camisa de chalís y zapato mocasín. La balada, que la historia posteriormente llamó “música para aplanchar” porque en la mente tenemos el sonido de los quehaceres de la casa, la balada y Radioreloj narrando las desgracias de la noche anterior, nos dominaba con su dramatismo e histeria controlada.

También estaba entrando un sonido que iba a transformar las futuras generaciones de manera contundente: el rock en español.

Caía el muro de Berlín y llegaban a Medellín grupos del cono sur y la madre patria, con nombres creativos como los Enanitos Verdes, los Hombres G, Soda Estéreo, Los Prisioneros (que nos mostraban con sus letras que allá abajo en el sur no todo iba a la perfección) y el más grande de la época: Los Toreros Muertos.

Su primer concierto en Medellín fue en el Coliseo y el regalo de cumpleaños que pedí a mi padre fue asistir. “Déjelo entrar, porque un niño que a los nueve años nos quiera escuchar a Los Toreros Muertos tiene que ser especial”, dijo uno de ellos cuando vio el alboroto porque no me dejaban pasar. Eso no se me olvida. Ahora imagino la complejidad de entrar a un niño de nueve años a un concierto de música irreverente en donde el cantante lanzaba rollos de papel higiénico hacia el público.

Los jóvenes (parceros solo se decía en Manrique), coreaban no solo las canciones en inglés inventado “wuachu wuachu” sino también coros como mi agüita amarilla, sufre mamón, o yo no me llamo Javier. La película Rodrigo D, de Víctor Gaviria, rompía esquemas e hizo una importante compilación de músicos punk para la posteridad.

En los 80 surge también un genuino rock de la montaña de la mano de Kraken, Estados Alterados, Ekhymosis y Bajo Tierra, sonidos diferentes que captaron la mirada de Colombia hacia nosotros.

Los 90

Llegan los 90, muere el capo, nueva constitución, llega MTV a Colombia. Época de renacimiento. Una sensación de esperanza se apoderó de la ciudad. La fiesta fluía sin problemas con mezclas de música tropical, merengue, rock alternativo y música “discotequera”. Mientras mis amigos disfrutaban de las virtudes del rock, yo me adentraba en la fantasía de la clave y el tumbao, Juanes comenzaba a convertirse en un ídolo pop y dejaba de componer letras contra el sistema, surgía una ola esperanzadora de salsa dura con jóvenes sobrevivientes de los 80, y llegaban sonidos británico-caribeños para apoderarse de los bares: el reggae y el ska.
Es una época recordada por multitudinarios conciertos entre artistas antagónicos de salsa y pop o rock y tropical, que le daban una apariencia cosmopolita y de vanguardia a una ciudad preparada para un sonido totalmente nuevo y fresco: Carlos Vives logró la unidad rítmica, y sin importar en que parte de la montaña de Medellín vivían, todos cantaban en sintonía los Clásicos de la Provincia.


El 2000

El 2000 entra a Medellín con sonidos resultantes de las experimentaciones realizadas en los 90. Juanes pasa a ser un éxito global y en Medellín ocurren sucesos relevantes a niveles gubernamental y privado que enriquecieron de manera sustancial el principio de siglo: el apoyo incondicional de la Alcaldía a la música; el surgimiento de la carrera de música en la Universidad Eafit, que afirmaba la importancia de un nivel profesional alto musicalmente; y el surgimiento de festivales como Altavoz, que convocaba la escena juvenil, y el Festival de Jazz de Medellín, que abría la mente de la ciudad con sonidos arriesgados y novedosos del mundo.

Grupos que vale la pena mencionar, extintos, o actualmente en su mejor momento como Planeta Rica, Niquitown, Tropicombo, Coffee Makers, Tres de Corazón, Puerto Candelaria; el sinnúmero de éxitos de Diego Galé, los Inquietos del Vallenato, Zona Prieta, IRA, Piso 21, Crew Peligrosos, Alkolíricos, Providencia, La Pestilencia, Sonora Ocho, Panorama, PasaBordo, El Combo de las Estrellas, De Bruces a mí, La Toma, Siguarajazz, Caneo, son sonidos que describen nuestra ciudad, así, como en esta lista, mezclados, sin jerarquías, revueltos todos luchando para sobrevivir en la época en la que nos tocó ver nacer un ritmo poderosamente adictivo y arrasador en su modelo de negocio socio: el reggaeton.
Ahora Medellín, segunda capital del reggaeton después de Puerto Rico, vibra de nuevo en unidad nacional como en otrora lo hacia con Carlos Vives. No importa cual sea la montaña del valle en la que vivas, el huracán caribeño domina.

Hay otras tendencias inamovibles, emperadores inmortales como Darío Gómez (y ahora su versión fashion, Pipe Bueno), que siguen controlando nuestros oídos, pero la conclusión es que nuestra ciudad y sus habitantes siempre serán un ejemplo de trasformación continua, frágil en su estabilidad, una sociedad increíblemente talentosa para hacer el bien y para hacer el mal cuando se lo propone, para hacer bailar o hacer llorar, una ciudad que al final de la canción, siempre te sorprende.

Los días y los números

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Los días y los números

/ Gustavo Arango

Alguna vez concebí la escritura de un poema de gestación muy lenta, donde iría consignando los hechos y emociones adheridos a los días de mi vida. Ciertas fechas remitían a momentos muy precisos, misterios fugaces que dejaron su huella. Imaginé montones de versiones del poema, tantas como personas en el mundo. Se me ocurrió pensar que al final de una vida de duración promedio el poema que dejara cada uno ofrecería un panorama muy completo.
El entusiasmo inicial me alcanzó para escribir varios fragmentos. Muchos de ellos hablaban de amor: “Octubre 28: La flor azul que brilla sobre praderas rojas. La eternidad de un nuevo primer beso”. “Noviembre 21: La hora de la entrega después de un largo viaje. La noche de los cuerpos. La luz de los abrazos”. “Junio 29: El sabor deseado, a orillas del río del temor y la culpa, bajo un atardecer equivocado”. “Mayo 30: Navegando la noche, me enseñabas a amar”. “Julio 2: Un corazón partido en mil pedazos. Un amor inmolado”.
Inspirado por las primeras líneas, empecé a repasar con más detalle los días de mi vida. Fueron llegando ahora otra clase de imágenes: “Diciembre 28: Adiós, tierra sagrada. Alimentaste mi odio y mi distancia”. ‘Mayo 5: Me duele tu tristeza, tu siempre estar dispuesta para el llanto, el amor que hace años dejé de expresarte”. ‘Mayo 12: El sol se asomó a ver la tinta secarse en el papel. Las palabras finales. Cansancio, soledad, tristeza, sueño y alegría”.
Cuando vi que el poema empezaba a tomar forma, decidí pensar el título. No lograba decidirme entre el árabe “Almanaque” y el latino “Calendario”. Las dos palabras me parecían insuficientes. Consideré también una variación sobre Hesíodo: “Los días y los números”. Al final otros asuntos vinieron a ocuparme y el poema inconcluso se fue traspapelando.
Con el tiempo llegué a escribir nuevas entradas. Así descubrí que hay momentos que se niegan a que uno los recuerde. Cuando empecé a escribir, había olvidado la fecha más triste de mi vida. Traté de atraparla con pocas palabras: “Agosto 14: Tu sangre en mis manos. Soy un sueño abandonado, pero un sueño al fin y al cabo”. La larga reflexión que ha sido escribir ese poema me ha llevado a comprender otras cosas. Comprendí que hay montones de hechos que flotan en un limbo sin números, que hay días que insisten en permanecer en blanco, que es posible que en una de esas fechas sin eventos esté mi último día. Pero, aparte de eso, he creído encontrar misteriosas relaciones que escapan a cualquier entendimiento. Hace apenas dos años, otro 14 de agosto, recibí una de las mejores noticias que he recibido en mi vida. Casi un cuarto de siglo después de que esa fecha se hubiera convertido en la más trágica, llegó -de no se sabe dónde- un curioso equilibrio.
Ahora he vuelto a pensar en la extraña relación entre los días y los hechos de la vida. Vivir en El Poblado, el periódico donde tengo el honor y el orgullo de escribir mis columnas, llega a su edición 500 el mismo 8 de noviembre en que salió su primer número. Pienso, como Cortázar, que el universo todo está lleno de figuras. Ignoro el sentido completo de esta curiosa coincidencia. Confío en que el regreso a los inicios representa el renacer del sueño noble y generoso que hace veintitrés años sembró su fundador.
Oneonta, noviembre de 2012.
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Crónica Rosa, ayer, hoy y siempre: 500 razones para celebrar

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Crónica Rosa, ayer, hoy y siempre: 500 razones para celebrar
Recuerdos perdurables de eventos cotidianos ha capturado Vivir en El Poblado durante 500 ediciones. De ellas han hecho parte figuras que han forjado el rumbo de la ciudad en distintos campos, e importantes personajes de la comunidad que habita y confluye diariamente en El Poblado.
Los tiempos, las modas, los protagonistas. Todos ellos cambian, pero el compromiso del periódico Vivir en El Poblado de estar allí cubriendo esos momentos especiales para la posteridad, creando memoria colectiva, persiste con la misma pasión y alegría que en sus comienzos. Estas bellas imágenes hablan por sí solas de esta entrañable tarea de retratar la sociedad de nuestros días.


Óscar de la Renta (1999)

Ernesto Samper, Alfonso López, Álvaro Uribe Guillermo Gaviria y Julio César Turbay (2004)

Catalina Laverde y Santiago Botero (2004)

Shakira (1995)

Mariana Hinestroza, Silvia Tcherassi
y Catalina Álvarez (2008)
Julián Posada y
Paula Andrea Betancur (2011)


William Ospina (1999)

Ronny Vayda, Alberto Sierra, Luis Fernando Peláez y Alonso Garcés (1997)

Amelia Toro, Hernán Zajar, Lina Cantillo (2006)

Juan David Posada, Tatiana de los Ríos y Natalia París (2004)

Anthony Bourdain (2008)
Ana Sofía Henao (2001)


Argemiro Sierra, Tuti Barrera y Tala Restrepo (2001)

Carlos Tobón y Luis F. Vélez (2011)

Carolina Castro, Alicia Mejía y Amada Rosa Pérez (2001)

Jaime Sánchez y Carolina Gómez (2000)

Lina Marulanda (q.e.p.d.) y Catalina Maya (2000)

Aníbal Gaviria y Claudia Márquez (2011)

Claudia Elena Vásquez (1996)

Ethel Gilmour y Jorge Uribe (2006)

Lina Botero, Sophia VarI y Fernando Botero (2000)

Fernando Restrepo y Carlos Eduardo Botero (2010)

Juan Gómez, Germán Jaramillo Jorge Londoño y Pilar Velilla (1999)

Roberto Pombo y Gilberto Echeverri (q.e.p.d.) (1999)

Gloria Villegas de Molina (q.e.p.d.) y Jorge Molina Moreno (q.e.p.d.) (2005)

Ángela Restrepo
y Jorge Julián Aristizábal (2004)
Juanes (2006)

Leonel Estrada (2011)
Libe de Zulategui (2011)


Amparo Grisales (1998)

María Elvira Arango y
Liliana Sotomonte (2010)
Felipe Martínez
y Juliana Restrepo (2008)


Irene Gaviria y Lina Moreno (2004)

Lucas Arnau, María Eugenia Maya y Luis Alfredo Ramos (2008)

Lucrecia Ramírez y Sergio Fajardo (2004)

Maité Hontelé y Juancho Valencia (2011)

Róbinson Díaz (2002)
Marcela Carvajal (1998)


Alonso Salazar y Guillermo Villaveces (2010)


Cecilia Espinosa, Hilda María Olaya y Orlando Mora (2000)

Marcela Posada, Tatiana Gil, Catalina Gómez y Juan Pablo Llano (2002)

Noemí Sanín y Jenaro Pérez (1999)

Juan Camilo Uribe, Óscar Jaramillo y Juan Santiago Uribe (2002)

Isabel Cristina Estrada (2001)
Jorge Loaiza y
María Cristina Arango (1997)


Freddy Serna, Marcela Rincón y Óscar Roldán (2007)

Manuel Santiago Mejía, Federico Arango y Juan Felipe Gaviria (2006)

Manuel Molina, Luisa Villa y Andrés Isaza (2010)

Paola Turbay (2006)
Catalina Aristizábal y
Lucas Jaramillo (2007)

Así empezamos

Hace 23 años y 500 ediciones que nació este periódico cuyo nombre en un principio tuvo más de un detractor, pero como decimos en cocina: “… cuando una cosa tiene buena sazón, no importa ni de dónde viene ni cómo se llame”, razón por la cual rápidamente se convirtió en un elemento indispensable y consentido para una heterogénea comunidad de habitantes de esta admirada y convulsionada zona de nuestra ciudad.
Recuerdo de manera patética a Julio Posada y Gabriel Abad leyendo en una mesa del Niágara, con carcajadas de hilaridad y revisando como auténticos correctores de edición, cada página, cada columna, cada palabra, cada letra del primer número en circulación. Ese día, con una felicidad que se les desparramaba por todo el cuerpo, amasaron la idea de hacer una columna de culinaria a partir del segundo número, columna que se transformó en página, luego en separata y desde hace muchos años en la reconocida y bien leída sección La Buena Mesa. Así nació hace 500 ediciones esta sección de la cual podemos asegurar no existe ni ha existido en el periodismo colombiano una propuesta similar y vigente. No pretendemos ser únicos, queremos expresar sí que desde aquella primera columna culinaria y hasta la fecha, Vivir en El Poblado encontró y reconoció la importancia de un género periodístico cuya fortaleza, a diferencia de otras modalidades del oficio, era que aparecía sumamente olvidado y tenía un enorme panorama de posibilidades. Sus editores lo involucran como un tema para todas sus ediciones y le otorgan la misma importancia que a los asuntos de civismo, administración pública, arte, literatura y urbanismo. Por todo lo anterior, La Buena Mesa toma un prestigio único; todo el mundo la lee, la comenta y la espera, y hoy da gusto constatar cómo sus lectores la comentan a diestra y siniestra en los foros y tertulias que sobre el tema aumentan cada día en nuestra ciudad. Quede claro: estamos y seguiremos convencidos de la bondad y acierto de este género periodístico por el cual hemos apostado tanto, seguiremos apostando y nos sentimos auténticos ganadores. Así las cosas, queremos hacer extensiva nuestra sencilla celebración, reconociendo la calidad y el compromiso de todos aquellos colaboradores que durante todos estos años han pasado por las páginas de La Buena Mesa, pues es gracias a ellos que hoy saboreamos lo que estamos saboreando… Va entonces un sincero agradecimiento para Sergio Herbiet, Saúl Álvarez, Olga Clemencia Villegas de Estrada, Anita Botero, Álvaro Molina, Álvaro Navarro y Bibiana González. En lo que a mi concierne, me encargaré de llevarle las felicitaciones a Doña Gula.
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Íconos gastronómicos

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Un recorrido por algunos de los restaurantes, personajes y organizaciones que han hecho historia en la oferta culinaria en El Poblado

A través de los años, no han sido pocos los restaurantes que se han quedado en el camino. Muchos desaparecieron sin pena ni gloria; otros, tras vivir días de éxito, murieron por falta de adaptación a los nuevos tiempos, por los obstáculos permanentes del mercado o, simplemente, porque su ciclo llegó a su fin.

Por todo lo anterior, en nuestra edición 500 hacemos un reconocimiento a todos aquellos restaurantes que han sobrevivido en el competitivo negocio del buen comer y se han convertido en referentes para los comensales. Así mismo, destacamos a personajes y organizaciones que han trabajado por el progreso del gremio gastronómico.

Ignacio Gonçalves  - Frutos del destino
Ignacio Gonçalves – Frutos del destino

Frutos del destino

Ignacio Gonçalves arribó a Medellín por amor, tras los pasos de una antioqueña que conoció en Los Ángeles. En París, Londres, Lisboa y otras ciudades europeas vivió diversas experiencias en torno al arte del buen comer. En 1980, en un sector en ese entonces casi desierto en cuanto oferta gastronómica, hoy La Calle de la Buena Mesa, compró un pequeño restaurante que llevaba tan solo seis meses de funcionamiento. Tras someterlo a una remodelación, abrió las puertas de Frutos del Mar, restaurante que desde hace más de tres décadas es considerado uno de los referentes en comida de mar de altísima calidad.
Además de Frutos del Mar, este simpático portugués también es el creador de otro sitio culinario legendario: Excelsior. Famosa por sus sándwichs y otras delicias para mecatear, Excelsior es reconocida por haber sido la primera salsamentaria de la ciudad especializada en productos importados. Ignacio Gonçalves es, pues un pionero por partida doble.

 


 Anita Botero
Anita Botero

La Cafetiere de Anita, con sello francés

Verdadera pasión por su oficio y fidelidad a su concepto original han sido, según Anita Botero, las claves del éxito y la permanencia de su famosa Cafetiere, restaurante de cocina francesa, con toques latinoamericanos, muy distintivos de esta talentosa chef.
Inicialmente estudió derecho, siempre teniendo en mente que la gastronomía, la afición de su vida, sería su profesión. Por ello, luego de graduarse viajó a Londres para estudiar en la prestigiosa escuela de cocina Le Cordon Bleu, y posteriormente continuar su especialización en Leith’s School en la capital inglesa.
Los reconocimientos obtenidos por Anita han sido tan numerosos como sus clientes incondicionales. El homenaje que más le enorgullece es la distinción como miembro de la Academia Culinaria de Francia, premio que cuelga en una las paredes de la Cafetiere, un lugar que evoluciona con el gusto de sus comensales, sin perder nunca su esencia.

 


 

Adolfo Podestá
Adolfo Podestá

Podestá, el violinista de Piacenza

En 1957, Adolfo Podestá llegó de Piacenza a Manizales por una propuesta para integrar la Orquesta Sinfónica de Caldas. Dos años después la sinfónica se disolvió, y Adolfo y otros músicos italianos que conformaban la orquesta Italian Jazz fueron contratados para tocar unos meses en el Club Medellín. La estadía de Adolfo se hizo permanente, más aún cuando un compatriota que dejaba Colombia le entregó un restaurante de comida internacional: Piamonte. Este lugar sería durante mucho tiempo sinónimo de gastronomía de la mejor factura.
Desde hace décadas, en Podestá, fatto in casa, su restaurante especializado en comida italiana, Adolfo conquista paladares con la misma facilidad que toca el violín y el saxofón. Hoy ubicado en el Indiana Mall, Podestá es el sitio perfecto para probar comida italiana auténtica y atemporal, como su propietario, el violinista de Piacenza.

 


 

 Álvaro Molina
Álvaro Molina

La casa del pescador

Entre sus cursos de pesca de aventura en Patagonia, Alaska, el Caribe y el Orinoco, Álvaro Molina se entrega en cuerpo y alma a Casa Molina. En este restaurante prepara platos para compartir, desarrollados bajo un concepto ecléctico, donde se fusionan gastronomías de distintas latitudes con el sello particular del chef.

En su sede original en Manila, Casa Molina funcionaba como un restaurante a puertas cerradas, con reservación. Desde hace un año, con su traslado al Indiana Mall, opera a puertas abiertas sin necesidad de reservación (aunque por la alta demanda que presenta, se recomienda hacerla). Lo que no ha cambiado, además de los sabrosos platos que se ofrecen allí, es ese ambiente familiar que transmiten sus paredes repletas de recuerdos de días de pesca deportiva, encuentros con personajes importantes y seres queridos, y detalles decorativos que atrapan de inmediato la atención. En Casa Molina, comer es una experiencia para disfrutar con los cinco sentidos.

 


 

Amparo Caicedo,
Amparo Caicedo,

El eterno encanto de Le Gris

En 1978, en Girardot con La Playa, en un pequeño local nació Le Gris, un lugar al que no le pasan los años y que se mantiene vigente como uno de los cafés y restaurantes insignias de El Poblado.

La creciente clientela de aquella sede en el Centro, visitada con frecuencia por figuras nacionales -entre ellas, Luis Carlos Galán, quien nunca perdonaba visita cuando estaba en Medellín-, llevó a sus propietarios, las familias Caicedo y Moreno, a trasladar a Le Gris a su actual sede en Oviedo, cuando el centro comercial recién abría sus puertas.

De acuerdo con Amparo Caicedo, socia fundadora y administradora, el secreto de Le Gris es que “se le ha contemplado como a un niño chiquito”, lo que le ha permitido destacarse durante décadas.

 


 

Julián Estrada
Julián Estrada

Al rescate de lo nuestro

Investigar y reivindicar las cocinas de las regiones colombianas ha sido una misión de más de tres décadas del antropólogo y crítico gastronómico, Julián Estrada. Desde niño le encantaba estar metido en las cocinas, comiendo y aprendiendo. Y todavía lo sigue haciendo, pues es un buscador incansable de restaurantes campesinos en donde se escondan manjares nacionales olvidados.

En Queareparaenamorarte, Julián rescata platos de la gastronomía popular colombiana. Este restaurante ha sido merecedor de reconocimientos como el premio Kendon Macdonald o el ser visitado por el famoso chef Anthony Bourdain, en el marco de su programa televisivo Sin Reservas, durante el capítulo sobre la gastronomía en Medellín.

 


 

Nora Hinestroza
Nora Hinestroza

Clásica e imperecedera

Elegancia y buen servicio han distinguido a La Fragata, considerado por muchos como uno de los mejores restaurantes de comida de mar e internacional en la ciudad.

Ha sido un largo y sinuoso camino el trasegado por este sitio liderado por Nora Hinestroza, quien adquirió la franquicia de este restaurante bogotano a finales de los años 80. La primera sede en Medellín quedaba en el Centro Comercial Monterrey. De allí pasó al Intercontinental donde permaneció por cerca de una década. Desde hace un buen tiempo se encuentra en el Hotel Park 10, donde sigue cautivando a varias generaciones de clientes con su amplia carta y sus bien estructurados festivales gastronómicos.

 


 

Hatoviejo
Hatoviejo

Hatoviejo: tres décadas de buen comer

Un símbolo de la gastronomía paisa que rejuvenece con cada generación de comensales. Ese es Hatoviejo, restaurante fundado por los arquitectos Édgar Jaime Isaza, Jorge Velásquez, César Valencia y Juan Guillermo Jaramillo, que es y continúa siendo para muchos foráneos una perfecta introducción a los platos nacionales más emblemáticos.

Actualmente en sus tres sedes, localizadas en Las Palmas, el Centro y Oviedo, Hatoviejo sigue demostrando que el tiempo transcurre pero su calidad se conserva intacta. Prueba de ello es el galardón recibido en 2011 como el mejor restaurante de Antioquia, premio otorgado por la Revista La Barra. Por algo lleva treinta años… y siempre lleno.

