La Sinfonía N07, de Anton Bruckner (con las recién adquiridas tubas wagnerianas como protagonistas), y el Concierto para clarinete y orquesta en La mayor, de Mozart, integraron el programa de la Orquesta Filarmónica de Medellín en su Concierto de Temporada número 10. La dirección estuvo a cargo de Francisco Rettig y contó con la participación del clarinetista argentino Luis Rossi como solista.
Verónica Montoya
Victoria Castaño
Andrés Estrada
Carolina Flórez, Andrés Morales
Clara López, Juan David Valderrama
Claudia Martínez, Juan Pablo López
David Giraldo, María Fernanda Gil
David Ricardo Gómez, Ana María Osorio
Débora Restrepo, Aura Lucía Quintero, Sara Orozco
Héctor Uribe, Adela Correa de Uribe
Jacobo Ochoa, Diber Hiduita, Alfonso Arias
Jaqueline Martínez, Sandra Sánchez
Juan Fernando Duarte
Juan Guillermo Sánchez
Manuela Quiroga, Daniel Quiroga, Mónica Pérez, Gabriel Quiroga
María Cristina Gómez
María Valentina Vélez, Sebastián Restrepo
María Paulina Vásquez, David López
Miryam Valencia
Mónica Soto
Natalia Álvarez
Paola Atencia, Shaun Gilbert
Pablo Naranjo, Elisa Jaramillo
Peter Jay, Johanna López, Gabriel Kirwan
Santiago Trujillo, Susana Serna
Tulio Arbeláez
La Filarmónica de Medellín y el clarinetista Luis Rossi
Con motivo de los dos años de La Solar, fiesta realizada por Breakfast Club, se presentó en el Aeroparque Juan Pablo II, Bomba Estéreo, banda que promueve su nuevo álbum Amanecer. También hicieron parte del cartel: Moon Boots, 4 Cabezas, Alejo Rod, Dany F, Fede Ángel y Maki.
Ximena Cruz
Andrea Uribe, Luisa Rincón
Alejandro Macías, Olga Giraldo
Alejandro Quijano, Lina Lalinde, Daniel Giraldo, Laura Ángel, Carolina Arango
Ana Sofía Henao, Juan Pablo Betancur
Anelise Hegertt, Luz María Angola, Catalina Giraldo
Arriba Ana Lucía Mesa, Pamela Posada, Laura Bustamante, Sebastián Bedoya, Abajo, Daniel Montoya, Natalia Vélez, Jaime Cabal
Carlos Acosta
Daniela Parra
Carolina Gaitán, Camila Flórez, Andrea González, Lorena Sanz
Con el preestreno del documental colombo-español La Selva Inflada, dirigida por Alejandro Naranjo, fue inaugurado en el Multiplex de Oviedo el Festival de Cine Colombiano de Medellín. 21 películas nacionales y siete cortometrajes, proyectados en diferentes espacios y salas de cine de la ciudad, componen esta décimo tercera versión que concluirá el viernes 28 de agosto.
María Claudia Cano, Juan David orozco
Alexander Blandón
Rafael Martínez, Humberto Arango, Andrew Simon Tucker
Alejandro Longas, Esteban Pineda
Alejandro Naranjo, Martha Ligia Parra, Carlos Pérez
En el marco de sus catas de rones premium, efectuadas en el restaurante San Carbón y apoyadas por Vivir en El Poblado, la FLA llevó a cabo el lanzamiento de su nuevo Ron Medellín Extra Añejo 5 años, sin azúcar.
A los nueve años, el gusto por el dulce motivó a Paolo Restrepo a dedicar sus domingos a la preparación de postres, tortas y cupcakes. Pese a ello, su padre, el chef Pedro Nel Restrepo, se sorprendió enormemente cuando Paolo le manifestó su deseo de participar en MasterChef Junior, programa del canal RCN.
Paolo Restrepo
Para constatar la seriedad de las intenciones de su hijo y determinar si realmente tenía un talento potencial para la cocina, Pedro lo sometió, a quemarropa, a un reto casero: elaborar una cena, en menos de dos horas, para él y su esposa (la madre de Paolo). Los resultados fueron más que satisfactorios, Pedro quedó convencido y desde ese momento se convirtió en un motivador incansable del sueño de su hijo.
Superando un filtro de miles de niños de todo el país, Paolo se ganó un lugar dentro de los 18 concursantes definitivos de MasterChef Junior, donde sobresalió por su generosidad e inventiva (ganó un reto creativo) y aprendió a “confiar en sí mismo”. Tras su salida del programa, realizó una práctica de un mes en el restaurante Brulée y una de dos semanas en el Hotel San Fernando Plaza, la cual espera extender al concluir compromisos aún pendientes con MasterChef.
