Gracias por el hardware, Fajardo… y ¿qué pasa con el software?

Tales obras físicas constituyen lo que llamaríamos el “hardware” de la ciudad. En términos informáticos, es como si nos estuvieran entregando los aparatos: pantalla, CPU, teclado, etcétera. Claro, cuando usted compra un computador también necesita el “software”, o sea los programas. Y necesita que se los enseñen a manejar, de modo que al combinar software con hardware se pueda sacar el máximo provecho a la inversión y usar el computador sea placentero y productivo.

Pero lo que, al menos hasta el momento, nos entrega esta administración es puro hardware. Sin software. Como si no lo necesitáramos. Como si todos fuéramos expertos en el uso de las vías. Resultado, la inversión se desaprovecha. Como si nos sobrara la plata. Ejemplos:

• Pasos peatonales o “cebras”: Asumiendo que estén bien pintadas y visibles (ya sé que es raro, pero sigamos), ¿cuántos peatones y conductores las saben usar? No solo es poner rayas, también hay que poner señales de advertencia a los conductores y hacerlas respetar. A propósito, ¡qué vergüenza para Medellín el increíble riesgo de atravesar a pie la Avenida El Poblado, por ejemplo en la que llamamos “Milla de Oro”. Pasan y pasan alcaldes y secretarios y ninguno ha hecho absolutamente nada al respecto.

• Más rayas: En algunas vías pintan con rayas blancas ciertas zonas para indicar que está prohibido para cualquier vehículo pisarlas o permanecer sobre ellas. O los famosos RAB (rectángulos anti-bloqueo) Y, ¿cuántos conductores lo saben? Pero ¿quién lo ha enseñado alguna vez? Igual que con las rayas peatonales, es como si las autoridades pintaran y luego se escondieran avergonzadas. Como si solo con pintar bastara.

• Circulación por la derecha: El máximo peligro en nuestras vías. Motos, bicicletas y todo tipo de vehículos lentos circulando por la izquierda en las vías de doble calzada. Y peor aún, ¡en las de calzada simple! ¿Cuándo harán algo el Alcalde y su Secretario de Tránsito para resolver este asunto, vital para la seguridad de las vías y su rápido flujo?

Podríamos seguir enumerando situaciones que demuestran la muy precaria cultura -o mejor, ¿analfabetismo?- de tránsito en Medellín. Y ¿qué hacen nuestras autoridades? En lugar de aumentar el número de agentes, para que nos enseñen y controlen un poco, ¡lo reducen! Y a los que quedan, los distraen en cosas no prioritarias.

Si queremos ser una ciudad segura y atractiva para visitantes e inversionistas, como últimamente nos gusta tanto decir, empecemos por trabajar en la cultura del tránsito, que es la más tangible y la que sí nos involucra a todos los habitantes de Medellín.

Fajardo, no somos Finlandia, donde son altísimos el conocimiento y el respeto por las normas de tránsito. ¡Está bien que nos sigan dando hardware, pero si no lo acompañan con software –usted, que más que nadie tenía fama de pedagogo- las obras no funcionarán bien y nos habrán hecho perder buena parte de la platica que le dimos para que invierta.

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