 


 

 Álvaro Vasco
Álvaro Vasco

Un logro en familia

Los dos Álvaro Vasco caminaban por la calle 9, en búsqueda de un local para un negocio de delicatessen que el hijo pensaba montar como complemento del restaurante de su padre: Torre de Piamonte. Se enamoraron de una casa que transformarían en la Tienda de Piamonte, donde también servirían cocina criolla. Después de la muerte de Álvaro Vasco, padre, se convirtió en la Tienda del Vino y, para satisfacer a los clientes de Piamonte, se agregaron platos de comida internacional. Además, Álvaro Sergio Vasco incluyó los fondues, uno de los atractivos de este restaurante, que apostó por la cultura del vino en una época en la que era incipiente en nuestra ciudad.

 


 

Gian Luigi Gaudenzi
Gian Luigi Gaudenzi

II Castello, tradiciones duraderas

Sin olvidarse de las enseñanzas culinarias de su abuela y sus tías, es su padre Roberto (con quien trabajó desde muy joven en su fábrica de pastas artesanales y productos congelados), a quien el chef Gian Luigi Gaudenzi considera su principal maestro. Durante trece años, Gian Luigi cocina y vive con devoción su II Castello, restaurante que con sus clásicas y provocativas recetas transporta a los comensales a la península itálica.

Gaudenzi ha recorrido Italia de norte a sur, comparando sabores. Conservar la calidad que le ha permitido destacarse a II Castello desde sus inicios, es la sana obsesión de Gian Luigi, aquella que admiran sus colegas y agradecen en cada visita sus fieles comensales.

 


 

María Adelaida Moreno
María Adelaida Moreno

La Provincia de María Adelaida

Todo entra por los ojos y, en el caso de La Provincia, la vista siempre se maravilla ante los platos preparados por la chef María Adelaida Moreno, quien como diseñadora gráfica sabe que no hay nada más cierto que aquel popular refrán.

En La Provincia el concepto del Mediterráneo está presente tanto en sus recetas e ingredientes como en sus encantadoras instalaciones. Allí el placer no solo es comer sino estar.

María Adelaida Moreno considera que el trabajo en equipo de un grupo estable ha sido una de las principales fortalezas de su restaurante, el cual durante 19 años ha sobrevivido sin traicionar su idea inicial, brindado satisfacción a incontables comensales.

 


 

El Tour Gastronómico, crece el colegaje

Promover el gremio y fortalecer a sus actores es el objetivo de la Corporación Tour Gastronómico. Desde 2006, esta organización sin ánimo de lucro ha desarrollado alianzas estratégicas con diferentes entidades para impulsar de un modo integral el comercio, la gastronomía y el turismo en la ciudad. La corporación agremia a los principales restaurantes de Medellín-Antioquia. Actualmente cuenta con 96 afiliados y para el primer semestre de 2013 se sumaran otros seis de la región del occidente de Antioquia. Maridaje, festival del que la corporación es uno de sus gestores, es otro espacio para la promoción del gremio y fomentar el colegaje entre quienes se dedican al negocio de deleitar paladares.

El Poblado de aquí a 2030

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El Poblado de aquí a 2030
Construcción, movilidad, transporte, zonas verdes y espacio público son temas para analizar el futuro de la comuna 14

La comuna 14 es especial en comparación con el resto de la ciudad por muchas razones: es la zona que concentra casi la totalidad del estrato seis (cerca del 97 %); tiene el metro cuadrado para vivienda más oneroso de la ciudad (cerca de 3 millones 100 mil pesos) y es la comuna con mayor territorio, con una extensión de 1.432 hectáreas (el 14.2% del total de suelo urbano de Medellín).
Según las estimaciones que se vienen extractando desde la Encuesta de Calidad de Vida, Medellín 2007, la población de El Poblado (hoy 122.489 habitantes) dobla la de municipios como Copacabana o La Estrella y equivale a un poco menos del 50 % de una ciudad como Armenia.
El Poblado también tiene la menor densidad poblacional, con 63 habitantes por hectárea, seguida por las comunas Guayabal y La Candelaria (el Centro de Medellín) con 100 y 101 habitantes por hectárea, respectivamente.
Incluso en la economía cuenta con una participación destacada, con alta concentración de unidades productivas: 63 empresas por cada 1.000 habitantes, mientras que el registro para Antioquia es de 23 empresas por cada 1.000 habitantes y en Colombia es de 16 por cada 1.000.
Crecimiento exponencial
Las últimas tres décadas han sido definitivas en un desarrollo vertiginoso que ha traído aspectos negativos y positivos, los mismos que deben tomarse en cuenta para tener claro hacia dónde va este territorio a mediano y largo plazo.
El Poblado se ha convertido en un foco de atención regional como ejemplo de desarrollo no planeado. Solo entre 1989 y 1996 pasó de tener 45.881 habitantes a 73.536, según el Anuario Estadístico Metropolitano.
Y las cifras han seguido creciendo. Según datos de Camacol, el número de viviendas construidas en El Poblado entre 2004 y septiembre de 2012 es de 15.795 unidades.
Las estadísticas revelan que en 2005 se registró el mayor nivel de construcción de viviendas en El Poblado, con 3.856 unidades. Es decir, un impactante 42 % del total de Medellín. Si bien esta participación ha descendido en los últimos siete años -en 2012 es del 18%-, hasta septiembre de 2012 se había iniciado la construcción de 1.331 viviendas, cifra similar a la presentada en el mismo período del año anterior. Es decir, se sigue construyendo a un ritmo sostenido.
El número promedio de proyectos de vivienda en oferta en El Poblado ha sido de 77 entre 2004 y 2012. A septiembre de 2012 ya había en el mercado 81 proyectos de vivienda, con un crecimiento del 13 % anual.


Al mes (de lunes a viernes) ingresan 73.338 personas a las estaciones Industriales (19.596), Poblado (32.465) y Aguacatala (21.277). Se construirían dos estaciones más: entre Industriales y Poblado y Poblado y Aguacatala.

Y aún hay más. De los metros cuadrados construidos en Medellín para edificaciones no residenciales el 34 % se construye en El Poblado y su participación específica respecto al total de Medellín es del 53 % en oficinas, 41 % en locales comerciales, 56 % en hoteles y el 43 % en parqueaderos.

El Poblado en el Bio 2030
Ante este escenario aparecen propuestas metropolitanas a futuro como el Plan Bio 2030, en el que participaron el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, el Departamento Administrativo de Planeación del Municipio de Medellín y el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales – Universidad Eafit (Urbam).
Para la ciudad, y para El Poblado particularmente, el primer análisis de esta estrategia de ordenamiento territorial a 20 años es que “el río debe ser el escenario natural y corazón de la vida metropolitana y en el que sus laderas se destaquen por un urbanismo contenido en sus bordes, respetuoso del medio ambiente y con un estricto manejo del riesgo”, según lo informa Nora Cadavid, urbanista de Urbam, quien se apoya en el documento del Bio 2030.
En consecuencia, la mayor densidad de ocupación, oferta de servicios, localización de actividades productivas y concentración de la infraestructura pública se concibe en la zona plana de la ciudad, con mayor aptitud urbanística, próxima al río y sobre la llanura.
“Hoy en día, los principales procesos de urbanización (formales o informales) se concentran en áreas de alta pendiente. El 86% del suelo de expansión formal, de 2.200 hectáreas, se concentra en las laderas”, explica Cadavid.

Desarrollos positivos a la vista
Si bien estos desarrollos para tener una ciudad más compacta, en la que se densifique en altura en las áreas planas (llanura), requieren grandes inversiones en infraestructura, vías y procesos urbanos de todo tipo, ya en la ciudad se hizo uno de estos esfuerzos. Se trata de Ciudad del Río, que pasó de una destinación industrial a unas torres de apartamentos que acercan más los desarrollos de vivienda al río.
Todo este andamiaje debe tener en cuenta, al mismo tiempo, la sombra que proveen las zonas verdes, los árboles que generan un microclima confortable, mitigan el ruido y ofrecen un paisaje diverso y ameno. El concepto de bosque urbano para El Poblado es también unas de las pautas a seguir, e “implica dar continuidad a las formas de urbanización tradicional, donde las áreas verdes, con intensa arborización, dominen en los proyectos arquitectónicos. Este patrimonio natural debe integrarse al espacio público”.
Para este caso se pueden citar procesos exitosos como los parques lineales en La Frontera y en La Presidenta, lugares en los que se aprovecharon sus potencialidades y hoy son una muestra de apropiación de parte de la comunidad.



Movilidad

Ningún análisis está completo en la comuna 14 sin hablar de las dificultades que generan las horas pico para los desplazamientos. En parte, este fenómeno se explica por esa explosión súbita de unidades de vivienda en altura que reemplazaron, con todos los vehículos particulares que eso implicaba, a las fincas y casas de otrora.
Los vehículos particulares en El Poblado suman hoy 46.662, con un promedio de 1.5 carros por cada hogar que tiene este medio de transporte (el promedio de la ciudad es 1.25). Eso quiere decir que la comuna 14 aporta 1 de cada 3 carros particulares que hay en Medellín.

“A esto se suma que la mayor parte de los desplazamientos generados desde la comuna 14, se realizan en vehículo particular (66 %) y tienen como destino la misma comuna y el Centro”, según lo expresa Juan Pablo Ospina, urbanista de Urbam.

Sistemas masivos de transporte
La preocupación se centra en entregarle a El Poblado un sistema de transporte público eficiente, para la población flotante y los residentes.
El Metro de Medellín tiene identificados dentro de sus proyectos a 2030 una obra en la calle 10 de aproximadamente 5 kilómetros, que vendría desde la carrera 34, pasaría el río y enlazaría hasta la 80.
Otra propuesta más generaría un corredor por toda la carrera 34. Partiría desde la Aguacatala y atravesaría todo El Poblado, pasando por Las Palmas, el Centro y podría incluso llegar hasta el metrocable, línea K del metro.
El Metro planea, además, construir dos estaciones más en la zona de influencia de El Poblado. Una estaría entre Industriales y El Poblado y la otra en la calle 4 sur, entre las estaciones Aguacatala y El Poblado.
La idea es tener cinco estaciones en la comuna (hoy hay tres) y una secuencia de un kilómetro aproximado entre ellas, que es el promedio general del sistema. Entre las estaciones actuales hay hasta dos kilómetros de distancia.
Son muchos los desarrollos que va a necesitar El Poblado en los próximos 20 años. Proyectos como las obras de Valorización, serán un buen arranque para un plan general que evite el deterioro de la calidad de vida. Quedan además otras tareas pendientes en rubros como la carencia de escenarios recreativos y deportivos, que por ahora muestran una comuna con escasos 14 espacios de este tipo, mientras que una comuna como Castilla cuenta con 90.
Ese trabajo de consolidar muchos más espacios públicos y de convocar a la población para que cada día se interese más por la planeación del lugar en el que vive, probablemente será la mejor estrategia para que la zona siga siendo uno de los mejores lugares para vivir en Medellín.

Protagonista de la comuna 14

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Protagonista de la comuna 14
En estos 23 años el Parque Lleras ha sido uno de los referentes que más cambio ha sufrido en la comuna 14

• Desde 1991 las páginas de Vivir en El Poblado se preguntan qué sucederá con el Lleras. Dos años atrás se había anunciado un proyecto de remodelación como regalo de la compañía British Airways a Medellín. En el 91 aún no se empieza el proyecto pero ya Planeación ha autorizado la construcción del Mall del Parque Lleras, Mimos y Pastelitos.

• Para abril de 1993, el Municipio eleva el nivel del andén para evitar el parqueo de carros en zonas verde. Los artistas del parque se quejan de la administración municipal, pues les pide desalojar.
• El contrato 230 de 1994, para remodelar el parque con fuente, pisos, escalas, bancas, lámparas y andenes, se ejecuta de abril a noviembre. Después de 18 semanas y una inversión de 23 millones de pesos, la comunidad queda inconforme: solo se remodela del centro hacia el costado occidental y de forma incompleta.
• En 1995 el Cerca entrega los resultados de la encuesta que hace a los habitantes del Lleras. Sus problemas y necesidades, en orden, fueron: venta y consumo de droga, expendio de licores sin licencia, parqueo en zonas verdes, basuras y ruido.
• En 1996 Obras Públicas anuncia que hay dinero para completar la renovación del costado occidental del parque. En noviembre de ese año empieza el trabajo.
• En 1997 Vivir en El Poblado recorre el cambio del parque desde su fundación en los años 30, cuando solo había casas de 3.200 pesos. En el 97 ya predominan peluquerías, sastrerías, floristerías y establecimientos de comidas; también hay agencia de viajes, centros de estética, marqueterías, una emisora y este periódico.

• En junio de 1999 el Lleras recibe del Tránsito el primer parquímetro. Se organizan 30 celdas que recaudan 1.200 pesos por hora. >
• En octubre de 2000 se planea la cuarta intervención en el área, entre la fuente y el andén de la 40. Las modificaciones incluyen un piso en piedra, escalones que funcionen como graderías y mejoras por un costo de 31 millones.
• En abril de 2001, con un retraso de seis meses, empiezan las obras de la cuarta intervención. El presupuesto aumenta a 55 millones y se proyecta para junio. Sin embargo, el 17 de mayo estalla el carrobomba que deja 8 personas fallecidas y 160 heridos. Para junio el parque ha reactivado su dinamismo.
• En abril de 2003 Obras Públicas inicia una quinta intervención que incluye plazoleta central para espectáculos, rampas para sillas de ruedas, jardineras, cableado subterráneo y una escultura de Rodrigo Arenas Betancur. En agosto, después de destinar 230 millones de pesos, se entrega la mayor transformación al parque.
• En septiembre de 2005 empiezan a regir los decretos 1583 y 1224 que prohiben el consumo, venta y porte de licor en las vías y parques públicos, entre las carreras 36 B y 42, y entre la quebrada La Presidenta y la calle 10 A.

• En 2008 se impone la restricción de horario a comerciantes. Deben cerrar a las 12 am. por mal manejo de residuos y consumo de licor en espacio público.
• En abril de 2009 los establecimientos tratan de cumplir con los exigencias del Comité Local de Gobierno para que su horario de operación sea ampliado. El pacto se basa en los niveles de ruido: 55 decibeles es el máximo permitido, pero el ruido oscila entre 70 y 80.

• En marzo de 2010 se implementa Rumba Segura. La Secretaría de Gobierno califica el comportamiento de los establecimientos y según esta pueden operar hasta las 2 am., 4 am. o 24 horas. Los que no se certifican deben cerrar a la 1 am.
• Durante 2011 el protagonista de las quejas de los vecinos del Lleras es el hotel The Charlee con sus fiestas de piscina, el volumen de la música y con la invasión del andén. Este último ya fue despejado.
• EnProtagonista de la comuna 14el Parque Lleras vuelve a ser sujeto de una posible intervención significativa. Desde hace más de siete años se discute la posibilidad de peatonalizar el parque. Se programa para octubre una prueba piloto de seis meses antes de hacer modificaciones físicas. Aún no empieza.

Esto opinan

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Esto opinan
Muchos personajes de Medellín son habitantes de El Poblado, o trabajan en la comuna o escriben sobre ella. Así ven algunos de ellos la propuesta de Vivir en El Poblado


Gabriel Harry, empresario:

“Es muy meritorio lograr sostener tantos años una causa tan difícil como el periodismo, y con la competencia que hay. Es muy informativo; por Vivir en El Poblado uno se da cuenta de lo que se va a hacer en El Poblado, de los diferentes sitios de esparcimiento, todo lo que tiene que ver con los posibles parques de el sector. Por este periódico, uno sabe de las vías nuevas que van a hacer; son muy interesantes los comentarios que hacen sobre gastronomía y tienen personas muy amenas que uno lee con mucho juicio. En un periódico como este uno se informa de hechos que en otros periódicos no se informan. Para la gente que vive en El Poblado trae mucha información de cosas de las que uno no está al tanto”.


 
Lina Vélez de Nicholls, presidente de la Cámara de Comercio de Medellín

“Es muy entretenido porque cuando uno lee se siente parte de él, y aunque las noticias son muy locales este periódico logra trascender en los hechos. Es muy interesante porque uno se da cuenta que lo que publica Vivir en El Poblado se convierte en noticia para las autoridades y esto es importante porque logran reaccionar”.



Juliana Restrepo, exdirectora del Mamm:

“Gracias Vivir en El Poblado por hacer el mejor periódico para nuestro barrio. Destacar noticias y personajes de interés, construir y felicitar, pero también por denunciar. Por ser la voz de los vecinos. Y sobre todo por ser plataforma para los artistas de Medellín a través del maravilloso proyecto de portadas de arte; ese, es un gran diferencial y un aporte invaluable al arte de la ciudad”. ¡¡¡Felicitaciones!!!



Juan Luis Mejía, rector de Eafit:

“La historia del barrio es la de esos primeros años de la vida, del lugar donde transcurre lo cotidiano, del espacio que nos es más propio y cercano. Por eso, que un periódico como Vivir en El Poblado llegue a las 500 ediciones es un suceso que debe celebrarse, porque es en sus páginas donde se cuenta el transcurrir de ese inmenso barrio en el que comenzó a escribirse el devenir de Medellín.
El suyo es un periodismo ciudadano, que se acerca a las necesidades de la comunidad, de la gente, que ha logrado perdurar en el tiempo gracias a la profundidad con que asume cada tema. Allí también cabe la cultura, hecha arte en esas bellísimas portadas que rompen con lo habitual y que sorprenden en cada número. Vivir en El Poblado significa, entonces, la vida del barrio, una vida que esperamos se siga contando por muchos años más”.



Gabriel Jaime Arango, experto en educación y cultura:
Vivir en El Poblado tiene muchos valores. Es de actualidad y vigencia, es localizado y por ello cercano e inmediato. Tiene uno la conciencia de que está ubicado en un espacio y en un lugar al que pertenece. Nos pone en diálogo con los inmediatos y con los cercanos. Hoy las TIC nos llevan a estar cercanos al lejano pero lejanos al cercano; se empezaron a romper los tejidos sociales con el próximo. No es un periódico alternativo sino esencial a la configuración del tejido social de la inmediatez, donde uno vive. Tiene la noticia del vecindario, opciones de entretenimiento, reclamo y denuncia para que las estructuras gubernamentales se ocupen de lo que no conocen. Es lectura obligada, no por deber sino por gusto”.



Adriana Mejía, periodista y columnista:

“Como periodista, me parece espectacular que una idea que salió de la nada, se hubiera fraguado y continuado. Me quito el sombrero frente a Julio y los equipos de trabajo que lo siguieron. Como ciudadana, creo que el periódico ha jugado un papel fundamental en el sentido de pertenencia de los habitantes de El Poblado por su barrio. Ha logrado ponerle cara, cuerpo, alma y nombre a la comuna 14. También me encanta la cercanía porque, como dicen los grandes de la literatura, mientras más cercanos los temas, más universales son; de todas maneras el ser humano es el mismo.
Y, por último, me encanta el apoyo del periódico al arte y a la cultura en todas sus manifestaciones”.



Fernando Restrepo, gerente FLA:

“Vivir en El Poblado innovó, fue una revolución dentro del periodismo escrito de Medellín, pues si bien en otros países había ese tipo de publicaciones sectoriales, la ciudad no las tenía. Entonces picó en la punta. Uno no alcanza a agarrar tanta información por cualquier otro medio de comunicación generalizada, ya sea de Medellín o del área metropolitana.
Vivir en El Poblado concentra la esencia, no solo de los problemas del transcurrir cotidiano, sino de la información. Yo espero Vivir en El Poblado todas las semanas, yo me entero en Vivir en El Poblado; hay algunas secciones que me gustan, hay otras por las que paso derecho pero, en general, me parece muy especializado y me fascina”.



Jorge Vega, médico antroposófico y columnista

“Cuando Vivir en El Poblado me invitó a escribir una columna con temas de salud y calidad de vida, sentí una deliciosa mezcla de reto y de sueño hecho realidad. En enero de 2011 inicié mi periplo en esta casa periodística. Y ha sido singular la experiencia de reconocer un medio que no tiene compromisos políticos ni de poder y que está al servicio de la comunidad. Un periódico que sacrifica el interés comercial de la portada por una obra de arte, que se interesa por la cultura y la buena mesa, por el entretenimiento, el buen vivir y la salud es un periódico salutogenético: genera bienestar, alegría y salud en lectores y colaboradores. En Vivir en El Poblado hay alimento para el alma y el espíritu humanos y un respiro en medio de esta cultura light y materialista”.



Hugo Gallego, médico toxicólogo:

“El periódico siempre ha estado comprometido con la información, la formación, la educación, el debate. Con las campañas de prevención de conductas adictivas y prevención del consumo de sustancias psicoactivas se han despertado toda serie de comentarios, tanto de quienes defienden el consumo de ciertas sustancias (por ejemplo la cannabis) como de quienes agradecen que hayamos abordado los temas, los hayamos profundizado y que hubiésemos aclarado inquietudes y desmitificado conceptos.
Producto de los artículos sobre las adicciones escritos en Vivir en El Poblado hemos ayudado a madres de familia a reconocer su adicción al zolpidem y a salir de ella. Hemos brindado para los padres y colegios, materiales que les sirven de base para propiciar el diálogo, fijar posiciones y tomar decisiones. Dicho material ha aclarado a algunos jóvenes conceptos no precisos y los ha llevado a reconocer los riesgos del consumo, a solicitar orientación y ayuda y hoy están en tratamiento y rehabilitación.
Felicitaciones por estos años de una fecunda labor y que sean muchísimos más años para el bien de todos. Gracias por permitirnos un espacio para dirigirnos a la comunidad con los temas de adicciones.
¡Mil gracias por todo el apoyo siempre!”



Elena María Molina, columnista:

“Son 23 años de Vivir en El Poblado que nos llenan de entusiasmo. Llegar al cinco ( 23= 2+3=5) es un momento en que se manifiesta libertad de acción y coherencia. Dos es el número de la materia y tres el principio Divino. El cinco es una invitación a la libertad de acción y al respeto, a la unión, a la fuerza, y la revisión de los límites del Hombre en su relación con la naturaleza.
La experiencia de Vivir en El Poblado nos toca porque su principio ha sido suscitar y apasionarse por el interés común, por el bien común. Y todo lo que concierne a la persona, el respeto por ella, permitirá que la conciencia se eleve, y que haya progreso paulatino y excepcional”.



Ana Piedad Jaramillo, directora del Museo de Antioquia:

“Para los habitantes de la comuna 14 es un gran aliciente tener cada ejemplar que va saliendo, porque la gente se identifica. Yo, por ejemplo, vivo en El Poblado y me identifico mucho con el periódico. Pero no solamente para la comuna 14 es importante, creo que Vivir en El Poblado ha ido cogiendo mucha fuerza en Medellín porque tiene artículos de interés general y articula El Poblado con el resto de la ciudad. Los felicito porque es un esfuerzo que ha hecho que la gente se identifique de verdad con Vivir en El Poblado”.