Mientras cursa sexto bachillerato en el colegio San José de la Salle, este simpático niño nacido en Tenerife (España), actualiza su propio blog de cocina y tiene en remojo varios proyectos que alimentan su pasión por las artes culinarias y su sueño de formarse como chef en Francia.
Paolo nos brinda una de las recetas que aprendió en su práctica en Brulée (con un ligero retoque personal: los tomates perla): penne rigatti con salsa de salmón ahumado.
Penne rigatti con salsa de salmón ahumado
(para 4 personas aprox.)
Ingredientes
• 200 gramos de penne rigatti
• 150 gramos de salmón ahumado
• 4 espárragos verdes
• 30 gramos de perejil
• 2 dientes de ajo
• 50 mililitros de vino blanco
• 100 mililitros de aceite de oliva
• 200 mililitros de crema de leche
• 100 gramos de tomates perla
• 1 cebolla blanca
• 100 gramos de mantequilla
• Sal
• Pimienta
• Brotes secos
Preparación
Poner agua a hervir, agregar sal y la pasta, y cocinar hasta que esté al dente. Desmenuzar el salmón en trozos pequeños. Blanquear los espárragos y cortarlos en trozos. Picar finamente el perejil y el ajo en écrassé (sin piel y aplastado), y mezclar con aceite y un poco de sal. Cortar la cebolla en brunoise (dados minúsculos).
Para la salsa: En una sartén, transparentar la cebolla en mantequilla y aceite, desglasar con vino blanco hasta evaporar el alcohol. Incorporar los espárragos, el salmón, el picadillo de perejil con ajo, los tomates perla, y saltear. Adicionar la crema de leche y reducir hasta el punto deseado. Rectificar sazón. Escurrir la pasta, mezclar con la salsa, emplatar y decorar con los brotes frescos.
Sabores que marcan la memoria caracterizan las pastas y pizzas de Olivenza, restaurante situado en el mall Sao Paulo Plaza, en los límites entre Medellín (El Poblado) y Envigado.
Sebastián Ramírez, quien este año fue nombrado chef revelación por la revista La Barra, fue el encargado de diseñar la carta. Esta facilita al comensal armar múltiples combinaciones de carnes y pescados, ensaladas y pastas en diferentes salsas.
De las pastas artesanales, aconsejamos ordenar los raviolis sorrentino. El solomito roquefort, acompañado de unos pappardelle en salsa de pesto de rojo y una ensalada Olivenza es una composición insuperable. A los locos por las pizzas, les encantarán la Olivenza (pesto genovés, queso feta, tomates secos, camarones y aguacate) y la española (pesto rojo, pimentón de la vera, mozzarella, jamón serrano, chorizo español y queso manchego). Para cenas en grupo, las albóndigas estofadas, la tabla de quesos y madurados y el estofado de gambas rojas son agradables elecciones para rotar.
Pizza Olivenza
El postre ganador es la galleta de la casa. Es horneada en una cazuela de hierro con cranberries y almendras y servida con helado de macadamia y rodajas de fresa.
40 referencias de cervezas nacionales e internacionales son un atractivo adicional para una cata informal e improvisada entre amigos.
De jueves a domingo a la hora del almuerzo, Olivenza ofrece una rica paella mixta. Informes en el 313 9478.
Robert Louis Stevenson no es solo el autor de una novela de piratas y tesoros escondidos. Él mismo es un tesoro escondido. Para Borges, la suya es la mejor prosa en inglés
/ Gustavo Arango
Wolfe MacFarlane, un médico eminente, vino al hotel a observar las condiciones de un político que sufrió una apoplejía. Cuando el nombre del médico circuló entre los regulares del bar, un tal Fettes –el más silencioso– saltó con gesto enfurecido y se dispuso a verlo “cara a cara”. El encuentro en el vestíbulo fue intrigante. Era evidente que el borracho y el médico tenían un pasado común, y que el primero intentaba enrostrarle al otro su superioridad moral. Mucho después, el narrador –otro cliente del bar– consiguió la versión más plausible de esa historia que concluyó cuando el médico huyó, dejando atrás sus lentes de marco dorado, y se alejó en un coche a toda velocidad.
