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Un siglo para contar

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Un siglo para contar
“¿A qué se debe el progreso de El Tiempo? Al ejercicio limpio, impecablemente honrado, de la industria periodística concebida dentro de las más claras normas”, respondió Eduardo Santos -en una entrevista realizada en 1948-, quien compró, por cinco mil pesos, ese diario a Alfonso Villegas Restrepo en julio de 1913.
Las palabras del ex presidente y motor durante muchos años de El Tiempo aún hoy representan la misión de ese medio, que esta semana con motivo de su centenario organizó una pasarela, uno de los puntos altos de Colombiamoda.
En el marco de esta gran celebración, con Luis Fernando y Rafael Santos y Roberto Pombo como anfitriones, un grupo de invitados y amigos de la Casa Editorial disfrutaron de una sobria y exquisita cena en La Provincia, sitio elegido para conmemorar diez décadas del diario escribiendo la historia de Colombia.

Luis Fernando Santos, Roberto Pombo.

Carlos Andrés González, Manuel Posada, Daniel Hoyos.

María Elvira Arango, Liliana Sotomonte.

Anne Murrle, Gabriel Vallejo.

Nora de Sierra, Ricardo Sierra, Luz Ángela Wiesner, David Bojanini.

Adriana Garzón, Darío Restrepo, Liliana Sotomonte.

Carmen de Londoño, Olga Clemencia Villegas de Estrada, Roberto Pombo, Irene Gaviria Correa.

Roberto Pombo, Luis Fernando Santos, Gabriel Vallejo.

Luis Fernando Santos.

Daniel Hoyos.

Cristina de Botero, Carlos Eduardo Botero, María Teresa Egurrola.

Alonso Salazar.

El Tiempo-Nivea 100 años de moda

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El Tiempo-Nivea 100 años de moda
Un siglo cumplió El Tiempo; diez décadas magistralmente representadas en la pasarela que el periódico organizó, junto con Nivea, en Colombiamoda. Las pintas recatadas y la estética andrógina de los comienzos del siglo; los vestidos inspirados en las girls pin ups de los años 40: las vestimentas de los gángsters y las divas de los 50; los vestidos de baño de talle alto y tonos psicodélicos de los sesenta; las prendas ceñidas y coloridas de los 70; el look tipo college boy de los 80; los modos de vestir de las tribus urbanas de los 90; y los materiales inteligentes del 2000 utilizados en prendas cargadas de nostalgia y memorias; fueron las propuestas concebidas por los talentosos diseñadores de ocho (nueve con Binario, que creó el calzado para todo el desfile) marcas nacionales (Casa de Greta, Amulette, Mulai, Chickend, Kolt, Clownaman, Juan, y Divino), encargadas de representar una o dos décadas del siglo de mayor importancia para el desarrollo de la moda.

¿Sabes cuántos planetas necesitas?

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¿Sabes cuántos planetas necesitas?
El consumo responsable es un tema que genera muchas dudas y cuestiona a más de una persona sobre sus hábitos y forma de vida. Sin embargo, ¿cómo determinar que nuestro comportamiento afecta más de la cuenta al planeta? La respuesta, al medir nuestra huella ecológica.

La huella ecológica es un indicador ambiental que permite medir y evaluar el impacto sobre el planeta de nuestra forma de vida en relación a la capacidad que éste tiene para absorber residuos y generar los recursos necesarios para nuestra subsistencia. Por primera vez en Colombia, tenemos la posibilidad de saber el tamaño de nuestra huella con datos derivados del censo referentes a nuestro consumo.
Ingresando a www.soyecolombiano.com podemos medir nuestra huella ecológica y conocer la forma de tener un estilo de vida más sostenible y convertirnos en gestores del cambio a través de acciones cotidianas y muy sencillas.
Soy ECOlombiano es una campaña ambiental de carácter nacional que pretende involucrar a cada ciudadano para que sea responsable de su consumo y genere acciones a partir de las cuales empiece un cambio en pro de la sostenibilidad del planeta. Convierte en un ECOlombiano, ingresando a la página de internet y descubre muchos ECOtips que te enseñarán acciones simples que generan grandes cambios.

El medio ambiente recibe un nuevo aire en el Valle del Aburrá
Mucho se ha dicho con respecto de la contaminación pero existe la tendencia a creer que es muy fácil huir de ella. Sin embargo, la probabilidad de ser afectados por el solo hecho de respirar es más alta de lo que imaginamos.
Existen partículas contaminantes que son imperceptibles a simple vista y se encuentran en el aire. Las denominadas PM 10 y PM 2.5 pueden desencadenar algunas enfermedades de tipo respiratorio y cardiaco, según lo informado por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.
Debido a sus condiciones topográficas, el Valle del Aburrá tiene una alta concentración de material contaminante en el aire, derivado principalmente del tráfico vehicular y seguido por las emisiones generadas por la industria, esto según el Plan de descontaminación del Valle del Aburrá, presentado por el Área Metropolitana.
Dicho plan busca motivar acciones concretas que involucren todos los sectores de la sociedad, plantea que los grandes cambios requieren de pequeñas acciones que al juntarse generaran los mejores resultados. La calidad del aire en el Valle del Aburrá es una responsabilidad compartida entre las autoridades y la sociedad civil dónde del compromiso depende el nuevo aire que tengamos. Si desea más información, ingrese a www.respiraprofundo.net

Ballenas en peligro: ¿Cuál es el riesgo de estos cetáceos?

Las poblaciones de ballenas han disminuido en cifras alarmantes en los últimos años debido a la presión de la caza y amenazas actuales como la pesca incidental, la colisión contra grandes buques y el cambio climático. Países como Japón justifican la caza con fines científicos, dando muerte a 10.000 ejemplares registrados.
En la pasada cumbre de la Comisión Ballenera Internacional, celebrada en Marruecos, se presentó un manifiesto donde los operadores de turismo expusieron su posición, al mostrar los beneficios económicos, sociales y ambientales que trae el avistamiento de cetáceos. En Colombia, lugares como Nuquí y Bahía Solano, sustentan su economía en la explotación turística derivada de esta práctica la cual representa la mayor parte de sus ingresos al año.
La recuperación de ballenas implica una serie de beneficios ambientales y económicos representados en turismo que alcanza la cifra de 300 millones de dólares para las comunidades locales de América del Sur, según un informe presentado por la organización internacional WWF.

Propileos

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Propileos
 
  “Propileos” es una escultura de Ronny Vayda, de 6 metros de altura por 6 metros de ancha y 60 centímetros de profundidad, en acero oxidado, que fue instalada en 2006 en el campus de la Universidad Eafit.  
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
La ubicación de obras tridimensionales en los espacios públicos ha posibilitado algunos de los desarrollos más importantes del arte contemporáneo. Durante mucho tiempo, desde finales de la Edad Media, movidos por las exigencias de sus clientes, los artistas se fueron dedicando cada vez más a producir obras destinadas a espacios privados. Era seguramente una manifestación que estaba relacionada con las condiciones sociales y las ideologías predominantes que privilegiaban los valores de la individualidad. Por el contrario, en las últimas décadas el arte se volcó vertiginosamente sobre los territorios urbanos de las calles y las plazas, mientras, al mismo tiempo, se insistía en los valores de la cultura ciudadana y de los compromisos colectivos.
Se entiende que hay unas consecuencias inmediatas de esta ampliación espacial. Por supuesto, no se trataba simplemente de sacar a la calle lo que antes se hacía para el interior de las casas; con frecuencia, se construyen ahora trabajos de grandes dimensiones que resultan necesarias para que la escultura conserve una presencia eficaz en esos amplios espacios. Pero, más allá de esas condiciones externas, el asunto es de fondo, y tiene que ver con el diálogo significativo que la obra establece con sus nuevos contextos.
“Propileos”, de Ronny Vayda, tiene unas características formales que la identifican y destacan; se trata de diez módulos iguales, que son otros tantos prismas emparejados en cinco grupos que giran 90 grados en espiral ascendente. El conjunto crea una especie de muro que, al mismo tiempo, genera la idea de movimiento y de posibilidad de paso.
Pero aquí no bastan los análisis formales de la obra aislada. Su sentido está ligado con el espacio del campus universitario que habita y sería una obra totalmente distinta si los mismos módulos estuvieran ubicados en otro contexto.
Desde su título, la obra hace referencia a las estructuras monumentales que servían de pórtico de entrada a los conjuntos arquitectónicos del mundo clásico grecorromano. Como allá, Ronny Vayda crea un ingreso con esta obra que es al mismo tiempo escultura y arquitectura. Y lo mismo que hacían los antiguos propileos, llama la atención sobre la separación de los espacios pero, gracias al giro de las columnas – módulos, invita a seguir adelante.
Los “Propileos” de Ronny Vayda son una invitación a valorar la trascendencia del espacio sagrado que es la Universidad: al llegar frente a ellos sabemos que nos apartamos de la regularidad habitual y que entramos en un espacio cargado de aspiraciones de conocimiento. A todos aquellos que pasamos la vida entera en ambientes universitarios y a quienes están allí por algunos años o incluso sólo de paso, Ronny Vayda viene a recordarnos el extraordinario privilegio que significa entrar en los templos del saber.
No es casual que los propileos por antonomasia, los de la Acrópolis de Atenas, conducían al atónito visitante a las puertas mismas del Partenón, el templo de Atenea, diosa de la sabiduría.
 

Juan Sebastián Restrepo

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El entendimiento “del interminable misterio del alma humana” es una búsqueda que disfruta y no tiene fin para Juan Sebastián Restrepo, psicólogo y especialista en trabajo social que divide su tiempo entre la docencia universitaria, el ejercicio práctico de su profesión, y la escritura de Desvaríos de Psique, columna mensual de este periódico. Apasionado por los deportes, la lectura y los viajes, considera que el nunca abandonar la curiosidad y vencer el temor de encontrar duras realidades en su interior, son las cualidades que debe tener todo buen psicólogo.

Su franqueza, apertura y capacidad de observación han hecho de Juan Sebastián Restrepo un exitoso profesional, quien tiene entre sus proyectos prioritarios, el montaje de una escuela de psicología para formar terapeutas, consultores y personas interesadas en el desarrollo del potencial humano. Retratado por Carlos Tobón en 2010.

Belleza al natural

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Belleza al natural
Recientemente fue inaugurada en la ciudad el Gloria Hincapié Esthetic Center Spa, centro de salud y belleza, con sucursales en Estados Unidos, Panamá y Colombia, que ofrece un conjunto de tratamientos corporales diseñados para moldear naturalmente el cuerpo, sin la utilización de máquinas, inyecciones o dietas. Gloria Hincapié es una empresaria con más de 20 años en el campo de la belleza, famosa por crear una innovadora técnica -compuesta por una serie de procedimientos naturales, que combinados con el uso de productos de piñaterapia, embellecen la figura- a la que se han sometido numerosas personalidades de la farándula nacional e internacional.

Tabla Redonda Alpina:
una aventura gastronómica por la diversidad

Junior Baltazar Giraldo, Gabriel Jaime Gómez y Carolina Diaz Vásquez

En el Country Club se llevó a cabo la semifinal en Medellín de la Tabla Redonda Alpina, concurso que prueba la habilidad de profesionales y estudiantes de gastronomía de todo el país (para esta quinta edición se amplio la convocatoria a Venezuela y Ecuador), eligiendo tres finalistas por ciudad, quienes competirán en la gran final en Bogotá, en el mes de septiembre. Los ganadores de la eliminatoria en nuestra ciudad- en la que participaron 60 talentos de las artes culinarias- fueron: Carolina Díaz Vásquez (plato fuerte) y Baltazar Giraldo (postres) en la categoría Junior; y Gabriel Jaime Gómez (ganador regional plato fuerte y postres) en la categoría Senior.

Mesacé: feliz centenario
Creada en 1910 por el artesano Jesús Mesa Caballero, Mesacé cumplió hace poco cien años de estar a la vanguardia en la comercialización de artículos de cuero y materiales afines. En su sede en Itagüí, empleados, directivas e invitados especiales celebraron a todo timbal este relevante acontecimiento. Durante la misa previa al festejo, el gerente Alberto Mesa recibió -en nombre de Mesacé- la Orden al Mérito Juan del Corral, Categoría Oro, otorgada por el Consejo de Medellín, por cumplir un siglo de sobresaliente actividad empresarial. La conmemoración de su nacimiento también estuvo acompañada de nuevos lanzamientos en sus líneas equina y personal: las colecciones Centenario.

Abrir los sentidos y volver a lo obvio

  Por: Juan Sebastián Restrepo Mesa  
 
Armamos mentalmente, y de forma compulsiva, escenarios donde nuestros miedos y expectativas puedan desfilar libremente, repitiendo ese pobre argumento que tenemos acerca de lo que somos. Asfixiamos de forma constante el poder del instante y de lo nuevo.
Creemos que pensamos constante y compulsivamente para conocer o vivir mejor. Pero se trata de repetir una y otra vez la misma trampa íntima de nuestro ego: perseguir y evadir. Es el resultado de traicionar la vida en pos de una historia ficticia que nos contamos hasta las náuseas en nuestros diálogos mentales: la pobre y repetitiva historia de nuestra identidad egóica.
Algunos creen que el más verborréico, con el lenguaje más articulado, el vocabulario más extenso, la colección de títulos académicos más representativa y el discurso más elaborado es quien más se acerca al conocimiento. Sé que el lector podrá quedar desconcertado con mi planteamiento; tanto mejor si es el caso.
Pero lo cierto es que en el balance de las masas, el número de tarados con altos coeficientes intelectuales y sobresalientes títulos profesionales es creciente y alarmante. La razón es simple, no necesitaré ecuaciones, ni largas disertaciones: nuestros sentidos permanecen cerrados, nuestra atención es débil y no nos damos cuenta de lo que tenemos al frente.
Entre nuestra desatención y nuestra torpeza sensorial, perdemos el contacto con la principal y la primera fuente de conocimiento: el darnos cuenta de lo obvio, lo inmediato, lo que está a la mano.
En una conversación, por ejemplo, pensamos en los significados, pero no vemos los gestos, las modulaciones del cuerpo, la musicalidad de la voz, la forma en que se suceden los sonidos y los silencios, las tonalidades de la piel, los movimientos y ritmos.
Tratamos de explicar todo con retorcidas y falaces especulaciones, pero desatendemos el mensaje directo que constantemente recibimos de todo. Y lo peor de todo es que nos comemos el cuento.
Pero el asunto es todavía más grave. No nos damos cuenta ni de lo que auténticamente llevamos por dentro: la rabia, el disgusto, la fatiga, la tristeza o el asco, entre otras. Vamos poniendo nombrecillos, escogiendo delicadamente eufemismos e inventando excusas para tapar ese gran hueco de inconsciencia que cavamos por pasar por alto lo obvio. Nuestro cuerpo habla, nuestra alma habla, pero nosotros no percibimos sino que tapamos el mensaje con nuestro pensamiento compulsivo.
Así que la primera invitación en esta columna es a que se de cuenta simplemente, observando lo obvio, de qué tan alejado está de sus sentidos. Una vez se de cuenta y se alarme un poco, lo invito a que trate de jugar con ellos en sus situaciones cotidianas: la audición, el tacto, el gusto, el olfato, la vista. Meta los diferentes sentidos en sus interacciones, deje por momentos su loca verborrea mental y observe que pasa.
Tal vez se asombrará de cuanta información logra captar, adentro y afuera de usted. Si hace muy bien el ejercicio posiblemente lo calificarán de clarividente o brujo. En todo caso creo que se dará cuenta de cuanta razón tiene la canción de Bajo Tierra que dice: “pensar es tener los ojos enfermos”.