Un Poblado muy poblado

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Un Poblado muy poblado

/ Juan Carlos Vélez Uribe

Recuerdo que cuando era niño mi abuelo materno, quien vivía en El Poblado desde hacía muchos años, me decía que lo acompañara al “pueblo” a comprar la prensa. El “pueblo” era la plaza de El Poblado. Hoy en día uno le hace el mismo comentario a uno de los hijos y queda desconcertado, pues el parque de El Poblado es ya parte integral de un conglomerado urbano que literalmente se tragó la zona rural. Se acabaron las fincas, los establos, las arboledas, los guayabales, la línea del ferrocarril, la carretera a Envigado, en fin, en muy pocos años se borró el pasado. Pasamos de ser un corregimiento a un barrio más, a ser, en síntesis, la comuna 14 de Medellín.
En este sector de la ciudad nos correspondió en el pasado asumir la representación de algunos de sus habitantes en la Junta Administradora Local, y luego en el Concejo de la ciudad. Participamos entonces en diferentes procesos que marcaron el desarrollo de esta comuna: la consulta popular para realizar la Obra 500 de valorización, las discusiones de la Transversal Intermedia, la ubicación de las nuevas inspecciones de policía y la comisaría de familia, el levantamiento de las restricciones a la ubicación de restaurantes en la zona del Parque Lleras y en los debates que se llevaron a cabo en el Concejo de Medellín para la implementación del Plan de Ordenamiento de la ciudad, que tuvo que ver a su vez en la organización urbanística de El Poblado.
Hoy en día podemos decir que este sector de la ciudad ha logrado un importante desarrollo, y que en los últimos 23 años se ha duplicado su población. Apenas pocos años se había iniciado la construcción de los primeros edificios de apartamentos y unidades residenciales, los cuales fueron ubicándose primero en las arboledas de la fincas, luego en los potreros de estas y por último fueron reemplazando las casas de barrios como Patio Bonito, Alejandría, La Aguacatala o Santa María de los Ángeles. En algunos casos por rascacielos de 25 o 30 pisos, algo que hace 23 años veíamos como un imposible.
A pesar del desarrollo urbanístico que ha tenido este sector de la ciudad con la construcción de múltiples unidades residenciales, centros comerciales -que yo catalogaría como los mejores del país-, clínicas, hoteles, edificios de oficinas, etcétera, no hemos planeado debidamente el desarrollo vial de la comuna 14, lo que ha generado que en algunos de sus barrios, la congestión vehicular se haya convertido en un absoluto caos.
Ello nos lleva a concluir que definitivamente esos crecimientos desmesurados que transforman una zona de la ciudad, también deben tener sus límites, de lo contrario, este crecimiento exagerado de la urbanización se convierte en freno a la calidad de vida y produce un efecto en el mediano plazo de deterioro del sector, que a su vez podría conducir a la desvalorización de la propiedad y al desplazamiento de los pobladores más pudientes a otros sectores de la ciudad. Aprendamos de lo que ocurrió en el centro de Medellín, para que no suceda lo mismo en El Poblado.
De todos estos cambios, más que testigo del crecimiento y transformación del Barrio, el periódico Vivir en El Poblado ha sido protagonista de su desarrollo durante los últimos 23 años, siguiendo el pulso de una comunidad pujante, con sentido de pertenencia, que hoy cuenta con un medio de comunicación ya patrimonio de los pobladeños. ¡Felicitaciones!
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Retrato de El Poblado 1990

Retrato de El Poblado 1990
/ Juan Carlos Franco

En 1990 El Poblado era un barrio esencialmente residencial. La Avenida todavía se veía un poco sobrada frente al tráfico. Y no tenía semáforos, no los necesitaba. Casi nunca había congestión. Se podía hacer giro a la izquierda para subir por cualquier loma.
Las transversales, hasta entonces de doble vía, eran un destino algo remoto, con mínimos servicios, aún con enormes fincas y repletas de lotes vacíos.
Para salir de El Poblado hacia Las Palmas inicialmente había que ir hasta Sandiego. Luego se pudo llegar por las transversales hasta el Inter. Algunos valientes se atrevían por la Cola del Zorro, que era peligrosa justamente por su soledad (y bueno, porque allí a veces aparecían “muñecos”).
Para el transporte nos defendíamos con una ruta de buses grandes de Envigado que pasaba por la Avenida y otra por el Éxito. Ah, y una de El Poblado que llegaba hasta el parque y subía por la 10. Nada por las transversales, solo taxis.
Bancos y otros servicios, unos pocos alrededor o muy cerca del parque de El Poblado. Y tal vez en Oviedo y el Éxito y de ahí nada hasta Sandiego o Envigado. Faltaba mucho aún para la llegada de los demás centros comerciales.
Había menos vías pero era más fácil llegar al otro lado del río. Aunque en horas pico siempre había trancones en las glorietas, ninguna tenía paso a desnivel.
Aún quedaba aire limpio por todo el Poblado. Y había parqueaderos suficientes.
Muy pocos restaurantes de buen nivel. Muy elegante, La Bella Época. Comer buena pizza en Rumo’s, mariscos en Frutos del Mar, italiano en Fiorentino y chino en Asia o Shanghai. Cero sushis, peruanos, vegetarianos, etcétera.
Salvo Oviedo y el inolvidable Teatro Subterráneo (¡en un principio al frente de donde hoy tiene su sede este periódico de 500 ediciones!), la gente de El Poblado todavía iba a cine al Centro, donde por supuesto también quedaba la mayoría de oficinas.
Discotecas en las partes altas de las lomas (¿Casa Verde?) o en Palmas (¿Aquarius? ¿Baviera?). Para algo más light, salir con los amigos a tabernas a escuchar Suramérica o trova cubana.
Computadores había en las oficinas, no en las casas. Pero había que pedir turno con días de anticipación. Nos maravillábamos con la velocidad de los procesadores 486 y todavía tenía sentido estudiar programación de computadores. Y mandábamos a revelar los rollos de fotografía. Y pedíamos una llamada a Estados Unidos por el 01, siempre ocupado.
Por supuesto, cero celulares. A la gente había que escribirle una carta por correo, enviarle un fax o llamarla a su casa. Y si alguien estaba llegando tarde no había cómo ubicarla ni avisar nada. Simplemente se esperaba. O se buscaba a la persona entre la multitud. ¿Quién tiene hoy esa paciencia?
Estábamos estrenando elección popular de alcaldes pero vivíamos asustados, sentíamos que el país se desmoronaba con cada atentado o asesinato en plena calle, a cualquier hora. Masacres frecuentes. Vehículos con luz interior encendida en las noches, prohibición de vidrios polarizados. Salíamos poco, la verdad.
Y por eso nos sentíamos reinventando el país con la constituyente de 1990, suponíamos que pondría fin a la corrupción y el clientelismo… y hasta pensamos que se iban a debilitar las mafias. La guerrilla no nos quitaba el sueño, al menos todavía.
Celebramos hasta el extremo la clasificación al Mundial de Italia 90, luego el empate ante Alemania… nos veíamos en cuartos de final… hasta aquella infortunada, nunca bien lamentada pifia de Higuita y Perea para regalarle el gol al viejo Roger Milla, de Camerún.
Uno de tantos choques con la realidad que nos esperaban…
[email protected]

Las obras que transformaron El Poblado

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Las obras que transformaron El Poblado
Estas intervenciones configuraron en poco más de dos décadas el aspecto de esta zona y se erigieron como referentes de ciudad

La eterna discusión de la 10 


2002 empezó con la promesa de la Alcaldía de hacer de la 10 una vía más amable. El anhelo por convertirla en un corredor en el que las personas se pudieran detener a hablar en andenes amplios, se transformó en un tire y afloje entre la administración municipal y la comunidad. Por esos días el arquitecto Luis Fernando Arbeláez dijo que este corredor necesitaría más arborización y que si se intervenía bien podía ser la demostración de que “a las personas sí les gusta caminar, desde que tengan andenes de buena calidad por donde hacerlo”. Hubo que esperar hasta 2007 para que esta vía mostrara su nueva cara completa.


Las glorietas de La Aguacatala y la 10


En el año 1995 Planeación Municipal midió el número de vehículos que transitaban las glorietas de Medellín. En La Aguacatala en un día el dato fue de 78 mil vehículos, y en la 10 de 77 mil. Dos años después comenzó la construcción del Intercambio de La Aguacatala, con un innovador puente elevado de 280 metros. En la obra se invirtieron 25 mil millones de pesos y fue entregada en 1999. Estas dos glorietas fueron noticia nuevamente en 2005, cuando se identificaron como los puntos de mayor accidentalidad en El Poblado. Ese año reportaron 1.770 casos (el 7 % de la ciudad).



El gigante de la 4 Sur

Luego de 22 meses de construcción, el puente intraurbano más grande del país fue inaugurado el 20 de abril de 2012 por el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria. Financiado 100 % por el Municipio, con una inversión de 205 mil millones de pesos, el proyecto buscó aliviar las congestiones vehiculares y superar el atraso vial. Su longitud de 580 metros, las calzadas de cuatro carriles a cada lado y los amplios andenes para la circulación peatonal y de bicicletas, el puente Gilberto Echeverri se convirtió en un referente de ciudad. A siete meses de su apertura, no es clara su capacidad para descongestionar la zona en la que se asienta, pues hace falta la construcción de obras complementarias. Los detractores de este megaproyecto consideran que lo que ha pasado es un traslado de los embotellamientos hacia las vías de entrada y de salida del puente colgante.


Un sueño que transformó la ciudad


Los primeros 5 años de los 90, ad portas de la inauguración del metro de Medellín (1995), fueron de mucha intensidad por las obras complementarias. Por aquellos días El Poblado sería la última estación (en sentido norte – sur). Una de esas intervenciones fue la demolición del viejo puente de la 10, que se llevó a cabo en plena Semana Santa. Según la empresa Metro, el objetivo era aumentar la capacidad vial del sur de la ciudad, con la habilitación de mayores conexiones. Se construyeron además puentes en la 12 Sur, 37 Sur y 50 Sur. El 30 de noviembre de 1995 los trenes empezaron sus recorridos.


Ciudad del Río


Este desarrollo, que empezó en 2007, hoy es visto como un modelo de ciudad compacta. En la edición 461 del 9 de febrero de 2012, así quedó reseñado uno de tantos recorridos por este complejo de viviendas que tiene al Mamm como su principal referente: “…Hace cinco años, cuando se iniciaron las demoliciones, pocos tenían la sospecha del efecto que el proyecto Ciudad del Río tendría sobre el barrio Villa Carlota, en El Poblado, y sobre la ciudad. Aún hoy es difícil calcular su importancia futura. Solo empezaremos a apreciar esa influencia en veinte años, cuando el sector industrial le dé paso a las últimas etapas, y los trescientos mil metros cuadrados del proyecto tengan una vida activa…”

Se han destacado en la comuna

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Se han destacado en la comuna
Muchas personas que nacieron, vivieron o viven en El Poblado han sido líderes en diversos campos. Estos son algunos de ellos


Amparo Gaviria

Nacida y criada en el barrio Lleras, “Amparo la incansable”, como la denominaría en 2011 Vivir en El Poblado, es una de las líderes comunitarias más queridas y visibles de El Poblado. Su vocación educadora y empeño por el bienestar social de los habitantes de la comuna 14, la posicionaron popularmente como “la profe” y “la alcaldesa”. Por más de 30 años ha defendido los derechos de sus habitantes y se ha apropiado de las diferentes problemáticas, como presidente de la JAL y de la JAC Poblado Centro.



Jorge Molina

“El hombre que nos enseñó a amar la naturaleza”, dirían sus hijos y la ciudad entera tras el legado ecológico de este habitante de El Poblado. Su vocación cívica, además de la empresarial y artística, lo llevó a ser el “Alcalde Verde” al promover las zonas verdes y siembra de árboles que hoy hacen parte de la estética urbana de Medellín. Llevar las riendas de Suramericana de Seguros durante 20 años y colaborar en importantes empresas del departamento, convirtieron además a Jorge Molina en uno de los empresarios más queridos y condecorados del país.



Juan Carlos Vélez

Como vecino del barrio, comenzó su vida política en 1988 en la Junta de Administración Local de El Poblado, de la cual hizo parte durante tres periodos. El actual senador de la República por el Partido de la U, fue elegido concejal de la ciudad en 1995 y hasta el 2000 defendió intereses de El Poblado en el cabildo municipal. También fue director de la Aeronáutica Civil, entre 2001 y 2005.



Abel Sánchez

Lo cierto es que los buses ruedan por las lomas desde 1940, cuando Abel Sánchez comenzó con su empresa: Autobuses El Poblado. Más allá de las discordancias suscitadas por la utilización de algunos espacios públicos del barrio El Poblado para el parqueo de los buses a manera de terminales, existe un servicio que ha beneficiado durante años la movilidad de las comunidades de los sectores con menos recursos económicos de la comuna.



Aníbal Gaviria

Descendiente de una familia de empresarios y políticos, propietarios de el periódico El Mundo e hijo del fundador de las empresas Colanta, Unibán y Carbocol, Aníbal Gaviria llega a la gobernación de Antioquia tras el deceso de su hermano Guillermo Gaviria en 2003. El actual alcalde de Medellín, por su trayectoria en la vida política y por ser habitante del sector, es considerado un buen conocedor de la realidad de la comuna 14.



Gilberto Echeverri

Entre los dirigentes que habitaron El Poblado está Gilberto Echeverri. Quien fuera ministro en dos ocasiones, gobernador de Antioquia y asesor de paz del departamento, terminaría su vida en 2003, al ser asesinado en cautiverio por las Farc. Igual suerte corrió su compañero de secuestro, el entonces gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria. En homenaje a su dedicada labor, la reciente obra del puente de la calle 4 Sur lleva su nombre.



Pilar Velilla

Esta periodista se destacó por su gestión al frente del Museo Antioquia entre 1997 y 2004, periodo en el que logró conseguir una nueva sede, importantes donaciones de arte del maestro Fernando Botero y construir la Plaza de las Esculturas. Posteriormente se ocupó de la dirección y transformación del Jardín Botánico, y luego de la del Club El Rodeo. La también editora de libros y galerista, se dedica ahora a la cocina con su nuevo restaurante Le Coq.



Héctor Abad

Algo de poesía, medicina, filosofía, periodismo, un estudio concluido en lenguas y literaturas modernas, viajes, libros, traducciones y columnas de opinión hicieron de Héctor Abad un escritor de tiempo completo. Sus novelas y diferentes publicaciones dentro y fuera del país, lo incluyen en el selecto grupo de escritores colombianos reconocidos y premiado en literatura y periodismo. Retratado en 1998 por Carlos Tobón.



Mariana Pajón

La primera medalla de oro en ciclismo BMX (bicicross) y el segundo oro en la historia de Colombia, alcanzado en los Juegos Olímpicos Londres 2012, fue el gran logro con el que soñaba en 2006, cuando fue entrevistada por Vivir en El Poblado. Su dedicación desde niña y el entusiasmo con el que enfrenta cada reto, enaltecen a esta deportista que ha entusiasmado al país con varios triunfos en campeonatos mundiales, nacionales, panamericanos y locales.



Camilo Villegas
Es el primer golfista colombiano en alcanzar un título en la PGA Tour, el principal circuito norteamericano de golf. Nace en Medellín y desde niño comienza a practicar este deporte en el que en dos ocasiones es campeón suramericano. Su entrada al golf estadounidense se da cuando ingresa al equipo de la Universidad de Florida, en la que se gradúa en negocios. La Federación Colombiana lo consideró el deportista de la década.



Sergio Fajardo
En las calles y algunas construcciones de El Poblado está el rastro del actual gobernador de Antioquia y su familia. Desde 2004, cuando inició el mandato de la administración municipal, se empeñaría en materializar el Plan de Ordenamiento de El Poblado. Durante su periodo se llevó a cabo la ampliación de andenes en la Avenida El Poblado y se construyó el Parque Lineal La Presidenta. Dentro del balance de su gestión en la Alcaldía al finalizar 2007, Vivir en El Poblado destacó del académico y excandidato a la presidencia el priorizar la educación.



Juan Luis Mejía

Un abogado que tras la dirección de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín en 1979, ligó su vida con la educación y la cultura. Vigilante del patrimonio cultural, gerente de libros y editoriales, transformador de la ley de cultura nacional e impulsor de proyectos educativos. El hoy rector de la Universidad Eafit es miembro de grandes fundaciones, empresas culturales del departamento y consejos nacionales. Por su experiencia académica y aporte en el área, es un referente para la educación en El Poblado y el resto de la ciudad.



Blanquita Uribe
La mujer que desde niña encantó con su talento en el piano, estudió en la mejor escuela de música de Viena y en la Escuela Juiliard de Nueva York. Ha viajado por el mundo dando conciertos, recitales y clases maestras; y ha sido compensada, entre otros, con los premios Beethoven (Viena), Chopin (Varsovia), Orense y Albéniz (España). Quien es considerada la principal pianista colombiana, es ahora la maestra contemplada de Eafit y de El Poblado.



Alberto Sierra

Un arquitecto por profesión y hombre de arte por intuición, convertiría su galería, la De La Oficina, en uno de los centros culturales más importantes de la ciudad. Esta, que inició en la calle Sucre en 1972, llegó a la calle 10 de El Poblado en los 90. El arte se constituyó en el propósito y necesidad social de Alberto Sierra, por lo que sus gestiones como curador, promotor y crítico hacen parte del mundo de la cultura de la ciudad y el país.



Álvaro Uribe
Este otrora habitante de El Poblado, polémico dirigente que entre amores y odios permaneció durante dos períodos al mando de Colombia (2002-2010), es también el antioqueño que durante su gobierno más influencia ha tenido en el futuro de Medellín y Antioquia. Además de haber sido alcalde de la ciudad en 1982, fue concejal entre el 84 y el 86, senador entre el 86 y el 94 y gobernador de Antioquia de 1995 a 1997. Su experiencia empresarial y política se evidencia en los hechos y reformas coyunturales que sucedieron en el país, cuestionadas por unos y exaltadas por otros.



Leonel Estrada
Este ortodoncista y artista polifacético le dio a Medellín una nueva manera de ver y entender el arte, cuando en los años 70 realizó las primeras y célebres Bienales de Arte Coltejer. Entre los más recientes reconocimientos a uno de los fundadores del Mamm, autor del Diccionario de Arte Actual y exsecretario de Educación Departamental, están el Amigo Platino -del Museo de Arte Moderno- y el nombramiento como doctor en artes de la U. de A.



Augusto Posada

El actual presidente de la Cámara de Representantes nació en Pereira, pero su vida política inició en Medellín, concretamente en El Poblado, cuando ingresó a la organización estudiantil mientras estudiaba negocios internacionales en Eafit. Luego fue elegido al primer Consejo Municipal de la Juventud por la comuna de El Poblado. También se desempeñó como miembro de la OEA en Colombia y como subdirector de Regalías en Planeación Nacional. Se le reconoce su amplio respaldo a la JAL de la comuna 14.



Luis Fernando Árbelaez

Maestro del urbanismo, fue el reconocimiento que le otorgó la Sociedad Antioqueña de Ingenieros en 2008. Este arquitecto, con oficina cerca al Parque Lleras, es especializado en urbanismo. Ha hecho parte del debate en temas de espacio público de la ciudad y de su planeación, a través de su trayectoria como concejal, asesor en ordenamiento territorial, promotor del estudio “El Medellín que yo quiero” y la planimetría histórica de Medellín, entre otros espacios.


Lo que fue noticia

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Lo que fue noticia
En 500 ediciones, muchas noticias han sido registradas por Vivir en El Poblado. Estas son algunas de ellas

 
1991. Se van las Carmelitas Descalzas
Después de 32 años de permanecer como vecinas del barrio Provenza, las Carmelitas Descalzas abandonaron el convento que ocupaban desde 1959. La causa del traslado fue el desarrollo urbanístico de El Poblado, que, según ellas, le restaba la privacidad necesaria a la vida conventual. La salida de las Carmelitas ocasionó una polémica, ya que los predios serían ocupados por el Ministerio de Justicia, a lo que se opuso la comunidad residencial. Finalmente, Planeación Municipal pidió el desalojo del ente gubernamental.
  1994. Inaugurada la Inspección 14 A
Tras una inversión de 115 millones de pesos, la Alcaldía entregó a la comunidad la Inspección de Policía 14 A, la cual comenzó desde diciembre de 1994 a recibir quejas y denuncias penales, solucionar conflictos y retener a delincuentes. Esta inspección atiende los barrios comprendidos entre la Avenida El Poblado y la Avenida del Río y desde San Diego hasta la calle 20 Sur. Actualmente ubicada en la calle 11 con 43 D, sirve de puente administrativo entre la población de la comuna 14 y la administración municipal.
 
 
1997. Vía libre a Casa de la Cultura
Tras una larga discusión, miembros de la JAL, las JAC y la Alcaldía acordaron que el lugar indicado para construir la Casa de la Cultura era la antigua escuela Francisco Herrera Campuzano, en Manila. El Concejo aprobó el proyecto y los recursos para iniciarlo; en 1999 empezó labores y en 2001 comenzó la remodelación del predio. Hoy la Casa de la Cultura es motivo de discordia entre la comunidad, la Alcaldía y la Corporación Taller de la Música, que recibió la casa temporalmente en comodato y se niega a devolverla. El proceso jurídico aún no se resuelve.

  1998. Después de un siglo, acueducto en El Tesoro
En agosto de 1998 el agua potable llegó al barrio El Tesoro. Empresas Públicas de Medellín (EPM) construyó una red de acueducto de 700 metros que en su momento benefició 75 viviendas en El Tesoro. 19 años atrás, en 1979, los primeros pobladores de este sector construyeron un tanque comunal para surtirse de la quebrada La Volcana, que según Gustavo Torres, líder cívico de El Tesoro La Virgen, tenía un 70 por ciento de contaminación y causaba enfermedades y problemas intestinales a los pobladores.
 
1999. Primer parquímetro en el Parque Lleras
En junio del 99 la Secretaría de Tránsito, por medio de empresa Azer, realizó la prueba piloto del programa de parquímetros en el Parque Lleras. El objetivo, sensibilizar a residentes y visitantes sobre el buen uso del espacio público y prepararlos para la instalación inicial de 30 celdas en inmediaciones del parque. Su instalación causó polémica por los costos, la explotación comercial de la vía por parte de terceros y por la afectación del comercio, y la comunidad protestó mediante una marcha por la calle 10. Hoy la medida sigue en pie.

  2000. El CTI salió del Mónaco
El controvertido edificio Mónaco, otrora propiedad de Pablo Escobar, ubicado en Santa María de Los Ángeles, suscitó la cólera de los vecinos, quienes se opusieron al funcionamiento de las oficinas del CTI de la Fiscalía en este lugar. La comunidad interpuso dos tutelas contra la permanencia de esta entidad en el Mónaco, reclamando sus derechos fundamentales a la propiedad, la seguridad y la tranquilidad. El proceso fue fallado a favor de la comunidad y obligó a la Fiscalía a desocupar el inmueble. Actualmente el predio está desocupado.
 
