Recientemente, mi papá iba en un taxi por una de las avenidas principales de la ciudad de México, cuando observó unos árboles grandes y florecidos cerca a la carretera. Fascinado por su belleza, le preguntó al taxista si sabía el nombre de estos árboles. “Órale, mire que llevo pasando 30 años por esta misma avenida y jamás los había observado”, le contestó. Impactado por esta respuesta, nos escribió contándonos la historia bajo el título: ¿Será que estamos ciegos?
Su mensaje me llegó al alma pues solo dos días antes, mientras caminaba por la calle del lado de mi casa y por la cual paso todos los días, noté que uno de los locales estaba vacío y para la venta. Me quedé pensando qué era lo que había ahí antes y no me pude acordar. ¡Yo también estoy ciega!
Estoy convencida de que el taxista y yo no somos los únicos. En la sociedad actual vivimos tan rápido que vamos de un lugar a otro metidos en nuestra mente y nos olvidamos de observar, de ver lo que nos rodea. A veces pasamos por el lado de las personas sin darnos cuenta si están felices o tristes, inclusive los más cercanos. Decimos que la vida se está pasando muy rápido, pero ¿será que se siente así de rápida porque no nos detenemos a observar lo que realmente está sucediendo? ¿Para dónde vamos con tanto afán?
Esta ceguera la aborda El Guerrero Pacífico, una película que cuenta la historia de un joven gimnasta, quien, a pesar de ser muy exitoso, siente que algo falta en su vida. Conoce entonces a un hombre que le enseñará los secretos para vivir una vida plena. En un momento, el sabio le dice al joven que su mente se está llenando de tantos pensamientos que se está perdiendo de lo que está sucediendo. “Nada está pasando”, le replica el gimnasta. En ese momento la cámara empieza a mostrar en detalle todo lo que está sucediendo a su alrededor: unos hombres ríen a carcajadas, una mujer juega con su perro, un hombre lee a la sombra de un árbol, una mariquita camina por una hoja verde y una pareja enamorada se besa. El sabio le dice: “¡Nunca hay ‘nada’ pasando, todos los momentos de la vida son extraordinarios”!
Nuestra vida cotidiana es extraordinaria pero hay muchas cosas de las que no tenemos consciencia, así que estamos ciegos. Lo más importante, sin embargo, es que tenemos el poder para abrir los ojos. Te invito a que le bajes la velocidad a tu vida y a que tomes consciencia de todo lo que está sucediendo a tu alrededor. Aumenta tu nivel de atención a lo que sientes, oyes, hablas, pruebas y ves. En tu camino al trabajo descubre algo que nunca antes habías visto. Mira a tus seres queridos, ¿qué ves en sus ojos?
¡Vive un poco más despacio para incrementar tu nivel de consciencia y así exprimirle todo el jugo a tu vida!
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Será qué estamos ciegos
El 20 de abril estará al servicio
El 20 de abril estará al servicio
Esta estructura, el puente intraurbano más largo del país, ha generado gran expectativa como posible alivio de movilidad
Retrasos, accidentes de obreros, demandas, protestas de los vecinos cercanos, discusión sobre su financiación y hasta un descubrimiento arqueológico al remover las tierras, fueron elementos que hicieron parte de la construcción del Puente Gilberto Echeverri. Fue la gran apuesta de movilidad del hoy exalcalde Alonso Salazar en El Poblado.
Después de aplazar su inauguración, prevista para finales de 2011, finalmente el puente será entregado por el Alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, el próximo viernes 20 de abril en un acto formal, para luego darle apertura y libre circulación al tráfico vehicular.
Actualmente la obra se encuentra en un 97 por ciento de ejecución. Faltan detalles de paisajismo y obras complementarias en la zona inferior de parqueaderos y en la plazoleta de comidas.
Luego de los ajustes y nuevos plazos, la inversión del proyecto ascendió a 180 mil millones de pesos.
José Diego Gallo, secretario de Obras Públicas de Medellín, confirmó el buen estado del puente luego de una visita de inspección y destacó la importancia que va a tener para la movilidad de El Poblado y de la ciudad en general. “Medellín tiene un atraso de vías de 30 años. Si hoy fuera cualquier día de la década de los 80, estaríamos bien de vías para los carros que había en esa época. Pero la realidad es que no solo se necesita este puente, sino otros cinco cruzando el Río Medellín para descongestionar. La gente dice que eso es trasladar el trancón de un sitio a otro y es verdad. Pero por algún lado hay que comenzar a solucionar el problema, es peor no hacer nada. Hay que saber que en cuatro años no se resuelve un retraso vial de tres décadas”, dijo el funcionario.
Ignacio Arbeláez, presidente de la Junta de Representantes de Propietarios y Poseedores de El Poblado, manifestó que falta mejorar la señalización de las vías que van a alimentar la entrada y salida del puente. “Estuvimos en una reunión en el Tránsito y nos mostraron varias alternativas. El punto es que van a cambiar muchas vías cercanas y aún no se ha socializado”, expresó.