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La cocina del Mundial

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La cocina del Mundial
Los surafricanos se especializan en hacer carnes y pescados a la parrilla cocidas sobre brasas de madera o carbón, que acompañan con mazorcas de chócolo o maíz tierno cocidas también en la misma parrilla

Unos amigos que viajaban al mundial de futbol me preguntaron: “¿Y que será lo que se come en Suráfrica?”. La verdad es que yo no tenía mucha información y por lo tanto les dije: “Vayan tranquilos que comida no ha de faltar, hay 46 millones de personas en ese país y que yo sepa no se están muriendo de hambre”.
Mis amigos partieron con una santa resignación dispuestos a comer “lo que hubiera” con tal de tener la oportunidad de seguir de cerca el desempeño de sus equipos favoritos, todos ellos de Suramérica. Hoy recibí un email en el que me dan sus impresiones respecto a lo encontrado en tres semanas de estadía mundialista y futbolera.
Dicen ellos, que la primer sorpresa gastronómica que recibieron fue conocer que a la cocina local la llaman la cocina del arco iris y que está construida a partir de la diversidad de productos, razas y culturas que componen el país: los descendientes de los pueblos originarios y la descendiente de los países que han tenido incidencia en el desarrollo de su economía. Primero fueron otras etnias africanas que llegaron para aprovechar su clima y la feracidad de sus tierras, luego los portugueses, que llegaron hasta el cabo de Buena Esperanza antes que Colón llegara a América, en la búsqueda de un camino marítimo para llegar al origen de las especies asiáticas; posteriormente, a finales del siglo 17, llegaron los holandeses y los ingleses, los que establecieron colonias permanentes en el país; y más tarde los malayos, hindúes y árabes que llegaron para trabajar en las minas, la agricultura y el comercio; en épocas más recientes inmigrantes de diferentes razas y países atraídos por el boom reciente de Suráfrica. Cada una de ellas ha aportado lo suyo en cuanto a productos y patrimonio gastronómico para conformar dicho arco iris culinario.
Las costas y mares de los océanos Atlántico e Índico proveen una gran variedad de pescados y mariscos que son preparados en unos casos con cocciones simples y en otros con unas bien complejas que se fusionan con las cocinas de las otras etnias presentes en el país; por otro lado, de América y a través de Europa llegó el maíz, que es una de las bases de la alimentación, que se ve complementado en la dieta diaria con los tomates, las papas, los ajíes, etc.; los ingleses y holandeses aportaron el ganado vacuno, ovino, caprino, las aves de corral y también los pasteles rellenos con carne molida, pollo o verduras; los asiáticos y árabes aportaron las complejas especies que dan origen a sus aromáticas comidas.
Finalmente, el suelo africano aportó una gran cantidad de verduras y frutas que se preparan o presentan de maneras diferentes, dando lugar a los “potijekos” que son potajes y comidas sustanciosas cocidos en grandes ollas de hierro fundido, que cocinan comidas con sabores variados, las que incitan a probar, cada vez más, otro nuevo plato de la cocina del país.
En adición a todo lo anterior, los surafricanos se especializan en hacer carnes y pescados a la parrilla cocidas sobre brasas de madera o carbón, que acompañan con mazorcas de chócolo o maíz tierno cocidas también en la misma parrilla; esta combinación de carnes y mazorcas se convierte en el elemento central para animar reuniones familiares y de amigos.
Suráfrica produce también vinos tintos y blancos comparables en cuanto a calidad con los argentinos y chilenos que se consumen hoy en Colombia, y que en reuniones es normal encontrarlos complementados con cervezas rubias y negras, que son también de muy buena calidad.
Mis amigos cuentan que estuvieron en varias “brai” (parrillas) disfrutando de las tradicionales “boerewors” (salchichas de campo), que también eran vendidas en los estadios, y que estaba acompañadas de Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah o Sauvignon Blanc de excelente calidad, con mención especial para los de Constantia.
Disfrutaron también de ricos platos de langosta preparada de diferentes maneras, de cangrejos de río braseados con cebollas y ajíes o al curry o de comidas más informales como las “frikkadels”, consistentes en hamburguesas pequeñas sazonadas con nuez moscada y envueltas en hojas de repollo y acompañadas de “arroz amarillo; y para los fríos del invierno encontraron que nada era más reconfortante que un buen “bredie”, que es un estofado hecho a base de cordero y vegetales de estación.
Están encantados con la hospitalidad brindada por las gentes del país, y al final comentan que Suráfrica sería perfecto si tuvieran arepa como compañía para su rica y variada gastronomía.

Buenos Aires, julio de 2010.
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Junio, mes de importantes fechas ambientales

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Junio, mes de importantes fechas ambientales
5 de junio día mundial del medio ambiente.

Sólo a mediados del siglo 20 la humanidad empezó a preocuparse por el creciente deterioro del medio ambiente. La ONU en 1972 convocó La Primera Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente, celebrada en Estocolmo. En ella se aprobó la Declaración de principios sobre elmedio ambiente, se creó el Programa PNUMA y la realización anual el 5 de junio, del día mundial del medio ambiente, evento que comenzóa celebrarse en 1973.

Cada año, en el Día Mundial de Medio Ambiente, una ciudad y una temática se encargan de advertirnos que es imposible subestimar la importancia de proteger la vida y el entorno en que se desarrolla, en un planeta amenazado.

En este 2010, la ciudad elegida fue Ruanda y el lema: Muchas especies, un Planeta, un futuro, cuyo objetivo es darle una cara humana a los problemas ambientales, motivar a las personas para que se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo paragarantizar que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más próspero y seguro en la Tierra.


8 de junio día mundial de los océanos

Los océanos cubren dos terceras partes de la superficie de la Tierra y juegan un papel fundamental en la conformación de las condiciones que hacen posible la vida del planeta. Además, son el hábitat de millones de plantas y animales, y proporcionan alimento, energía y múltiples recursos a los seres humanos.

Razones para cuidarlos
De los océanos se obtienen toneladas de alimento, sal y agua dulce. Las reservas petroleras y de gas natural en ellos, abastecen gran parte de la demanda mundial de hidrocarburos, y además son un recurso económico vital que proporciona sustento y vida a millones de personas en todo el mundo. Aproximadamente el 90% del comercio internacional se transporta por mar y el turismo de playa y los cruceros son una importante fuente de ingresos para muchos países.

Problemas
Actualmente sufren una grave degradación debido a la contaminación, la pesca excesiva y al crecimiento urbano costero. Casi el 75 % de las reservas experimentan sobrepesca o están siendo extraídas hasta su límite biológico. Cerca de 150 ballenas, delfines y marsopas mueren diariamente en todo el mundo a causa de los enredos con los aparejos de pesca, un promedio anual de 54.759 animales.
Los océanos Atlántico, Pacífico e Índico se están calentando lentamente debido al efecto de invernadero. Este cambio climático podría dar lugar a un elevamiento en los niveles del mar. Además, cerca de la mitad de los ecosistemas costeros del mundo se encuentran en riesgo de ser degradados.
Todo esto hace necesario hacer un llamado a la sociedad, a la comunidad académica, grupos especializados, medios de comunicación y tomadores de decisiones sobre los efectos la sobre pesca y la importancia de la conservación de los recursos marinos y costeros.
Te invitamos a la presentación del documental The End Of The Line y al foro con expertos en temas marinos y conservación, el martes 8 de junio a las 6:30 p.m. en la sala 3D del Parque Explora.

Wok, un restaurante aliado del atún
Esta reconocida cadena de restaurantes ubicados en la cuidad de Bogotá, desarrolla proyectos con el fin de promover acciones encaminadas a la conservación del medio ambiente. Actualmente, lidera, de la mano con la Fundación MarViva un proyecto de consumo responsable de atún, especie amenazada, fomentar la pesca de otras especies y fortalecer la organización de pescadores artesanales. Más información en www.wok.com.co

Volvieron Los Yetis

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Con el primer redoble de la batería, quienes ya andaban por este mundo a mediados de la década del 60 sintieron sacudirse su disco duro. Eran Los Yetis, los inconfundibles, y aquello que sonaba era nada menos que su himno, Ametrallando, un tema instrumental que los identificaba en aquel apogeo de la Nueva Ola.

Segundos antes de este redoble, el desconcierto del público lo percibieron y lo entendieron los mismos Yetis al subirse al escenario. No había duda de que parecían en el lugar equivocado presentándose en una Parada Juvenil, pues si bien habían sido jóvenes rebeldes, de eso hacía ya mucho tiempo y ahora, para hablar sin rodeos, al primer impacto no eran más que un grupo de sesentones.

Muy rápido, sin embargo, demostraron que su veteranía iba más allá de las canas y los kilos de más o de menos y que esa esencia que los hizo célebres y que partió la historia musical de Medellín en dos seguía vigente. Que los vieja guardia vibraran con quienes durante su juventud fueron símbolos de cambio y música moderna no era raro, pero lo que sí resultaba inaudito era que los más jóvenes entre los jóvenes no solo corearan sus canciones sino que poguearan con ellas, bailaran en círculos y se dieran codazos al ritmo de La chica del billete, Shimmy shimmy ko ko bop, Hanky panky, La bamba, Despierta Lorenzo y hasta de baladas como Conocerte mejor, por solo mencionar algunas.

La memoria de las viejas generaciones se activó aún más cuando supieron que en el escenario, cantando para ellos, estaba Juan Nicolás Estela, ídolo de la Nueva Ola, tanto como solista como integrante de la banda. Por él se enloquecían en los 60 las jóvenes más lanzadas de Medellín y del país, se le metían en el cuarto de los hoteles, lo esperaban en las afueras de los teatros, se le presentaban en osadas minifaldas a la salida de las emisoras o de los estudios de televisión en Bogotá. Juan Nicolás era la figura, pero también tenían su encanto Juancho López y Luis Fernando Garcés, ahora con él en el escenario, al igual que el inolvidable Iván Darío López, fallecido en 2003, y Norman Smith y Hernán Pabón, quienes hoy viven en La Florida. Tenían clubes de fans, recibían cientos de cartas, firmaban miles de autógrafos, de discos y de fotos y llegó el momento en que en Medellín tenían que salir a escondidas y de noche porque donde llegaban causaban revuelo, paraban el tráfico e infartaban locales como Versalles, El Astor y Fuente Azul, en Junín.
Total, el concierto fue un éxito, el público quedó empezado y Los Yetis felices, convencidos de que era el momento de hacer lo que hacía tiempos les rondaba en la cabeza: regresar, pero completos, con Juan Nicolás Estela, radicado en Cali hace muchos años.

“Yo me puedo venir para Medellín porque en Cali no tengo perro que me ladre”, nos dice Juan Nicolás mientras caminamos con los cuatro miembros principales del grupo por Ciudad del Río. El más joven es el guitarrista Víctor Acevedo, de 39 años, quien entró en reemplazo de Iván Darío, y al que felicitan por conservado cuando cuenta que es de Los Yetis. “Llenar este espacio es para mi un orgullo. Lo que los muchachos de ahora tienen que saber de Los Yetis es que abrieron la brecha para nosotros los rockeros de los 80, los 90 y los de hoy”. Como dice Jorge Montoya, otro músico de Medellín, “Los Yetis son leyenda. Muchos conocimos primero el rock con ellos que con los Stones, eran muy buenos haciendo las versiones de Los Beatles y más de uno oyó sus versiones primero que las originales”.

Hablar con Los Yetis no es tarea fácil. Sin exagerar, son unas plagas, mamagallistas, se ríen a carcajadas, se quitan la palabra y recuerdan un sinfín de anécdotas simultáneamente. No podemos entonces dejar de imaginarnos cómo serían hace 45 años, cuando Juan Nicolás, dada la fama de Don Juan adquirida, no tenía entrada ni a la casa de su novia. “El papá me abría y yo le decía buenas noches, por favor Patricia? -Está, pero no para usted”.

Juancho López tampoco se quedaba atrás. “Yo caía gordo por empalagoso, cansón y por picao. Ah, yo quería ser artista, qué pena”. Y parecerse a Elvis Presley, al punto que para un concierto “como no me salían patillas me corté todos los pelos del antebrazo y me los pegué con Cemento Duco. Ríase para quitármelo”.

Siguen siendo tan amigos como antes, pese a que a Juan Nicolás lo echaron del grupo en el 67, un año antes de disolverse, porque resolvió enamorarse y casarse en Cali y ya no quería saber nada de Los Yetis.
Durante todo este tiempo anduvieron caminos distintos: Juancho López fue instructor de conducción, Luis Fernando Garcés vendió discos por toda Antioquia y hoy los produce y Juan Nicolás, quien estudió licenciatura musical y mercadeo y publicidad en La Florida, tiene una disquera y sigue siendo compositor.

Ahora están decididos a estar juntos de nuevo, ya sí, hasta que la muerte los separe.

Gracias presidente Uribe

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  Por: Juan Carlos Vélez Uribe  
 
En el siglo 20 cuatro presidentes de Colombia fueron antioqueños, en el siglo 21 ya llevamos el primero. Estamos a punto de terminar los ocho años de mandato del presidente Álvaro Uribe Vélez en el que Antioquia ha visto una presencia del Gobierno Nacional como nunca antes se había presentado. Vamos a extrañar esa presencia constante y permanente de nuestro Presidente en el departamento.
Gracias Señor Presidente por todo lo que hemos logrado los colombianos. La seguridad democrática, el desarrollo económico, la confianza inversionista y una infinidad de programas sociales tales como Familias en Acción para casi tres millones de personas, el Subsidio a la Tercera Edad para 500 mil ancianos, el Programa de Nutrición Infantil para millones de niños diariamente, así como una cobertura plena del 100% en la educación básica primaria y del 80% en básica secundaria. El haber triplicado el número de cupos de estudiantes con acceso a crédito del Icetex, el fortalecimiento de una institución como el Sena que llega a todos los rincones del país, del cual millones de colombianos se han beneficiado; la implementación de una política para la primera infancia, etcétera, etcétera.
Antioquia también le quedará muy agradecida por los logros de su gobierno en el departamento. Por fin hemos visto el avance de proyectos tan importantes para nuestro desarrollo como el de las Autopistas de la Montaña, proyecto que ya ha empezado su ejecución; toda una política de desarrollo en Medellín como ciudad de servicios, logrando la presencia hoy en día de Hewlett Packard con más de mil empleos directos. El haber consolidado a la capital antioqueña como ciudad turística, de congresos y convenciones, así como el haber logrado la conectividad de la ciudad con varios países del mundo a través de su aeropuerto, llegando incluso a tener por primera vez vuelos directos a Europa, algo que habíamos soñado por muchos años los antioqueños. Y podríamos quedarnos enumerando las obras y realizaciones del gobierno del presidente Uribe en nuestro departamento.
Nuevamente gracias Señor Presidente por todo ese respaldo a nosotros los antioqueños. Esperamos que usted continúe después del 7 de agosto siendo una guía para Antioquia, ojalá usted no se olvide de nosotros y nos siga ayudando en esta senda de progreso que ha emprendido nuestro departamento. ¡Muchas gracias señor Presidente!
P.D1: Nos sentimos muy contentos de que ya por fin Medellín tiene un diesel menos contaminante, que ha sido petición nuestra de tiempo atrás.
P.D2: Seguimos insistiendo al Señor Alcalde en la importancia de la peatonalización del Parque Lleras pero no a través del sistema de valorización.

