Esteban Carlos Mejía
Novelista y columnista de opinión.
Ha publicado las novelas Mentirás al prójimo como a ti mismo, 2001 (Premio Nacional de Novela Universidad de Antioquia 2000); I love you putamente, 2007; Hagan el favor de hacer silencio, 2013, y Esos besos que te doy, 2016.
En Vivir en el Poblado publica la columna Hic et nunc (Aquí y ahora) y en El Espectador, de Bogotá, cada quince días, Rabo de paja.
No hay más dios que William Faulkner
Su escritura tiene duende, como decía Federico García Lorca: el duende de la originalidad y la consistencia narrativa, la independencia espiritual de un creador sin ambages ni cortapisas, hecho para ser leído con veneración y respeto
¿Matar a la mamá no es pecado?
Después y antes de Dios es una novela sobre el asesinato de una matrona por su propia hija, la fuga de la asesina junto con Bibiana, su joven amante, el posterior secuestro de ambas… más un final que no les voy a contar
Cría fama y tírate a las pereiranas
Aldemarcito lanzó una bomba lacrimógena en forma de libro, un escandaloso análisis de la vida, pasión y resurrección de las mujeres de Pereira que escudriña los vericuetos de la Perla del Otún. No queda títere con cabeza
Rubem Fonseca, la brusquedad de la ternura
Ambientada en Río de Janeiro, está narrada con desparpajo casi procaz por el escritor Gustavo Flavio, mulato gordo, pedante e insufrible, sátiro y hambrón, cuyo seudónimo es homenaje a Gustave Flaubert
Por una fiesta se olvidó que cada uno es cada cual
Otro golazo de Juan Diego Mejía y su equipo de trabajo, con el apoyo de Amalia Londoño Duque, secretaria de Cultura Ciudadana. Al César, lo que es del César
¿Envidia o caridad por los que no leen?
Pegados al televisor, desorientados, sin imaginación, rústicos, pensando en vacas y bestias. O, quién quita, rezanderos, cándidos, prósperos y borregos, de rodillas ante la Virgen de los Sicarios rogando para que gane el No
Alabanza a un librero sin nombre
Eres astuto. Rápido, gatillo veloz. Precavido y desvergonzado al mismo tiempo. Con simpatía y cinismo. Intrépido. Sentimental. Capaz de atravesar medio valle de Aburrá para conseguir y entregar tu droga
La curiosidad me dañó el tinto. Leí por encima del hombro: imposible: una tipografía demasiado chiquita para mi voyerismo. Se volteó y me miró con desconfianza. No tenía ni 16 años
Si follar fuera obligatorio, nadie follaría. Las personas follan por amor, por placer, por deseo, hasta por curiosidad
¿A quién le lees tú? ¿A tus hijos chiquitos? ¿Has notado que cuando cierras el libro ellos abren los ojos? Sus cabecitas fantasean hasta que la oscuridad los obnubila. ¿Les lees a tus compañeritas de estudio, youtuberistas feroces?
La libertad os hará verdaderos… lectores
A mi abuela, mamá Julia, el cura confesor de San Jerónimo de los Cedros le prohibía, bajo pena de condenarse a la gehena, que leyera María, de Jorge Isaacs por ser un libro judío, masón y hediondo
Con la boca hecha agua, pregonan que ya nadie lee como ellos leían cuando eran muchachos. “Los jóvenes de hoy no leen nada”, se indignan. “Y lo poco que leen es malo”. Les tengo lástima, pobrecitos
Si leer nos hace mejores, ¿entonces para qué leer a Henry Miller o a Charles Bukowski, sujetos que sólo quieren follarse a las mujeres de este mundo lleno de mujeres? Si leer nos hace peores, ¿entonces para que leer a sor Juana Inés de la Cruz?
Conan Doyle fue médico y oftalmólogo, espiritista y francmasón, jugador de rugby y golf, boxeador y grafómano. Parece que no tuvo muchos pacientes. En 1887, a los 28 años de edad, publicó Estudio en escarlata, primera novela con Sherlock Holmes
¿Para qué leemos? Para aprender, gozar, odiar y amar, rabiar, olvidar. Leemos para ser letraheridos. Para dejar de ser lo que somos, fantasear o navegar por entre las nubes sin alzar vuelo del horripilante suelo donde descansan nuestras posaderas
Propongo a Vargas Llosa y me regañan porque, a sus 80 años, viagra de por medio, anda en la cama con Isabel Preysler. Pero yo qué puedo hacer. Insinúo a Doris Lessing y ¡ay!, me crucifican: “Esa gringa es una p… de la peor calaña”
Leer de todo, lo que a uno le dé la p… y reverenda gana, haciendo caso omiso a la voz de la conciencia. Leer por goce pagano, por puro hedonismo
Nadie debería imponernos un canon al leer. Ni tutores, ni amantes, ni novios, ni compañeros de trabajo. Los dioses bendigan el despelote que Gutenberg creó con su imprenta
Un derechista pragmático, Vargas Llosa, que escribe con la sutileza de un idealista y un izquierdista recalcitrante, García Márquez, que narra con la sapiencia de un príncipe de la Iglesia, de los de antes, los del Renacimiento
¿Leer ficciones nos vuelve (más) sabios?
