Motoshow Sandiego
Durante tres días, el Centro Comercial Sandiego llevó a cabo en sus instalaciones Motoshow
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Motoshow Sandiego
Durante tres días, el Centro Comercial Sandiego llevó a cabo en sus instalaciones Motoshow
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Existe un conjunto de cortes de carne, tanto de res como de marrano, los cuales, o bien tienen todos sus adeptos, o bien, a sus detractores no les gusta ni mencionarlas. En efecto, y creo no exagerar, hay quienes fruncen todos sus músculos faciales cuando en una conversación culinaria se alude a ciertas preparaciones, siendo los mismos que, al momento de tomar una carta de restaurante la cierran súbitamente al encontrar en ella la presencia de dichas carnes. Pues bien, en días pasados tuve una experiencia totalmente diferente a lo descrito en líneas anteriores; éramos tres personas a manteles y sin comentarios previos el pedido quedó configurado de la siguiente manera: sobre-barriga al horno, hígado encebollado, y una corta duda entre riñones al jerez o lengua en salsa de tomate, se resolvió por ésta última. Como es de suponer, la conversación inmediata giró alrededor de nuestro pedido, haciendo cada uno de nosotros descripciones detalladas de pretéritas degustaciones en diferentes latitudes; sobra decir que, una vez llegaron a la mesa nuestras viandas, el silencio fue absoluto y las pocas palabras que nos cruzamos fueron de elogio y satisfacción con respecto a nuestras decisiones.
Yo fui quien pidió el hígado encebollado, y he tomado la decisión de comentarlo hoy en esta columna, por la exquisitez del plato. No en todas partes saben cortar y limpiar convenientemente el hígado; en esta ocasión su corte era de un rectangular perfecto y un preciso grosor. Asumo que su adobo previo, no pasó de ser gotas de limón y de aceite de oliva. Su tiempo de calor en plancha fue exacto y su complemento de crocantes anillos de cebolla le dieron un equilibrio perfecto a su gusto y sazón; por lo demás, su guarnición de yucas y papas chorreadas, acompañadas de reverendas rebanadas de tomate maduro, otorgaron al plato una perfecta composición de sabor.
Reitero, no somos muchos los amantes de estas preparaciones, pero quienes nos identificamos con ellas apreciamos los restaurantes que se aventuran a ofrecer tan polémicas recetas. Hoy, no sólo como periodista culinario, sino más aun como colega (propietario de restaurante) quiero reconocer la calidad con que sale el hígado encebollado del restaurante “La Tienda del Vino” y, por lo tanto, lo recomiendo a todos aquellos que disfruten de tan subestimado sabor; además, necesario es reconocer que mis amigos salieron tan satisfechos como yo.
* La Tienda del Vino:
Calle 9 Nº 43 B – 93
[email protected]
El arquitecto Antoine Rahbani Mebarak (Tony) llegó del Líbano a Barranquilla para quedarse.
Carolina, Diana Trujillo, Antoine Rahbani Mebarak y Rosalinda Numa Farah
Con su hermana fundó Sarab, un exitoso restaurante que lleva trece años como uno de los referentes en el competido mercado de comida libanesa en esa ciudad. Hace unos meses inauguró una sede de Sarab en el Mall San Lucas, donde la filosofía es “cocinar con amor”. La abrió junto a Rosalinda Numa Farah y sus tres hijas, Carolina, Diana y Laura Trujillo, quienes hace cinco años crearon Arish Cocina Árabe Gourmet, negocio bajo pedido inspirado en las recetas tradicionales de Mimi, su abuela libanesa.
Con especias importadas del Líbano, ingredientes de la más alta calidad y recetas caseras transmitidas de generación en generación, Sarab conquista a sus comensales con opciones sanas para compartir y ricas especialidades. Entre los recomendados de nuestra Buena Mesa está el Fatteh Sarab (garbanzos con carne bañados en laban, hierbabuena, piñones y pan árabe tostado), el Mixto Sarab (arroz con almendras y pollo, quibbe zeppelin, tabbuleh, tahine, kafta, hojitas de parra y repollo), y, de postre, el baklawa (pasta filo con almendras y nueces, bañadas en miel con esencias libanesas).
