Columnistas
El plebeyo durmiente
El plebeyo durmiente
A mi hija le va bien en eso de dormir, y a sus casi tres años ha desarrollado una especial sensibilidad por el tema, de modo que la visión de una persona dormida –espectáculo soso a más no poder- le parece el fenómeno más inquietante de la naturaleza. Devanando todo el asunto, resulta que lo que más llama su atención es el bulto de algún vagabundo a quien no le ha quedado otro remedio que echarse a dormir en cualquier césped o acera, sin ninguna posibilidad de intimidad dada la inaudita proliferación de transeúntes sobre la Tierra. Mi hija, entonces, me pregunta por qué el buen hombre de turno se ha recogido en un lugar tan inhabitual (no lo pregunta de ese modo, se entiende: que ni siendo la hija de Rufino José Cuervo). Yo le respondo cada vez con una frase que, de lo puro ingenua o tierna, un día de estos va a hacerme llorar: “Porque no tiene casita, bebé”.
Perlas a los cerdos/ Febrero (quincena 2)
Perlas a los cerdos
Algunos lectores de esta columna constataron que en diciembre andaba yo un tanto amargado, quejándome por el poco espíritu navideño que creía ver en todo mundo y quizá, sobre todo, en mí mismo. Pero ahora estoy seguro de que no se trata de un espejismo, y que es verdad que los ánimos generales andan por el suelo. Mi gran argumento es la fría recepción que tuvo el título suramericano de la Selección Colombia sub-20.
Tratado de literatura contemporánea/ (quincena 1)
Tratado de literatura contemporánea
El acomplejado Franz Kafka decía que odiaba, pues lo aburría, todo aquello que no tuviera que ver con la literatura. Singular expectativa, y a raíz de ella puede juzgarse lo muy antikafkiano que resulta el mundo de hoy, cuando para millones de personas lo más detestable que puede aparecer en sus vidas es un libro de literatura.
De la indignación a la herejía / Edición 288
De la indignación a la herejía
Además de que fue una desgracia enrarecida, la de los hinchas de Atlético Nacional dejó de ser una desgracia propiamente dicha cuando voraces asaltantes, tres días después del subtítulo, dispararon contra el cuello de Luis Fernando Montoya: entonces ya poco importaba si un equipo de fútbol había cerrado el año como campeón, segundo o colero, y lo único que podía caber en la cabeza de cualquiera era, con toda frustración, que el nuestro es un país maldito. Se siente uno como, según escribe Efe Gómez -a quien andaba leyendo yo el día de los disparos-, se sienten los hombres ante las desgracias impensadas: “desamparados en un universo sin gobierno, sin rumbo, que fuera dando tumbos en medio de abismos de injusticia y de dolor”.
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Este seriado fue publicado entre abril de 2003, la edición #248, y mayo de 2004, la edición #272. Tenga en cuenta que el salario mínimo legal vigente hasta el 31 de diciembre de 2006 es de $408.000, y que el subsidio de transporte es de $47.700
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Guía para el contrato
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