2001. Carrobomba en el Parque Lleras
El 17 de mayo, a las 10 y dos minutos de la noche, un Renault 9 rojo explotó en pleno Parque Lleras. El ataque, en el que se utilizaron 20 kilos de explosivo, dejó 160 personas heridas y ocho víctimas fatales, todas personas jóvenes que departían en los establecimientos comerciales del Parque Lleras. La explosión afectó locales y edificios de 200 metros a la redonda, en especial al bar Orleans. En una muestra de fortaleza, comerciantes y vecinos del Parque Lleras salieron al otro día a limpiar y a reconstruir los locales.
  2002. Se define transformación de la 10
La falta de espacio público y la poca movilidad, fueron las causas para que proyectos urbanísticos como la ampliación de la calle 10 fueran una de las intervenciones más impactantes en la comuna 14 en este siglo. En enero de 2002, la Alcaldía presentó un proyecto a la comunidad, que pretendía convertir la calle 10, hasta entonces con estrechos andenes peatonales, en un bulevar para el disfrute de los transeúntes. Finalmente gran parte de la intervención urbanística y de embellecimiento del espacio público, fue entregada en diciembre de 2007.

 
2003. Protestas en El Chispero
“No somos invasores, no estamos vendiendo y no queremos el proyecto porque acaba con el barrio”, fue la consigna con la que protestaron propietarios y residentes del barrio El Chispero, (en la carrera 34 con la calle 5 sur) ante la eventual ejecución de la segunda etapa de construcción de la avenida 34, antes denominada Transversal Intermedia, obra que implicaría la demolición de varias casas. El 26 de septiembre, un grupo de habitantes del barrio se tomó las calles para protestar por tal medida.
  2006. Empezó la construcción del nuevo barrio
Con la demolición del antiguo edificio de Argos, en la calle 30, comenzó la transformación del tradicional Barrio Colombia, que buscaba trasladar las grandes industrias asentadas en esta zona a la periferia urbana y dejar este sector con una vocación comercial y residencial. Para lograr la transformación urbana, el municipio incluyó en el POT del 99, los dos primeros planes parciales de carácter privado de la ciudad: Simesa y Argos I. Actualmente allí funcionan la sede de Bancolombia y Ciudad del Río.

 
2007. Se inaugura el Parque Lineal La PresidentaCerca de 10 mil millones de pesos invirtió la Alcaldía en el Parque Lineal La Presidenta, pulmón verde que une el área financiera y de negocios de la Avenida El Poblado con la Zona Rosa y el Parque Lleras. Cuenta con 46 especies nativas de arborización y 20 mil metros cuadrados de zona verde. En junio de 2012 se dispuso que El Jardín Botánico sería el encargado (durante siete meses) del cuidado del Parque Lineal La Presidenta, dado el deterioro por basuras y por mala utilización del equipamiento con el que cuenta. Todo los domingos se realiza en este sitio el Mercado Campesino.

  2008. Tragedia en Alto Verde
La madrugada del 16 de noviembre de 2008, la urbanización Alto Verde, ubicada en la Cola del Zorro, sufrió el deslizamiento de un talud de tierra que destruyó seis casas y dejó doce víctimas fatales. Esta tragedia, que conmovió a toda la comunidad, prendió las alarmas de las autoridades ambientales que conformaron una Comisión de Evaluación de Laderas y Movimientos de Tierra. Los estudios determinaron que el deslizamiento fue ocasionado por dos causas principalmente: las lluvias y las aguas del tanque de la unidad residencial.
 
2009. Se inaugura el Santa Catalina de Siena
Después de gran esfuerzo de los líderes comunitarios por tener un colegio público para los habitantes de las lomas de El Poblado, en enero abrió sus puertas Santa Catalina de Siena, en la loma de Los Parra, institución anexa al Inem José Félix de Restrepo. Luego de la intervención de los terrenos por parte del Municipio, las clases se iniciaron con 13 grupos, de primero a séptimo. En septiembre de ese año, la Alcaldía inauguró oficialmente la primera etapa del colegio, en la que se invirtieron mil millones de pesos de Presupuesto Participativo.

  2010. El invierno deja estragos
La temporada invernal de finales de 2010 fue una de las que más estragos causó a lo largo y ancho del país. El aguacero del 8 de noviembre en El Poblado no fue la excepción y la emergencia dejó como resultado dos casas colapsadas en Las Palmas; otras afectadas y evacuadas en la Cola del Zorro; nueve vehículos anegados en sótanos; piscinas y cuartos útiles invadidos de lodo. Las aguas desbordadas de quebradas como La Poblada y La Presidenta, inundaron barrios como Patio Bonito, dejando cuantiosos daños materiales.
 
2011. Se destapa trampa de las falsas VIP
En marzo de 2011 Vivir en El Poblado denunció por primer vez la problemática de los proyectos de Viviendas de Interés Prioritario (VIP) que se estaban gestando en El Poblado. Gracias a la preocupación de la comunidad vecina de varios de estos proyectos, el Municipio ha intentado ponerle freno al engaño de algunos constructores, quienes pretenden ganarse incentivos por construir estos proyectos, pensados para personas de escasos recursos. La situación puso entre ojos a los curadores urbanos por el otorgamiento de licencias de construcción.

  2012. Hallan cementerio indígena en Eafit
Durante la construcción del puente de la 4 Sur, fue encontrado un cementerio indígena de 1.500 años de antigüedad en predios contiguos a la universidad Eafit, en el lote Los Guayabos. El antropólogo Pablo Aristizábal, quien estuvo a cargo de la excavación, halló un pequeño cementerio del período Quimbaya Clásico y muchos otros materiales que hablan de la historia de El Poblado y de la ciudad, como cinco vasijas que corresponden a un cementerio familiar precolombino con cinco urnas funerarias con tapa.

Cosas que no cambian

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Cosas que no cambian
La seguridad, el medio ambiente y la movilidad siguen siendo las preocupaciones más frecuentes

A lo largo de 23 años, varias quejas, denuncias y preocupaciones de los habitantes de El Poblado han sido comunes: robos e inseguridad en las lomas, contaminación de quebradas, mala utilización de las zonas de estacionamiento, acopios de taxis ilegales, contaminación visual por el abuso de instalación de vallas publicitarias, descuido de parques y zonas verdes, basuras, podas indiscriminadas y arboricidios, altos niveles de ruido en horas nocturnas y congestiones vehiculares.
Entre los asuntos más comunes desde las primeras ediciones hasta hoy, están los inconvenientes entre residentes y comerciantes por las rumbas en zonas de El Poblado como el Parque Lleras, Las Palmas, Castropol y Barrio Colombia, y las emisiones de ruido que afectan la tranquilidad de los habitantes, sobre todo en las noches. Esta situación no ha encontrado una solución definitiva, a pesar de haberse hechos pactos de convivencia y organizado sinnúmero de comités mixtos (residentes, comerciantes, funcionarios y autoridades civiles y de policía) y asambleas comunitarias para tratar el tema.

En mayo de 1997, el lector Carlos Echavarría escribía a la Línea 312: “Vivo desde hace cuatro años en un conjunto residencial de la vía Las Palmas y desde que vivo allí he tenido el eterno problema del ruido insoportable de mis vecinos que son discoteca Babilonia, discoteca La Tranquera, discoteca Sodoma y Estadero El Indio…”. Tras las quejas ciudadanas, en agosto de ese mismo año el Área Metropolitana realizó las primeras mediciones con sonómetros y fueron sancionados varios establecimientos. Sin embargo, 15 años después, problemas como este persisten. En la pasada edición de Vivir en El Poblado (499), residentes del barrio Provenza manifestaron que aún esperaban respuesta de la administración municipal a una acción popular interpuesta en 2011, para solucionar el tema del ruido que los afecta en sus horas de sueño.

Otro de los temas recurrentes de la ciudadanía tiene que ver con la generación de espacio público para el disfrute de habitantes y visitantes de la comuna 14. En septiembre de 1992, el periódico evidenció por primera vez los problemas de espacio público que comenzaban a presentarse en El Poblado, situación que se convertiría en un tire y afloje entre la administración municipal y la comunidad a lo largo de los años, hasta el presente. “… Basta mirar cómo bares, tabernas, cantinas, heladerías, se han apoderado de calles y aceras. El Parque Lleras fue convertido en un parqueadero privado…”, publicó este periódico en la portada de la edición 23. Veinte años después, líderes comunitarios, funcionarios públicos y concejales discuten la posibilidad de peatonalizar las inmediaciones del parque y devolverle el espacio público al disfrute de los transeúntes.

Temas de obras públicas, como la falta de andenes peatonales a lo largo de las lomas de la comuna 14 y la carencia de espacios recreativos y culturales para la comunidad, son otros tópicos que se destacan como recurrentes. El impacto del desarrollo urbanístico y la transformación que ha tenido la comuna 14 en las últimas dos décadas, con el impulso de los centros comerciales y proyectos de vivienda, han sido registrados continuamente por Vivir en El Poblado .
Problemáticas, no menos importantes, y muy presentes también, han sido el manejo de los residuos sólidos y basuras en barrios como Provenza y Manila; malos olores por manholes y caños de quebradas debido a la contaminación y desecho de basuras; la invasión de avisos, vallas y pasacalles en las principales avenidas de El Poblado; consumo y venta de drogas en parques y espacios públicos; congestiones de tránsito en las afueras de las instituciones escolares e iglesias, entre otras. Todos son todos temas que siguen ocupando buena parte de la agenda pública de la comuna 14.

Un camino de reconocimientos

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Un camino de reconocimientos
Vivir en El Poblado y su fundador Julio Posada () han sido merecedores de diversos galardones y homenajes por su labor periodística


De izquierda a derecha: Julio Posada (q.e.p.d.), Humberto López del GAE (q.e.p.d.)
y Guillermo Gaviria, director de El Mundo

Mayo de 1999: Vivir en El Poblado recibe el premio como Mejor Periódico Alternativo, otorgado por el Grupo de Asesoría Económica de El Mundo y el Reportero Económico de Múnera Eastman Radio.

Octubre de 2001: Vivir en El Poblado, junto a la Tienda Creativa e Integración Publicidad, obtiene en México dos distinciones Caracol de Plata, Reconocimiento Iberoamericano al Mensaje de Beneficio Social en las categorías Educación (campaña Cógela con Calma) y Salud (campaña Busca ayuda, estás a tiempo siempre).


Gabriel Jaime Rico y Julio Posada

Abril de 2005: En una ceremonia en el Concejo de Medellín, le es otorgada a Vivir en El Poblado la Orden al Mérito Don Juan del Corral, Grado Plata, máxima distinción que ofrece el Cabildo. Este galardón le fue entregado al periódico con motivo de sus primeros quince años.


Manuel Posada, Sergio Fajardo y Julio Posada

Septiembre de 2005: La Alcaldía de Medellín, en cabeza de Sergio Fajardo, entregó a Vivir El Poblado la Medalla Gonzalo Mejía, reconocimiento al mérito cívico y empresarial, en Categoría Plata.


Julio Posada y Federico Gutiérrez

Noviembre de 2009: Federico Gutiérrez entrega a Vivir en El Poblado, en nombre del Concejo de Medellín, la Orden Juan del Corral en Categoría Plata, destacándolo como el primer periódico comunitario del país.


Julio Posada y Alonso Salazar

Noviembre de 2009: De manos del Alcalde de la ciudad, Alonso Salazar, Julio Posada recibe, en nombre de Vivir en El Poblado, la Medalla al Mérito Cívico Gonzalo Mejía.


Julio Posada y Luis Alfredo Ramos

Noviembre de 2009: La Gobernación otorgó a Vivir en El Poblado el Escudo de Antioquia, en Categoría Plata, por sus dos décadas de brindar información útil a la comunidad.


Juan Carlos Vélez y Julio Posada

Noviembre de 2009: En el salón Corales, del Hotel San Fernando Plaza, Vivir en El Poblado recibió con beneplácito la Orden del Congreso de Colombia, en Grado Comendador.


José Jaramillo y Manuel Posada

Agosto de 2010: El Cipa (Círculo de Periodistas y Comunicadores de Antioquia) le otorgó al periódico una Moción de Felicitación, un homenaje póstumo a Julio Posada.


Rosalba Aristizábal y Alberto Posada

Septiembre de 2010: Como homenaje póstumo, la UPB otorgó a Julio Posada Aristizábal el galardón Talento Bolivariano en el Campo Cultural, por su condición de pionero del periodismo sectorial en el país.
Febrero de 2011: Vivir en El Poblado fue galardonado en los premios de periodismo Manuel del Socorro Rodríguez, del Club de la Prensa, en la categoría de Medio Alternativo. La premiación hizo parte del acto inaugural del Parque de la Libertad de Información.

La flor de 500 pétalos

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La flor de 500 pétalos
“Cuando el sentimiento se da en el corazón la conexión es total”

Por Saúl Álvarez Lara
Mientras Ana María Giraldo habla de su trabajo con voz pausada y suave, ocupo una silla del otro lado de la mesa frente a ella, la misma mesa donde Julio Posada se sentó tantas veces en reuniones, a conversar, a definir las situaciones que vive un periódico en el día a día. Nos encontramos allí para hablar de una imagen, la que va a aparecer en la primera página de esta, la edición 500 de Vivir en El Poblado. Es una flor de 500 pétalos que Ana María realizó sobre papel hecho a mano con rapidógrafo, compás y regla, las herramientas que utiliza con frecuencia.
Las luces prendidas hacen que parezca más tarde de la hora que realmente es, el día está nublado pero es posible que Ana María no lo note, los últimos seis años los pasó en Londres donde buena parte de los días son también de nubes bajas. Allí estudió, hizo una maestría y se convirtió en la asistente de su maestro con quien realizó e ilustró un libro sobre la geometría de las flores.
La flor de los 500 pétalos está tratada con la técnica rigurosa y precisa que siempre aplica, ella sabe cuántos son y dónde se encuentran los puntos que la construyen. Sus palabras apenas se escuchan del otro lado de la mesa, habla de la flor que por ser especial, a la medida del momento y del sentimiento, no tiene referente en la naturaleza. O quizá sí. Si uno observa con atención, dice, la naturaleza está llena de sorpresas. Coincido con ella en que la flor de 500 pétalos, solo tiene referente en su imaginario y en el homenaje a Julio, su amigo. Lo conoció en un aeropuerto en Estados Unidos gracias a un conocido común y se hicieron buenos amigos. No es la primera vez que su trabajo aparece en Vivir en El Poblado., pues cuando Julio comenzó a publicar obras de arte en la primera página ella fue una de las invitadas.
Tal vez la hora, el día gris, o la ilustración de la flor de 500 pétalos sobre la mesa nos pide hablar en voz baja. Sus palabras se cruzan con la flor que a pesar de las dos dimensiones parece leve y se desplaza hasta la esfera donde el reflejo de una silueta espera. La flor le llega al corazón. Una silueta es un reflejo presente, le digo. Ella está de acuerdo. “Siempre quise hacerlo, cuando el sentimiento se da en el corazón la conexión es total”, dice. Ese reflejo y la flor son la presencia de Julio en su obra y en esta edición especial.

¡La edición 500!

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¡La edición 500!
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14 y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso

Para un medio de comunicación, llegar a su edición 500 no es un hecho trivial. Son muchas las publicaciones que pese a su ímpetu inicial, a la entrega y a las firmes intenciones de sus fundadores, no logran cruzar la barrera de las cinco entregas -en el mejor de los casos-, e, incluso, no son pocas las que nacen y mueren con su primera edición. La razón simple y escueta es que crear una publicación y darle periodicidad y permanencia no es fácil, ni económica ni periodísticamente hablando. Por eso no queremos dejar pasar por alto esta celebración de la edición número 500 de Vivir en El Poblado.
El 8 de noviembre de 1990, luego de un año de trabajo, un joven y visionario periodista, Julio César Posada Aristizábal, publicó el primer número del primer periódico barrial de Colombia. Fue en nuestro medio la primera persona consciente de que los barrios, en este caso El Poblado, adolecían de una gran carencia informativa, que los periódicos disponibles, regionales y nacionales, no les ofrecían nada en particular que los tocara directamente a ellos, a su comunidad, a su entorno; ningún medio propiciaba el diálogo, ni les hablaba de los problemas y necesidades cercanos, ni de las proyecciones y planes que tenía el Municipio con ellos. En ese contexto nació Vivir en El Poblado , en un principio llamado simplemente El Poblado.
Julio Posada no solo innovó en el concepto de lo que se consideraba noticia sino que se arriesgó con un modelo comercial que no tenía precedentes en el campo del periodismo informativo: publicar un periódico gratuito, que no le costara nada a nadie, con excepción de su dueño. La única manera de que fuera viable era convertirle en un medio de comunicación imprescindible para la comunidad, dada la calidad de su contenido informativo. De paso, los anunciantes se interesarían en él. Y así fue. El resultado es que hoy Vivir en El Poblado llega a la edición 500 con una periodicidad semanal, un tiraje de 43 mil ejemplares, presencia en la web y actividad continua en las redes sociales.
Esta edición 500, con un contenido especial, es pues un homenaje a Julio, su fundador, fallecido el 20 de marzo de 2010, a los 46 años; a los lectores y habitantes de El Poblado, sin quienes nuestra labor no tendría razón de ser; y a los anunciantes, quienes con su apoyo nos han permitido seguir adelante.
Gracias a la comunidad de El Poblado –que para 1993 estaba compuesta por 63.315 habitantes y hoy por 122.489–, hemos podido realizar nuestra misión de informar. Son ellos quienes nos motivan a continuar este proyecto por el que Julio nos contagió el amor; gracias a ellos y a su empuje, a sus denuncias, informaciones, inquietudes y comentarios continuos, nuestra tarea de informar se convirtió en inagotable, en una labor de todos los días que semanalmente da resultados y es llevada de manera gratuita a las puertas de sus casas y locales.
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14, y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso en las áreas residencial, comercial, hotelera, gastronómica, cultural y financiera, evidenciado en zonas reconocidas nacional e internacionalmente, como la Milla de Oro y la Zona Rosa. En síntesis, hemos sido testigos y a la vez historiadores de un sector que fue determinante para Medellín desde los años en que era solo un poblado indígena, y que hoy sigue marcando la pauta de su evolución.
Pero, además de informar, Vivir en El Poblado ha estado comprometido con otras causas. Una de ellas la educativa, a través de diversas campañas realizadas en compañía de la Tienda Creativa, y la social, mediante la Corporación Vivir Julio Posada. Esta, gestada en el periódico en 2001, ha apoyado diferentes eventos sociales y ambientales, ha servido de puente entre la solidaridad de la población y las numerosas necesidades de corporaciones, entidades, fundaciones o personas que también sueñan con una sociedad más justa y mejor.
¡De nuevo, gracias a quienes nos han permitido ser y estar!

¡La edición 500!

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¡La edición 500!
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14 y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso

Para un medio de comunicación, llegar a su edición 500 no es un hecho trivial. Son muchas las publicaciones que pese a su ímpetu inicial, a la entrega y a las firmes intenciones de sus fundadores, no logran cruzar la barrera de las cinco entregas -en el mejor de los casos-, e, incluso, no son pocas las que nacen y mueren con su primera edición. La razón simple y escueta es que crear una publicación y darle periodicidad y permanencia no es fácil, ni económica ni periodísticamente hablando. Por eso no queremos dejar pasar por alto esta celebración de la edición número 500 de Vivir en El Poblado.
El 8 de noviembre de 1990, luego de un año de trabajo, un joven y visionario periodista, Julio César Posada Aristizábal, publicó el primer número del primer periódico barrial de Colombia. Fue en nuestro medio la primera persona consciente de que los barrios, en este caso El Poblado, adolecían de una gran carencia informativa, que los periódicos disponibles, regionales y nacionales, no les ofrecían nada en particular que los tocara directamente a ellos, a su comunidad, a su entorno; ningún medio propiciaba el diálogo, ni les hablaba de los problemas y necesidades cercanos, ni de las proyecciones y planes que tenía el Municipio con ellos. En ese contexto nació Vivir en El Poblado , en un principio llamado simplemente El Poblado.
Julio Posada no solo innovó en el concepto de lo que se consideraba noticia sino que se arriesgó con un modelo comercial que no tenía precedentes en el campo del periodismo informativo: publicar un periódico gratuito, que no le costara nada a nadie, con excepción de su dueño. La única manera de que fuera viable era convertirle en un medio de comunicación imprescindible para la comunidad, dada la calidad de su contenido informativo. De paso, los anunciantes se interesarían en él. Y así fue. El resultado es que hoy Vivir en El Poblado llega a la edición 500 con una periodicidad semanal, un tiraje de 43 mil ejemplares, presencia en la web y actividad continua en las redes sociales.
Esta edición 500, con un contenido especial, es pues un homenaje a Julio, su fundador, fallecido el 20 de marzo de 2010, a los 46 años; a los lectores y habitantes de El Poblado, sin quienes nuestra labor no tendría razón de ser; y a los anunciantes, quienes con su apoyo nos han permitido seguir adelante.
Gracias a la comunidad de El Poblado –que para 1993 estaba compuesta por 63.315 habitantes y hoy por 122.489–, hemos podido realizar nuestra misión de informar. Son ellos quienes nos motivan a continuar este proyecto por el que Julio nos contagió el amor; gracias a ellos y a su empuje, a sus denuncias, informaciones, inquietudes y comentarios continuos, nuestra tarea de informar se convirtió en inagotable, en una labor de todos los días que semanalmente da resultados y es llevada de manera gratuita a las puertas de sus casas y locales.
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14, y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso en las áreas residencial, comercial, hotelera, gastronómica, cultural y financiera, evidenciado en zonas reconocidas nacional e internacionalmente, como la Milla de Oro y la Zona Rosa. En síntesis, hemos sido testigos y a la vez historiadores de un sector que fue determinante para Medellín desde los años en que era solo un poblado indígena, y que hoy sigue marcando la pauta de su evolución.
Pero, además de informar, Vivir en El Poblado ha estado comprometido con otras causas. Una de ellas la educativa, a través de diversas campañas realizadas en compañía de la Tienda Creativa, y la social, mediante la Corporación Vivir Julio Posada. Esta, gestada en el periódico en 2001, ha apoyado diferentes eventos sociales y ambientales, ha servido de puente entre la solidaridad de la población y las numerosas necesidades de corporaciones, entidades, fundaciones o personas que también sueñan con una sociedad más justa y mejor.
¡De nuevo, gracias a quienes nos han permitido ser y estar!

¡La edición 500!