Para esta edición de La Buena Mesa, Antoine Rahbani Mebarak nos brinda las recetas del tabbuleh y el tahine especial. Reservas en Sarab en el 583 2000.
Tabbuleh
(para 2 personas) Ingredientes
• 2 cucharadas de trigo.
• 4 cucharadas de tomate rojo
finamente picado.
• 4 cucharadas de perejil finamente
picado.
• Jugo de medio limón.
• 2 cucharadas de aceite de oliva.
• Una pizca de pimienta y sal.
Preparación
Revolver todos los ingredientes en un bowl. Servir sobre una cama de lechugas y decorar con un tomate partido en cuatro cascos.
Nota: Si desea un tabbuleh más ácido, agregar más jugo de limón.
Tahine especial
(para 2 o 3 personas)Ingredientes
• Una taza de garbanzos cocinados.
• Dos cucharadas de crema de tahine.
• Jugo de medio limón.
• Un diente de ajo.
• Media taza de agua.
• 20 gramos de lomo de res en cuadritos.
• Una cucharada de piñones.
• Una pizca de sal.
• Aceite de oliva.
Preparación
Mezclar, en una licuadora, los garbanzos, la crema de tahine, la sal, el limón, el diente de ajo y el agua. Sofreír la carne, las almendras y los piñones (cada ingrediente por separado). Agregar sobre la mezcla licuada, la carne, las almendras y los piños y verter un chorrito de aceite de oliva. Servir acompañado de pan árabe.
Nota: Si desea un tahine más ácido, agregar más jugo de limón.
Grill Station Burger, hamburguesas viajeras
Con una ambientación que hace sentir a los comensales como viajeros en una antigua estación de tren y a punto de emprender rumbo a atractivos destinos, Grill Station Burger le apuesta a un concepto de hamburguesas gourmet, influenciadas por las cocinas de diferentes lugares del mundo.
Entre sus trece alternativas de hamburguesas, cada una de ellas acompañada de una salsa diferente, se destacan la Alpes Suizos (con champiñones salteados en una mezcla de queso azul, y una jalea de cebolla), la Valencia (incluye jamón serrano y una dulce confitura de pimentón) y, la Original (con carne rellena de tocineta y queso cheddar). Costillas y ensaladas completan la oferta de este restaurante cercano al segundo parque de Laureles (circular 76 # 73 B-17). Informes: 412 8021.
El 20 de julio, a partir de las 2 pm en el Orquideorama del Jardín Botánico, se realizará un evento que fusiona música y gastronomía española. El protagonista principal será Marlango, grupo madrileño de música pop con influencias del jazz y del blues; además estarán los artistas locales Angélika y Uh La Lá, banda que interpreta música francesa clásica y contemporánea.
Este evento, denominado Una Tarde con Marlango, tendrá un espacio donde los amantes de la gastronomía española disfrutarán de buenos vinos, sangrías, tapas, montaditos, paellas del Restaurante Herbario. La boleta, cuyo costo es de 74 mil pesos (más 5 mil del ticket service), puede adquirirse en Bonuar o en los puntos de Ticket Express. Informes en www.melodiemusique.co o en el teléfono 235 3577.
Carlos Yepes (presidente Bancolombia), Jaime Abello (FNPI), Aníbal Gaviria y Gonzalo Pérez (presidente Suramericana
Entre reconocidos escritores, periodistas y personajes, se dio a conocer en el Mamm el galardón que busca incentivar los valores del trabajo periodístico, inspirado en el escritor y Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
El premio, creado para el ejercicio de esta profesión en Iberoamérica, tendrá inscripciones abiertas del 26 de julio al 26 de agosto de 2013, en cinco categorías que serán evaluadas por jurados independientes, conformados por connotados periodistas de diferentes países.
Las cinco categorías son Crónica y reportaje, Innovación, Imagen periodística, Cobertura noticiosa, y una categoría especial de Excelencia, que será un reconocimiento a un periodista o equipo por su trayectoria, integridad y aporte al avance del periodismo.
Además del reconocimiento y un diploma, los ganadores de cada categoría recibirán 15 mil dólares, y los dos finalistas de cada categoría recibirán 2.500 dólares. La entrega del Gabriel García Márquez será en noviembre en Medellín, casa permanente del premio.