Valorización, estancada
A punto de entregarse el Puente Gilberto Echeverri, y mientras avanzan las obras iniciales de la continuidad de la vía Linares, la conexión de la carrera 29D con la calle 10, el empalme de las calles 11 y 11A sobre la quebrada La Poblada, y el puente sobre la quebrada La Presidenta, en Astorga, la comunidad continúa a la espera de decisiones sobre el cobro de valorización para el resto de obras incluidas para El Poblado. Luis Alberto García, subsecretario de Valorización y director ejecutivo del Fonval, indicó que aún no hay decisiones pero que avisarán con tiempo para claridad de los habitantes.
El presidente de la Junta de Representantes, Ignacio Arbeláez, reclamó que desde enero no hay reuniones sobre el asunto y recordó alternativas que había dado la Junta de Representantes. “Dijimos que para no ampliar la zona de citación, el Municipio hiciera con recursos propios la Avenida 34 y la ampliación de Los Balsos, y que la comunidad pagara por valorización el resto de obras dentro de El Poblado. No contestaron nada”.
Que no se repita la historia
Que no se repita la historia
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos
Preocupante la aseveración que hace el comandante de policía de la Estación Poblado, teniente coronel Fabio Rojas. Asegura que en algunos sectores de El Poblado hay comerciantes que están pagando a personas extrañas para que les brinden una supuesta seguridad y denuncia que hay una connivencia con estas personas ilegales.
En otras palabras y sin eufemismos, a esto se le llama extorsión o “vacunas”. Pero, más allá del término, puede ser el inicio de un camino sin retorno para que grupos delincuenciales se establezcan, amañen y afiancen en El Poblado.
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos. Las “vacunas” hicieron su tristemente célebre irrupción en Medellín, sobre todo durante las dos últimas décadas del siglo pasado, años en que la ciudad y sus estadísticas de criminalidad la convirtieron en la más violenta del mundo. Algunas de estas extorsiones llegaron disfrazadas, de la mano de las llamadas milicias populares, adscritas a grupos guerrilleros como el ELN. La falta de presencia del Estado en varios barrios de la ciudad, hizo que muchos de estos personajes “vacunadores” fueran vistos por los desprotegidos ciudadanos como homólogos locales de Robin Hood, con la loable misión de protegerlos de la delincuencia e instaurar la disciplina en los barrios.
Situaciones similares se vivieron en otras áreas del departamento, donde surgieron grupos paramilitares que cobraban cuotas mensuales para proteger a los finqueros y lugareños de los desmanes de la delincuencia y de la guerrilla. Cuánta gente no pagó por una tranquilidad ficticia en aquel entonces y crió cuervos que después les sacaron los ojos. Cuando menos se pensó, numerosas zonas de la ciudad, el departamento y el país estaban invadidas por grupos armados sin más credo político que lucrarse de los ríos revueltos, bautizados bajo diferentes nombres, el último de los cuales es Bacrim, bandas criminales.
Pero es injusto trasladar a los ciudadanos inermes la responsabilidad por la legendaria incapacidad del Estado para proteger su vida y sus bienes y para construir un territorio con justicia social, que no sea caldo de cultivo para manifestaciones violentas. Eso le corresponde a las autoridades, y, en este caso concreto, a la Alcaldía de Medellín. Por eso ahora, cuando el alcalde Aníbal Gaviria está a punto de dar vida a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y el Plan de Desarrollo sigue en construcción, es el momento de mirar con lupa lo que está sucediendo en El Poblado y tomar decisiones que impidan que la “seguridad” de este territorio caiga en manos de delincuentes. En últimas, eso es gobernar.
Que no se repita la historia
Que no se repita la historia
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos
Preocupante la aseveración que hace el comandante de policía de la Estación Poblado, teniente coronel Fabio Rojas. Asegura que en algunos sectores de El Poblado hay comerciantes que están pagando a personas extrañas para que les brinden una supuesta seguridad y denuncia que hay una connivencia con estas personas ilegales.
En otras palabras y sin eufemismos, a esto se le llama extorsión o “vacunas”. Pero, más allá del término, puede ser el inicio de un camino sin retorno para que grupos delincuenciales se establezcan, amañen y afiancen en El Poblado.
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos. Las “vacunas” hicieron su tristemente célebre irrupción en Medellín, sobre todo durante las dos últimas décadas del siglo pasado, años en que la ciudad y sus estadísticas de criminalidad la convirtieron en la más violenta del mundo. Algunas de estas extorsiones llegaron disfrazadas, de la mano de las llamadas milicias populares, adscritas a grupos guerrilleros como el ELN. La falta de presencia del Estado en varios barrios de la ciudad, hizo que muchos de estos personajes “vacunadores” fueran vistos por los desprotegidos ciudadanos como homólogos locales de Robin Hood, con la loable misión de protegerlos de la delincuencia e instaurar la disciplina en los barrios.
