Empezando por la prioridad número 42

Ante la seriedad con que nuestras autoridades afrontaron este tema, pensaría uno que mucha gente moría en carretera porque no encendíamos luces a las 8:00 a.m. o a las 3:00 p.m. De acuerdo, en algunos países existe la norma. Como en los escandinavos, lejísimos de los trópicos nuestros. La niebla, a veces tan espesa, no deja ver los otros autos. Pero, si es tan importante, ¿por qué encender luces no es obligatorio en la mayoría de países europeos y en Norteamérica, cuyas autoridades sí son -no como las nuestras- fanáticas de la seguridad de sus ciudadanos cuando viajan por carretera?

Gracias a tan original e innecesaria campaña, en Colombia al parecer hemos resuelto una prioridad “básica” de nuestro tránsito. Probablemente la número 42. Y las otras 41 prioridades, ¿para cuándo? Quiero referirme a una de las más apremiantes: El transporte de niños.

¿Cómo es posible que en Colombia todavía se permita transportar niños pequeños en los asientos delanteros? ¿O en los traseros, que no es tan grave pero también muy peligroso? ¿Las autoridades no saben el peligro que corren los niños? Y si lo supieran (todo indica que no), ¿por qué lo permiten? ¿Dónde están las campañas para educar a los padres sobre el tema? ¿Dónde están las multas, que tanto les gusta aplicar para cosas secundarias?

En países serios, en los que las autoridades de tránsito sí saben y sí actúan, está totalmente prohibido transportar niños de menos de 7 ú 8 años (depende del país) sin que vayan en sillas especiales. Sillas que obligatoriamente van en el asiento de atrás. Y antes de los 8 meses, el bebé siempre queda mirando hacia atrás. No llevar niños en estas sillas es una grave infracción al código de tránsito, una de las más severamente castigadas.

Pero en Colombia todos pasamos agachados ante el tema. Los padres de familia, tan bien educados y muy conscientes de la seguridad de sus hijos alrededor de otros temas, consideran normal llevar en sus carros a niños pequeños sueltos, o en el mejor de los casos cargados por un adulto en el asiento de atrás.

Y ni hablar de los motociclistas, para muchos de los cuales es usual llevar a sus bebés como pasajeros, sostenidos en los brazos de su parrillera madre. ¿Habrá acaso algo más inseguro e injusto para los niños? Esto, que en países serios tal vez daría cárcel, no llama la atención de nuestras autoridades, tan ocupadas que están controlando si yo encendí las luces a mediodía.

Si lo que quieren es darnos seguridad, entonces, queridos Ministro de Transporte, alcaldes, secretarios de tránsito y agentes de policía vial, trabajen de una vez en las cosas importantes. Como darle seguridad a nuestros niños. ¡Organicen sus prioridades y dejen de multarnos por pendejadas!

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