Marcha zombie, Sicleada literaria, maratón de cine, camping literario, Jam Latino, muestra de pirinola, trompo, cometas y otros juegos olvidados, microtalleres para actores, directores, dramaturgos, escenógrafos y músicos, recitales de poesía y charlas con invitados como el poeta Juan Manuel Roca, el escritor Mario Mendoza y el periodista Mario Jursich, y una exhibición comercial de saldos y promociones en libros, artesanías y productos inspirados en la literatura hechos por jóvenes emprendedores, son solo algunas de las actividades de la quinta versión de la Parada Juvenil de la Lectura. Este año el tema será “Eros y Tánatos. Grandes y bajas pasiones”, para reflexionar sobre asuntos como sexo, deporte y violencia. Además se liberarán nuevamente más de mil 500 libros, donados por librerías y editoriales locales y nacionales, para que circulen en toda la ciudad. Si usted encuentra uno de estos libros, después de leerlo, déjelo en algún lugar (la banca de un parque, la mesa de un café o la silla de un bus, por ejemplo) para que otra persona pueda disfrutarlo. El viernes 19 de julio, Vivir en El Poblado pondrá a transitar 30 ejemplares en los parques El Poblado y Lleras, y la Calle 10. Vea en nuestras redes sociales por dónde empezarán a deambular estos textos. Encuentre la programación en FB (Fiesta del Libro y la Cultura).
/ Gustavo Arango
La semana pasada tuve el gusto de volver a Cartagena. Volví a sentir su tibieza, volví a escuchar su música, volví a ver rostros que hace tiempo eran mi vida cotidiana. Al llegar recordé las palabras de Ramón de Zubiría, quien decía que el aire de Cartagena embriaga tanto que a algunos los deja locos. Doy fe de sus palabras. La locura que me aqueja se debe en buena parte a los diez años que viví respirando el aire de ese sitio.
No fui en plan de turista ni de culebrero fino. Esta vez quería dejar que la ciudad me regalara a su capricho. El primer recorrido estuvo lleno de sonidos: el vaivén de las aguas, la inquietud de los pájaros, los saludos y charlas. Así empecé a entender la deuda que tengo con Cartagena. Años atrás, cuando llegué a vivir a esa ciudad, mi único lenguaje era el acento rústico, golpeado, del lugar donde nací. Cartagena se dispuso a limar asperezas, a enseñarme que el habla es siempre un canto.
Me pregunto si este viaje a Cartagena era una despedida o el preludio de un regreso. Peregriné en silencio frente a la casa donde hoy vive un olvido que ocupa sus horas cantando boleros y vallenatos, me puse al día en chismes, vi rostros sonrientes y brillantes de sudor, tuve conversaciones insensatas, participé en tertulias, me fueron reveladas las intrigas de la corte y los dramas menudos de los subalternos, vi la vida transcurriendo como si me llevara de la mano un narrador omnisciente. Esa visión sin obstáculos es otra de las deudas que tengo con Cartagena. Medellín es una ciudad que te confina, te pone una etiqueta y te limita. Cartagena, al menos por mi experiencia, te da acceso a todas las facetas de lo humano.
Uno de los episodios más curiosos del viaje fue mi visita a Juan Gossaín. El cronista y exdirector de noticias de RCN goza de buen retiro en Cartagena, dedicado a leer y escribir, a organizar tertulias con amigos. Gossaín ha sido uno de los lectores más entusiastas de Un ramo de nomeolvides, mi libro sobre los inicios de Gabriel García Márquez. Hace unos años, Gossaín me regaló una anécdota que atesoro. Un día de 2007, García Márquez le pidió prestado mi libro. Cuando volvieron a verse, se lo arrancó de las manos, se lo entregó a Mercedes y se volvió a decirle: “Considéralo perdido”. A principios de este año, cuando se reeditó Un ramo de nomeolvides, Gossaín me escribió que le avisara cuando fuera a Cartagena. Así llegué a ese enorme apartamento-biblioteca, de cara a la bahía, donde hoy disfruta de una comodidad conquistada a costa de muchas madrugadas. Tardé en hacerme a la idea de que estaba con el hombre y no con un radio de gafas oscuras. Hablamos de libros, de escritores, de episodios menudos de la historia de Cartagena. A él le debo otra de las revelaciones de mi viaje.