MacFarlane y Fettes habían coincidido años atrás en Edimburgo, como asistentes del doctor K, director de una escuela privada de medicina. Una escuela de médicos necesita cadáveres para diseccionar. Por ser un pupilo adelantado, Fettes fue puesto a cargo de esas compras. Al principio no pensaba en el asunto. Era joven, de vida desarreglada. No le molestaba levantarse en medio de la noche para recibir los cadáveres. Pagaba lo acordado a los sórdidos proveedores y registraba la transacción en un libro. Con el tiempo, cuando había más demanda, Fettes y su superior MacFarlane iban de noche a los cementerios a buscar muertos recientes.
Todo era más o menos normal, borroso como en una borrachera, hasta el día en que Fette tuvo que pagar por el cuerpo de una chica con quien había estado de fiesta la noche anterior. Los proveedores acallaron sus protestas y exigieron el dinero. MacFarlane le recordó a Fette la confianza que el doctor K depositaba en él y le aseguró que muy pronto dejaría atrás los escrúpulos. Semanas después, MacFarlane y Fette bebían con un hombre de aspecto distinguido y modales vulgares de apellido Gray. Fette notó la actitud dominante con que Gray humillaba y daba órdenes a MacFarlane, pero se olvidó del asunto y se fue a dormir su borrachera. En la madrugada lo despertaron unos golpes en la puerta. MacFarlane llegó con un saco que contenía el cadáver de Gray. Persuadió a Fette para que hiciera la transacción de rigor y anotara la entrada en el cuaderno. Después de cobrar lo acostumbrado le regaló el dinero al atónito aprendiz. Antes de marcharse, MacFarlane le pidió a Fette que reservara la cabeza para Richardson, un alumno que vivía obsesionado con esa parte de la anatomía humana.
Fette llegó a vanagloriarse de su insensibilidad. Su ánimo era festivo cuando iban a los cementerios. Hasta cierta ocasión en que desenterraron el cadáver de una anciana. Aquella vez trabajaron en completa oscuridad, pues MacFarlane había roto por accidente la lámpara. Al regresar, el cadáver se movía aparatoso sobre el caballo. Como los aullidos de los perros los inquietaron, decidieron encender una cerilla. Antes de correr dando alaridos, alcanzaron a ver bajo la luz el rostro despierto de Gray.
Robert Louis Stevenson (1850-1894) no es solo el autor de una novela de piratas y tesoros escondidos. Él mismo es un tesoro escondido. Para Borges, la suya es la mejor prosa en inglés. Dicen que su Florizel de Bohemia es el mejor personaje de la literatura en esa lengua. Sus descripciones eran como relámpagos. En su estilo no sobran palabras. Sus historias, tan llenas de sangre y de muerte, son una cachetada a quienes se avergüenzan de la vida. Stevenson se extinguió tratando de expresar su ética y sus principios como artista, “el universalismo devorador de su alma”. Cumplió, según Chesterton, con los dos requisitos de un gran hombre: la incomprensión de sus detractores y la de sus admiradores. [email protected]
“… Necesito querer, admirar, respetar a la persona de quien voy a hacer el retrato. Si ninguna de estas tres condiciones, o por lo menos una, está presente, seguramente hago una fotografía del personaje, pero no hago un retrato…”
Carlos Tobón
Por Saúl Álvarez Lara
Carlos Tobón es retratista, lo sabe desde sus inicios en la fotografía. Una fotografía es la descripción detallada y ordenada de un sujeto, de una situación, de una cosa. Un retrato es algo distinto, necesita unas condiciones, un ritual. Un retrato va más allá de la imagen. “Necesito querer, admirar, respetar a la persona de quien voy a hacer el retrato. Si ninguna de estas tres condiciones, o por lo menos una, está presente, seguramente hago una fotografía del personaje, pero no hago un retrato”, dice Carlos Tobón en su estudio de El Poblado, en Medellín.
“Aceitero”, de la serie Memoria. Fotografía digital
Hacer un retrato requiere un ritual, una preparación, a veces es necesario pasar horas, y hasta días, conversando con el personaje. Crear los lazos entre el sujeto y el fotógrafo es indispensable, el respeto debe ser mutuo. Aparte de la admiración del fotógrafo hacia el sujeto, quien va a ser retratado debe mirar la cámara con el mismo respeto.
Vinimos a su estudio a preguntarle sobre las fotografías que ilustran las portadas de las dos recientes ediciones de Vivir en El Poblado. No vinimos a hablar de retratos. Sin embargo, no es posible abordar la fotografía sin hablar de aquello que lo emociona como artista: la posibilidad de retratar en sus sujetos aquello que es imposible ver con el ojo desnudo; y por otro lado, ver cómo él, Carlos Tobón fotógrafo, se ve, se siente, se retrata a su vez, en los sujetos de sus retratos.