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Sólo para mundialófilos

  Por: Juan Carlos Orrego  
 
Cuando el árbitro inglés Howard Webb decretó el fin del partido que daba a España su primer título mundial, de inmediato me ganó la pesarosa idea —como cada cuatro años— de que el Mundial de Fútbol es tan fugaz como la vida de un insecto. Y, para colmo, de él no se puede decir que se va tan pronto como llega, porque los tres años y once meses de vigilia que corren entre dos campeonatos son largos y tediosos. Bastará con decir que entre un mundial y el siguiente hay que soportar, completo, un decepcionante periodo presidencial.
Lo más curioso de todo es que, entre lo que hace entrañable un Mundial, el fútbol quizá no sea lo principal. Hace cuatro años casi lloré cuando Fabio Grosso pateó el penalti que dio fin a la competición, pero aun así la mayoría de las acciones de juego y buena parte de los resultados de 2006 ya se han borrado de mi cabeza: ¿Cómo fueron los goles con que Alemania le arrebató a Portugal el tercer lugar? ¿Cómo le fue aquella vez a España en su primer partido? ¿Cuál fue el mejor gol? La verdad es que pocas cosas tengo tan frescas en la memoria como el cabezazo de Zidane sobre el pecho de Materazzi. Del mismo modo, del Mundial de 2002 recuerdo sobre todo cómo mi despertador chillaba a la 1:30 a.m. y, yendo mucho más allá, del certamen de 1982 tengo la vívida imagen de un sheik arrogante que baja a la cancha para hacer anular uno de los goles que Francia le convirtió a Kuwait.
Los moralistas y la gente “profunda” dirán lo que quieran, pero un Mundial es una cosa magnífica. Porque, en el supuesto de que el fútbol fuera un amasijo de veintidós hombres tras un balón —como lo sostienen, con nula imaginación, ciertas almas de cántaro— y que las estampas curiosas que acabo de ejemplificar no fueran más que un zurcido de tonterías, le queda la gracia de ser un aderezo magnífico de la armonía hogareña. Durante muchas mañanas de este junio fui un convidado de honor entre las cobijas de mis hijos, la una prendada del “Niño” Torres y el otro hecho seguidor incondicional de Eslovaquia. Además, al calor de un café sostuve interesantes discusiones con mi esposa a propósito de las improvisaciones técnicas de Maradona. Y ni qué decir de la final, con el cuadro entrañable de un batallón de hermanos, primos y amigos sentados en el mismo sofá, las madres preguntando por el marcador después de cada alarido y un tío astuto cobrando el dinero de la polla familiar.
A una semana del pitazo final, qué lejano se me hace ya Sudáfrica 2010. Un amigo con el que compartí este pesar me dijo, con espontánea genialidad, que al acabarse un Mundial uno se siente como cuando vuelve de un paseo. Ni más ni menos: con alegría vencida y nostalgia indeleble; incluso con rabia, por saber que hace apenas un día estábamos metidos en el mar o contemplando el mundo desde la cima de una montaña de enciclopedia. Qué difícil es archivar esas vivencias en el cajón del pasado y reintegrarse a la gris rutina en que veníamos: esa de estadios en reparación, bastoneras descoordinadas y partidos Medellín-Chicó o Nacional-Cartagena. La vida es dura, pero es la vida.
Con todo, la sensación horrible de disolución que se toma mi cabeza no alcanza a poner en jaque el que, desde ya, sé que será el más sólido recuerdo del Mundial que acaba de expirar. Por supuesto que no se trata de la imagen de Andrés Iniesta venciendo a Stekelenburg, ni la del gol fantasma de Inglaterra, ni la de la atajada —la mejor del torneo— de Luis Suárez contra Ghana. En mi memoria comienza a erigirse, reinante, la figura del pulpo Paul, ese sabio adivino del mundo animal que ha condenado al olvido a Gauchito, Naranjito, Pique, Goleo y todas las pusilánimes mascotas de la historia.

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Saramago y los seguros

  Por: José Gabriel Baena  
 
A mediados de junio se murió José Saramago y muchos escritores famosos descansamos con eso en paz, porque Saramago era de los mejores y nos quitaba ventas por miles. Saramago no había publicado nada interesante desde principios de los años 90, cuando decidió abandonar “la poesía” en sus novelas y escribir como quien talla una tosca roca con un taladro, implacable y sin adornos. Publicó su primera novela cuando tenía 25 años y después ya no volvió a sacar nada, tan ocupado como estaba trabajando en compañías de seguros en Portugal y completando el sueldo como periodista, un milagro, le tocaba bien duro al hombre, para el sostenimiento propio y de la familia, en ese Portugal empobrecido y dictatorial. Hasta principios de los 80 nadie sabía entonces quién era Saramago y cuando cumplió los 60 se jubiló y empezó a publicar una tras otra sus grandes novelas como “Alzado del suelo”, “Memorial del Convento”, “El año de la muerte de Ricardo Reis”, “Historia del sitio de Lisboa”, “El Evangelio según Jesucristo”. Lo último en verdad notable de Saramago fue “La balsa de piedra” a principios de los 90, y después su escritura perdió, digo yo, el alma, aunque el alma no existe. Pienso que mucha culpa de esto la tuvo su matrimonio con una joven periodista, hermosa, española, fogosa, que se volvió su traductora y agente, y el Premio Nobel acabó de arruinar su literatura. El exceso de sexo con una nena de 39 le seca el seso a cualquiera de 60. Muchas de sus últimas obras parecen haber sido escritas y guardadas durante años, porque él sabía que no valían la pena, pero su mujer lo convencía de publicarlas, porque ser Premio Nobel tiene las ventas aseguradas. Saramago nunca lo dijo ni nadie lo ha afirmado, pero ya se sabrá: sus grandes novelas las escribió mientras trabajaba en el ramo de los seguros, encerrado en la oficina, dándole sin descanso a la máquina. Sus compañeros de oficio pensarían: “Este Saramago no para de trabajar. Esa máquina de escribir suena seguido. Se gasta una cinta por semana”. Saramago tuvo más suerte que Kafka, quien también trabajó en los seguros, abogado de jubilaciones anticipadas, y se tuvo él mismo que jubilar a los 37 años, víctima de la maldita tuberculosis y de pensar tanto en sus atormentados personajes. Saramago no sólo sobrevivió a su trabajo en los seguros sino también al periodismo, lo cual demuestra la existencia de Dios. Lo que quiero ahora es resaltar esa extraña relación entre la escritura clandestina y el trabajo en las compañías de seguros. Sobre eso nadie ha escrito ninguna tesis y entonces la propongo. Sospecho que Saramago fue el último escritor secreto agente de seguros y me atrevería a afirmarlo con juramento sangriento de pirata del Caribe: durante años trabajé en una entidad del Gobierno que quedaba justo en frente del Sindicato Mundial de Seguros -Suramundi-, y todos los días, cuando salía a almorzar, coincidía con centenares de empleados de esa firma, que también salían a esa hora: eran todos igualiticos, los hombres con su pantalón oscuro y camisa clara, muy bien motilados y afeitados, y ellas muy pulcras y super-arregladas, discretas y asexuales. Lo más surrealista del asunto es que las gentes de Suramundi salían a almorzar y jamás se quitaban del cuello la llamada “escarapela” con su nombre y sello, lo cual les daba “carácter”. Y siempre salían en grupo. Uno los veía venir, de lejos, y ya sabía: “Ahí vienen los Suramundis”. Pero nunca he sabido de ningún escritor que haya brotado como gloria literaria de ese gran edificio gris, ni creo que saldrá ya nunca. Aunque todo en la vida es tan misterioso como la muerte, y es posible que esta columna la esté leyendo en este momento en el baño un “agente” que siempre ha pensado: “Me gustaría ser escritor. Si no fuera por tener que vender estos malditos seguros ya hubiera escrito mi primera novela”. A lo mejor estoy despertando una vocación oculta y creando inquietudes indeseables que vayan contra la Misión de la Compañía, así es como le dicen, “la Compañía”, incluso muchos años después de jubilarse, como si fueran monjes de la Compañía de Jesús. El espíritu de “Suramundi” lo marca a uno con marca de hierro de por vida, dice un tío mío. Con Saramago es posible que se haya marchado el último escritor que vendió seguros, pero si hay alguno con el veneno inoculado con mucho gusto lo atiendo y le doy consejos. Un buen argumento para una primera novela podría ser que un día ocurre “una misteriosa desaparición” de toda la Junta Directiva en la fabulosa Sala de Reuniones, cuando la secretaria entra con los tintos, en medio de una nube de incienso sólo se ve clavada en la mesa una refulgente espada de los Caballeros de la Orden de Malta. No daré más pistas. Incluso hasta después de su muerte el infeliz Vaticano le siguió dando madera al buen anciano ateo, pero por allá muy lejos lo debe de tener Jesucristo escribiendo novelas eróticas en el suplemento cultural del diario del Infierno.

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Grupo Utopía

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Grupo Utopía: Arte, arquitectura y urbanismo.

Las ciudades y sus distintos espacios son el punto de partida de la mayor parte de las investigaciones en el campo artístico del Grupo Utopía, tres arquitectos y profesionales independientes, Fabio Antonio Ramírez, Jorge Mario Gómez y Patricia Gómez, que unen sus talentos cuando llega alguna invitación interesante para participar en una muestra, exposición o proyecto, y que desarrollan propuestas -en múltiples escalas y formatos- en las que se perciben críticas constructivas, con un toque de humor, acerca de la transformación de lo urbano, la arquitectura y el arte.

Hasta principios de los años noventa, el grupo formado en 1979, se hacía llamar “Arquitectos de Medellín”, pero esto cambió cuando el curador Alberto Sierra los invitó a presentar una retrospectiva denominada Utopía, nombre que adoptaron desde entonces y que coincide con el carácter visionario e imaginario de sus trabajos. Retratados por Carlos Tobón en 2010. De izquierda a derecha: Fabio Antonio Ramírez, Jorge Mario Gómez y Patricia Gómez.

¿Qué comería en Medellín si fuera turista?

¿Qué comería en Medellín si fuera turista?
Sigo para el parque de Santa Elena a Canela, María Flores y La Barbacoa de Cheo, y en la vía a Piedras Blancas, Donde Edward y Uchuva Lounge. De ahí por los chorizos del Pescador, en El Peñol, y donde Ángela, en la entrada de la Piedra, por un sancocho de exposición

Desde Australia, en donde vive, me escribió Álvaro Navarro Jr., sibarita tan refinado como su papá, para contarme que viene a Medellín de visita con su esposa. A través de mi blog me pidió que le hiciera una guía gastronómica de la región. Por aquí le respondo, advirtiendo que para ser objetivo sólo menciono los sitios que he visitado, por eso anticipo que son los mismos de los que hablo casi siempre, ya que salgo muy poco y muchos son muy nuevos, a otros no voy por mal vestido, otros los olvidé o no me gustan. Por eso necesito que me escriban con sugerencias para transmitirle. Agradezco a todos los que me escribieron a [email protected] con el mejor chicharrón de Antioquia, aprendí mucho.
Apreciados Jr. y Sra.: En el Valle del Aburrá me dedicaría a varios íconos de nuestra ciudad como Hato Viejo, el Trifásico, Gloria, Chuscalito, J&C, El Gordo Esteban, Frutos del Mar, Buena Mar, Podestá, Fenicia, Pan de Abril, Chef Françoise, Ajiacos y Mondongos Exquisitos, el Málaga, el Versalles y la Doctora. Escogería entre otros más contemporáneos como El Herbario, Al Patio, La Tienda del Vino, In-Situ, El Zócalo, Il Castelo, el Café Le Gris y el del Colombo. Entre los nuevos: 1910 Revolución Mexicana, Mangle, Credenza, Niña Juani, María Santo y Bonuar. De shopping las zonas de comidas de casi todos los centros comerciales son extraordinarias y variadas. Entre los pinchados no pueden faltar: La Provincia, La Cafeterie de Anita, merecedora del máximo reconocimiento que haya recibido cualquier restaurante local, y La Cava del Inter, donde se come exquisito mientras se aprende de vinos.
En el oriente: Sancho paisa, Casablanca y las Brisas. Donde Oscar, Cantaleta y su vecino de las arepas en horno de barro. Le dedicaría toda una tarde a Quehareparaenamorarte y ojalá se haya reabierto mi favorito de menús de degustación Cocina Campo & Madera en la entrada de Flot. Cerca al aeropuerto, en Asados Exquisitos, la carne de cerdo con arepa de queso es mundial. Sigo para el parque de Santa Elena a Canela, María Flores y La Barbacoa de Cheo, y en la vía a Piedras Blancas, Donde Edward y Uchuva Lounge. De ahí por los chorizos del Pescador, en El Peñol, y donde Ángela, en la entrada de la Piedra, por un sancocho de exposición.
Al norte iría a Porce por las hojaldras que se tienen que comer con varios litros de leche y a Cisneros por panela y un par de restaurantes bien simpáticos. Hacia Caucasia iría al Pandequeso en Don Matías; en Yarumal a la fonda del Manicomio por huevos en cacerola, y al estadero La Nena por el mejor sudao del mundo. Por Tarazá buscaría los sancochos de gallina en los paraderos de camiones (lleven pantaloncillos y brasieres pispos para que se bañen en los chorros).
No sé si han arreglado la trocha a Santa Fe de Antioquia y Sopetrán porque en ambos pueblos se come rico; en la vía al contrario, entre el humo de miles de motos chinas por cuotas aunque aún se consiguen alguna pulpa de tamarindo y frutas ricas; en los estaderos neopaisas la oferta se redujo sólo a bandeja paisa, chuzo de pollo o carne asada. Por el lado de San Pedro sobreviven el Gran Cacao y la antigua quesera.
Por Caldas: Mozarela en la variante y de ahí a las legendarias obleas por el parque de Corona, a la fonda famosa del mismo parque y al Kaiser a una cuadra para unos guaritos y empanadas memorables. Angelópolis, tan desconocida que es cerquitica de allí, tiene un restaurante y una fonda maravillosos. En Alto de Minas las arepas, chorizos y chicharrones se mantienen iguales de buenos, aunque, qué dolor, ya no existe la Posta de Primavera, a mí me va a dar algo. Para el lado de Amagá es infaltable el Rancherito original. Creo que todavía se consiguen leche chocolatada y quesos en Pakita o el Sena. Bajando a La Pintada se encuentran los mejores mangos criollos del país, de los que dejan fibras en los dientes para disfrutarlos por varios días; mi mamá me mataría con este comentario, ahí está la Virgen, ya va un año que se me fue y cada día me hace más falta…se fue como sus chicharrones favoritos del Reposo que también se fueron. Eso sí, no se puede ir uno de Medellín sin comer arepas de chócolo donde Nelly en el pasillo 3 de las Malvinas en la Mayorista.
El Tour Gastronómico. Por fin hay esperanzas de gremio y unión en el sector de restaurantes. El trabajo del Tour se está notando y la gente está entendiendo que es mejor de colegas que de competidores si queremos soñar con el tal boom culinario paisa. Esto sumado a la labor que están haciendo la Alcaldía, Plaza Mayor, la Cámara de Comercio, el Clúster de Turismo, la prensa, varios colegas y las escuelas de cocina, auguran un futuro con mucho más sabor. Ahora en noviembre la feria Maridaje será la mejor oportunidad para celebrar el nuevo espíritu de colegaje (una palabra rara en el diccionario paisa).
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El bicentenario