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¡La edición 500!
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14 y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso

Para un medio de comunicación, llegar a su edición 500 no es un hecho trivial. Son muchas las publicaciones que pese a su ímpetu inicial, a la entrega y a las firmes intenciones de sus fundadores, no logran cruzar la barrera de las cinco entregas -en el mejor de los casos-, e, incluso, no son pocas las que nacen y mueren con su primera edición. La razón simple y escueta es que crear una publicación y darle periodicidad y permanencia no es fácil, ni económica ni periodísticamente hablando. Por eso no queremos dejar pasar por alto esta celebración de la edición número 500 de Vivir en El Poblado.
El 8 de noviembre de 1990, luego de un año de trabajo, un joven y visionario periodista, Julio César Posada Aristizábal, publicó el primer número del primer periódico barrial de Colombia. Fue en nuestro medio la primera persona consciente de que los barrios, en este caso El Poblado, adolecían de una gran carencia informativa, que los periódicos disponibles, regionales y nacionales, no les ofrecían nada en particular que los tocara directamente a ellos, a su comunidad, a su entorno; ningún medio propiciaba el diálogo, ni les hablaba de los problemas y necesidades cercanos, ni de las proyecciones y planes que tenía el Municipio con ellos. En ese contexto nació Vivir en El Poblado , en un principio llamado simplemente El Poblado.
Julio Posada no solo innovó en el concepto de lo que se consideraba noticia sino que se arriesgó con un modelo comercial que no tenía precedentes en el campo del periodismo informativo: publicar un periódico gratuito, que no le costara nada a nadie, con excepción de su dueño. La única manera de que fuera viable era convertirle en un medio de comunicación imprescindible para la comunidad, dada la calidad de su contenido informativo. De paso, los anunciantes se interesarían en él. Y así fue. El resultado es que hoy Vivir en El Poblado llega a la edición 500 con una periodicidad semanal, un tiraje de 43 mil ejemplares, presencia en la web y actividad continua en las redes sociales.
Esta edición 500, con un contenido especial, es pues un homenaje a Julio, su fundador, fallecido el 20 de marzo de 2010, a los 46 años; a los lectores y habitantes de El Poblado, sin quienes nuestra labor no tendría razón de ser; y a los anunciantes, quienes con su apoyo nos han permitido seguir adelante.
Gracias a la comunidad de El Poblado –que para 1993 estaba compuesta por 63.315 habitantes y hoy por 122.489–, hemos podido realizar nuestra misión de informar. Son ellos quienes nos motivan a continuar este proyecto por el que Julio nos contagió el amor; gracias a ellos y a su empuje, a sus denuncias, informaciones, inquietudes y comentarios continuos, nuestra tarea de informar se convirtió en inagotable, en una labor de todos los días que semanalmente da resultados y es llevada de manera gratuita a las puertas de sus casas y locales.
A lo largo de estas 500 ediciones hemos crecido a la par con la comuna 14, y hemos dado cuenta, paso a paso, de su desarrollo vertiginoso en las áreas residencial, comercial, hotelera, gastronómica, cultural y financiera, evidenciado en zonas reconocidas nacional e internacionalmente, como la Milla de Oro y la Zona Rosa. En síntesis, hemos sido testigos y a la vez historiadores de un sector que fue determinante para Medellín desde los años en que era solo un poblado indígena, y que hoy sigue marcando la pauta de su evolución.
Pero, además de informar, Vivir en El Poblado ha estado comprometido con otras causas. Una de ellas la educativa, a través de diversas campañas realizadas en compañía de la Tienda Creativa, y la social, mediante la Corporación Vivir Julio Posada. Esta, gestada en el periódico en 2001, ha apoyado diferentes eventos sociales y ambientales, ha servido de puente entre la solidaridad de la población y las numerosas necesidades de corporaciones, entidades, fundaciones o personas que también sueñan con una sociedad más justa y mejor.
¡De nuevo, gracias a quienes nos han permitido ser y estar!

Cambia todo cambia

Cuando Julio (q.e.p.d.) y Manuel Posada me invitaron a escribir en Vivir en El Poblado, nuestro querido barrio era muy distinto, lo mismo que la cocina. Durante estos años desapareció gran parte del patrimonio arquitectónico compuesto por bellas casas y fincas, remplazado casi todo por moles insulsas de ladrillo a la vista, todas iguales, iguales a las que se hacen desde hace 40 años; algo parecido pasó con nuestras cocinas caseras antioqueña y colombiana, hoy casi en extinción salvo algunos héroes empecinados en conservarlas.
En muchas casas aún se conservaban las tradiciones culinarias paisas: sopa, seco y sobremesa. Se comía en familia a horas exactas en medio de un ritual de amor en el cual la buena conversación era sagrada. Se mantenían en las despensas dulces y postres memorables: de tomate de árbol, moras, cocas de guayaba, papayuela, brevas, cernidos, bocadillo, arequipe, pionono y demás delicias. Aún se hacían arepas de verdad, no esos engendros de CD y babosa que comemos hoy; los apartamentos se entregaban con dos huecos en el pollo para instalar el molino. Pasear por las carreteras era un placer, pues los estaderos y fondas ofrecían gran parte de los platos que componían nuestro menú matriarcal: sopas de papa, plátano y guineo, campesina, de oreja, de arracacha, sudaos y sancochos, arroz y espaguetis con pollo, todo lo que desapareció para ser remplazado por la bandeja paisa como representante de la exageración desmedida de una época y varios personajes que debemos olvidar.
“Cambia, todo cambia” y gracias a Dios, mucho para bien. El boom de la construcción y el auge de la gastronomía llegaron con montones de restaurantes: unos buenos, otros malos, otros deplorables y, gracias a Dios, algunos extraordinarios. Se mantienen varios de los montados por cocineros apasionados; desaparecieron, sin pena ni gloria, gran parte de los que montaron inversores que improvisaron mostrando su desconocimiento del sector. Murieron lentamente leyendas de ciudad como La Aguacatala, El Café Café, La Posada de la Montaña, La Bella Época, Monserrat, San Jorge, Las 4 Estaciones, La Tranquera, El Club de Ejecutivos, El Castellano, Manhattan y La Estación, confirmando las dificultades para sostener restaurantes en nuestra ciudad. Algunos que empezaron con éxito desbordante, subieron como palma y bajaron como coco; cuando un restaurante abre con sus ventas en lo alto de la curva, la caída es casi segura, mejor les va a los que empiezan despacio y se van consolidando gracias al boca a boca. Otros que ya son leyenda, como Frutos del Mar, Podestá, Hatoviejo, Donde Bupos, El Herbario, Il Castelo, Mystique, El Cielo, La Provincia y El Café Le Gris, casi siempre tienen una característica común y es su dueño o chef al frente; igualmente propuestas auténticas, con identidad, unas nuevas y otras no tanto, como Milagros, Brulée, Ferro, El Cuadril, Verdeo, Chef Burger, Le Coq, Artisano y Niña Juani cada día se consolidan más como excelentes alternativas. Nuestro barrio ha progresado bastante y hoy se come mucho mejor, ahí está la Virgen.
Durante estos años creció mucho la devoción por el asado y hoy la oferta de parrilla a la manera argentina se encuentra por cada rincón. El boom de las alitas picantes duró poco y quedaron los pioneros. Aparecieron las plazoletas de comidas en los centros comerciales, unas con muy buenas propuestas y otras regulares en donde la mayor virtud de muchos es vender barato sin importar la calidad.
Lo mejor de todos estos años es la evolución del comensal, hoy mucho más conocedor. Las nuevas generaciones exigen cada día más calidad en comidas, bebidas y servicio. Por eso es triste ver tantos negocios fracasar con una conclusión, fruto de la arrogancia y la ignorancia: “Es que la gente de aquí no sabe comer”, como una mujer que no consigue novio y cree que el problema son los hombres. Espero sus comentarios en [email protected]
[email protected]

Cinco años de satisfacciones personales

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Tuve la fortuna de llegar a esta casa a mediados del año 2007. Desde el primer día, ella me ha ofrecido la oportunidad de decir lo que pienso y siento en relación con temas atinentes a dos de mis entretenimientos preferidos: la gastronomía y la cocina.
Llegué de la mano de dos grandes: Álvaro Molina y Julián Estrada, quienes tuvieron a bien recomendarle mis escritos al inolvidable Julio Posada; a él, a los sucesivos editores y al público les han gustado, y heme aquí que después de un poco más de cinco años continúo colaborando regularmente con gran alegría y orgullo personal.
He escrito más de 70 artículos y he tenido grandes satisfacciones, especialmente cuando recibo comentarios buenos y críticas respecto a lo dicho. Además, el periódico me ha servido para atender mis inquietudes investigativas y ampliar conocimientos, con el fin de darle a los lectores una visión lo más acertada posible sobre los temas abordados.
Al igual que los dueños de casa y mis compañeros de columna, creo firmemente en la importancia de valorar lo nuestro, la cocina de nuestros mayores, aquella cocina que cada vez es menos frecuente y se disfruta menos como consecuencia de la modernidad y las urgencias de la vida actual; pero todos creemos a pie juntillas en la importancia de recopilar y mantener los secretos de esa cocina tradicional, la que se realizaba con lo que producía la tierra antes de que fuera posible disfrutar de los frutos y productos de tierras extrañas.
En este sentido, no olvidemos que cuando se van los mayores, si no hemos tenido la iniciativa de averiguarles cómo es que hacían esto o aquello o sus historias de vida, sus secretos se irán para siempre; es por eso que insisto en la importancia de recopilar “el cómo es que mi abuela hacía su dulce de preferido, o el pernil para la Navidad, o el almíbar de azahares para los platos de fin de año, o aquella torta especial que hacía para las fiestas o los cumpleaños”; en fin, cada cual tendrá su propia lista de platos o sabores entrañables que le gustaría le sirvieran de compañía en su vida para disfrutarlos, acordarse de los mayores y enseñárselos a sus descendientes.
Pero el periódico también ha estado siempre abierto a aceptar y promover iniciativas gastronómicas orientadas a ampliar nuestras fronteras, para el disfrute de los sabores y cocinas de otras tierras; ha valorado aquellas que han contribuido o contribuyen a mejorar la calidad de vida en nuestra ciudad y ha promovido conocimientos nuevos, como fue la serie de artículos dedicados al maravilloso mundo del vino.
A mí, particularmente, me gustaría recibir algunas de las recetas de los mayores que hayan recopilado algunos lectores, complementando así la colección que he iniciado a partir de apuntes propios y de algunos de los libros que he reseñado en mis columnas a lo largo de los años.
En el medio local, Vivir en El Poblado ha sido un pionero en abordar en forma coherente y ordenada aquellos temas relacionados con el diario vivir y el bienestar de la comunidad a la que atiende, la de El Poblado; en algún momento de su historia llevó adelante la iniciativa de aportar ideas y críticas a un tema que debería ser de interés de todos, el de la alimentación y a partir de ella el atinente al nombre de esta sección: la Buena Mesa, tema que estoy seguro seguirá haciendo parte del futuro de esta casa.
Comentarios y sugerencias serán bien recibidos en [email protected]
Buenos Aires, noviembre de 2012
[email protected]

José Ignacio Vélez

José Ignacio Vélez
El objeto utilitario está ligado al espíritu, a la vida, a la cultura de los pueblos

Lo llamé por teléfono al llegar a El Carmen para que me indicara el camino de su casa. Me dijo que tomara la vía de El Canadá, que va hasta La Ceja, y que no me desviara; él me estaría esperando en algún lugar al borde de la carretera, luego iríamos hasta su casa en la vereda El Cerro. Lo vi de lejos: alto, delgado, firme, como los nativos del Golfo de Morrosquillo cuando palanquean en sus canoas, un arte en el que es experto, me lo dijo más tarde. No imaginé, en ese momento, que el encuentro con José Ignacio Vélez, el pintor, dibujante, diseñador y alfarero, el oficio que ama, me iba a llevar por los senderos del arte, la expresión, los materiales, hasta donde me llevó.
Su taller, donde pasa la mayor parte del día, desborda de proyectos y de historias. Temo haberlo interrumpido pero mi presencia no le molesta, trabaja en el homenaje –esculturas en arcillas de distintos colores y densidades– a su profesor Luis Fernando Mejía. “Luis gozaba con la figura humana”, dice. “Era un experto dibujante que gozaba poniendo cajas, canastas, jaulas, encima de sus personajes. Era el placer de la experiencia visual, de la fuerza del gesto, de la belleza del dibujo. Él ponía cajas y jaulas, yo voy a agregar a los personajes los objetos que amo, botellas, pocillos y objetos de uso habitual”.
José Ignacio continúa con su trabajo. La escultura, la tercera de la serie, gira entre él y yo a medida que pule, hace cortes, inserta arcilla de otro color, golpea con un mazo pequeño de madera, pule de nuevo. Tiene la destreza de alguien que ha pasado la vida en contacto con los materiales. Se lo pregunto. Me habla entonces de sus encuentros, de niño, con los nativos del Golfo de Morrosquillo, sobre todo con Santiago Zúñiga, tallador de totumos y, Primitivo, tallador de canoas con herramientas fabricadas por él. José Ignacio se emociona viéndolos trabajar, siente que ese es su mundo y a fuerza de machucones y cortadas aprende a manejar el machete, el hacha, el formón y todas las herramientas que su padre tenía y también manejaba con destreza. En aquellos años aprendió a palanquear la canoa en las aguas tranquilas del Golfo y descubrió su habilidad para el dibujo y la pintura. “Dibujaba todo el día”, cuenta mientras perfecciona la escultura; “mi madre pintaba al óleo y entonces yo tenía a mi disposición lienzos, pinceles, lápices”.
“Los profesores son cuestión de suerte”, agrega. “Profesores como Luis Fernando Mejía; o Aníbal Gil, que se sentaba en la sala de su casa a mirar mis dibujos cuando yo tenía once años; o Gustavo Jaramillo, que me dijo cuando me recibió a dibujar de catorce años ‘aquí están estas Playboy: mire buenas fotografías, mire luz, mire sombra, mire composición y dibuje. No mire más’”.
“Ya en la Universidad, con Patricia, mi esposa, la madre de María y Amelia, nuestras hijas, hicimos una tesis sobre el objeto espontáneo, de uso, el objeto del hombre que necesita hacer su colador y la mujer que necesita hacer su silla. En aquellos años, sabíamos que el contacto con Santiago y Primitivo, que me había alimentado de manera tan especial, era algo que no íbamos a encontrar en la Universidad ni en los espacios urbanos, era algo con otro sabor. Fue entonces cuando viajamos a Italia, Patricia a estudiar tejido y yo cerámica en Porta Romana, una reconocida escuela florentina. Un año después pasamos a “La Casa de los Picos”, en Segovia. Fueron años de grandes influencias, de maestros como los hermanos Cipolla, Stefano y Salvatore, o referentes como Nino Caruso. Fue una época de acercamiento a la obra de Giorgio Morandi; y la época también en que Arcadio Blasco me hizo ver -continúa José Ignacio-, que era posible crear una obra y dejarla tranquila, sin pensar en la necesidad de venderla; con Arcadio entendí que también es posible hacer teteras y jarras y venderlas si están bien hechas”.
Entonces regresan a Colombia y todo lo aprendido, lo experimentado y lo soñado comienza a tomar forma. Artesanías de Colombia les propone trabajar en un proyecto que adelanta en El Carmen de Viboral, aceptan, y desde 1985 viven en la región, en familia y en el campo, como quisieron desde siempre, haciendo lo que les gusta, trabajando con la gente, en contacto con las comunidades, investigando el objeto de uso, el objeto utilitario, el objeto que por su sencillez guarda en su interior los significados más profundos.
Mientras José Ignacio agrega, gira, trabaja la escultura homenaje a su profesor y recuerda el camino recorrido, el alfarero que descubrió en él a los doce años en Bellas Artes, cuando tuvo un pedazo de barro en sus manos y sintió una energía distinta recorrer su cuerpo, es hoy un artista, quizá en el momento más creativo de su carrera.

Cinelibertad

Cinelibertad
Una experiencia para vivir el cine y compartir las artes

Todas las noches llaman la atención unos visos luminosos y multicolores en el segundo piso de una casa ubicada en una esquina del parque de El Poblado, carrera 43 B con la calle 8. Tras la ventana se ven las siluetas de dos jóvenes. Es la Casa Audiovisual Cinelibertad y quienes la habitan son Iván Aristizábal y Óscar Pico.
A eso de las 8 pm. la sala en donde conversan se vuelve pública. Entra cualquier persona que desee admirar obras maestras de la historia del séptimo arte que no se encuentran en los cines comerciales de la ciudad. Dos sofás de cuero están dispuestos para los espectadores, además de sillas de madera traídas de algún comedero antiguo. La pared, a la que se le da la espalda cuando se ve la película, está cubierta de afiches de festivales audiovisuales pasados y de algunas frases a manera de grafitis: “zumpiendo el underground”, “la libertad tiene la palabra”, “la mirada corta del mundo”. De un cuadro sale la cara de una mujer esculpida y bajo esta, la forma abstracta de un dibujo en lápiz sin terminar. Mientras es la hora de obturar el proyector, un joven llega al lugar y escucha rock de una de las listas de reproducción de un computador. Es uno de los autores del dibujo y trabaja por un rato en los ojos derretidos de un monstruo que inició días atrás en aquella superficie.
Comienzan a entrar los primeros interesados en ver la proyección de ese día. Con acento extranjero preguntan por el título y pasan a sentarse en uno de los muebles, en los que también se estira Bob, la gata de la casa. “Los turistas son el público que nunca falta. A veces son los únicos”, cuenta Iván. Más tarde, entran dos hombres de edad avanzada. “Esto no parece Luis Buñuel”, dice uno de ellos, después de unos minutos de inicio de Él. “Esta película la realizó el director cuando estuvo exiliado en México durante la dictadura franquista en España”, aclara Óscar. “Quizá es la película donde más he puesto yo, hay algo de mí en el protagonista”, dijo Buñuel de esta producción, basada en la novela homónima de la escritora Mercedes Pinto, aseveración que quizá plantearía otras miradas al inquieto.
El film prosigue y la gente entra y sale a su antojo, ingresa en la mitad o se va sin ver el final. Una pareja, que llega retrasada, alcanza a comprender la paranoia del protagonista y saca conclusiones: “Está enfermo, existe gente así, posesiva, celosa e insegura”.
“Recuerden que tenemos tinto y cerveza”, dice de pronto una joven, mientras saca estas bebidas de una habitación. El precio aparece señalado en un cartel que también invita a hacer un aporte voluntario. En la sala principal hay una consola para que Djs toquen en fiestas interactivas y al final del único corredor se abre la puerta a un cuarto convertido en galería. Allí se exponen las obras de pintura, escultura y collage de amigos bogotanos, hasta cuando otros artistas deseen apropiarse de él.
Además de proyectar películas, la casa de Cinelibertad “es un espacio incluyente de resistencia cultural en el que músicos, dibujantes, realizadores audiovisuales, artistas y diferentes colectivos se unen y dan a conocer lo que hacen”, dice Óscar. “¡Pueden traer a su familia, a los parches de amigos!”, agrega Iván.

Cine al barrio, el inicio
“Contemos una historia, la que tú quieras. Puede salir de tu imaginación, de tu experiencia, o de la combinación de ambas, le digo a una niña que está en el parche. Y empezamos a escribirla: ‘Aquí en esta cancha fue donde por primera vez fumé marihuana’, y así…”.
Iván Aristizábal es de Bogotá. Llegó en diciembre de 2011 a vivir en Medellín, al barrio Belén. Allí conoció a los jóvenes que tienen como punto de encuentro la cancha de Belén Los Alpes. “Este es un espacio en el que se olvida lo demás para vivir lo que pasa ahí”, por eso le pareció una comunidad ideal para intervenir, y eso fue lo que empezó a hacer.
El objetivo es que esos jóvenes produzcan una película. “En la creación y en la realización de varias labores es cuando se puede aprender para la vida” y es así como se da la educación, según Iván. Para llevarlo a cabo, buscan el apoyo de la Alcaldía de Medellín, de empresas privadas y demás aliados que quieran hacer parte de esta propuesta. “Por el momento contamos con amigos que nos facilitan equipos técnicos”, agrega Óscar.
Proyectos como el de Belén son los que promueve la Fundación Cinelibertad Arte Audiovisual, creada en 2009 en Bogotá por estudiantes de cine y cinéfilos, entre ellos Iván y Óscar. La idea era llevar el cine a la calle. Transmitir una película desde una tractomula y circular por toda la ciudad, utilizar el edificio del Banco de la República como pantalla y reproducir videos en piscinas, fueron algunas de las formas como comenzaron a irrumpir en el espacio público. Hicieron cineclubes en colegios y universidades, talleres de formación audiovisual y producciones a partir de estos. Al principio estas labores fueron autogestionadas: aportes de amigos, préstamos personales y con la ayuda de voluntarios. Con un cineclub itinerante, obtuvieron los primeros equipos. En el transcurso de estas acciones, se han financiado con recursos de la Alcaldía de Bogotá y del Ministerio de Cultura participando en convocatorias.
“Cinelibertad busca ser una alternativa a la idea que nos quiere vender el mundo del entretenimiento”. El nombre Cinelibertad “habla de una misión de liberar el arte, de explorar otros caminos, cambiar las narrativas, salir de la estandarización y pasarse los límites que existen”, manifiesta Óscar.
El cine como herramienta de transformación fue lo que impulsó el proyecto en Belén, antes de la llegada en julio de este año a El Poblado. La Casa Audiovisual Cinelibertad es uno de los tantos proyectos de la fundación.
Así como a Medellín, quieren llegar a otras ciudades del país. Y, así como a Belén, quieren llegar a otros barrios como Barrio Antioquia, continuando la labor de cambiar escenarios, adecuarlos para ver cine, llegar a la calle, abrir mentes y transformar realidades.

Una historia de ”onda corta“

Una historia de ”onda corta“
“Cuando uno es aficionado a la “onda corta”, escanea, es decir, busca en el dial las emisoras más lejanas”

Zenith-Transoceánico
1950
Telefunken
1953
Stromberg-Carlson
1957
Zenith Royal 3000 de 1973

Por Saúl Alvarez Lara 
¿Qué llevó a un doctor en Epistemología e Historia de las Ciencias y las Técnicas de la Universidad de París VII y profesor de la Universidad Nacional, a convertirse en coleccionista de radios? Cuando pregunto a Jorge William Montoya, el profesor con más de 200 radios en su apartamento, qué lo llevó a coleccionarlos, cuenta una historia que se remonta a Concordia, su pueblo natal.