Gossaín ha vivido intrigado por algo a lo que llama el “perrateo”, una curiosa forma de la informalidad y de la envidia que hace que en Cartagena nadie respete los logros ajenos. Allí no hay Nobel ni carrera brillante que valga para evitar que cualquiera te ponga la mano en el hombro y te trate como igual y hasta con aire de superioridad. Ignoro si aquello es bueno o malo; con Gossaín no pudimos llegar a una conclusión. Por lo pronto se me antoja que hay algo de hermosa democracia en esa forma sonriente y cantora que tiene Cartagena de bajarle los humos hasta al más encumbrado.
Medellín, julio de 2013.
[email protected]
En medio de un sorprendente silencio, Sandra Gómez, percusionista de la Filarmed, nos abre las puertas de su casa en el barrio La Aguacatala. Por un corredor nos lleva a ver el cuarto donde guarda sus instrumentos. Regresamos a la sala para hablar de ella. Hablar de cómo sus padres la matricularon, junto con sus dos hermanos, en clases de música (violín y piano) en la Universidad de Antioquia cuando eran muy pequeños, y cómo en el Colegio Palermo se acercó por primera vez a unas baquetas cuando el profesor de música preguntó si alguien sabía tocar batería, para que se uniera al conjunto del colegio.
Sandra no sabía nada de batería, pero una atracción por ese instrumento hizo que se ofreciera. Lo golpeó como había visto hacerlo a otras personas; se lo inventó. Después de verla tocar, el profesor, algo asombrado, le dijo: “Esa es la peor forma que he visto de coger unas baquetas en la vida”. Sin embargo, le habrá visto talento y muchas ganas porque Sandra siguió haciendo parte del conjunto hasta que se graduó como bachiller. Así fue como aprendió lo mínimo de técnica de percusión y algunas canciones. Pero a pesar de tener un claro interés por la música, ingresó a Ingeniería en la Universidad Nacional. Seis semestres más tarde ya existía el pregrado de música en Eafit y Sandra se había enamorado del pénsum. Sin dudarlo hizo el cambio. “En la música hay que empezar joven”, dice la percusionista, “así que no fue fácil, pero yo sabía que esto era lo que quería”.
En la universidad descubrió poco a poco ese mundo completo que es la percusión. Tambor, tambor de orquesta, timbales, xilófono, marimba, cajas, batería, entre muchos otros. En la Orquesta Filarmónica de Medellín, organización que la invitó a hacer parte de su planta después de tenerla en concierto como solista en 2009, desarrolló el aprendizaje. “La experiencia que te da una orquesta no tiene comparación”, dice con certeza. Allí ha podido tocar junto a grandes músicos que admira, como la percusionista Evelyn Glennie, e interpretar piezas retadoras como Consagración de la primavera, de Stravinski, y hasta descubrir instrumentos de percusión como el que tiene en su casa hecho de cencerros dorados (una petición de Glennie). Su presencia en el escenario es imponente y dicen que se transforma al tocar los timbales.
Cruzamos la sala para que nos lleve a un segundo cuarto donde tiene más instrumentos. Sandra está casada con Alejandro Ruíz, jefe de fila de percusión de la Filarmónica. Por eso tienen dos cuartos para practicar y, por supuesto, ventanas insonorizadas. En el de ella cuelgan afiches de Led Zeppelin. Sandra es hija de los años 80, no soporta el reggaetón, vibra con el rock, ha sido la baterista de grupos locales como Draconian (metal gótico) y Eve The Band (hard rock clásico). También es docente de percusión en Eafit y trabaja con estudiantes del Colegio Palermo y Caballeros de la Virgen en rutinas de banda marcial.
De ese segundo cuarto que nos muestra también sale a saludar Yoko, un perro alegre, activo y peludo que Sandra recogió en la calle. “Andaba sin dueño y le pedí a los taxistas de un acopio que lo cuidaran mientras yo iba a un concierto. Cuando volví me lo llevé”. Yoko es uno de sus fanáticos. Durante las muchas horas del día en las que ella repasa técnica y obras para conciertos, él se acuesta tranquilo debajo de los instrumentos a oírla tocar.