Situaciones similares se vivieron en otras áreas del departamento, donde surgieron grupos paramilitares que cobraban cuotas mensuales para proteger a los finqueros y lugareños de los desmanes de la delincuencia y de la guerrilla. Cuánta gente no pagó por una tranquilidad ficticia en aquel entonces y crió cuervos que después les sacaron los ojos. Cuando menos se pensó, numerosas zonas de la ciudad, el departamento y el país estaban invadidas por grupos armados sin más credo político que lucrarse de los ríos revueltos, bautizados bajo diferentes nombres, el último de los cuales es Bacrim, bandas criminales.
Pero es injusto trasladar a los ciudadanos inermes la responsabilidad por la legendaria incapacidad del Estado para proteger su vida y sus bienes y para construir un territorio con justicia social, que no sea caldo de cultivo para manifestaciones violentas. Eso le corresponde a las autoridades, y, en este caso concreto, a la Alcaldía de Medellín. Por eso ahora, cuando el alcalde Aníbal Gaviria está a punto de dar vida a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y el Plan de Desarrollo sigue en construcción, es el momento de mirar con lupa lo que está sucediendo en El Poblado y tomar decisiones que impidan que la “seguridad” de este territorio caiga en manos de delincuentes. En últimas, eso es gobernar.
Que no se repita la historia
Que no se repita la historia
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos
Preocupante la aseveración que hace el comandante de policía de la Estación Poblado, teniente coronel Fabio Rojas. Asegura que en algunos sectores de El Poblado hay comerciantes que están pagando a personas extrañas para que les brinden una supuesta seguridad y denuncia que hay una connivencia con estas personas ilegales.
En otras palabras y sin eufemismos, a esto se le llama extorsión o “vacunas”. Pero, más allá del término, puede ser el inicio de un camino sin retorno para que grupos delincuenciales se establezcan, amañen y afiancen en El Poblado.
Baste recordar un poco de la historia reciente de la ciudad para cuidarnos de repetir un capítulo fatal del que aún vivimos los estragos. Las “vacunas” hicieron su tristemente célebre irrupción en Medellín, sobre todo durante las dos últimas décadas del siglo pasado, años en que la ciudad y sus estadísticas de criminalidad la convirtieron en la más violenta del mundo. Algunas de estas extorsiones llegaron disfrazadas, de la mano de las llamadas milicias populares, adscritas a grupos guerrilleros como el ELN. La falta de presencia del Estado en varios barrios de la ciudad, hizo que muchos de estos personajes “vacunadores” fueran vistos por los desprotegidos ciudadanos como homólogos locales de Robin Hood, con la loable misión de protegerlos de la delincuencia e instaurar la disciplina en los barrios.
Situaciones similares se vivieron en otras áreas del departamento, donde surgieron grupos paramilitares que cobraban cuotas mensuales para proteger a los finqueros y lugareños de los desmanes de la delincuencia y de la guerrilla. Cuánta gente no pagó por una tranquilidad ficticia en aquel entonces y crió cuervos que después les sacaron los ojos. Cuando menos se pensó, numerosas zonas de la ciudad, el departamento y el país estaban invadidas por grupos armados sin más credo político que lucrarse de los ríos revueltos, bautizados bajo diferentes nombres, el último de los cuales es Bacrim, bandas criminales.
Pero es injusto trasladar a los ciudadanos inermes la responsabilidad por la legendaria incapacidad del Estado para proteger su vida y sus bienes y para construir un territorio con justicia social, que no sea caldo de cultivo para manifestaciones violentas. Eso le corresponde a las autoridades, y, en este caso concreto, a la Alcaldía de Medellín. Por eso ahora, cuando el alcalde Aníbal Gaviria está a punto de dar vida a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y el Plan de Desarrollo sigue en construcción, es el momento de mirar con lupa lo que está sucediendo en El Poblado y tomar decisiones que impidan que la “seguridad” de este territorio caiga en manos de delincuentes. En últimas, eso es gobernar.
DQ Fashion Bistró, moda gourmet
DQ Fashion Bistró, moda gourmet
El entretenimiento, la creatividad, la moda y la gastronomía se fusionan para exaltar los sentidos en DQ Fashion Bistró, un restaurante de comida internacional concebido también como un espacio para la realización de eventos artísticos, culturales, sociales y de negocios. En el coctel de lanzamiento, que contó con la presencia de empresarios y académicos universitarios de los sectores del diseño y la culinaria, se presentaron la cantante pop Sara Tunes y la banda Estación Caribe. Este novedoso proyecto del Grupo Triada y Alado Diseño está localizado en el Lleras.
Juliana Escobar, Juliana Uribe
Miller Arcila, Valentina Betancur, Juan José Betancu
Juliana Escobar
José Luis Ruiz,Claudia Restrepo
Carolina Maxim-Catalina Sierra
Mariana Fernández,Alina Agudelo
Yuleny Marin, Marcela Mosquera
El príncipe del desierto
El príncipe del desierto
Dos líderes enemigos se encuentran cara a cara.
El campo de batalla está cubierto por los cuerpos de sus guerreros. Estreno en cines el 20 de abril.