Don Alirio Montoya, su papá, era profesor de geografía en el colegio, pegaba mapas por todas partes en la casa y tenía un radio Telefunken alemán, de los años 50, que aún se conserva en casa de uno de sus hermanos mayores. Ese radio era fuente de curiosidad porque tenía “onda corta”, permitía sintonizar emisoras de países lejanos y, aparte de ser el único contacto con el mundo exterior, obligaba a recrear los lugares y las historias que narraban en Radio Nederlands, Family Radio o Radio Transmundial. La “onda corta” transportaba a lugares difíciles de encontrar, si no fuera en los mapas de su papá. Para completar, por “onda corta” llegaban también, en idiomas incomprensibles, voces que la hacían todavía más misteriosa. Era el comienzo de la década de los 70.
Pasaron los años. Jorge William se graduó en la Universidad Nacional y se fue a Francia a hacer el doctorado. A su regreso, en 2003, su interés por el asunto de la onda corta revivió cuando quiso encontrar un radio como aquel Telefunken de su papá. Lo halló por internet y lo compró pero llegó en un estado tan lamentable que fue necesario hacerle un trabajo de restauración. El día que el técnico le iba a entregar el aparato restaurado, en la vitrina de un anticuario vio un modelo igual al que iba a recibir. Ese mismo día tuvo dos radios Telefunken como el de su papá. Algo extraordinario porque esos radios eran difíciles de encontrar.
Cuando empezó a buscar, un poco a ciegas porque no recordaba la referencia exacta del radio familiar en Concordia, se encontró con un universo inesperado de formas, de colores, de épocas que le atrajo como la onda corta. Fue así como apareció el interés por el objeto radio, por la poca atención que se le había prestado y por la importancia que tenía en la vida cotidiana de la gente. Hay personas para quienes el radio ha sido todo, con él han vivido, han gozado, han compartido, sin embargo el medio de comunicación está más en la memoria que el aparato. La importancia del objeto, que en el mejor de los casos se convierte en una pieza de decoración o cuando ya no sirve va a parar a la basura o la prendería, es poca. La búsqueda de aquel radio dio inicio entonces a una colección de interés académico, cultural y técnico.

< Jorge William Montoya
La colección de radios de Jorge William tiene hoy más de 200 modelos distintos. El más antiguo es un Philips holandés de 1946 en baquelita, uno de los primeros materiales sintéticos utilizados. También hay un RCA Víctor fabricado en Canadá en 1956 con compartimento para pilas. Un Zenith Royal 500 de 1957, con cuerpo de nylon, que lleva la leyenda: “Sin tubos, totalmente transistorizado e irrompible”, reposa cerca de los Zenith Transoceánicos, desde el H500 de 1950 hasta el Zenith Royal 3000 de 1973, considerados los “reyes” por su diseño y solidez, costosos pero utilizados por verdaderos aficionados. El Stromberg Carlson AWP8 de 1957 llegó a la colección hace algunos meses. Después de buscarlo por internet y verlo en el mercado de San Telmo en Buenos Aires, Jorge William lo encontró donde un anticuario de la calle Perú pero en mal estado, el mismo modelo, con resorte para recuperar el cable, antena de salida automática, dos parlantes, casi estéreo, termómetro, hidrómetro y medidor de presión atmosférica, pero fue necesario hacerle un laborioso trabajo de restauración. Dos de los modelos que Radio Sutatenza mandó a fabricar a Toshiba en 1963 con la posibilidad única de escuchar esa emisora están también por allí. Un SqueezeBox, Wi-Fi, de Logitech, que puede sintonizar miles de emisoras de todos los géneros con calidad digital, lo último en tecnología, cierra la colección.
Los radios viven en todos los rincones del apartamento de Jorge William Montoya. Sony, Gründig, Punto Azul, Sanyo, Orión, Toshiba, Philips, todas las marcas se encuentran. Él pasa y los prende para verificar que funcionen. No se trata de un asunto decorativo, los radios deben funcionar porque el sentido del objeto técnico es ese, que funcione. Mientras lo sigo, al mismo tiempo que el carraspeo de los radios al prender me parece escuchar las voces que en otras épocas llegaban misteriosamente por la “onda corta”. “Cuando uno es aficionado a la onda corta escanea, es decir, busca en el dial las emisoras más lejanas”, dice Jorge William, y continúa hablando de radios, un tema interminable.

Marte, música y arte

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Marte, música y arte
Una exposición de 16 artistas de distintos campos (fotografía, pintura, ilustración y arte digital)


The Clocks

Ana Arenas, Carlos Durango

Ana Isabel Duque, Ángela Duque

Andrea Ariza, Mariana Vargas, Stephanie Giraldo

Andrés Agudelo, Laura Franco

Andy García, Diana Toro, Andrés Marín, Diego Montoya

Calavera y La Popular Independiente

Camila Botero, Juan Raúl Muñoz

César Pineda, Judith Pineda, Saidy Pineda

Estados Alterados

Felipe Betancur, Ángela Jiménez

Isaac Nieto, María Claudia Vélez, Flor Restrepo, Carolina Tobón, Juan Esteban Vélez, Mariana Oyaga

Juan Carlos Cantillo

Judy Upegui, Fredy Florez

Laura Jimena Pérez, Vanessa Ruíz, Andrés Felipe Gómez

Roland Granada, Diana Pinto, Andrés Vélez

Sandra Lozano, Diana Cano, Eliana Alarcón

Santiago Rúa, Laura Rivera

Tomás Restrepo, Laura Zuleta

Walter Soto

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Fiesta de Aniversario del Club Unión

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Fiesta de Aniversario del Club Unión
Una elegante cena y un show de flamenco fueron los actos centrales de la celebración de la Fiesta de Aniversario del Club Unión, institución que cumplió 118 años. La velada fue realizada en honor de las esposas de los socios.


Elvira Posada

Fernando Gutiérrez, Guillermo Cárdenas

Gloria Ángel, María Isabel Vásquez

Hernán de La Cuesta, Dalia María Joseliz

Inés Piedrahita de Valencia, Cecilia Hernández

José Ignacio Arboleda, Jorge Valencia

Julio César Vélez, Adriana de La Cuesta

Lilian Botero de Restrepo, Óscar Darío Restrepo

Luis Guillermo Saldarriaga, Nury Giraldo

Luis Norman Pérez

María Cristina de Arango, Enoris Restrepo de Martínez

Margarita Soto
Mauricio Lalinde

Pablo Gutiérrez
Elvira Laverde


Patricia Noreña

Sandra Suárez, Jaime Arrubla

Sergio Delgado, Humberto Martínez

Victoria Eugenia Palacio, Germán Sánchez

Adolfo León ruíz

Adolfo Naranjo
Adela Correa de Uribe


Betty Zuluaga, Beatríz Bedoya

Elsy López, Gabriel Ripoll

La sombra y el disfraz

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La sombra y el disfraz

/ Gustavo Arango

Me pregunto por qué, de todos los instantes de su vida, nos quedaron sólo esos. Quedaron mucho más, cientos de miles. Hay fotos, pensamientos, que lo conservan con vida. Pero nuestro culto a la mirada le confiere a esos minutos de película un valor especial. No es lo mismo ver fotos, leer lo que alguien ha escrito; hay algo decisivo que se escapa. Hace unos años creí estar enamorado solamente con leer lo que alguien me había escrito, con ver algunas fotos. Pero algo murió en el instante preciso en que vi a esa persona moverse, caminar, ser en el mundo. Es una historia triste, probablemente aburrida, y esta otra que les cuento me parece mejor, entretenida, luminosa, celestial.
Lo malo es que creo haber empezado la historia por el final. La mañana del 5 de diciembre de 1968, en las afueras de Bangkok. Lo malo, también, es que no creo que las historias comiencen cuando alguien nace, ni con los antepasados, como empiezan los biógrafos convencionales. La historia puede empezar hace miles de años, o en el momento en que el padre Louis descubrió su llamado y se encerró en un convento de clausura, o en el momento en que emprendió su viaje hacia el oriente. Puede empezar, incluso, tratando de imaginar lo que yo hacía esa mañana de diciembre -esa noche del día anterior, porque yo estaba en el otro lado del mundo–, especulando sobre lo que era mi vida a los cuatro años (¿habría una señal en ese instante?, ¿un sueño, un despertar inexplicable en medio de la noche?).
El padre Louis nació en Francia y quedó huérfano temprano. Tuvo una juventud disoluta y, mientras estudiaba en Cambridge, embarazó a una muchacha. Por eso, su acudiente lo envió a estudiar a la Universidad de Columbia, en Nueva York. Fue en Nueva York donde dejó las rumbas y se convirtió al catolicismo. Entró a la abadía de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky, el mismo día que los Estados Unidos entraron a la Segunda Guerra Mundial. Cuando estaba en el convento, un superior leyó sus diarios y le ordenó escribir sus memorias. El padre Louis escribió La montaña de siete pisos y, así, se volvió celebridad. Su obra completa incluye 60 libros de prosa y poesía, siete volúmenes de diarios y cinco de cartas. Eran tantas las personas que lo visitaban que, en 1965, pidió y consiguió permiso para vivir como eremita en un lugar tranquilo de la abadía. Allí intensificó su estudio de las filosofías orientales. Para él, había una secreta afinidad entre el budismo y el cristianismo.
La historia termina con el único viaje que el padre Louis hizo en sus veinte años de vida en el convento. Estaba pletórico de dicha. En el Tibet tuvo una conversación con el Dalai Lama. Vivió un éxtasis místico frente al Buda reclinado de Polonnaruwa, en Sri Lanka; pudo ver “más allá de la sombra y el disfraz”. Cinco días después de esa experiencia decisiva se hallaba en Bangkok, dando una valerosa conferencia sobre la responsabilidad que cada uno tiene con su vida. A esa conferencia corresponde el único testimonio fílmico que se conserva de él. Su voz era serena y su mirada, firme y dulce. Terminó con la frase: “Ahora me desaparezco”, y fue a sentarse con gesto sonriente y tímido. Pocos minutos después se marchó a su cuarto, tomó una ducha refrescante, encendió un ventilador y murió electrocutado.
Oneonta, noviembre de 2012
[email protected]

Breve reseña de nuestro origen repostero

En los albores del siglo 20, las panaderías en esta ciudad funcionaron como talleres domésticos en las cocinas traseras de las casas y poco a poco se convirtieron en panaderías de barrio. Este tipo de negocio, casi siempre de organización familiar, se fue consolidando por los cuatro puntos cardinales, permitiendo aseverar que durante muchos años el aroma mañanero de pan caliente competía con el de la arepa quemada en los barrios populares y algunos de clase media del Medellín de entonces. Famosas fueron Las Ceballos, reputadas damas caucanas, quienes, venidas a menos económicamente en su Popayán de origen, en esta ciudad volvieron a hacer fortuna debido a la indiscutible calidad de sus recetas. Sin embargo, el mito vigente es La Panadería Palacio, oriunda de Santa Rosa de Osos y que funciona en Medellín desde 1913, llamada por todo el mundo Las Palacio, próxima a cumplir un siglo de actividades y convertida en auténtica institución de la tradicional parva antioqueña.
Mención importante exige la llegada en la década del 30 de ciudadanos suizos y alemanes, quienes fundaron las reposterías La Suiza y el Astor; la primera ya desaparecida y la segunda próxima a cumplir 85 años entre nosotros. Estas dos empresas revolucionaron la panadería de la ciudad con una oferta cuya variedad de preparaciones y sabores muy pocos conocían y que la gran mayoría de golosos provincianos jamás habían degustado. Se trataba de una auténtica repostería europea y de una panadería suiza y alemana que, por su calidad y presentación, durante mucho tiempo no tuvieron competencia. Sin embargo, años más tarde con el ingenio y la buena mano de dos curiosas y emprendedoras señoras de Medellín, (doña Cecilia Bustamante y doña Elena de Mejía, cada una por su lado) aparecen en la ciudad dos nuevas reposterías: La Santa Clara y La Santa Helena. Ambas emulan y compiten, con creatividad y originalidad, con aquellas prestigiosas casas europeas y logran también un reconocimiento nacional que pone en evidencia el tesón del matriarcado antioqueño.
En los últimos 20 años, se han establecido originales negocios de repostería con excelente calidad por toda la ciudad. La mayoría responde a una reivindicación del oficio de la panadería como fenómeno nacional. En efecto, hoy las nuevas generaciones pertenecientes a las clases media y alta, durante muchos años reacias al estudio culinario como alternativa de formación profesional, encuentran en esta profesión –amable y lucrativa- una actividad de gran potencial laboral, que está permitiendo dar a conocer la panadería y la repostería de las más recónditas regiones del mundo. Y no lo están haciendo bien… lo están haciendo ¡Sumamente Bien! para beneficio de quienes nos encanta mecatear.
[email protected]

Segundo Día del Chocolate y el Dulce

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Segundo Día del Chocolate y el Dulce
Empresas especializadas en dulces y chocolates, desde las más masivas y reconocidas hasta las más artesanales, estarán presentes en el Segundo Día del Chocolate y el Dulce, feria que se llevará a cabo en el Jardín Botánico del 10 al 12 de noviembre.

Durante estos tres días, los visitantes podrán compartir en familia una gran variedad de sabores, además de asistir a charlas académicas en las que aprenderán sobre las propuestas gastronómicas de la feria, maridajes y beneficios de los chocolates y dulces.
Este evento se realizará a beneficio del Comité de Rehabilitación, una entidad privada sin ánimo de lucro que desde 1973 presta servicios de rehabilitación integral a niños, jóvenes y adultos que presentan alguna discapacidad.
Las personas con discapacidad entrarán gratis a esta feria realizada en su honor. El costo del ingreso para el público general será de siete mil pesos. Informes en el 416 2871.

Tomasa, taller de panadería artesanal

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Tomasa, taller de panadería artesanal
Sin aditivos, ni conservantes, muy frescos, con ingredientes de primerísima calidad, así son los exquisitos productos de Tomasa, taller de panadería artesanal donde la chef Manuela Vega prepara todos los días, a la vista de los comensales, un sinfín de delicias.

En un comienzo esta panadera, formada en Colombia y Argentina, atendía solo encargos de restaurantes, cafés y eventos (negocio que mantiene vigente), mas el anhelo de tener un sitio propio la llevó abrir este exitoso taller localizado en Provenza, en la carrera 33 # 7 A-60. De Tomasa recomendamos los panes del campo, los rústicos de papa y los de chocolate, las focaccias, los brioches, las empanaditas y las tartas. Todo es sabroso con la magia de Tomasa. Informes y encargos en el 266 8646.

Colombia, Cocina de Regiones

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Colombia, Cocina de Regiones
Un recorrido por las tradiciones, la historia, los ingredientes y las migraciones presentes en nuestra gastronomía, presenta Colombia Cocina de Regiones. Este libro es un esfuerzo de expertos y académicos como Germán Patiño, Julián Estrada, Estrella de los Ríos y María Josefina Yances, y las maestras de la cocina Anita Botero, Catalina Vélez, Juanita Umaña, Natalia Vila y Diana García.

Con un formato de lujo, en edición bilingüe, y con más de cien preparaciones para realizar en casa, el libro se divide en secciones que exploran los sabores, recetas y los ingredientes de las distintas regiones del país: Pacífico (escribe Germán Patino, cocina Catalina Vélez), Santanderes (escribe y cocina Estrella de los Ríos), Antioquia y Eje Cafetero (escribe Julian Estrada, cocina Anita Botero), Altiplano Cundiboyacense (escribe Estrella de los Ríos, cocina Juanita Umaña), Caribe ( María Josefina Yances), Llanos Orientales y Amazonía (escribe Germán Patiño, cocina Catalina Vélez), y Huila y Tolima (escribe Germán Patiño, cocina Natalia Vila).
Colombia Cocina de Regiones puede conseguirse en la Librería Nacional.

Noticia de un Esperador

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josegabrielBaenaNoticia de un Esperador
/ José Gabriel Baena

Tengo un amigo, etéreo monje suelto de una comunidad española y artista-pintor en puro estilo bizantino, que cada mes ha de sufrir en carne propia las absurdidades terrenales. Vive en una casita diminuta en el suroeste antioqueño en medio de un bosque que le otorgó ad-eternam un millonario filántropo. Solía tener una salud a prueba de todos los “embates de Satanás”, pero desde hace tres años debió afiliarse a una de las EPS más poderosas del país (dicen), debido a la caída infortunada de un andamio que le jodió gravemente la “columna”. Cada mes debe venir a la ciudad a renovar un miserable papel por medio del cual un misterioso “comité científico” aprueba que le entreguen: a) cada mes, 30 pastillas de una droga X; y b) cada tres meses, 90 píldoras de otra sustancia más costosa. Dejemos que mi amigo “El Esperador”, como él mismo se ha bautizado, cuente sus penurias: “Ya sabes que debo viajar a Medellín el último jueves de cada mes en el primer chivero que sale del pueblo, para tratar de llegar a mi EPS a las 7 a.m., lo cual casi nunca se cumple pues siempre hay problemas en el camino. Llegando sólo unos minuticos atrasado, después de coger un taxi a las volandas desde la terminal, a las 7:15, delante de mí, atentos a los ficheros electrónicos que asignan los turnos de atención, siempre hay ya más de 100 madrugadores apoltronados si es que puede decirse, mejor, apretujados en incómodas sillas de plástico, cuando ya les han dicho por un altavoz: ‘El sistema está caído. Sólo atendemos manualmente Laboratorio. Quienes quieran esperar hasta que se arregle el daño…. Los demás, deberán volver mañana’. Se oye un rumor de disconformidad becerril que pronto se apaga. Yo, que llevo dos años en esto y que ya me bauticé como ‘El Esperador Desesperado’, busco una única silla al fondo y desenfundo mi amada camándula. Algún día atenderán, me digo. A veces sucede que muchos abandonan mientras pasan dos, tres horas, y de pronto brilla o suena una luz de esperanza: ‘Quienes vengan a renovar fórmulas, hagan una fila en la taquilla cuatro’. Ahí voy yo, Desesperado Esperador. Ya me conocen por mi eterna sonrisa y mi sotana corta de ciudad. ‘Padre, qué pena con usted que siempre le pasa esto, ojalá le tengamos lista su ordencita de drogas para mañana’. Más sonrisas filisteas. Ya sé que será para mañana, como siempre en dos años. Ya es casi mediodía, mi amigo el cronista de este espacio me ha invitado a almorzar y me dará alojo esta noche. A él le toca cada vez lo mismo, en diferentes días de la semana. Y cada mes nos toca ir juntos a la Gran Central del Demonio, digo yo, en Almacentro. Allí se reúnen multitudes de hasta 900 almas con escasos cuerpos, a que les resuelvan sus asuntos: mi amigo y yo, por ejemplo, debemos reclamar dos drogas que ‘por ser tan costosas sólo las podemos entregar aquí’. -’Sí, señorita’”-.
Un ambiente de sombría opresión fascista reina en el recinto. El timbre y campanilleo de las taquillas son incesantes, no se sabe por qué si de cada diez taquillas sólo dos están atendiendo. “Así debe ser en el Infierno”, le digo a mi monje amigo. “No te preocupes” –dice-, si supieras de las filas más infinitas aún de los idiotas que creen que van para el cielo…”
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¡Ganadores!

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¡Ganadores!
Jorge Restrepo Gil y Claudia Arbeláez Mesa fueron seleccionados como ganadores de la convocatoria Portadas Vivir 2012

Claudia Arbeláez Mesa
Jorge Restrepo Gil

Por primera vez el periódico Vivir en El Poblado invitó públicamente a fotógrafos de la ciudad a participar en Portadas Vivir 2012, convocatoria para plasmar series de cuatro obras de arte fotográficas en la portada interna que da inicio a la sección Vivir, durante cuatro ediciones. Los trabajos, de tema libre, fueron recibidos durante las primeras dos semanas de octubre.
A partir del martes 16 de octubre, el jurado, compuesto por el curador del Museo de Arte Moderno de Medellín, Óscar Roldán Alzate; el diseñador gráfico Saúl Álvarez Lara; la fotógrafa plástica Karin Richter Gómez, y el fotoperiodista Róbinson Henao Cañón, deliberaron sobre las propuestas de 12 participantes y eligieron a dos ganadores: Jorge Restrepo Gil y Claudia Arbeláez Mesa.
Jorge, cuya primera fotografía circuló en la edición anterior (498), es licenciado en español y literatura, y actualmente trabaja como coordinador en un colegio de la ciudad. Es fotógrafo aficionado y autodidacta desde 1995. Cuenta que en 2000 hizo un receso con la fotografía pues no asimiló bien el paso de la fotografía análoga a la digital. Sin embargo, retomando el aliento y el interés por la imagen, regresó a ella y obtuvo el primer puesto en el concurso El trabajo y los Días, organizado por la Escuela Nacional Sindical en 2001; recibió mención de honor en la Bienal de Fotografía Suramericana en 2002, entre otros reconocimientos en la última década. Este año también fue finalista en el Salón Fotográfico U.P.B.
Su trabajo ha consistido en caminar las ciudades y descubrir la gente con el lente. Las cuatro fotografías de Restrepo seleccionadas para Portadas Vivir 2012 , fueron tomadas en 2011, dos de ellas en las calles de Medellín y dos en las calles de la ciudad de San Francisco, en Estados Unidos.
Por su parte, Claudia Arbeláez Mesa es comunicadora social de la UPB y máster en comunicaciones en Estados Unidos. La fotografía ha sido una gran afición desde los primeros semestres en la universidad. Su conocimiento en esta actividad lo ha adquirido en forma autodidacta, y manifiesta que no utiliza programas de edición. “Nada de Photoshop para no distorsionar la realidad”, dice. Esta es la primera vez que Claudia participa en algún tipo de concurso de fotografía y por ende la primera distinción para su hobby. Las cuatro fotografías, que circularán como portadas de Vivir del 29 de noviembre al 20 de diciembre, fueron tomadas durante las vacaciones de este año en el Castillo de Loarre, situado sobre la sierra de Loarre (a unos 35 kilómetros de Huesca, España).
Dada la excelente calidad de las fotografías enviadas por todos los participantes, el jurado de la convocatoria también eligió la mejor foto de cada serie enviada por ellos para conformar una galería que estará en la página web de Vivir en El Poblado.
Este periódico agradece el aporte de todos los concursantes y les extiende la invitación, a ellos y demás fotógrafos profesionales y aficionados de la ciudad, a participar en la convocatoria del próximo año.