Nos pone contentos, nos vuelve flexibles al entendimiento y a la comprensión de las ideas ajenas. Inclusive, nos hace respetuosos
No conozco al primer lector envidioso. Descubrir lo que están leyendo los demás no da tristeza ni pesar. Si mucho, un leve cosquilleo en el esternón al darnos cuenta de que el tiempo no alcanza y constatar que tenemos un rimero de libros aún por leer
Guerra y paz es una novela incomparable e inolvidable. Sus personajes son criaturas casi reales, vivaces, intensas, pletóricas de fuerza, contradicciones, emociones y sentimientos. Criaturas entrañables: ¡todas!
¿Para qué leerme las voluminosas novelas policíacas de Henning Mankell, muerto hace más o menos un mes, en vez de conseguirme un estudio de la ONU o repasarme ciertas páginas de The Economist?
Permítanme recomendarles lo más puppy de este mundo. Directamente desde Madrid, España, y después de una gira por 21 naciones de América y Asia, aquí está la versión electrónica de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia
¿Hay algún vínculo oculto o explícito entre Adoum, Bibliowicz y Faulkner? Todavía no lo sé. Pero algún día lo sabré. Porque creo, a pies juntillas, en la sabiduría de Roa Bastos: “Existe el azar porque existe el olvido”
Al leer un buen texto uno no quiere que el gusto se acabe jamás y que al avanzar en la lectura solo se ansía que el final se postergue o se retarde lo máximo posible
¿Qué pasará con la Fiesta del Libro en el cambio de alcalde? Sería clave conocer la posición de los candidatos. ¿Mantendrán, restringirán o ampliarán el presupuesto del Municipio? ¿Respetarán su autonomía intelectual?
Evítese molestias: todo libro es mejor que su autor
Tarde o temprano, viene la decepción. Esos tipos también son seres de carne y hueso, con virtudes y vicios como el resto de la humanidad. Vanidosos, malgeniados, aburridos o humildes, simpaticones, ingeniosos
Creen que los demás tampoco leen
El ladrón juzga por su condición. Como algunos no leen, creen que los demás tampoco. Pobres angelitos, váyanse con ese manto a misa
Dime qué subrayas y te diré quién eres
Nombres y fechas, frases célebres o candidatas a la celebridad, títulos de textos, citas y notas de pie de página. Subrayé hasta el índice
Cada cual lee lo que se merece
Las recomendaciones son una secuela del nepotismo. Y a mí, el nepotismo en sus múltiples versiones, sibilinas o campechanas, me inflama el colon
Ahora me importa un pito que los vecinos de mesa en la buñuelería se enteren de lo que leo
Para mí leer es un goce pagano, la reivindicación íntima y solitaria del placer más íntimo y solitario: dejar de ser
El día menos pensado, al lector de un solo libro le puede brotar el sarampión de Cortázar o el sarampión de Saramago, cacofónico y todo, o el sarampión de Borges
Pobre de ti. Tienes que leer lo que a ellos les dé la gana. Tú con Alice Munro, ellos con Doris Lessing
Eduardo Mendoza, uno de los novelistas españoles más amenos y traviesos de hoy en día, sólo conserva en la casa aquellos libros que considera imprescindibles en su vida
Cuánto recorrido entre ese idílico primer libro y el último que acabo de leer
La intimidad de la lectura silenciosa “estimuló el resurgimiento del antiguo género del arte erótico”
No es sino que hagan una señita…
El cerebro titubea, aún en duermevela: no apto para razonar. La mente bucea en una nebulosa sin fin, impenetrable y silenciosa. Entonces cada párrafo es más nítido que el anterior, cada frase es más pertinente que la siguiente
En nombre de todos los que cada vez leemos más y mejor, yo los emplazo: dejen de joder la vida
Se ven tan plácidos, tan confiados en las bienaventuranzas del destino, tan ajenos a las trampas de la literatura
/ Esteban Carlos Mejía
Y, dicho con todo respeto, los pro-motores de lectura parecen vendedores de ataúdes azuzando al moribundo a dar el paso hacia la lectura obligatoria
/ Esteban Carlos Mejía
¿Y entonces? ¿Por qué la leo con innegable placer? Porque María, aun con su ampulosa adjetivación decimonónica, resuena en mí con un eco potente e irremediable. A lo mejor sea “el dulce contagio sensitivo, el gran consuelo de llorar”, como dijo Alfonso Reyes
Del tráfico de influencias y las malas compañías
/ Esteban Carlos Mejía
Uno empieza leyendo Las nieves del Kilimanjaro y acaba obsesionado por Sartoris o Mientras agonizo
¿Por qué leemos tan distinto, ah?
/ Esteban Carlos Mejía
¿Leer será acaso un misunderstanding issue, como dicen los gringos?
/ Esteban Carlos Mejía
¡Yo los he visto con estos ojos que se comerán los gusanos o arderán en el horno crematorio!