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El bicentenario
 
     
 
Los cumpleaños siempre son una buena ocasión para volver a pensar en lo que uno hace en la vida, en quien uno es hacia afuera (para los demás) y hacia adentro (para uno mismo). Por eso la celebración de esta semana por los 200 años de la Independencia de Colombia debería ser una ocasión para que los ciudadanos pensemos un poco en el país que tenemos, en lo que tantos hemos visto y vivido por lo que piensan de nosotros afuera, y en cómo es Colombia hacia adentro, con su propia gente.
En los 200 años que han pasado desde el 20 de julio de 1810 muchas cosas sucedieron en este territorio, y de todas esas cosas -las muchas guerras, los pocos períodos de paz, el crecimiento de la población, la destrucción del medio ambiente, las bonanzas económicas (legales e ilegales), la dependencia frente a potencias extranjeras, etcétera- algunas han tenido más peso que otras para formar la idea que tenemos de nuestro país y de su lugar en el mundo. No es gratuito que en el mismo período de tiempo muchos países hayan sido creados y después disueltos, mientras nosotros seguimos en el proceso de al menos tener vigencia y presencia en todo el territorio.
Y eso se nota al recorrer el país y ver lo que hemos hecho con lo que heredamos de quienes fundaron este país hace tantos años. Porque, no nos digamos mentiras, Colombia es el fruto de lo que hemos hecho, por acción y omisión, los colombianos.
¿Qué será Colombia en, no digamos 200 años, sino 20 ó 50 años? ¿Habremos superado los problemas que hoy tenemos? ¿Serán más graves, de la misma forma que los de hoy son mucho más complejos y difíciles de resolver que los de hace 50 años? ¿Tendremos al menos un proyecto colectivo y público que sea más fuerte que los proyectos de enriquecimiento individual?
En fechas como esta es cuando debemos detenernos y evaluar nuestro pasado, no para flagelarnos y echarnos en cara nuestros errores, sino para proyectarnos hacia el futuro. Con toda seguridad los hombres y mujeres que hace 200 años encabezaron la lucha por la Independencia de España no reconocerían, si pudieran verlas, por obvias razones, las consecuencias de sus actos, pero ¿estarían a gusto con lo que sus descendientes hicimos con su legado?
Si alguien quiere saber qué tanto puede cambiar un país en 50 años, no es sino que busquen en Internet los índices de desarrollo de 1960 y tomen nota del lugar que ocupaban Colombia y otros países de posibilidades similares y los comparen con los de hoy. Muchos se sorprenderán al ver cómo hay países que sí pueden resolver problemas tanto o más complicados que los nuestros y dar un gran salto adelante. Esa debería ser nuestra meta para el 20 de julio de 2060.
 

El pensador

 
 
 
El pensador
 
 
Con toda claridad, Nadín Ospina hace referencia a otra obra, también titulada “El pensador”, que el francés Auguste Rodin, quizá el más grande escultor desde Miguel Ángel, realizara a finales del siglo 19
 
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
Al menos desde mediados del siglo 19, los artistas comenzaron a dejar atrás una visión tradicional del arte, que había puesto toda su búsqueda en el desarrollo perfecto de la técnica para lograr la creación de objetos bellos. Desde entonces, inmerso en la vida moderna, el arte ha multiplicado sus perspectivas, invitándonos a pensar sobre la realidad, la cultura y el arte mismo.
En esa dirección, Nadín Ospina (Bogotá, 1960) entiende el arte contemporáneo como un proceso incesante de reflexión, cuyo valor fundamental estriba en la capacidad de abrir siempre camino a nuevas ideas.
“El pensador” es una escultura en bronce pintado, de dos metros de altura, 90 centímetros de ancho y 504 kilogramos de peso, que Nadín Ospina instaló en 2009 en el espacio público de la sede de Bancolombia en el sector de Industriales, en Medellín. Sobre un alto pedestal, como si se tratara de una escultura clásica, Supermán aparece profundamente sumido en sus pensamientos.
Con toda claridad, Nadín Ospina hace referencia a otra obra, también titulada “El pensador”, que el francés Auguste Rodin, quizá el más grande escultor desde Miguel Ángel, realizara a finales del siglo 19. El de Rodin es un personaje hercúleo, desnudo, que hace patente la situación del hombre moderno: fuerte y poderoso, como una encarnación del mito del superhombre, dominador de la naturaleza gracias a los desarrollos de la ciencia y de la técnica, pero, al mismo tiempo, intensamente reflexivo y problemático.
Con humor e ironía, “El pensador” de Nadín Ospina activa un proceso de pensamiento similar, con la carga simbólica del que es, quizá, el más famoso superhéroe de la cultura popular. Porque, más allá de su potencia fascinante, Supermán es la imagen misma del desamparo, la soledad, el desarraigo, la desubicación, la fragmentación de la personalidad, los límites de la comunicación, a la vez ultramoderno y de fuerzas primitivas, poderoso y terriblemente débil, quizá sin futuro. Y también es posible entrar en el debate de la ideología imperialista que revelan sus aventuras, que ya no son historias sino meras historietas, con toda la carga peyorativa que arrastra esa palabra. Pero, más allá de ello, Supermán encarna muchas de las paradojas del hombre contemporáneo, que tampoco parece disfrutar ya de una dignidad histórica. Y, por eso, este Supermán piensa, quizá dolorosamente; y esa actitud deja abierta la obra a otras posibilidades de interpretación.
Pero también como escultura “El pensador” de Nadín Ospina funciona a partir de paradojas que multiplican los caminos para acercarse a ella. Aunque es realizada en bronce, con la técnica tradicional de la cera perdida, ese material, uno de los más nobles y exquisitos de la historia del arte y depositario de ideas de eternidad, se cubre y oculta bajo una capa de pintura, con los colores estridentes del ícono popular de las tiras cómicas. Y el de las historietas se trepa en un pedestal, como si fuera un personaje clásico y asume su pose (por eso, aquí el pedestal no es anacrónico sino parte esencial de la obra).
El arte contemporáneo centra su validez en la fuerza para abrir espacios de pensamiento. Y “El pensador” de Nadín Ospina lo logra, con humor e ironía, pero también con conocimiento histórico y rigor conceptual.
 

El pensador

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El pensador
 
 
Con toda claridad, Nadín Ospina hace referencia a otra obra, también titulada “El pensador”, que el francés Auguste Rodin, quizá el más grande escultor desde Miguel Ángel, realizara a finales del siglo 19
 
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
Al menos desde mediados del siglo 19, los artistas comenzaron a dejar atrás una visión tradicional del arte, que había puesto toda su búsqueda en el desarrollo perfecto de la técnica para lograr la creación de objetos bellos. Desde entonces, inmerso en la vida moderna, el arte ha multiplicado sus perspectivas, invitándonos a pensar sobre la realidad, la cultura y el arte mismo.
En esa dirección, Nadín Ospina (Bogotá, 1960) entiende el arte contemporáneo como un proceso incesante de reflexión, cuyo valor fundamental estriba en la capacidad de abrir siempre camino a nuevas ideas.
“El pensador” es una escultura en bronce pintado, de dos metros de altura, 90 centímetros de ancho y 504 kilogramos de peso, que Nadín Ospina instaló en 2009 en el espacio público de la sede de Bancolombia en el sector de Industriales, en Medellín. Sobre un alto pedestal, como si se tratara de una escultura clásica, Supermán aparece profundamente sumido en sus pensamientos.
Con toda claridad, Nadín Ospina hace referencia a otra obra, también titulada “El pensador”, que el francés Auguste Rodin, quizá el más grande escultor desde Miguel Ángel, realizara a finales del siglo 19. El de Rodin es un personaje hercúleo, desnudo, que hace patente la situación del hombre moderno: fuerte y poderoso, como una encarnación del mito del superhombre, dominador de la naturaleza gracias a los desarrollos de la ciencia y de la técnica, pero, al mismo tiempo, intensamente reflexivo y problemático.
Con humor e ironía, “El pensador” de Nadín Ospina activa un proceso de pensamiento similar, con la carga simbólica del que es, quizá, el más famoso superhéroe de la cultura popular. Porque, más allá de su potencia fascinante, Supermán es la imagen misma del desamparo, la soledad, el desarraigo, la desubicación, la fragmentación de la personalidad, los límites de la comunicación, a la vez ultramoderno y de fuerzas primitivas, poderoso y terriblemente débil, quizá sin futuro. Y también es posible entrar en el debate de la ideología imperialista que revelan sus aventuras, que ya no son historias sino meras historietas, con toda la carga peyorativa que arrastra esa palabra. Pero, más allá de ello, Supermán encarna muchas de las paradojas del hombre contemporáneo, que tampoco parece disfrutar ya de una dignidad histórica. Y, por eso, este Supermán piensa, quizá dolorosamente; y esa actitud deja abierta la obra a otras posibilidades de interpretación.
Pero también como escultura “El pensador” de Nadín Ospina funciona a partir de paradojas que multiplican los caminos para acercarse a ella. Aunque es realizada en bronce, con la técnica tradicional de la cera perdida, ese material, uno de los más nobles y exquisitos de la historia del arte y depositario de ideas de eternidad, se cubre y oculta bajo una capa de pintura, con los colores estridentes del ícono popular de las tiras cómicas. Y el de las historietas se trepa en un pedestal, como si fuera un personaje clásico y asume su pose (por eso, aquí el pedestal no es anacrónico sino parte esencial de la obra).
El arte contemporáneo centra su validez en la fuerza para abrir espacios de pensamiento. Y “El pensador” de Nadín Ospina lo logra, con humor e ironía, pero también con conocimiento histórico y rigor conceptual.
 

Por la educación en Antioquia

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Por la educación en Antioquia

Luis Alfredo Ramos, Óscar Cabrera Izquierdo.

2.400 niños de familias de bajos recursos de los municipios de Bello, Itagüí, Envigado, Sabaneta, Rionegro y Turbo, recibieron los kits escolares donados por Bbva.

En una ceremonia que contó con la presencia del gobernador Luis Alfredo Ramos, el presidente de Bbva Óscar Cabrera Izquierdo entregó, en representación de la compañía, 2.400 kits escolares a niños de familias de bajos recursos de los municipios de Bello, Itagüí, Envigado, Sabaneta, Rionegro y Turbo, y a la congregación religiosa, Hermanas de la Presentación, por valor de 96 millones de pesos. El Gobernador señaló que acciones como ésta, complementan el gran esfuerzo del gobierno departamental por hacer de la educación un factor de desarrollo.

Decorarte en El Castillo

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Decorarte en El Castillo
 
     
   
     
   
     
   
     
   
     
  Con un concierto del quinteto de bronces de la sinfónica Amadeus interpretando música colombiana, se inauguró en el Museo El Castillo Decorarte 2010: Décimo Segundo Salón de Artes Decorativas, exposición inspirada en los jardines, los paisajes y la fauna. Alrededor de ochenta expositores en las modalidades de mobiliario, arte decorativo, arte para la mesa y la cocina, joyería, bisutería, pintura, tejidos y comida artesanal conforman la muestra, complementada a su vez con trabajos destacados de alumnos de la Facultad de Diseño Industrial de la Bolivariana. Decorarte 2010 permanecerá abierta al público hasta el 13 de agosto.  

Una noche de celebraciones en La Heroica

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Una noche de celebraciones en La Heroica

Junto a las palenqueras: Margarita Rosa Giraldo, Nohemy Muñoz, Patricia Toro, Elvia Luz Restrepo, María del Socorro Patiño.

Rafael Pérez, Margarita Rosa Giraldo, Andrés Felipe Mejía Cardona.

Silvana Giaimo, Luis Fernando Rico, Hernán Martínez.

Ramiro Valencia Cossio, Luis Ernesto Mejía.

Gustavo Galvis, presidente de Andesco, entrega a Luis Fernando Rico, gerente general de Isagen, el premio a la mejor gestión en Responsabilidad Empresarial 2010.

En presencia de agentes de la industria de energía y representantes del Gobierno Nacional, celebró Isagen sus quince años de vida empresarial con una fiesta en la Casa Conde de Pestagua en Cartagena, un evento en el que los ciento cincuenta invitados disfrutaron de bailes folclóricos y la presentación de El Colegio del Cuerpo, corporación de danza contemporánea de La Heroica.
Pero la alegría reinante en esta noche tan especial no se debía únicamente a la conmemoración de los tres lustros de existencia de la compañía, sino también al hecho de que horas antes, en el marco del Décimo Segundo Congreso de Servicios Públicos, organizado por Andesco, Isagen fue merecedora del premio a la mejor gestión en Responsabilidad Empresarial, en la categoría Empresa Grande, y recibió también las distinciones como empresa con Mejor Gobierno Corporativo y Mejor Desempeño Ambiental, constituyéndose así en la única de las participantes en el concurso que obtiene de manera simultánea estos tres galardones. ¡Vecinos responsables!

Live, lo nuevo de Green Monkey

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Live, lo nuevo de Green Monkey

En el Mamm de Ciudad del Río se realizará el lanzamiento de lo nuevo de Green Monkey, agrupación que nació hace cuatro años de la mano del Restaurante Herbario y que hoy es conocida nacionalmente por su sonido electro-jazz. Live es el nombre de esta segunda producción de la banda, un trabajo que fue grabado en vivo en el Teatro Pablo Tobón Uribe en noviembre once del año pasado, y en el cual se escucha un Green Monkey honesto, sin artificios de estudio, con la intención de reflejar fielmente la vibrante atmósfera de una noche de concierto.


Quiksilver llega a El Tesoro

Con una gran exhibición de skate a cargo de varias promesas nacionales del deporte de la tabla -entre ellos, Wilfer Arcila, skater que participará en agosto en la competencia Red Bull Manny Mania en Nueva York- Quiksilver celebró su llegada a El Tesoro, lugar escogido para albergar su primera tienda oficial en la ciudad, tras diez años de presencia comercial en almacenes multimarca. En este evento, la compañía australiana líder en la industria ligada a los deportes de deslizamiento en tabla (skate, surf y snowboarding) también presentó Roxy, la línea femenina de la marca.

El dragón despierta en Sandiego
El Despertar del Dragón, así se ha denominado a la Décimo Tercera Exposición de Bonsái, evento de ciudad que en esta ocasión gira en torno al fuego como concepto que simboliza la energía creadora y destructora que cohabita al interior de todos los seres de la naturaleza. Ciento cincuenta bonsái de distintos tamaños y estilos, dragones de madera, un bosque de árboles artificiales metálicos con terminaciones de fuego, lunas de bonsái y una gran linterna budista componen esta atractiva muestra que estará abierta al público en Sandiego desde el 22 de julio hasta el 8 de agosto.