Se busca inspector de aceras

Se busca inspector de aceras
/ Juan Carlos Franco

En general ha sido buena la norma que exige a los constructores ampliar las vías y construir las aceras en el frente o alrededor de sus obras. Se termina un edificio y es agradable caminar por ahí, se percibe calidad de vida, la sensación es de ciudad desarrollada.
Las aceras hechas por estos particulares obligados por la norma quedan buenas, amplias y hasta con baldosas corrugadas para que circulen con alguna seguridad los invidentes. Y la mayoría de las veces caen en cuenta de no atravesar postes y cables tensores por todo el centro. Toda una demostración de que hacer una buena acera no es una ciencia oculta ni física cuántica sino simple sentido común por parte de los funcionarios de la Alcaldía que las planean o aprueban. O por parte de los contratistas que las ejecutan. Es que son demasiadas las aceras del Poblado y de Medellín que no fueron planeadas sino… perpetradas!
Lo malo de esta norma es que transfiere a los particulares la responsabilidad de las aceras. El Municipio se desentiende y aleja el tema de sus prioridades. De modo que mientras no haya edificio nuevo a su lado, un tramo de acera no se cambia ni se mejora. Se abandona.
Como resultado, El Poblado está lleno de vías que tienen una cuadra con la acera decente y la siguiente, donde no ha habido proyecto reciente, en que la acera no existe. O si existe, es estrecha, con obstáculos o totalmente deteriorada.
Otra cosa es que a los constructores se les permite hacer la acera al final de la obra, cuando debería ser lo primero. ¿Por qué razón no se les exige algo tan simple, que tendría un alto impacto sobre la calidad de vida de los peatones?
En algunos casos la acera está al lado de un lote que ni se compra ni se vende, y en otros al lado de antiguas propiedades. Por ejemplo, suba usted por Los Balsos, arriba de la Superior, y de inmediato se encuentra un convento a mano izquierda, cuyo muro de cerramiento llega hasta la propia vía. Vía que se ha vuelto una de las más transitadas del Poblado y de Medellín. Todos los peatones deben caminar por la cuneta o por la propia calle. ¿Qué voluntad política tiene o con cuáles instrumentos legales cuenta un alcalde para intervenir aquí a favor de la ciudadanía?
Qué mala señal es que la calidad de una acera, o incluso su propia existencia, dependa de que la propiedad del lado se desarrolle. O que solo pueda hacerse después de que se reconstruya la vía. Siempre de última, siempre dependiendo de que otras cosas pasen.
Y resulta que es justamente al revés, lo que más calidad de vida trae a los ciudadanos de una urbe como Medellín es tener buenas y suficientes aceras, incluso más que las propias vías.
Por lo visto hasta ahora, seguiremos esperando por años y años al alcalde o líder político que cambie las prioridades, que no se aguante esta colcha de retazos. Que se vuelva él mismo un inspector de aceras o que designe a alguien para que lo haga.
Así como durante muchos años existió el alcalde verde (Jorge Molina Moreno, de grata recordación) para dotar a Medellín del mayor número posible de árboles, ¿por qué Aníbal no designa a alguna figura equivalente, incluso sin sueldo, para que inspire, motive, enseñe y denuncie sobre aceras?
Al menos que empiece por El Poblado y luego se extienda a otras comunas.
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A elegir Consejo de Cultura

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A elegir Consejo de Cultura
La Alcaldía invita a la comunidad a participar en el proceso de convocatoria y elección del nuevo Consejo Municipal de Cultura para 2012-2015

Para explicar cómo y por qué participar en la elección del Consejo Municipal de Cultura, el Sistema Municipal de Cultura realizó el pasado 24 de octubre una reunión para la zona 5 de El Poblado. A ella asistieron artistas e integrantes de entes encargados de gestionar la cultura en la comuna 14, como el Consejo Cultural, Corpades y el Comité Cívico de Barrio Colombia. En la cita, Carlos Mario Guevara, interventor de la Secretaría de Cultura Ciudadana, recordó los objetivos a los que se debe orientar el Consejo: estimular el desarrollo cultural, ser ente articulador de la memoria y el patrimonio, formular planes de acción viables y vigilar la ejecución del gasto público. “Para la redefinición de la composición del Consejo se busca elegir a quienes se considere que puedan representar lo que es la cultura y tengan una posición frente a esta”, agregó el funcionario.
En convenio con Asencultura (Asociación de entidades culturales), se acompañará el proceso hasta diciembre, mes en que se conformará el nuevo Consejo. Este Consejo Municipal de Cultura quedará conformado por 44 miembros. Su junta directiva contará con presidente, cinco coordinadores de áreas artísticas y el secretario de Cultura Ciudadana.
Artistas y actores culturales, aportaron a la conversación en la comuna 14 poniendo en la mesa varios puntos de partida para que el empeño en los proyectos no sea en vano. “Así como la administración pide que nos unamos, las secretarías deben trabajar articuladas”, insistió Consuelo Gómez, coordinadora del Consejo Cultural de El Poblado, quien aseguró que “este ha tenido muchas iniciativas, pero las secretarías no concuerdan en la aprobación de su realización”.
Desde este punto de vista, Arquímedes Barajas, artista plástico, opinó que las propuestas tendrán sentido “en el momento en que la institucionalidad deje de administrar la cultura, para que sean los grupos culturales quienes acojan y lideren los procesos”.
Los participantes coincidieron en que la apropiación de los temas culturales en El Poblado se ha ido transformando entre los estratos bajos y altos. “La indiferencia y el resentimiento de ambos es una problemática que se viene mejorando”, afirmó Consuelo Gómez, quien comparte con Gloria Gutiérrez, y demás integrantes del Consejo, que lo preocupante en los habitantes “es la ausencia de sentido de pertenencia y que en ocasiones los líderes trabajen por intereses personales”.
Entre las diferentes opiniones se llegó a la conclusión de que El Poblado es un centro generador de cultura para la ciudad, por lo que se necesitan este tipo de espacios.

El origen
Valga recordar que, de acuerdo con los lineamientos del Plan de Desarrollo Cultural, la razón de ser del Consejo Municipal de Cultura es el encuentro y la concertación de la sociedad civil en torno al campo artístico, cultural y patrimonial. El primer Consejo Municipal de Cultura se consolidó en 1999 y se ha venido fortaleciendo hasta el 2012 con el seguimiento sistémico de los debates y acciones que son el resultado de los proyectos culturales.
Para hacer parte de este proceso, se invita a las organizaciones, actores, gestores, promotores y demás personas comprometidas con el arte y la cultura en Medellín, a participar de la conformación de las 16 asambleas electivas divididas en: corregimentales, áreas artísticas (audiovisual, danza, escénica, plástica y visual, literatura y música) y sectoriales. Las elecciones tienen diferentes fechas de acuerdo con la asamblea a la que se quiera pertenecer y van hasta el 23 de noviembre.
Inscripciones en el correo [email protected] para solicitar el formulario o por la línea telefónica 217 2153.

Elogio de la geometría

Elogio de la geometría
/ Jorge Vega Bravo

Desde niño sentí fascinación por la geometría. La veía como una parte de las matemáticas que nos permite ver con imágenes, lo que en álgebra o cálculo es abstracto. Luego observé elementos geométricos por doquier en la naturaleza y en el universo. Fueron los antiguos caldeos quienes empezaron a relacionar los movimientos planetarios con formas geométricas y a conectar lo que se mueve en el cosmos con lo que sucede en la tierra. La antigua geometría se empezó a expresar en la construcción de templos y en las pirámides de Egipto. Todos los sacerdotes, sabios e iniciados en los misterios antiguos estudiaban geometría. En los misterios de Delfos no se podía entrar al templo sin saber geometría.
Fue Euclides, filósofo y matemático griego (aprox. 325-265 a.C), quien reunió en su obra Los Elementos todo el saber geométrico antiguo y lo difundió públicamente. A su escuela le debemos los teoremas básicos de la geometría que se mantuvieron inalterados hasta el siglo 19. “La geometría Euclidiana ha contribuido por más de 2000 años a fortalecer las fuerzas del pensar”. (Georg Unger).
Los monjes medievales estudiaban la Biblia, la filosofía griega y la geometría de Euclides. La geometría estuvo presente en la formación de todos los estudiosos hasta que la modernidad separó las esferas del saber. Para Ken Wilber el drama de la cultura posmoderna está en la separación entre filosofía, arte, ciencia y religión. En la geometría vive un poderoso elemento educativo que nos ayuda a estructurar el pensamiento y nos permite entrar en contacto con realidades no perceptibles por los sentidos corrientes.
Hay cinco grandes momentos en la evolución del pensamiento geométrico:
1. La geometría sagrada, ligada a la astronomía, a la observación de la naturaleza y a la arquitectura de los templos. 2. La geometría euclidiana. 3. El descubrimiento de la perspectiva en el Renacimiento. 4. La geometría proyectiva: entre los siglos 17 y 19 se descubrió que el espacio tiene una estructura doble. Cada formación espacial tiene una complementaria. R. Steiner los nombró Espacio y Contraespacio. Punto, recta y plano ahora tienen una función a distancia. 5. La geometría de las metamorfosis en los seres vivos: plantas, animales y humanos.
La geometría proyectiva se usa en la formación de los profesionales de la salud para desarrollar el pensamiento complementario. ¿Cómo se puede entender algo a partir de lo opuesto? ¿Qué vive detrás del lenguaje sintomático de la enfermedad? Los opuestos se pertenecen y a través de la geometría puedo llegar a comprenderlos. Todas las enfermedades humanas están relacionadas con una pérdida de la integridad. Sólo si observo la totalidad puedo comprender la desarmonía de una parte. Asistí a un entrenamiento de posgrado en medicina antroposófica en Lima y recibí durante siete días clases de geometría proyectiva con el astrónomo y matemático alemán Georg Glöckler. Mi manera de pensar y de ver el mundo se amplificó con los ejercicios realizados.
La geometría ha acompañado los cambios evolutivos de la conciencia humana. El joven Steiner lo expresaba así: “Mediante la moderna geometría proyectiva (…) se presentó ante mi alma la visión de que una línea que se alarga por el lado derecho hacia el infinito tiene que llegar por el lado izquierdo a su punto de partida (…) Y esto lo percibí como una revelación (…) percibí que el espacio vacío puede ser captado conceptualmente”.
También me encanta la aritmética y asisto con gran alegría al próximo aniversario de Vivir en el Poblado, que en la próxima edición cumple 23 años y llega a su 500.
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Reparos sobre Vía Linares

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Reparos sobre Vía Linares
Vecinos del recién abierto tramo Los Balsos-Los González sugieren algunas modificaciones para mejorar su movilidad

Ana G. Mejía vive en inmediaciones del nuevo tramo de la Vía Linares (carrera 29), entre Las Lomas Los Balsos y Los González. Este broche, de 190 metros de longitud y un costo de 1.600 millones de pesos, fue puesto al servicio el pasado 22 de octubre. Luego de estos primeros días de uso, Ana G. y varios de sus vecinos consideran que hay algunos asuntos que deben ser revisados por la Secretaría de Movilidad, con el fin de mejorar el tráfico en el área, así como por el Fondo de Valorización de Medellín (Fonval) al momento de hacer la distribución para los cobros de valorización


Salida de Linares a Los Balsos

En primer lugar, aseguran que la salida a la loma de Los González (dirección sur-norte), no tiene visibilidad adecuada: “Se debe asomar mucho la trompa, lo que representa un peligro grande de colisionar con los vehículos que bajan a buena velocidad por la loma”. En segundo término, califican como innecesarios dos resaltos ubicados en la parte media de Linares “supuestamente para que se disminuya velocidad donde no es muy claro que pueda haberla”.
La tercera inquietud se refiere al “Pare” que deben hacer los vehículos cuando bajan por la calle 9 A Sur. “No estamos de acuerdo con esto, si se tiene en cuenta que es una vía de una pendiente alta y estrecha, que tiene un flujo vehicular muy alto y amenaza con embotellar más la Transversal Superior y por consiguiente el tráfico alto que viene de Los Balsos y el Oriente”.


Salida de Linares a Los González

El cuarto reparo es “tal vez el más grave de todos”, dicen. “No se tuvo en cuenta el peligro que representa la entrega de un mayor flujo vehicular de esta nueva vía sobre Los Balsos, donde el giro para tomar la loma es en ángulo muy forzado y sin visibilidad de ninguna clase, teniendo en cuenta que los vehículos que suben por Los Balsos vienen a alta velocidad, salen de una curva y se encuentran de frente con los carros que hacen este giro.
Por último, sugieren al Fonval “tener en cuenta que las urbanizaciones sobre la 9 A sur, en vez de mejorar, empiezan a sufrir trancones interminables que les impiden la entrada y salida normal de vehículos, por lo que no es justo que fuera de que la obra no nos beneficia, nos perjudique, y encima tengamos que pagar Valorización”.
Aunque Vivir en El Poblado transfirió varias de estas inquietudes a las Secretarías de Movilidad y de Infraestructura, al cierre de la edición aún no había obtenido respuesta.

“El cobro es inequitativo”

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“El cobro es inequitativo”
Evaluar el estudio técnico y ampliar la zona de citación sigue pidiendo la comunidad


Loma de Los Parra con Avenida El Poblado

El derrame del cobro de Valorización en las zonas limítrofes de la comuna 14, como la parte alta de la avenida Las Palmas, los sectores de San Diego y Sagrado Corazón, Guayabal y La Frontera (jurisprudencia de Envigado), fueron una vez más el motivo de debate en la sesión ordinaria del Concejo de Medellín el pasado martes 30 de octubre.
Varios concejales y representantes de propietarios de El Poblado, insistieron en que el perímetro de la zona de citación excluye a los mayores beneficiarios de las obras contempladas dentro del paquete de Valorización, como lo son los predios ubicados en los límites de la comuna.

Transversal Inferior con Los Balsos
Transversal Inferior con Los Balsos

William Freydell, de la Junta de Representantes de Propietarios de El Poblado -ente que realizó un estudio de movilidad en las zonas de influencia-, afirmó que “hay grandes empresas y propiedades que no pagarán Valorización y se beneficiarán directamente de las obras estando a poca distancia de los proyectos. Los límites de la zona de citación son una división política más no física. Los beneficios son para todos, por lo tanto el derrame de valorización debe ser tener en cuenta estas zonas. Nosotros estamos de acuerdo con las obras por medio del cobro de Valorización, pero correspondiendo a un estudio más técnico y equitativo”, enfatizó.
Por su parte, el Comité de Valorización de El Poblado, a través de su representante Gustavo Yarce, apuntó que el cobro para los habitantes de la comuna 14 “es ilegal e inequitativo”, aduciendo la supuesta violación de la consulta popular realizada el 7 de octubre de 1990, en la cual los habitantes del Poblado se negaron a que se construyera la obra 500 por Valorización. Según expuso, varios de los proyectos contemplados allí, están incluidos dentro del actual paquete de Valorización. “Además, este cobro en El Poblado es una doble tributación para las urbanizaciones que pagaron por concepto de obligaciones urbanísticas”, planteó el representante.
Actualmente el Fonval, por petición de la Junta de Representantes, realiza un estudio sobre el alcance de los beneficios en las zonas aledañas a la zona de citación, en sectores como Buenos Aires, La Candelaria, Guayabal, Belén y Santa Elena, para definir si se amplia o no el perímetro. Luis Alberto García, director del Fonval, explicó que “los estudios para determinar la estimación de beneficios se realizó a través de la Lonja, entidad que fijó la zona de citación. Ahora se harán los estudios en una nueva zona para definir qué predios y puntos podrán tener beneficios por las obras”.
Bernardo Alejandro Guerra, presidente del Concejo de Medellín, quien está de acuerdo con el sistema de valorización, plantea que “el cobro debe ser ético y equitativo, pues hay zonas como la parte alta de Las Palmas, donde hay propiedades de más de cinco mil millones de pesos que se estarían beneficiando con la actual zona de citación. El sector industrial de zonas como San Diego también estaría por fuera del cobro, y esto se debería revisar dentro del estudio”.
El Concejo de Medellín instó a municipios como Envigado a comprometerse con el desarrollo de la ciudad región, pues considera que es evidente la falta de articulación con los proyectos urbanos entre las alcaldías. Según el corporado Alejandro Guerra “hay tres obras dentro del paquete de 22 que beneficiarán a la movilidad de Envigado”.
Por su parte, Héctor Londoño, alcalde de Envigado, quien hizo parte de la sesión, expresó: “Envigado no es un municipio parásito, ya que el próximo año va a derramar Valorización por obras que se contemplan dentro del Mega Plan Vial del municipio, obras que benefician también a El Poblado. Estas se harán por beneficio general y se cobraran a todos los habitantes de Envigado”.

Capturado abusador

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Capturado abusador
Residentes de El Poblado impidieron que un joven abusara de su sobrina en pleno espacio público


Los hechos sucedieron en la tarde del pasado domingo 28 de octubre, en el parque del barrio Villa Carlota, muy cerca al Centro Automotriz. Allí, un hombre de 25 años se encontraba al cuidado de su sobrina, una niña de solo tres años, hija de su hermana. Esta había tenido recientemente un bebé y le pidió a su hermano, ambos residentes en esta zona de El Poblado, el favor de que entretuviera a la menor en el parque.
Minutos después, algunos vecinos del sector percibieron movimientos extraños en el sitio donde estaban el joven y su sobrina. De inmediato corrió la voz de que estaba abusando sexualmente de la niña y en pocos minutos varias personas de los barrios Manila y Villa Carlota se habían congregado a su alrededor e intentaban lincharlo. Ante el escándalo, llegó una patrulla de la Estación de Policía de El Poblado y controló la situación. El presunto abusador fue conducido por la Policía mientras la niña fue auxiliada por la Policía de Infancia Adolescencia y representantes del Instituto de Bienestar Familiar.
De acuerdo con la información suministrada a Vivir en El Poblado por el comandante de la Estación de Policía de El Poblado, teniente coronel Fabio Rojas, la menor fue trasladada a urgencias de la Clínica Saludcoop de la carrera 80, donde fue objeto de atención médica. “Allí se valoró a la niña y se estableció que hubo manipulación de sus partes íntimas”, indicó el coronel Rojas.
Entre tanto, la policía puso al joven a disposición de la Fiscalía 203 local, y dos testigos de los hechos, así como la madre de la niña y hermana del agresor, lo denunciaron penalmente. Gracias a estas tres denuncias, hoy el implicado está privado de la libertad y la niña se encuentra con su familia.

Los Balsos tendrá rotonda

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Los Balsos tendrá rotonda
La construirá la Secretaría de Infraestrutura Física con recursos propios


Rotonda en la calle 9 sur – Los Balsos, entre carreras 42 A y 43 A. Render cortesía Alcaldía

Con el fin de mejorar el tránsito vehicular y la seguridad vial en la comuna 14, específicamente en la doble calzada Los Balsos, en los primeros días de noviembre la Alcaldía de Medellín empezará a construir una rotonda entre el Colegio La Enseñanza y el Centro Comercial Santafé Medellín. La obra será adelantada con recursos propios del Municipio y no mediante el cobro de Valorización.
La ejecución de este proyecto se hará “en tiempo récord”, según indica la Secretaría de Infraestructura Física. Esta dependencia municipal espera iniciar los trabajos el 6 de noviembre y concluirlos en un mes, es decir, en los primeros días de diciembre. Durante el desarrollo de la obra, contará con el apoyo de Empresas Públicas de Medellín y la Secretaría de Movilidad.
La decisión de construir esta glorieta se tomó luego de un análisis realizado por la Vicealcaldía de Infraestructura, Hábitat y Movilidad, el cual arrojó que la rotonda es imprescindible para mejorar la movilidad en el área. “El flujo vehicular en esta zona aumentó por la construcción del Centro Comercial Santafé y ahora con su torre empresarial crecerá aún más. La necesidad de la rotonda es latente no solo para apoyar a la movilidad sino también por la seguridad vial debido a que en este punto de la ciudad se han generado varios accidentes de tránsito”, informa la Secretaría de Infraestructura. “La obra facilitará la movilidad debido a que se diseñó un carril de mezclamiento, lo cual permitirá mejor fluidez vehicular a los visitantes del Centro Comercial y mejor movilidad para quienes utilizan esta vía en su cotidianidad”, agrega.
La construcción de la rotonda entre el Colegio la Enseñanza y Santafé Medellín requiere el traslado de vegetación, trámite que cuenta con el visto bueno del Área Metropolitana. De acuerdo con información suministrada por la Secretaría de Infraestructura, la intervención obliga a la tala de cuatro árboles, acción que será compensada con la siembra de ocho árboles en el centro de la rotonda.

Sin pola y sin sombrilla

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Sin pola y sin sombrilla
A raíz de la manifestación “Pola con sombrilla”, la Policía y Espacio Público han aumentado los controles de consumo de licor en la calle 9

El pasado viernes 28 de septiembre, la calle 9, entre carreras 43 B y 43 C, presenció una manifestación ciudadana denominada “Pola con sombrilla”, sobre la cual informamos en la edición 495. Los convocados por redes sociales querían dejar claro que el espacio público, que linda con el antejardín de la pizzería Piccolo, y lugar que disfrutan varios jóvenes de la ciudad, no puede ser obstaculizado con vallas. Se quejaban además de los aspersores usados por el mismo restaurante, pues mojaban a los transeúntes o a quienes se sientan allí.
Según el vocero de Piccolo, las vallas, los guardias y perros de seguridad fueron la medida tomada por la pizzería debido a que su público, predominantemente familiar, se abstiene de ir al lugar para evitar el gran número de personas que ocupa estos espacios. Esto, sumado a “malos olores por consumo de marihuana y a que muchas personas hacen sus necesidades en la calle”.
Manuela Saldarriaga, una de las encargadas de recoger las firmas para el derecho de petición que sería enviado a Piccolo para que respondiera ante lo que ellos consideran una infracción urbanística, le dijo en ese momento a Vivir en El Poblado: “Estamos hablando del artículo 103 de la Ley 388 de 1997, modificado por el artículo 1 de la Ley 810 del 2003. Tenemos este derecho de petición y con él lo que intentamos decir es que no vuelvan a sacar las vallas y que controlen los aspersores de agua para que no mojen ni el andén ni la calle”. Desde entonces, Manuela Saldarriaga le dijo a Vivir en El Poblado que el derecho de petición enviado había sido contestado con una solicitud de prórroga y que, pasado el tiempo de la prórroga, de obtener una negativa, considerarían la posibilidad de organizar otro evento o buscar otra instancia legal. Días después le informó a este medio que sí había una respuesta, pero al cierre de esta edición no había sido posible obtenerla de ella.
Por su parte, Piccolo dice desconocer que al derecho de petición se la haya dado una solicitud de prórroga como respuesta. “No emitimos ningún tipo de respuesta porque solo tienen el compromiso de contestar a esto las entidades del Estado o las entidades financieras”, asegura el vocero de las directivas de la pizzería. Sin embargo, argumenta que desde hace más de un año y medio, se ha venido presentando un problema de espacio público que no solo afecta al establecimiento, sino a todos los habitantes del sector y a las familias que visitan el punto de venta, “ya que esto genera sensación de inseguridad, mal ejemplo para los niños y un peligro para los mismos infractores, que obstaculizan el paso de los vehículos”.

Agrega que durante los fines de semana, aumenta el consumo de sustancias alucinógenas y de alcohol en espacio público. “Al día siguiente el sector amanece impregnado por el desaseo, el olor a orín y a materia fecal. Frente a esta problemática la empresa se ha visto en la obligación de pagar vigilancia privada, situación que ha incomodado a estas personas”.
Así las cosas, las vallas siguen allí. Según Wbeimar Vergara, impulsor de la manifestación “Pola con sombrilla” en redes sociales, y usuario del espacio público de la calle 9, estas solo aparecen a partir del jueves, así como los guardias y perros de vigilancia. Y los aspersores, dice que parecen haber sido controlados, pues la acera no se ha visto mojada ni han surgido más quejas al respecto.
Gabriel Jaime González, subsecretario de Espacio Público y de Control Territorial de la Alcaldía de Medellín dice que el caso sigue en proceso jurídico en el que la partes hacen sus solicitudes. Agrega que Piccolo está pidiendo autorización para poner las vallas en ciertos días y horarios, y recalca que está prohibido el consumo de licor en sitios públicos. Advierte, eso sí, que la manifestación “Pola con sombrilla” ha generado que la Policía y Espacio Público hagan controles adicionales en esa calle. “Hemos incrementado los operativos en el sector”. Lo que significa, en otras palabras, que hasta el momento lo que han logrado los manifestantes es que se haya obstaculizado aún más su permanencia en la vía pública..