El sonido de tu respiración

  Por Carolina Zuleta Maya  
 
Todos sentimos estrés por diferentes razones y aunque el estrés es una reacción natural del cuerpo a situaciones de presión, sentirlo no es agradable y en muchos casos inhabilita nuestra capacidad. Lo peor es que aparte del sueño y quizás un poco de deporte, no hacemos mucho para mitigarlo. Pero existe una manera sencilla de aliviar el estrés y que siempre está a nuestro alcance: vivir en el presente.
Cuando te sientes estresado, tu mente está dividida. Gran parte está enfocada en la presión que estás sintiendo mientras la otra parte está poniendo poca atención a lo que debes hacer en ese momento. Por ejemplo, si estás en la oficina terminando un trabajo y sabes que vas tarde para una cita, lo más probable es que estés poniendo poca atención al trabajo que debes terminar. Pero si te detuvieras y vivieras en el presente la preocupación se iría. Estar presente significa ser consciente de todo lo que está pasando en un preciso instante, es poner los cinco sentidos en el momento actual. Estar presente es diferente a concentrarse, pues concentrarse es poner atención a una sola cosa: leer, correr, terminar una tarea.
Estar presente es poner atención a la relación que existe entre tu cuerpo y el espacio; es sentir tu cuerpo y el espacio a tu alrededor como un todo. Cuando vives en el presente ya no existe una diferencia marcada entre tu ser dentro del cuerpo y el mundo a tu alrededor, pues sientes que el mundo se abre y te haces amigo de tu cuerpo. Imagínate un gran tornado donde todo gira a gran velocidad. Estar presente es como estar en el centro de ese tornado, todo a tu alrededor va muy rápido pero tú estás quieto y a salvo en la mitad; eres un observador de lo que está pasando a tu alrededor.
Vivir en el presente es sencillo pero a veces no es tan fácil. Una de las técnicas más simples para lograrlo es oír tu respiración. Suspende por un instante todo lo que estás haciendo, cierra los ojos y lleva tu atención a la respiración. Empieza por escuchar cómo el aire entra y sale de tus pulmones; inmediatamente tu respiración se hace más lenta y profunda. Ahora pon una mano en tu pecho, siente cómo se expande cuando inhalas y se contrae cuando exhalas y repite esto cinco veces. Finalmente, pon tu mano en tu abdomen y respira de tal manera que el aire entre hasta tu estómago. Continúa esta respiración lenta y profunda y escucha los sonidos a tu alrededor.
De ahora en adelante, cuando te sientas estresado intenta este ejercicio y observa cómo el nivel de estrés disminuye en todo tu cuerpo, para que la próxima vez que te pregunten cada cuánto oyes tu respiración puedas responder: todos los días.
“Controlar la respiración es un pre-requisito para controlar la mente y el cuerpo”: Swami Rama.

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Seminario Mayor

 
Seminario Mayor
 
 
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
En 1962, el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Medellín dejó de funcionar en el viejo edificio del centro de la ciudad y se trasladó a una nueva sede que había sido construida a partir de 1959 por la oficina de arquitectos H. M. Rodríguez e Hijos, en la zona de Loreto. El antiguo edificio (hoy Centro Comercial Villanueva) fue obra del arquitecto italiano y sacerdote salesiano Giovanni Buscaglioni, desarrollada entre 1919 y 1928, dentro de los proyectos que acompañan la construcción de la Catedral de Villanueva.
Es fácil percibir la enorme diferencia que separa el viejo edificio del nuevo; pero, sobre todo, conviene insistir en que este último proyectaba en su momento una imagen muy novedosa sobre Medellín, a partir del perfil de la gran cúpula de la capilla que, en realidad, es el único elemento del Seminario que efectivamente es visible desde la ciudad.
La construcción del nuevo Seminario formaba parte de un proceso de renovación de la Arquidiócesis, liderado por Tulio Botero Salazar, arzobispo de Medellín a partir de 1957. En 1959, además del Seminario, Botero Salazar inicia el programa de los Barrios de Jesús para dar vivienda a los pobres y en 1960 promueve un amplio movimiento espiritual a través de la Gran Misión. Esos vientos de actualización, que continúan bajo el impacto del Concilio Vaticano II, conducen hasta la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín de 1968, que sesionó, justamente, en el Seminario. En síntesis, dentro del imaginario de la ciudad, aquella cúpula no sólo era una obra de arquitectura sino que estaba relacionada con un nuevo espíritu.
H. M. Rodríguez e Hijos fue la oficina de arquitectos con más larga y amplia actividad en la ciudad a lo largo del siglo 20. Fundada por Horacio Marino Rodríguez en 1903, la oficina actuaba como una verdadera escuela de arquitectura en permanente renovación, lo que se percibe en el estudio y aplicación de nuevas ideas.
La construcción de la capilla del Seminario corresponde a un momento en el cual se discute el rigor de la arquitectura racionalista, en gran medida bajo el impacto de las ideas del brasileño Oscar Niemeyer quien en ese entonces dirige la construcción de los edificios centrales de la nueva ciudad de Brasilia. Esa nueva arquitectura orgánica, en la cual cobra fundamental importancia el cálculo estructural para el desarrollo de complejas estructuras en hormigón armado, tiene amplia presencia en la ciudad. El organicismo busca una armonía básica entre las formas de la arquitectura y las del medio natural, muchas veces con la creación de estructuras curvas que son las propias de la naturaleza, en contra del predominio del ángulo recto de la arquitectura tradicional. Y, además, se hace patente el valor y belleza desnuda de los materiales, como el hormigón que se deja a la vista.
Pero lo que interesa no es la búsqueda caprichosa de formas extrañas sino la creación de volúmenes y espacios nuevos, dinámicos y livianos, que permitan descubrir otras realidades vitales. En el caso de la capilla se logra la creación de esta gigantesca cúpula que, vista desde fuera, parece flotar suavemente sobre grandes arcos parabólicos y que genera un amplísimo espacio interior libre de soportes y de interferencias visuales. Y si, de alguna manera, la arquitectura crea mundos nuevos, la cúpula de esta capilla es como una especie de colina más en medio de las montañas orientales de la ciudad, sin romper con sus formas; y como un espacio para la libre expansión interior y el encuentro con Dios.
En su propio terreno, también este edificio posibilitaba una experiencia religiosa nueva y actualizada, como la que cruzó la ciudad en ese momento.
 

Seminario Mayor

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Seminario Mayor
 
 
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
En 1962, el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Medellín dejó de funcionar en el viejo edificio del centro de la ciudad y se trasladó a una nueva sede que había sido construida a partir de 1959 por la oficina de arquitectos H. M. Rodríguez e Hijos, en la zona de Loreto. El antiguo edificio (hoy Centro Comercial Villanueva) fue obra del arquitecto italiano y sacerdote salesiano Giovanni Buscaglioni, desarrollada entre 1919 y 1928, dentro de los proyectos que acompañan la construcción de la Catedral de Villanueva.
Es fácil percibir la enorme diferencia que separa el viejo edificio del nuevo; pero, sobre todo, conviene insistir en que este último proyectaba en su momento una imagen muy novedosa sobre Medellín, a partir del perfil de la gran cúpula de la capilla que, en realidad, es el único elemento del Seminario que efectivamente es visible desde la ciudad.
La construcción del nuevo Seminario formaba parte de un proceso de renovación de la Arquidiócesis, liderado por Tulio Botero Salazar, arzobispo de Medellín a partir de 1957. En 1959, además del Seminario, Botero Salazar inicia el programa de los Barrios de Jesús para dar vivienda a los pobres y en 1960 promueve un amplio movimiento espiritual a través de la Gran Misión. Esos vientos de actualización, que continúan bajo el impacto del Concilio Vaticano II, conducen hasta la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín de 1968, que sesionó, justamente, en el Seminario. En síntesis, dentro del imaginario de la ciudad, aquella cúpula no sólo era una obra de arquitectura sino que estaba relacionada con un nuevo espíritu.
H. M. Rodríguez e Hijos fue la oficina de arquitectos con más larga y amplia actividad en la ciudad a lo largo del siglo 20. Fundada por Horacio Marino Rodríguez en 1903, la oficina actuaba como una verdadera escuela de arquitectura en permanente renovación, lo que se percibe en el estudio y aplicación de nuevas ideas.
La construcción de la capilla del Seminario corresponde a un momento en el cual se discute el rigor de la arquitectura racionalista, en gran medida bajo el impacto de las ideas del brasileño Oscar Niemeyer quien en ese entonces dirige la construcción de los edificios centrales de la nueva ciudad de Brasilia. Esa nueva arquitectura orgánica, en la cual cobra fundamental importancia el cálculo estructural para el desarrollo de complejas estructuras en hormigón armado, tiene amplia presencia en la ciudad. El organicismo busca una armonía básica entre las formas de la arquitectura y las del medio natural, muchas veces con la creación de estructuras curvas que son las propias de la naturaleza, en contra del predominio del ángulo recto de la arquitectura tradicional. Y, además, se hace patente el valor y belleza desnuda de los materiales, como el hormigón que se deja a la vista.
Pero lo que interesa no es la búsqueda caprichosa de formas extrañas sino la creación de volúmenes y espacios nuevos, dinámicos y livianos, que permitan descubrir otras realidades vitales. En el caso de la capilla se logra la creación de esta gigantesca cúpula que, vista desde fuera, parece flotar suavemente sobre grandes arcos parabólicos y que genera un amplísimo espacio interior libre de soportes y de interferencias visuales. Y si, de alguna manera, la arquitectura crea mundos nuevos, la cúpula de esta capilla es como una especie de colina más en medio de las montañas orientales de la ciudad, sin romper con sus formas; y como un espacio para la libre expansión interior y el encuentro con Dios.
En su propio terreno, también este edificio posibilitaba una experiencia religiosa nueva y actualizada, como la que cruzó la ciudad en ese momento.
 

Cartagena se transforma

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Cartagena se transforma con Nao Fun & Shopping

Carlos Alberto Serna, gerente general de Espacios Urbanos.

Con una inversión cercana a los 170 mil millones de pesos se construirá en La Heroica un enorme complejo mixto que solucionará el atraso en esta ciudad en cuanto a capacidad hotelera de alto nivel y turismo corporativo. Se trata de Nao Fun & Shopping, proyecto que tendrá como pilar al Hotel Intercontinental Cartagena, además de un gran centro de negocios integrado por un casino, locales comerciales, cines, restaurantes, apartamentos, oficinas y un centro de convenciones.
Carlos Alberto Serna, gerente general de Espacios Urbanos -firma de amplia trayectoria nacional e internacional en el desarrollo de grandes proyectos y empresa a cargo de la obra-, señala que “Por increíble que parezca, en Cartagena solo hay dos hoteles de carácter internacional, cuando debería haber diez o más. Es por eso que en Nao Fun & Shopping pensamos en la cadena Intercontinental, capaz de ofrecer los únicos estándares de ese nivel y la red de reservas más grandes del mundo”.
Los inversionistas de Medellín interesados en aprovechar la inmejorable oportunidad de hacer parte de este proyecto, podrán ver una selección de imágenes del complejo en


+Impacto: el progreso está en el intercambio
Hace unos meses, Aiesec Eafit -local partner de Aiesec, la organización más grande del mundo en pasantías e intercambios de jóvenes líderes con alto potencial- hizo pública +Impacto, convocatoria que invitaba a fundaciones y corporaciones de la ciudad a formular un proyecto de emprendimiento social o multiculturalismo que beneficie a la comunidad.
Alrededor de 40 fundaciones y corporaciones aceptaron el reto, pero solo cinco fueron las escogidas: Fundación La Etnia, Cedezo Belén, Fundación Juguemos en el bosque, Fundación La Barca y Corporación Calor de Hogar. Para las organizaciones ganadoras, Aiesec Eafit les proporcionará, sin costo alguno, pasantes extranjeros especializados en el tema que se encargarán de desarrollar los proyectos formulados. Para conocer más sobre Aiesec Eafit ingrese a www.aiesec.org/colombia/eafit.

Talento colombiano en Naranjo Velilla
Una interesante selección de las obras de Nardir Figueroa, Pablo Guzmán, Héctor Fabio Castaño, Mauricio Gómez y otros once talentos del arte colombiano se encuentra en la Muestra Colectiva de la galería Naranjo & Velilla en San Fernando Plaza. Esta exposición itinerante llena de color y variedad tendrá sus puertas abiertas hasta el 4 de agosto. Recórrala virtualmente en www.vivirenelpoblado.com en la sección Cadeneta y Punto.


Tiempo de celebrar con Marianito

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Tiempo de celebrar con Marianito

Eucarísticas especiales, tertulias, conciertos, conferencias, exposiciones y un gran bazar componen las VII Fiestas Patronales de la Parroquia del Beato Marianito, evento que comienza el martes trece de julio con una eucarística en honor del Beato de Yarumal y finaliza el domingo veinticinco con el Bazar Parroquial y Altar de San Isidro.
El evento más significativo de estas fiestas es la solemne Eucaristía de Acción de Gracias y del Segundo Aniversario de la Dedicación al Templo, misa que se llevará a cabo el diecisiete de julio a las 6:30 de la tarde y que será presidida por el arzobispo de Medellín, Monseñor Ricardo Tobón Restrepo.

Cuentos para gente sin edad

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Cuentos para gente sin edad
 
  Veinticuatro relatos de Aura Echeverri Uribe, que invitan a cuidar la naturaleza y generan reflexiones de vida  
     
   
 
Claudia Vásquez, Aura Echeverri Uribe, Janet Vásquez.
 
     
  En el Ceipa, la institución universitaria en donde obtuvo su título de licenciada en didácticas y dificultades del aprendizaje escolar, la “maestra de corazón y publicista de profesión” Aura Echeverri Uribe presentó, con un emotivo discurso de agradecimiento a sus allegados, su tercer libro Cuentos para gente sin edad: veinticuatro cautivantes relatos que llevan mensajes de respeto por la naturaleza y el peligro que entraña su destrucción.
En las palabras de su profesor, el escritor Luis Fernando Macías “Como todas las cosas de Aurita, es un libro singular, que mezcla sentimientos infantiles y refinados, a veces expresados con la inocencia de las almas puras y a veces llenos de malicia y picardía”.
 

Parque Lleras para peatones

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Parque Lleras para peatones
 
 
Como un programa piloto para la Alcaldía de Medellín junto con la Corporación Zona Rosa, a partir de este viernes 25 de junio y hasta el 7 de agosto, se cerrará para vehículos la carrera 38 entre las calles 8 y 9, así como la calle 8A entre las carreras 38 y 37A, todos los viernes y sábados desde las 6 de la tarde. En cuanto a los taxis, no podrán ingresar al interior del Parque Lleras durante este horario.
Con estas medidas el Municipio espera mejorar la movilidad del sector e incentivar el aprovechamiento del espacio público por parte de la comunidad.
 
   
     
   

A la rueda rueda

 
 
 
A la rueda rueda
 
 
En Arosemena también hay una labor previa de planeación y dibujo; pero el desarrollo mismo de la escultura exige un proceso manual y directo, de corte y soldadura de fragmentos de lámina de hierro
 
 
 
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
“A la rueda rueda” es un juego tradicional que nos pone en contacto con el mundo mágico de la infancia, de los cuentos y de la vida sencilla. Y bien podría decirse que estas impresiones se pueden referir simultáneamente a las rondas de los niños y a la obra de Justo Arosemena en la urbanización Aldea de Riobamba, en el sector de Oviedo.
Justo Arosemena (Ciudad de Panamá, 1929 – La Ceja, Antioquia, 2000) logró una amplia presencia en el arte urbano de Medellín, con obras realizadas a partir de finales de los años setenta y que, por proceder de un período relativamente corto, ofrecen una notable unidad. “A la rueda rueda”, de 1987, que presenta a cinco niños que juegan en círculo tomados de las manos, es un trabajo en hierro forjado, de 137 centímetros de altura y 230 de diámetro.
Como todas las esculturas de Justo Arosemena, “A la rueda rueda” está directamente trabajada en el metal. No es el resultado de una fundición, como ocurre en una escultura en bronce, en la cual el artista casi siempre se limita a realizar el modelo original en un material blando, y deja el resto del trabajo en poder de técnicos especializados. En Arosemena también hay una labor previa de planeación y dibujo; pero el desarrollo mismo de la escultura exige un proceso manual y directo, de corte y soldadura de fragmentos de lámina de hierro, lo que, como el mismo artista se complacía en recordar, exige el trabajo personal e inmediato del escultor: hay un contacto permanente con el material, lo que implica una especie de trabajo “en caliente” que se hace evidente en la obra terminada.
En efecto, Justo Arosemena, quien desde 1957 abandona los materiales tradicionales de la escultura y comienza a utilizar chatarra –siendo uno de los primeros en hacerlo en el contexto colombiano–, se consideraba a sí mismo como un trabajador del hierro que sabía explotar las posibilidades constructivas y expresivas de ese material. En todas sus obras, el hierro tiene un carácter expresionista que resulta de los golpes, los pliegues, las soldaduras, la acción del soplete, la fragmentación, sin que nunca se haya preocupado por lograr superficies pulidas que ocultaran la necesaria violencia del proceso.
Se ha afirmado muchas veces que estas obras no tienen la profunda complejidad estética de sus pinturas abstractas sino que revelan una juguetona facilidad y alegría. O, como he escrito en otra parte, que sus esculturas en pequeño formato tienen una emoción poética que, en buena medida, se pierde en las obras de gran tamaño. Por supuesto, puede estarse de acuerdo con ello o no. Pero no debería olvidarse que en el arte la técnica es significativa; es contenido y no mero procedimiento. Por eso, la brusquedad y tortura del hierro o la fragmentación de estas figuras quieren ir más allá de una fácil decoración y, como en la mayoría de los expresionistas, busca impactar afectivamente al observador.
De todas maneras, es claro que en este juego de niños, como en muchas obras de tema similar que Justo Arosemena realiza en la misma época, se manifiesta su intención explícita de poner la obra de arte en contacto directo con los vecinos del sector y facilitar su percepción y disfrute, de tal manera que la integren en el ritmo de la cotidianidad.
 

A la rueda rueda

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A la rueda rueda
 
 
En Arosemena también hay una labor previa de planeación y dibujo; pero el desarrollo mismo de la escultura exige un proceso manual y directo, de corte y soldadura de fragmentos de lámina de hierro
 
 
 
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
“A la rueda rueda” es un juego tradicional que nos pone en contacto con el mundo mágico de la infancia, de los cuentos y de la vida sencilla. Y bien podría decirse que estas impresiones se pueden referir simultáneamente a las rondas de los niños y a la obra de Justo Arosemena en la urbanización Aldea de Riobamba, en el sector de Oviedo.
Justo Arosemena (Ciudad de Panamá, 1929 – La Ceja, Antioquia, 2000) logró una amplia presencia en el arte urbano de Medellín, con obras realizadas a partir de finales de los años setenta y que, por proceder de un período relativamente corto, ofrecen una notable unidad. “A la rueda rueda”, de 1987, que presenta a cinco niños que juegan en círculo tomados de las manos, es un trabajo en hierro forjado, de 137 centímetros de altura y 230 de diámetro.
Como todas las esculturas de Justo Arosemena, “A la rueda rueda” está directamente trabajada en el metal. No es el resultado de una fundición, como ocurre en una escultura en bronce, en la cual el artista casi siempre se limita a realizar el modelo original en un material blando, y deja el resto del trabajo en poder de técnicos especializados. En Arosemena también hay una labor previa de planeación y dibujo; pero el desarrollo mismo de la escultura exige un proceso manual y directo, de corte y soldadura de fragmentos de lámina de hierro, lo que, como el mismo artista se complacía en recordar, exige el trabajo personal e inmediato del escultor: hay un contacto permanente con el material, lo que implica una especie de trabajo “en caliente” que se hace evidente en la obra terminada.
En efecto, Justo Arosemena, quien desde 1957 abandona los materiales tradicionales de la escultura y comienza a utilizar chatarra –siendo uno de los primeros en hacerlo en el contexto colombiano–, se consideraba a sí mismo como un trabajador del hierro que sabía explotar las posibilidades constructivas y expresivas de ese material. En todas sus obras, el hierro tiene un carácter expresionista que resulta de los golpes, los pliegues, las soldaduras, la acción del soplete, la fragmentación, sin que nunca se haya preocupado por lograr superficies pulidas que ocultaran la necesaria violencia del proceso.
Se ha afirmado muchas veces que estas obras no tienen la profunda complejidad estética de sus pinturas abstractas sino que revelan una juguetona facilidad y alegría. O, como he escrito en otra parte, que sus esculturas en pequeño formato tienen una emoción poética que, en buena medida, se pierde en las obras de gran tamaño. Por supuesto, puede estarse de acuerdo con ello o no. Pero no debería olvidarse que en el arte la técnica es significativa; es contenido y no mero procedimiento. Por eso, la brusquedad y tortura del hierro o la fragmentación de estas figuras quieren ir más allá de una fácil decoración y, como en la mayoría de los expresionistas, busca impactar afectivamente al observador.
De todas maneras, es claro que en este juego de niños, como en muchas obras de tema similar que Justo Arosemena realiza en la misma época, se manifiesta su intención explícita de poner la obra de arte en contacto directo con los vecinos del sector y facilitar su percepción y disfrute, de tal manera que la integren en el ritmo de la cotidianidad.
 

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El dibujo como lenguaje base

El dibujo como lenguaje base
Para Nicolás París el dibujo aparece como estructura en todas las artes y en la relaciones comunicativas del hombre, de ahí su importancia como mecanismo de expresión.


Para Nicolás París el dibujo aparece como estructura en todas las artes y en la relaciones comunicativas del hombre, de ahí su importancia como mecanismo de expresión. En su obra, cargada de líneas, círculos y puntos, evoca esos primeros trazos humanos en las cuevas, cuando las experiencias encontraban una salida a través de las formas representativas. Aprovechar un periódico y reciclar sus informaciones en un dibujo o utilizar la tipología de marcación de planos arquitectónicos y sus formas para convertirlas en parte integral de una figura, es casi “una resistencia a que estos caracteres dejen de circular aunque sea en otro medio de exposición”, según el enfoque de Nicolás París. El dibujo también aparece como una vía de diálogo y conversación. La obra de este artista bogotano que cuenta con esbozos de forma humana, animal y en este caso con recortes reciclados de periódico, ilustró las más recientes portadas de Vivir en El Poblado.

La Buena Mesa celebra 10 años

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La Buena Mesa celebra 10 años
La Tienda del Vino fue el lugar escogido para reunir a amigos, medios y chefs, en la celebración de los 10 años de esa gran reunión de exquisiteces y buen gusto que representa La Calle de La Buena Mesa para El Poblado y la ciudad.
Junio fue el mes elegido para recordar esta iniciativa que surgió luego de la llegada de nuevas propuestas culinarias a Manila y tras la ampliación del sector hasta Astorga en la calle 9 debajo del parque de El Poblado.
“Una cocina sin arrogancias” es una de las frases que recuerda una década de apasionados de la gastronomía y de las técnicas clásicas en las que el ingrediente siempre ha sido el sabor.
Este espacio fue el primer paso para lograr la asociación de restaurantes en la ciudad, siempre bajo la premisa de buscar la ponderación de la cultura alrededor de la cocina y el buen servicio. Luego esta iniciativa fue replicada por otros locales con especialidades compartidas y no sólo con énfasis en la cocina.
En La Calle de La Buena Mesa se encuentran algunos de los símbolos culinarios de nuestra ciudad y varias ofertas nuevas que atienden fielmente a la filosofía de este gremio. Todos preocupados porque cada comensal disfrute y por supuesto, tenga una atención inmejorable. ¡La Calle de La Buena Mesa está de celebración, todos alzamos la copa!

Los restaurantes que hacen parte de La Calle de La Buena Mesa:
El Zócalo, Manhattan, Casa Molina, La Tienda del Vino, Frutos del Mar, Mar del Plata, En Casa de Oliva, Blue Marlin, 1910 Revolución Mexicana, Pesecar, Artisano, La Albufera de Valencia y Bellini.

Juliana Vélez, Carolina Vélez.

Daniel Calle, Adriana Gómez, Vicente Piedrahíta.

Gilma Henriquez, Ignacio Goncalves.

Juan Santiago Mesa, Patricia Gutiérrez.

Jorge Gómez, Álvaro Vasco.

Juan Gonzálo Velásquez, Carlos Zuluaga.

Norma Mejía, Elizabeth Escobar, Raúl Esteban, Viviana Cala, Álvaro Molina, Ómar Arango.

Debemos hacer algo rápidamente

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  Por: Juan Carlos Vélez Uribe  
 
La situación de orden público en Medellín vuelve a preocuparnos. A pesar de que en columnas anteriores habíamos planteado el mejoramiento de los índices delincuenciales de la ciudad, la verdad es que el comportamiento de estos en los últimos días nos preocupa bastante.
Habíamos logrado obtener una leve mejoría, no de los 80’s, cuando se inició una escalada de la violencia sin precedentes en Medellín, llegando hasta el record de homicidios en 1991 de más de 6.000 muertos en la ciudad. Hoy no estamos de ninguna manera a ese nivel, pero venimos de cerca de 700 homicidios hace dos años, a una cifra que se proyecta hoy a cerca de 2.000 homicidios. Podríamos decir que se han casi triplicado.
La paz que vivió la ciudad en el primer trimestre y muy especialmente en los juegos Suramericanos se ha desvanecido y, por el contrario, la violencia ha arreciado sin clemencia ya que toca a todos los sectores de la ciudad y a todos los estratos sociales.
La verdad es que debemos hacer algo rápidamente para no volver a caer en esos terribles indicadores de principios de los 90. Hay que actuar con más decisión. Creo que con la llegada de más miembros de la Policía Nacional en los últimos meses, se van acabando las disculpas.
Necesitamos más y mejor accionar de la Fuerza Pública en la ciudad. Sigue habiendo mucha gente armada sin salvoconducto, que inexplicablemente parece que supiera cómo evadir los controles de la autoridad. Más controles en el consumo y expendio de estupefacientes es una exigencia que hacemos los ciudadanos. Se acabó la excusa de la dosis mínima, ya que el Congreso acaba de prohibir su porte y consumo.
Queremos una ciudad en la que todos podamos vivir en paz, en la cual puedan crecer nuestros nietos y podamos lograr una sana convivencia.
Creo que esta advertencia a las autoridades hay que hacerla pensando en que todos en equipo, juntos, podemos hacer de Medellín una mejor ciudad.

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Dorado de oro golfi

  Por: Juan Carlos Orrego  
 
Un día perdido de la cuarta década del siglo 16, la hueste de Sebastián de Belalcázar salió de Quito con la idea de cazar tesoros indios en las tierras hoy colombianas. Un nativo que bajaba hacia el sur fue interrogado por un soldado hispano a propósito de la existencia de riqueza por aquellas tierras. El solitario viajero dijo que muy lejos al norte, en Cundirrumarca, había un reino muy rico cuyo cacique se cubría de oro pulverizado antes de zambullirse en una laguna. Cuando se le preguntó qué cacique era ese, el indio dijo: “Luis Carlos Galán Sarmiento”.
Tan absurda como esa historia ficticia es la ley que ordenó cambiar el nombre del aeropuerto “El Dorado” de Bogotá, rebautizado con el nombre del caudillo liberal por obra de un entusiasmo demente y politiquero. El despropósito es enorme: una figura enraizada en los infinitos tiempos del mito se trueca por la efigie de un personaje apenas vigente en los últimos segundos de nuestra historia. Hay que decirlo con claridad: Galán debe buena parte del aura legendaria que lo baña a su muerte trágica, acaecida en Soacha hace poco más de veinte años. Imagino que, de no haber sido disparadas esas balas, el santandereano habría sido un presidente como tantos otros: la historia lo habría obligado a descorrer los cerrojos de la apertura económica, habría capitaneado —como César Gaviria, su impensado sucesor— una transformación desastrosa de la ley general de educación, lo habrían fustigado los gremios de trabajadores y el humor crítico de Jaime Garzón y, qué duda cabe, hoy sería otro de los ex presidentes malqueridos por Álvaro Uribe Vélez.
Al lector desprevenido le extrañará que un cambio de nombre tan lesivo de nuestra identidad amerindia se dé justo en el año del cacareado Bicentenario. La verdad, sin embargo, es que de la gesta política conmemorada no emanan olores indios: en 1810 solo ocurrió que algunos señoritos santafereños pidieron ser admitidos en una junta de gobierno, mientras que, en 1819, el “Amo” Bolívar erigió una independencia que no cambiaba radicalmente el sistema de tributación que pesaba sobre la población aborigen. Algo debe significar que, en las guerras promovidas por el “Libertador”, los indios pastusos prefirieran pelear al lado de los chapetones. Especulo que, por pura revancha política, la imagen de un magnífico cacique —con un caimán como guardaespaldas— fue borrada del primer escudo de la Gran Colombia, donde con el correr de los tiempos se acomodó una cornucopia con monedas acuñadas, un gorro frigio y un par de barcos mercantes.
Me asusta pensar en las consecuencias que puede tener el segundo bautizo del aeropuerto, de no fructificar los recursos que la gente sensata busca interponer contra el adefesio. Se entusiasmarán todos esos políticos de pacotilla cuya pasión es promover homenajes y sobar la chaqueta del poder. Quizá algún concejal marrullero proponga que, como el cacique Nutibara realmente no habitó en el Valle del Aburrá, la famosa montañita de la calle 30A debe llevar el nombre de “Cerro Antonio Roldán Betancur”. También puede ocurrir que topónimos prehispánicos como Itagüí, Ebéjico, Caramanta y Dabeiba sean reemplazados por el nombre de curtidos patricios de la Asamblea Departamental, esto es, de los que son caciques sin llevar plumas en la cabeza.
Definitivamente, mientras más pasa el tiempo, más novelescos parecen los artículos de la Constitución que dibujan con colores optimistas la figura indígena. La dolorosa verdad ya la dijo el Inca Garcilaso de la Vega, hace cuatro siglos, en nombre de todos sus hermanos: “Trocósenos el reinar en vasallaje”.

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¿Daño emergente y lucro cesante en los avalúos?

  Por: Francisco Ochoa O.  
 