El ruido sigue siendo molestia

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El ruido sigue siendo molestia
Una acción popular de los vecinos de Provenza aún espera acciones de la administración municipal

Más de un año ha corrido desde que representantes de la comunidad y vecinos de la Zona Rosa de El Poblado instauraron una acción popular para pedir un control más efectivo, por parte de las autoridades ambientales y de gobierno, a las emisiones de ruido de los establecimientos comerciales. Dicen sentirse afectados por ellas y vulnerados en su derecho a la tranquilidad y el descanso. Aún la petición no ha sido resuelta por la administración municipal.
“Desde el año 2002 la comunidad del sector Provenza y la parte central del barrio El Poblado, hemos tenido que soportar los estragos producidos por las rumbas que se realizan en el sector, las cuales empiezan desde los miércoles en los diferentes establecimientos de comercio con venta y consumo de licor que se encuentran en ese lugar”, se argumenta en la acción popular del 28 de septiembre de 2011.
Ante tal situación, la Alcaldía, por intermedio de la Secretaría de Salud y el Área Metropolitana, realiza periódicamente mediciones con sonómetros para determinar si los establecimientos cumplen con la normativa del Ministerio de Medio Ambiente, que decreta que los estándares máximos permisibles en las zonas mixtas como Provenza son de 70 decibeles en el día y 60 en la noche.
Este año, según la Secretaria de Salud, se han realizado 19 mediciones dentro de hogares de El Poblado. Otras 23 peticiones aún no se han atendido. “Nosotros estamos encargados de las mediciones al interior de las casas, para analizar la afectación que puede tener el ruido en la salud. Estamos trabajando de manera coordinada con el Área Metropolitana, quienes realizan las mediciones en exteriores, en el caso del ruido ambiental. Es un problema que debemos atender de forma conjunta, y para eso estamos trabajando con un grupo de investigadores de la Universidad de Antioquia, con quien esperamos implementar tecnologías que ya existen para hacer un mejor control de las emisiones de ruido”, señala Francisco Javier Ríos, de la Secretaría de Salud.
Por su parte, Ángela Gómez, del Área Metropolitana, aclara que “nosotros prestamos asesorías y realizamos las mediciones técnicas. Esta información es suministrada al inspector y ellos son quienes toman las medidas. Quien debe sancionar es Secretaría de Gobierno”.
José Hermes Pineda, inspector 14 B de El Poblado, manifiesta que durante 2011 y 2012 se han aplicado sanciones de aproximadamente 400 millones de pesos por multas y cerca de 15 negocios han sido cerrados de manera temporal y definitiva por sobrepasar la norma de emisión de ruido.

Rumba Segura
Una de las mayores incertidumbres de la comunidad tiene que ver con el programa Rumba Segura y la extensión de horarios concedido a algunos establecimientos comerciales que, según argumentan, violan la normativa de emisión de ruido. La Secretaría de Gobierno explica que “la ampliación de horario es un beneficio que se da a los establecimientos que cumplen con unos requisitos de ley para funcionar y que no tienen sanciones por indisciplinas sociales. Se les concede a quienes en los últimos seis meses, a partir de la solicitud, no tengan problemas con la Estación de Policía, con las inspecciones y con la Permanencia, tales como cierres ejecutoriados o en firme debido a indisciplinas sociales como ruido, presencia de menores y licor adulterado o de contrabando. Además se mira que cumplan con el uso de suelo permitido por el POT y los requisitos de la ley 232 de 1995, que son Cámara de Comercio (anual), industria y comercio (pago mensual) y derechos de autor (anual)”.
Actualmente, según datos del programa Rumba Segura, en el Parque Lleras funcionan 88 establecimientos con extensión de horario, en Río Sur cinco y en La Strada otros siete, todos con permiso de funcionamiento hasta las 4 de la mañana. En total, en la comuna 14, son 144 los locales comerciales con extensión de horario. “Establecimiento que sea sancionado por ruido no accede a la extensión de horario hasta que haga trabajos de insonorización, así lo establece la Resolución 159 de junio de 2012. En este momento solo tres establecimientos están en proceso de extensión de horario”, afirma un vocero de la Secretaría de Gobierno.

La pereza

La pereza
/ Sebastián Restrepo
 

La pereza, un pecado capital, no se refiere aquí a una tendencia a la inacción, sino a una dificultad de mirar para adentro, una pérdida del sentido del ser, que se sustituye por una sobreacomodación a lo externo.
Habla de ese gran sacrificio que todos hacemos en la infancia de nuestro ser, para poder pertenecer a una familia y ser amados. Nos alejamos de nosotros mismos, nuestros sentidos, nuestra libertad, nuestra espontaneidad, entre otros.
Quien hace de la pereza su rasgo principal de vida aprendió a reprimir sus propios anhelos con el fin de evitar conflictos y mantenerse conectado con las personas que le importan. Necesita conectarse con los demás aparentando asentir, simpatizando con todas las partes de una cuestión y con todos los bandos de una discusión, y reprimiendo sus propias necesidades, puntos de vista, deseos y voluntad.
Podemos ver esto como una solución ante lo que en su infancia percibió como una carencia de amor, mediante el olvido de sí mismo, un olvido de sus necesidades reales y una anestesia para el dolor y la frustración.
El perezoso se narcotiza, pierde su conciencia, se queda dormido mediante el trabajo, la televisión, los partidos de fútbol o los periódicos. Es el típico gordito bonachón que se sumerge en un sofá a ver televisión después de un arduo día vivido para los otros.
El perezoso no llama a las cosas por su nombre, diluye su rabia con una sonrisa, cambia una orden por una sugerencia, un pedido por una insinuación y un desacuerdo por un “tal vez” conciliador.
El perezoso no dice “yo” sino “nosotros”, no sabe cuáles son sus verdaderos gustos, se diluye con la pareja, los grupos y las cosas, para no percatarse de su profundo aislamiento y soledad.
Hablamos de alguien que se sobreadapta, acaba siempre “cargándose el muerto”, es una persona “fiable y generosa”, siempre dispuesta a llevar una carga. Pospone su propio bien y la satisfacción de sus necesidades, en una condescendencia excesiva hacia las demandas y necesidades de los demás.
En su relación con los demás, suele ser un buen oyente, dispuesto a ayudar, comprensivo y confortador, quizá compasivo. Esto contrasta con su profunda mediocridad.
Tiende a la costumbre y la regularidad. Está muy preocupado por la preservación de su equilibrio, como para intentar lo nuevo. Su pánico a los llamados del alma los esconde detrás de un robusto “sentido común”, que le sirve de burladero para esconderse de sus propios instintos y necesidades.
El perezoso lo es, no porque se levante tarde, sino porque nunca asiste cuando su alma lo llama. Perdido de sí mismo, se separa de la vida como un avestruz. No acepta que la vida es encuentro y diferencia, amor y guerra; cree que puede haber un nosotros sin la abismal y necesaria distancia de un tú y un yo.
No sea perezoso: atiéndase, escúchese, expóngase, muéstrese. No se quede pegado de las cobijas de la inercia cuando su alma lo llame.
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Desmonte y desmonte… avisos

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Desmonte y desmonte… avisos
Ante la alta contaminación visual en El Poblado, a la subsecretaría de Espacio Público no le queda más que continuar los operativos

Un equipo de trabajo capacitado en la regulación y control de la contaminación visual exterior recorre en un camión el sector de El Poblado. Está dotado de herramientas que les permiten desmontar aquellos avisos publicitarios que incumplen la normativa: una varilla que llegue a la altura de un pasacalle, bien sea para derribarlo con un golpe o desatar las cuerdas que lo sostienen; una pipeta con oxígeno y acetileno, para producir la llama que derrite el metal de los avisos de orientación clavados en los andenes; o tan solo alcanzar los publipostes y bajarlos.
Acompañando el trayecto van Gabriel González, el subsecretario de Espacio Público, y Andrés Restrepo, el coordinador de Contaminación Visual Exterior. Generalmente hacen parte de los operativos que día a día la subsecretaría realiza en los diferentes sectores de la ciudad. Siendo El Poblado uno de los barrios más afectados, las intervenciones son más frecuentes en la Avenida de El Poblado y en la calle 10.
No tener resolución de registro ni solicitud de permiso, poner más avisos de los permitidos, ubicarlos en lugares diferentes a los indicados, no cumplir con la distancia reglamentaria entre la vía y el anuncio, hacer mal uso de los antejardines y colgar pasacalles de los árboles, son algunos de los motivos por los que en cada recorrido la publicidad es desmontada.
Entre algunas consideraciones están: para anunciar construcciones es prohibido utilizar pasacalles; a las constructoras se les permite publicitar por medio de una valla y avisos de orientación alrededor de 1 km del área del lugar en donde se encuentran, mientras que para eventos, empresas y centros comerciales no se pueden usar avisos de orientación. Los publipostes son prohibidos en todos los casos, sin embargo son los más utilizados.
Aunque los anunciantes tengan claro que su publicación va a hacer retirada, esta labor se convierte en una carrera de monte y desmonte. El subsecretario Gabriel González dice: “Que sepan que si los ponen, ese mismo día los bajamos”, y agrega que su tarea es continuar con la imposición de las multas”, que de no ser pagadas impiden otorgar el permiso para una próxima oportunidad.
En el momento en que se baja una valla, pasacalle o aviso de orientación, se realiza un informe de retención en el que se indican los motivos de la infracción. Esta es la constancia para que el propietario reclame el aviso. Cuando este tiene permiso, por medio de la Secretaría de Hacienda se le cobra el desmonte. Una sanción puede ser hasta de 5 millones 900 mil pesos (10 salarios mínimos), pero algunos infractores consideran que sale incluso más barato que una publicidad en medios. Obtener el permiso para colocar un pasacalle cuesta 178.000 pesos.
Durante el último recorrido, tan solo en dos horas fueron desmontados tres pasacalles, cuatro avisos de orientación, dos publipostes y un aviso en pasta. Los sitios: la Avenida El Poblado, Los Balsos, Los González, San Lucas, El Tesoro, La Transversal Superior, sectores en los que es recurrente la publicidad de constructoras,

Paradojas

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Paradojas
Cuántos no han perdido los estribos paulatinamente, como la sufrida “Señora Patricia”, ante los trámites absurdos y las solicitudes sin respuesta

No deja de ser desconcertante que sea cada vez más difícil comunicarse, pese a la vertiginosidad de los avances en la comunicación digital, a la invención permanente de dispositivos móviles y a la proliferación de redes sociales, todos sistemas trabajados, investigados, pensados y diseñados justamente para mejorar la comunicación y para que las personas puedan estar en contacto en tiempo real. Cuando la tecnología permite hacer videollamadas entre lugares tan distantes como Asia y América con solo un clic, parece una broma que sea tan complicado –si no imposible– contactar a un funcionario de la misma ciudad o departamento, que tiene todos los medios a la mano, dispuestos por su mismo despacho oficial con dineros públicos para estar al servicio de la comunidad. Si esta comunicación se torna a veces tan difícil para los periodistas y órganos de comunicación, quienes supuestamente tienen más fácil acceso a ellos por su deber y derecho a informar, cómo será para los ciudadanos del común. Las barreras son múltiples; van desde la imposibilidad de obtener respuesta en las líneas usuales de “atención”, hasta el muro infranqueable en que suelen constituirse los mandos medios, llámense secretarias, comunicadores, líderes de programas, secretarios privados, asistentes, subsecretarios o asesores. Estos, aunque tengan buena voluntad e información más detallada que la de su jefe, en muchos casos no están autorizados para darla, sencillamente porque no hay una real delegación de funciones. Los sistemas pueden ser más modernos, posibilitar caminos de comunicación más expeditos, pero la burocracia y la centralización siguen siendo las mismas o peores.
Otra realidad tan inexplicable como incoherente es que mientras más grandes y poderosas son las organizaciones, públicas o privadas, peor es su sistema de comunicación. La paciencia se pone a prueba a menudo, y no siempre pasa el examen, cada vez que hay intentos de contactarse con un call center o centro de recepción de llamadas de una línea de emergencias, de empresas de telecomunicaciones, de entidades prestadoras de servicios públicos, de EPS, IPS y afines, de centros comerciales, de almacenes de cadena, de bancos u organizaciones financieras, de colegios, de universidades, de líneas gratuitas, en fin, la lista es larga. Si tiene suerte, contestan –una grabación, obviamente–; si no sabe la extensión el asunto es más dispendioso, aunque si la conoce tampoco es garantía de nada, pues es usual que la llamada se vaya a un buzón que le cuenta lo que usted ya sabe: que la persona que busca no está disponible en ese momento. Ni en otro. No está muy lejos el caso que se hizo célebre, precisamente por las redes sociales, de “Señora Patricia”, audio de la conversación telefónica de una usuaria desesperada con una inoperante, incumplida y abusadora compañía de telecomunicaciones. Cuántos no han perdido los estribos paulatinamente, como la sufrida “Señora Patricia”, ante los trámites absurdos, las solicitudes sin respuesta, en esta, la era de la aldea global, de Acuario y las telecomunicaciones.

Flamenco Flamenco

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Flamenco Flamenco
El musical de los grandes representantes del flamenco, del director español Carlos Saura.

Skyfall

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Skyfall
La lealtad del agente 007 con M16 es puesta a prueba.


Soy una piedra preciosa

“Soy una piedra preciosa”

/ Carlos Arturo Fernández U.

Catalina Estrada (Medellín, 1974) reúne en su trabajo las dimensiones del diseño gráfico, la ilustración, la publicidad, el dibujo o las nuevas formas de pintura, para generar obras imposibles de limitar en las técnicas y formas tradicionales.
Así, por ejemplo, a partir del 11 de octubre inauguró la nueva “Sala a cielo abierto” del Mamm, utilizando el formato de ilustraciones digitales presentadas como vallas publicitarias en los espacios callejeros que rodean el Museo. Y ni siquiera se trata de una instalación, como uno pudiera pensar.

Pero ya antes la obra de Catalina Estrada formaba parte de la colección del Mamm. “Soy una piedra preciosa” es una ilustración digital, de 50 por 45 centímetros, realizada en 2009 dentro de una serie titulada “Desarmando sueños” en la cual la artista plantea el drama de los niños envueltos en la guerra en Colombia, un país que es al mismo tiempo paraíso e infierno.
El siglo pasado estableció una división maniquea entre los artistas entregados a una orgía de originalidad, que solo parecían interesados en el arte mismo, y los diseñadores y arquitectos, considerados como técnicos y no como artistas, dedicados a la creación de una nueva sociedad, más humana por ser más racional. Por el contrario, las últimas décadas han visto confluir estas dos vertientes en una dimensión que podríamos decir que es la del reconocimiento del valor de las experiencias vitales. Ahora todas las dimensiones artísticas vuelven a estar implicadas en la obra de estos nuevos productores hasta el punto de que son obsoletas las antiguas clasificaciones.
Catalina Estrada, en concreto, hace en la misma obra publicidad, intervención espacial, ilustración y arte utilizando nuevas formas de trabajo para abrir campos que antes estaban limitados a la pintura. Por eso, no resulta posible dividir esquemáticamente entre ámbitos como las campañas publicitarias que desarrolla para grandes marcas internacionales (Coca Cola, Nike, Levi’s, Paul Smith y muchas otras), las ilustraciones de libros, sus diseños de objetos y las series de trabajos bidimensionales, como “Soy una piedra preciosa”, que desarrolla con medios digitales. No es más artista o menos ilustradora publicitaria en un campo o en el otro.
“Soy una piedra preciosa” revela claramente la manera como Catalina Estrada se aproxima a la realidad y a su trabajo.
Por una parte, hay una unión sofisticada de tecnologías tradicionales y nuevas que permiten llegar a las definiciones estructurales y coloristas de la obra, lo que solo se puede lograr a través de procesos de ensayo y experimentación. Pero, sobre todo, están presentes las referencias a un mundo que se despliega más por la evocación y el sentimiento que por la observación directa. Se trata quizá, como dice la misma artista, de los recuerdos de la infancia que se manifiestan en el esquematismo y simetría de las formas y en el uso de colores planos y brillantes que, a la vez que se refieren intencionalmente a las artes populares latinoamericanas, hacen presente la exuberante naturaleza que nos rodea. Realidades que, de alguna manera, también rescatamos de la oscuridad del olvido.

Lo importante es tocarse

Lo importante es tocarse
/ Esteban Carlos Mejía

Íbamos a hablar de armonía y bienestar del ser y terminamos charlando sobre tarot, cábala cristiana y matrimonio interior. ¿Nada es casual? ¿Todo tiene que ver con todo? ¿Huir o explorar nuestro interior? Ideas y temas que compartimos con Elena María Molina en el pasado conversatorio de Vivir en El Poblado y el centro comercial Santafé Medellín.
A Elena le cuesta hablar en público. La voz se le escuchimiza, los ojos se le achican, el cuerpo se le encoge. Prefiere la reserva de su consulta, en donde las personas echan las cartas y descubren, atónitas, lo que de algún modo no sabían que sabían. Pero, a pesar de los obstáculos, en público y en privado, su palabra siempre repercute con hechicería.
El ser humano no sólo es un animal racional. También es simbólico. Y dual, dividido no por sexos, macho o hembra, sino por polaridades. La masculina es activa, solar, racional. La femenina, en cambio, representa el mundo interno, la receptividad, la intuición. “Cultivar ese mundo desconocido que se manifiesta en sueños, urgencias, emociones y sentires es la puerta de entrada al paraíso”, afirma Elena, con una sonrisa. Añade: “Al cultivar mi parte femenina, mi polaridad masculina va hacia ella en pos de la unidad. ¡Y esa unidad es el gran matrimonio sagrado!”
Elena se remonta al Genésis bíblico. Adam (hombre) no tenía con quién comunicarse. Yhvh, su dios, lo adormece. En el sopor, Adam mira hacia adentro y ve, no su costilla, sino su lado femenino, el desconocido, todo aquello que estaba por descubrir en su inconsciente. “Para entrar en armonía y bienestar es definitivo mantenernos en contacto con ese mundo interior, con el femenino, con el inconsciente”, dice Elena. “De lo contrario, en nuestras relaciones de pareja siempre buscaremos un complemento. ¡Y por más que lo intenten, dos seres humanos jamás llegarán a ser una sola carne!” ¿Entonces? ¿Qué hacer? ¡Tocarse! Ni más ni menos: el contacto es el lenguaje más profundo. Elena toma aire y asegura: “Al inicio las palabras nos tocan, las miradas nos tocan, los deseos nos tocan, y hasta el hecho de no tocarnos… nos toca. Tocarse es el fuego que inflama la pasión”.
En este punto, no me pregunten por qué, nos pusimos a hablar del tarot. Con paciencia, explicó que el tarot no sirve para adivinar ni profetizar. Ella se limita a mostrar lo que las cartas, con su antigua y, en cierta forma, inexpugnable sabiduría, le revelan a quien las echa. Quizás por su práctica de muchos años o por su sensibilidad de oráculo, hasta de bruja, Elena se vuelve receptiva y permeable al pensamiento del otro, se transforma en verdadera médium, en genuina mediadora. Yo le creo. Frente al tarot, el ocultismo y el esoterismo, me gusta inspirarme en el criterio del angélico doctor Sigmund Freud: “no convencido del todo, y sin embargo presto al convencimiento.” ¡Ja!
Y así, frase a frase, el conversatorio se nos fue en comentarios, anécdotas y reflexiones sobre la esperanza que anida en nuestros corazones, afiebrados por conseguir a toda costa la esquiva felicidad.
El próximo jueves, 1° de noviembre, sondearemos otra vez nuestras almas. Con Chiquinquirá Blandón conversaremos sobre Los pilares del amor. En Santafé los espero.
[email protected]

Mediocridad: nuevo pecado capital

Detesto la mediocridad. Según el diccionario, significa: “Calidad baja o casi mala. Falta de valor o de interés. Falta de inteligencia o de capacidad para realizar algo”.
Hacer las cosas bien hechas por lo que le pagan es lo normal; hacer tres cosas buenas por una mala, es más que mediocridad. Lo bueno es lo cotidiano y se olvida, lo malo se va acumulando en su listado de errores y va mermando la capacidad de confianza de su patrón.
Lamentablemente es un pecado común en nuestro sector, en gran parte originado por la educación tan pobre y mediocre que se les da a los estudiantes de cocina en algunas instituciones. A ellos desde un principio se les ofrece algo que no es, ya que el título profesional de Chef no existe. Uno estudia administración de empresas, pero no le dan título de gerente. Chef es un cargo al que se llega después de muchos años de quemarse y cortarse, de dirigir una cocina, de crear muchos platos, de manejar personal. Chef es un cargo que se tiene que merecer, que se tiene que ganar y precisamente el peor enemigo para llegar a serlo es la mediocridad.
Cocinero: su oficio merece respeto. Nunca olvide que los cocineros entramos y salimos muy orgullosos por la puerta de servicio. Pero si usted cree que por ser una actividad tan agradable y divertida puede hacer lo que quiera, está equivocado.
Su patrón. Lo es en un caspete, en un restaurante de cocina rápida o en uno de alta cocina. Nunca olvide que la mayor virtud de su jefe, o su peor error, fue contratarlo a usted para trabajar y que cada 15 días le da su platica, llueva truene o relampaguee.
A tiempo. Cumplir con el horario es sagrado como parte del respeto por su oficio. Mientras más querido sea el patrón, mejor debe responder. Es triste pensar que porque un patrón es buena gente, usted puede llegar a la hora que quiera.
Errores. Si se la pasa quebrando todo y dañando todo, usted es más que mediocre. ¿Cuántos errores le aceptaría a un piloto de avión? ¿Cuántos errores le toleraría al chofer del bus donde va su hijo al colegio? ¿Cuántos errores le aguantaría al médico que va a operar a su mamá?… Entonces, ¿por qué a usted sí le tienen que aceptar toda su falta de atención? Claro, como usted no es quien tiene que pagar los daños, no le importa.
Usted cree que “me quedé dormido” o “se me olvidó, qué pena” son disculpas válidas. Qué tal que al patrón se le olvide su quincena y diga “que pena con usted”.
Licor. Así sea barman, mesero o cocinero, ni siquiera dueño del restaurante, no debe faltarle al respeto a su oficio tomando trago durante el turno; es más, debería procurar no hacerlo en su negocio ya que puede causar problemas que se le van a salir de las manos. ¿Qué tal el médico tomando whisky mientras ausculta el pecho de su mujer? Si decidió ser cocinero, respete su profesión y respétese a sí mismo. No existe ningún oficio distinto al de catador de licores que sea tomando, y eso que ellos prueban y escupen.
Ser cocinero o chef, como usted quiera llamarse o que lo llamen, merece compromiso, amor y mucho respeto por este oficio maravilloso, cuyo objetivo es servirle a los demás a través del inmenso placer que representa comer bien. Escríbanme por favor a [email protected]
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