Desde hace algunos años he venido insistiendo en el concepto de la integralidad de cobertura que deben tener los avalúos que se realizan para la adquisición de predios por parte del Estado. He sostenido que este, no puede ser meramente un avalúo comercial como mal lo han entendido las entidades gubernamentales que lo solicitan y los avaluadores que los han elaborado.
Veamos: En el caso de optar por la vía judicial, la expropiación es decretada por un juez, quien acorde al contenido del numeral 6 del artículo 62 de la ley 388/97, dictará un fallo que “comprenderá el daño emergente y el lucro cesante”. En el caso de optarse por la vía administrativa, la decisión de expropiar la toma el funcionario público, quien equivocadamente ha actuado conforme lo preceptuado en el artículo 67 de la ley 388/97 que reza: “Se deberá indicar el valor del precio indemnizatorio que se reconocerá a los propietarios, el cual será igual al avalúo comercial”.
Esta aparente contradicción en el concepto de los valores, según se opte por una u otra vía, ha sido aclarada en forma sistemática y repetitiva por la Corte Constitucional a través de las sentencias C-153/94, C-1074/02 y C-476/07, en la misma línea de pensamiento de los derechos consagrados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (resolución 217/74 de la ONU), del Pacto de San José y de la Convención Europea de los Derechos Humanos, sentencias y tratados internaciones que hacen parte del bloque de constitucionalidad.
Estas sentencias y acuerdos internacionales son coherentes y consistentes en reconocer que en Colombia, no puede existir expropiación sin previa indemnización, que la indemnización a reconocer debe ser reparatoria, es decir, debe abarcar el daño emergente y el lucro cesante adicionales al valor comercial del bien expropiado; que el ciudadano expropiado no debe quedar en inferioridad de condiciones a las que tenía previamente, dado que la persona expropiada no tiene porqué asumir una carga que debe asumir la sociedad.
A pesar de lo expuesto en los párrafos anteriores, puede afirmarse en general que en los casos de expropiación por vía administrativa (que en Medellín lo son todos), el Estado se ha limitado a reconocer el valor comercial del inmueble desconociendo el daño emergente y el lucro cesante, en contravía de los criterios contenidos en las sentencias y convenios internaciones citados. Se ha mencionado como una de las razones para no incluir estos conceptos, la carencia de una metodología para tasarlos.
Hace poco se hizo público un fallo del Consejo de Estado, ante un recurso de apelación a una sentencia del Tribunal Administrativo de Antioquia (2005-03509). Contiene una consideración que tajantemente expresa: “Las anteriores afirmaciones llevan a precisar que la circunstancia particular de que no se haya adoptado una metodología para la valoración de aquellos daños y perjuicios ajenos a la expropiación de un inmueble por vía administrativa, no puede servir de pretexto a la administración para desconocer la obligación de indemnizar en forma justa y plena las ablaciones patrimoniales accesorias causadas a su propietario, pues ello equivaldría a desconocer el verdadero alcance de lo dispuesto en los artículos 34 y 58 de la Constitución Política de Colombia, en el artículo 17 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y en el artículo 21.2 del Pacto de Derechos Económicos y Sociales o Pacto de San José de Costa Rica.
En conclusión, y sin discusión, los avalúos para las ofertas de compra en casos de negociación de bienes con el Estado, deben incluir, además del valor del terreno y la construcción, el monto estimado y probado del daño emergente y del lucro cesante.

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El mejor chicharrón de Antioquia

El mejor chicharrón de Antioquia
La verdad es que el chicharrón es muy parecido a las oportunidades de la vida y el que usted ve pasar y no se come, lo perdió

Por las vueltas de la vida hace poco más de dos años me dediqué a explorar a fondo nuestra cocina antioqueña y colombiana; una experiencia deliciosa llena de sorpresas y calorías. Con Marta, mi chef de Montelíbano, experimentamos con los clásicos criollos, con otros en vía de extinción y por supuesto lo más divertido, creando nuestras versiones, sin vanguardismos, con varios objetivos en mente: técnica, salud, sabor y presentación. Durante meses nos encerramos con muchas cocineras antioqueñas, chocoanas y costeñas a ensayar nuevas formas de preparar los colombianos infaltables como el plátano, la yuca, la arepa, los frisoles, el chicharrón, la morcilla, el chorizo, la empanada y demás. En el proceso trabajamos con maestras pasteleras como Doña Clara de Esponjados quién se arriesgó a desarrollar nuestra pastelería de tienda en versiones actualizadas, reiterando la superioridad del rollo liberal, las cocas de guayaba, la marialuisa y la lengua sobre el tiramizú y los demás oprobios neo paisas.
Parte de la investigación requería incluir algunos platos célebres de la cocina universal para analizar sus fortalezas, y precisamente uno de los descubrimientos más interesantes y gratos de esta aventura fue el gran potencial con ingredientes que encontramos en nuestros aguardiente y ron, dos bebidas que son símbolos indiscutibles de nuestra cultura.
La tarea fue reemplazar jerez, cointreau, oporto, vino y brandy, por ron y aguardiente en recetas famosas, aún en aquellas muy complejas; de esta manera logramos colombianizar platos célebres como el pollo entomatado francés que quedó exquisito, ni mejor ni peor, distinto pero con nuestra identidad. Igualmente saborizamos postres, hicimos salsas tan complicadas como la demi-glacé y hasta flambeamos las crepes suzzetes como los chef pinchados. La lógica elemental de acudir a los sabores que llevamos grabados en el cerebro y el alma, funcionó y comimos más que rico.
Y si con la comida hicimos descubrimientos deliciosos, con las bebidas ni se diga, cuando las mezclamos con copitos de nieve de colores o con granizados Santana o cuando las batimos con malteada de Chocolate Santander; como dice mi papá:”Mujer no llores”, cumpliendo sus 91; a mí me va a dar algo, qué bueno.
En medio del trabajo, otra de las partes más divertidas fue el análisis poco dietético de la oferta de chicharrón en Sancho paisa, doña Rosa, Hato Viejo, el trifásico, vaso de leche, donde Gloria, cantaleta, los asados, entre muchos otros ricos y otros no tanto. La verdad es que el chicharrón es muy parecido a las oportunidades de la vida y el que usted ve pasar y no se come, lo perdió.
Y para usted, ¿en dónde hacen el mejor chicharrón de Medellín y Antioquia? Escríbame con el dato de su favorito ya que soy enfermo por este plato, a [email protected], por Facebook o al blog en http://lacocinademolina.blogspot.com . Nos tragó la tierra con tanta culinaria virtual.
[email protected]

Kimberly asume su papel

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Kimberly asume su papel social

Elena de Bedout, Margarita Escudero, Carlos Mario Rivera Escobar, Alex Dubian Giraldo Cano, Alejandro Camargo.

La salud en Barbosa y particularmente en el hospital San Vicente de Paúl en este municipio del Valle de Aburrá, agradeció la donación de más de 400 millones de pesos en instrumental quirúrgico y elementos de higiene y aseo por parte de la empresa Colombiana Kimberly Colpapel, la cual tiene un complejo de plantas en esta zona, con producción de una línea de papeles y toallas de cocina. Con esta ya son tres las donaciones que (CKC) Kimberly Colombia y Medshare (organización comprometida con el mejoramiento de la atención de los usuarios) hacen en el país, luego de beneficiar a hospitales del norte del Cauca y Boyacá con cerca de 950 millones de pesos. “Estamos dejando huella” es el eslogan de esta campaña de responsabilidad social.

Nuevos aires y nuevos sabores en El Campestre
El relanzamiento en El Club Campestre del restaurante La Academia y su nueva cocina, estuvo cargado de anuncios. En cena con siete vinos para disfrutar de las preparaciones, la junta directiva del Club, empresarios, integrantes del comité gastronómico y social dieron la bienvenida a la junta directiva de la Chaine Des Rotisseur de Colombia (‘cofradier’ gastronómica más grande del mundo, con presencia en 53 países). Acto seguido procedieron a dar las buenas nuevas, que incluyeron el relanzamiento del plan Antiguo Socio, que permite obtener readmisión completamente gratis. Además, dejaron a disposición las nuevas habitaciones en Medellín y Llanogrande y presentaron oficialmente a Diego Restrepo Arango como gerente.

País “civeta”

  Por: José Gabriel Baena  
 
¿Somos un país “civeta”? A finales de mayo Mr. Michael Geoghegan, presidente de la Corporación Bancaria Hong-Kong-Shanghai, anunció que Colombia figura entre los que ellos denominan “países civetas”: aquellos cuya clase media emergente “en tres años superará el mundo desarrollado, medido por paridad de poder adquisitivo, una nueva clase media con acceso a todo el portafolio financiero global”. Noticia no sólo interesante en sí, sino por el nuevo término “civetas”, que diferencia a estos países de aquellos otros, más poderosos hoy, titulados países “Bric” por las iniciales de Brasil, Rusia, India y China: “Países que se abren camino en el escenario por sus altas tasas de crecimiento, sus grandes poblaciones y su voraz apetito por el consumo de nuevas marcas”.
Resulta que “civetas”, explicó el humilde magnate, se utiliza por la similitud de nuestros países con una especie de “vivérridos” o familia de mamíferos carnívoros que incluye las ginetas y civetas, arbóreos, parecidos a los gatos y a las mangostas. “Civeta” es una definición imprecisa de muchas criaturas parecidas al gato de Norteamérica, África, el leopardo asiático, el gato verdadero y el gato salvaje criollo. Sus mejores hábitats son las tierras inundables, sabanas, montañas y sobre todo selvas tropicales. La descripción es perfectamente aplicable a lo que hoy denominan “clase media colombiana vergonzante”: 32 millones de “almas” que viven del salario mínimo para abajo, por no decir que en la pobreza total. Esta cifra es del Banco Mundial, palabra de fe. Los “civetas”, por la pérdida de sus hábitats propios, están siendo considerados especies vulnerables.
De manera dramática, el señor Geoghegan tiene toda la razón, y se queda corto. Pero de para arriba. La verdadera clase media-alta colombiana no sólo ya pasó por ser “civeta creciente” sino que se encamina rápidamente hacia su pertenencia al grupo “Bric”. El panorama de abrumadores edificios construídos en la montaña de El Poblado, visto desde la autopista, es angustioso y a la vez tópicamente futurista: un telón de fondo de los que llaman en el cine “mate paint”, sólo apreciable desde abajo, desde el occidente donde se apiña el 50% de los miserables de la ciudad. Los gatos erizados que viven en las montañas orientales no pueden tener vista hacia allá, aunque estén paralelas sus edificaciones de lata y de cañabrava. El grupo Hong-Kong-Shanghai agrega con alegría que en la recién capitalista China se encuentran 750 millones de oji-rasgados con su teléfono celular registrado, de los mil 200 millones de habitantes, de modo que esto nos puede prever desde ya y como ejemplo la muerte de los teléfonos fijos o “de pared” en todo el mundo. Esto era un complot fraguado y nuestras EPM están pensando en el glorioso anuncio que nos pondrá en el futuro. Si usted todavía tiene un teléfono de pared, vaya guardándolo porque será caro objeto de colección en 2011.
En esta clase de inutilidades pienso siempre que voy en el Metro y paso, ya sea desde la Universidad hacia la estación Madera o desde El Poblado a Sabaneta. La miseria de los civetas humanos que pululan a lo largo de la línea es para sentarse a llorar, como los judíos bíblicos “junto a los ríos de Babilonia”. El Metro cruza airoso y veloz al lado de kilómetros y kilómetros donde nuestros auténticos ciudadanos-civetas corresponden perfectamente a sus prototipos de enciclopedia: habitan territorios inundables, cuelgan su raída hamaca entre los arbustos y su concreto es la “cañabrava”. Entre El Poblado y La Aguacatala desembocan unas diez quebradas o túneles de fábricas químicas y en sus bordes despicados nuestros civetas se las arreglan para vivir y dormir. Verdaderas especies mutantes inmunes al cianuro y los ácidos sulfúricos. Extraños anuncios pintados sobre la creencia en cierto Dios se ven a lado y lado, sobre los muros de la “quebrada Medellín” canalizada. En la misma edición del diario donde leí a Geoghegan un político decía que “el desplazamiento y la miseria son ya una profesión en Colombia”: Diplomatura oficial del Hambre. Es posible que exista un compasivo Dios “civeta” que da consuelo y narcosis a nuestros gatos humanoides colombianos, a la medianoche. Sólo esos seres lo saben.

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Tres esquinas

 
 
 
Tres esquinas
 
 
Nos encontramos ante una experiencia fugaz del tiempo, de la cultura y del arte, como valores que se fragmentan y disuelven vertiginosamente, a pesar de su aparente solidez y consistencia
 
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
  La ciudad contemporánea tiene un carácter antimonumental. En contra de lo que ocurría en las ciudades antiguas, en las cuales el urbanismo de sectores completos se definía o transformaba para acoger y exaltar un monumento, las urbes actuales hacen primar valores más pragmáticos y económicos, además de hacer patente que aquel tipo de obra de arte respondía a pensamientos y a ideologías que ya no tienen vigencia. Por ese motivo, la escultura pierde sus tradicionales espacios exclusivos y, casi siempre, debe adecuarse a las posibilidades que le ofrecen las áreas públicas funcionales.
En ese orden de ideas, uno de los principales problemas que enfrenta el escultor es el de la ubicación de su obra en el espacio disponible, a veces apenas residual; y no meramente para situarla sino para sacar de ello un enriquecimiento de significación.
Alberto Uribe (Medellín, 1947) lo resuelve de forma muy original en la obra “Tres esquinas”, ubicada en el edificio San Lucas de la Serranía, en el cruce entre las Transversales Superior, Inferior e Intermedia. La escultura, en hierro pintado de poliuretano rojo, presenta, como su título indica, tres esquinas que corresponderían a un gran cubo de 15 metros de lado, del cual sólo vemos un fragmento. Realizada en 1989, la obra forma parte del amplio conjunto de trabajos que se crearon en Medellín en cumplimiento del acuerdo del Concejo Municipal que ordenaba dotar de una obra de arte ciertas construcciones de la ciudad.
Coherente con ese origen, quizá el mayor logro de Alberto Uribe es el de haber creado su obra, precisamente, con relación al proceso urbanístico y constructivo de la zona y del edificio. De manera muy sofisticada, trabaja la sensación de que su cubo es apenas un descubrimiento que se produce en el curso de la excavación, al cortar la montaña para dar paso a la vía. Y, como si se tratara de un hallazgo arqueológico, se respeta lo encontrado y se mantiene su relación con el terreno, con la diferencia paradójica de que lo que aquí se descubre no es el pasado sino un presente inmediato.
Nos encontramos, pues, ante una experiencia fugaz del tiempo, de la cultura y del arte, como valores que se fragmentan y disuelven vertiginosamente, a pesar de su aparente solidez y consistencia.
Por lo demás, las posibilidades de reflexión que se desprenden de “Tres esquinas” de Alberto Uribe están vinculadas con un cierto carácter antimaterial y conceptual que plantea la obra. Por una parte, hay un contraste evidente entre el gigantesco volumen del cubo y la relativa ligereza de sus componentes, que tienen apenas 70 centímetros de lado. Y, por otra, sobre todo, porque “Tres esquinas” nos hace ver un cubo semienterrado que, en últimas, sólo existe a nivel conceptual: como es obvio, el artista no produce el cubo completo pero le da una existencia real e indiscutible que se nos impone a través de la intuición de las formas. “Vemos” el cubo y pensamos en sus implicaciones en un proceso que, además, hace patente el poder intuitivo y reflexivo del arte contemporáneo.
***
La exposición “El cielo en la tierra”, en el Museo de Antioquia, ofrece la posibilidad de ver importantes obras de arte religioso de la colección de la Arquidiócesis de Medellín, que plantean la penetración y el mestizaje cultural y religioso durante la época colonial. Es, además, la oportunidad de percibir la riqueza de nuestro arte colonial, frecuentemente subvalorado. Con la curaduría de Sol Astrid Giraldo, la muestra estará abierta hasta el 12 de julio.
 
 

Tres esquinas

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Tres esquinas
 
 
Nos encontramos ante una experiencia fugaz del tiempo, de la cultura y del arte, como valores que se fragmentan y disuelven vertiginosamente, a pesar de su aparente solidez y consistencia
 
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
  La ciudad contemporánea tiene un carácter antimonumental. En contra de lo que ocurría en las ciudades antiguas, en las cuales el urbanismo de sectores completos se definía o transformaba para acoger y exaltar un monumento, las urbes actuales hacen primar valores más pragmáticos y económicos, además de hacer patente que aquel tipo de obra de arte respondía a pensamientos y a ideologías que ya no tienen vigencia. Por ese motivo, la escultura pierde sus tradicionales espacios exclusivos y, casi siempre, debe adecuarse a las posibilidades que le ofrecen las áreas públicas funcionales.
En ese orden de ideas, uno de los principales problemas que enfrenta el escultor es el de la ubicación de su obra en el espacio disponible, a veces apenas residual; y no meramente para situarla sino para sacar de ello un enriquecimiento de significación.
Alberto Uribe (Medellín, 1947) lo resuelve de forma muy original en la obra “Tres esquinas”, ubicada en el edificio San Lucas de la Serranía, en el cruce entre las Transversales Superior, Inferior e Intermedia. La escultura, en hierro pintado de poliuretano rojo, presenta, como su título indica, tres esquinas que corresponderían a un gran cubo de 15 metros de lado, del cual sólo vemos un fragmento. Realizada en 1989, la obra forma parte del amplio conjunto de trabajos que se crearon en Medellín en cumplimiento del acuerdo del Concejo Municipal que ordenaba dotar de una obra de arte ciertas construcciones de la ciudad.
Coherente con ese origen, quizá el mayor logro de Alberto Uribe es el de haber creado su obra, precisamente, con relación al proceso urbanístico y constructivo de la zona y del edificio. De manera muy sofisticada, trabaja la sensación de que su cubo es apenas un descubrimiento que se produce en el curso de la excavación, al cortar la montaña para dar paso a la vía. Y, como si se tratara de un hallazgo arqueológico, se respeta lo encontrado y se mantiene su relación con el terreno, con la diferencia paradójica de que lo que aquí se descubre no es el pasado sino un presente inmediato.
Nos encontramos, pues, ante una experiencia fugaz del tiempo, de la cultura y del arte, como valores que se fragmentan y disuelven vertiginosamente, a pesar de su aparente solidez y consistencia.
Por lo demás, las posibilidades de reflexión que se desprenden de “Tres esquinas” de Alberto Uribe están vinculadas con un cierto carácter antimaterial y conceptual que plantea la obra. Por una parte, hay un contraste evidente entre el gigantesco volumen del cubo y la relativa ligereza de sus componentes, que tienen apenas 70 centímetros de lado. Y, por otra, sobre todo, porque “Tres esquinas” nos hace ver un cubo semienterrado que, en últimas, sólo existe a nivel conceptual: como es obvio, el artista no produce el cubo completo pero le da una existencia real e indiscutible que se nos impone a través de la intuición de las formas. “Vemos” el cubo y pensamos en sus implicaciones en un proceso que, además, hace patente el poder intuitivo y reflexivo del arte contemporáneo.
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La exposición “El cielo en la tierra”, en el Museo de Antioquia, ofrece la posibilidad de ver importantes obras de arte religioso de la colección de la Arquidiócesis de Medellín, que plantean la penetración y el mestizaje cultural y religioso durante la época colonial. Es, además, la oportunidad de percibir la riqueza de nuestro arte colonial, frecuentemente subvalorado. Con la curaduría de Sol Astrid Giraldo, la muestra estará abierta hasta el 12 de julio.
 
 

Suramericana celebró 65 años con arte

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Suramericana celebró 65 años con arte


Carmen Emilia Sánchez Luis Enrique Atehortúa.

Fue el momento propicio para recordar la historia de Suramericana y su aporte al desarrollo del país.

Norma Uparela, Óscar Iván Zuluaga, Alberto Sierra, Jorge Humberto Melguizo.

Carlos Mario Londoño, Fernando Yepes.

Fernando Ojalvo, Gonzálo Alberto Pérez, Cecilia Duque Duque, Laura de Gamboa, David Bojanini

Lina Roldán, María del Rosario Escobar, Marta Elena Bravo.

La presentación del libro Maestros del Arte Popular Colombiano fue la mejor manera de conmemorar los 65 años de la empresa de seguros Suramericana, cuyo apoyo a la plástica ha ido a la par de sus parámetros empresariales desde hace varias décadas.
La sala de arte del Edificio Central sirvió como escenario para una celebración que también se enmarcó dentro del Bicentenario de la Independencia y destacó las obras mencionadas en la investigación escrita y dirigida por Cecilia Duque. Aparte de la publicación, Suramericana adquirió estos trabajos artísticos para engrosar su nutrida colección.
Y es que ya son 400 obras las que Suramericana ostenta con orgullo; la primera de ellas conseguida en la década del setenta: “El Caballero Mateo”, reconocida obra de Obregón.
Esta colección privada de incalculable valor para Colombia, seguirá como uno de los tesoros más apreciados por la compañía de cara a su futuro empresarial y de apoyo artístico. Por ahora estos trabajos estudiados en la investigación del Arte Popular, estarán hasta el 30 de julio de 7:30 a.m. a 6:00 p.m. de lunes a viernes y sábados de 8:00 a 12:00 m., en una exposición que conmemora 65 años de triunfos, crecimientos económicos y que a su vez pondera el apego y reconocimiento antioqueño por la plástica.

Invitación a formar nuestro primer Convivia y primer Terra Madre

Invitación a formar nuestro primer Convivia y primer Terra Madre
Mientras disfrutaba de una generosa porción de pierna de cordero, cocida a la perfección, acompañada de polenta recién hecha y aderezada con una reducción de licor de guindas, creación de la chef, entré en conversación con ella

Estuve en abril pescando en la Patagonia, disfrutando de la belleza agreste de su paisaje y acompañado por entrañables amigos patagónicos. Como siempre que voy, visité a uno de mis restaurantes favoritos en Argentina: Pirque de Gabriela Smit, localizado en un lugar de ensueño que mira desde un promotorio el Valle del Hoyo, con sus sembrados de fruta fina y vides y serpenteado lentamente por las aguas del río Puelo. Pirque queda cerca de la localidad de El Bolsón, a unos 150 kilómetros al sur de San Carlos de Bariloche.
Mientras disfrutaba de una generosa porción de pierna de cordero, cocida a la perfección, acompañada de polenta recién hecha y aderezada con una reducción de licor de guindas, creación de la chef, entré en conversación con ella. Entre las porciones de cordero que acompañaba con sorbos de Malbec patagónico, me comentó que había sido invitada nuevamente a Italia para participar en los encuentros que promueve cada dos años el movimiento “Slow Food International”. Movimiento que inspira su vida, su trabajo en el restaurante y su relación con la impactante naturaleza circundante.
Curioso como soy, empecé a investigar de qué se trata esto de la comida lenta (slow food) y cual sería su propósito; lo que sigue es el resumen de la interesante información que he conseguido y que hoy comparto con los lectores.
En el año de 1986 Mac Donalds, la cadena de comida rápida, inauguraba su primer restaurante en el centro de Roma, iniciativa que trajo como respuesta que el señor Carlo Petrini y otros activistas interesados en preservar la buena comida, las delicias del disfrute gastronómico y el placer de una vida tranquila crearan el movimiento en cuestión, fines que posteriormente fueron ampliados con apoyar la supervivencia de nuestro planeta.
El movimiento de la comida lenta cree en una gastronomía nueva relacionada con la libertad para seleccionar, con la educación y con una aproximación multidisciplinaria hacia la comida; las que nos permiten vivir lo mejor posible usando los recursos de que disponemos. Esta manera de enfrentar la vida cuenta hoy con 100.000 miembros activos y que están distribuidos en 132 países.
El movimiento está comprometido con la protección y sustentabilidad de las distintas comidas tradicionales de calidad, sus ingredientes primarios, la conservación de métodos tradicionales de cultivo y procesamiento, y la defensa de la biodiversidad de las especies naturales y cultivadas.
Mantiene además que el único tipo de agricultura que ofrece posibilidades de desarrollo para las áreas pobres es el basado en el conocimiento tradicional de sus comunidades y desarrollada en total armonía con los ecosistemas que los rodean.
El movimiento trabaja también en la protección de lugares con valor histórico artístico y social que hacen parte del patrimonio comunitario. Para el proyecto, los consumidores también somos responsables por la exigencia de la calidad y desde este punto de vista somos considerados como co-productores.
El trabajo de la comunidad de la comida lenta se dedica a desarrollar redes que interconectan los productores con los co-productores, la educación de los consumidores y la protección de la biodiversidad gastronómica.
La primera de ellas atendida por Terra Madre, una actividad que apoya pequeñas economías locales y sustentables, está compuesta por un entramado de 5.000 productores de 1.600 comunidades, 1.000 cocineros y 400 académicos de 150 países y cada dos años realiza un evento que congrega a sus seguidores.
La segunda está relacionada con la Educación del Gusto que es el camino que permitiría preservar las cocinas regionales, los cultivos locales y aquellos productos tradicionales en peligro de desaparición debido a la invasión de la comida rápida. La educación es promovida por los denominados Convivia, que son talleres para desarrollar el conocimiento de gustos nuevos conducidos por expertos en Escuelas del Gusto o en la Universidad de las Ciencias Gastronómicas, ubicada en el norte de Italia en las localidades de Polenza y Colorno y está orientada a la educación universitaria formal y al entrenamiento de los gastrónomos del futuro.
La protección de la Biodiversidad Gastronómica está relacionada con el mantenimiento de aquellas comidas, plantaciones o prácticas tradicionales de cultivo que son llevadas a cabo artesanalmente y que cada vez más se ven desplazadas por la industria alimentaria y los grandes negocios agrícolas.
Para escribir este artículo he revisado y estudiado las páginas de Internet de “Slow Food” ( http://www.slowfood.com ) y de “Terra Madre” ( http://www.terramadre.org ), y entre otras cosas he encontrado que en Colombia hay Convivia en Bogotá, Cali y San Agustín y existen 17 comunidades asociados a Terra Madre, localizadas en diferentes zonas del país pero ninguna en Antioquia.
Personalmente pienso que la organización de la “slow food” ofrece oportunidades insospechadas para aquellas personas, entidades o comunidades interesadas en el mantenimiento y desarrollo de nuestra gastronomía y en la conservación de su patrimonio cultural.
Me gustaría conocer que algún seguidor o lector de esta columna está organizando los primeros Convivia y Terra Madre de Antioquia.

Buenos Aires, junio de 2010.
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Lista primera etapa de renovación en El Castillo

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  La intervención de 5 fuentes y del jardín francés han recuperado la apariencia original del Castillo, y gracias a la política de entrada libre de la Secretaría de Cultura Ciudadana, todos los habitantes de la ciudad pueden ahora disfrutar de las exposiciones que ofrece el Museo y de sus renovados y enriquecidos espacios.
“Es un desafío de esta sociedad y mío como gobernante de acercar un espacio como este para toda la ciudad”, dijo el alcalde Salazar en la ceremonia de inauguración.
 
   

El conflicto que sigue: niños versus viejos

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Al menos en eso creíamos los que nacimos y crecimos en la segunda mitad del siglo 20. Imaginábamos el año 2000, que se veía por allá tan lejano, tan inalcanzable, como el culmen del progreso. Nuestros problemas, tanto locales como mundiales, muy seguramente iban a resolverse con una combinación ingeniosa de tecnología y buena voluntad.
Pero el tiempo fue pasando y los problemas no se resolvían. La tecnología sí llegó (¡y de qué manera!) y nos permitió estar más comunicados y tal vez ser más eficientes, y ciertamente nos resolvió algunos problemas. Pero también nos generó otros, seguramente más complejos.
El hecho es que seguimos enfrascados en innumerables conflictos: Entre clases, y sistema políticos, por narcotráfico, guerrilla, corrupción, fronteras, comercio, daños al medio ambiente y… el más inesperado de todos, entre las generaciones de un mismo país. Justamente, ¡entre padres e hijos!
Todo gracias a la demografía. El siglo 20 fue el del crecimiento acelerado de la población y el siglo 21 será el de su envejecimiento.
En muchos países del mundo, incluyendo Colombia, se está generando la tormenta perfecta: Nacen menos de dos bebés por pareja, los viejos viven mucho más tiempo, los fondos de pensiones -estatales y privados- están desbalanceados y los gobiernos no salen de su déficit fiscal.
La economía de un país depende enteramente de la población que está trabajando en un momento dado. Con lo que estos generan, igual que en una familia, se tienen que sostener ellos y el resto de la población que no trabaja: Niños, enfermos, desempleados y retirados.
Al paso que vamos, con la población en edad de trabajar creciendo muy poco (y en muchos países decreciendo), y la de retirados creciendo a muy alto ritmo, dentro de pocos años no habrá con qué pagar las pensiones de estos últimos y nuestro precario sistema de seguridad social podría colapsar.
¿Cuál es la solución? Simple y cualquiera lo sabe: Subir la edad de retiro. Que en lugar de los actuales 57 para mujeres y 62 para hombres se pueda llegar a, digamos, 62 y 67. De esta manera cada persona estaría más tiempo aportando y menos tiempo improductiva, dependiendo de una pensión que el resto de la sociedad debe financiar.
El problema está en la implementación: Casi nadie que hoy esté a punto de jubilarse aceptará que le aplacen siquiera un año la llegada de cheques sin trabajar. Ningún gobierno impulsará ni ningún congreso apoyará medidas tan impopulares, aún si se aplican gradualmente. Y peor aún si además de aplazamiento hubiera reducción en el valor del cheque.
Lo grave es que a la generación que hoy está entre unos 45 y 60 años, nacida durante la época de mayor crecimiento demográfico (y por consiguiente su número es mayor) se le prometieron cosas que, lamentablemente, no van a ser cumplibles: Que van a poder vivir retirados por 20 o más años percibiendo un porcentaje muy alto del sueldo que tenían al retirarse.
A no ser que los niños y los jóvenes de hoy, que sí van a estar trabajando a plena capacidad, acepten pasar sus vidas con impuestos mucho mayores que los que pagamos los trabajadores de hoy para que sus poco generosos y poco previsivos abuelos vivan más.
Con todo lo dramático que ha sido el tema de la salud en Colombia, podría parecer un picnic en comparación con lo que se viene en pensiones.

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