Pero volvamos a las fotografías. Se trata de una serie que tituló Memoria. Quizá la pregunta siguiente debió ser por qué las herramientas de carpintero y ebanista, sujeto de las fotografías, que fueron de su padre don Leonardo Tobón, pasan frente al lente de la cámara en el más puro claroscuro de los primitivos flamencos, como en los retratos Rembrandt, por ejemplo, o incluso en las obras de Caravaggio, pintor del Renacimiento italiano. ¿Serán retratos? me pregunto, pero no lo digo.
Para hablar de las fotografías nos remontamos a los años en que Carlos, el noveno de doce hermanos, vivía con sus padres en San Roque, una población del nordeste antioqueño, pacífica y bella, donde todo era perfecto. Don Leonardo era carpintero y ebanista. Todo trabajo en madera pasaba por su taller. Desde el pulimento de un tablón de repisa hasta la obra en madera más exigente. Las bancas, los cielorrasos con adornos tallados y los confesionarios estilo Art Nouveau de la iglesia de San Roque y de otros pueblos cercanos, fueron obra suya. Los muebles de sala de las casas del pueblo, los armarios, las mesas, incluso los ataúdes pasaban por el taller de ebanistería de don Leonardo.
Allí, entre formones, cepillos para madera, escuadras, niveles, moldes de ebanistería, compases y medidores, bloques de cera, olores de cola y de madera, y viruta, mucha viruta, Carlos y sus hermanos pasaron una niñez feliz de la que solo quedan recuerdos gratos. A pesar de que don Leonardo no permitía la entrada de ninguno de sus hijos al taller de carpintería, este era el centro de la casa y toda la vida circulaba alrededor. Cuando se vinieron a vivir a Medellín, a comienzos de los años setenta, primero en La Milagrosa y luego en Belén Granada, la carpintería siguió siendo el centro de la familia. A la muerte de don Leonardo, los hijos distribuyeron entre ellos lo que había en el taller. Como ninguno era carpintero, herramientas y bancos de trabajo quedaron como la imagen presente de don Leonardo.
Quizá por un presentimiento, quizá por su sentir de retratista, Carlos pidió a sus hermanos que le prestaran las herramientas de su padre que les habían correspondido. Hace más de quince años las tiene en su estudio, hace más de quince años piensa en lo que va a hacer con ellas. Cuando sus hermanos se lo preguntan, responde que lo está pensando. Hace ocho años hizo una primera serie de fotografías, pero a pesar de que su sentimiento estaba totalmente representado en aquella primera serie, no era lo que él quería. Así sucede con los retratos, no siempre salen al primer intento. Recordemos que un retrato es relación, emoción, intensidad y, en el caso de las herramientas de don Leonardo, es una intimidad y un sentimiento profundo el que Carlos, el retratista, debe representar.
Hace pocos meses, para hacer las fotografías de un libro sobre Gregorio Cuartas, otro artista de San Roque, Carlos viajó a Europa a fotografiar algunas de las obras de Cuartas en colecciones europeas. Y visitó los museos y se encontró otra vez con los primitivos flamencos, con la luz de Rembrandt, con los pintores del Renacimiento, sus claros y oscuros, su intimidad, y vio en esos retratos las herramientas de carpintería y ebanistería de don Leonardo y lo vio retratado en esa luz, en esa intensidad.
Las obras en portada de Vivir en El Poblado son, me atrevo a decirlo, los retratos de don Leonardo, el carpintero y ebanista de San Roque, su padre. Son los retratos en los que lleva pensando cerca de quince años. Carlos Tobón siempre ha sido retratista.
Mi contacto personal con Les Luthiers se remonta a lejanísimas épocas en las que algún amigo bien conectado nos invitaba a su casa a escuchar casetes que regrabábamos una y otra vez y repetíamos hasta aprender de memoria los diálogos
/ Juan Carlos Franco
Hace muy pocos días fuimos sorprendidos con la ingrata noticia de la muerte de Daniel Rabinovich, uno de los más reconocibles y recordados integrantes de Les Luthiers. Duro golpe para nosotros, los incondicionales, los verdaderos amantes y seguidores de toda la vida de este incomparable grupo humorístico musical argentino.
Virtuosos y versátiles músicos, hábiles fabricantes e intérpretes de los más sorprendentes instrumentos. Qué tal el latín, o violín de lata, el yerbomatófono d’amore, el bass-pipe a vara, la corneta de asiento, el órgano de campaña, el dactilófono… cualquier objeto podría servir como inspiración y componente básico de un nuevo e irrepetible instrumento.
Mi contacto personal con Les Luthiers se remonta a lejanísimas épocas en las que algún amigo bien conectado nos invitaba a su casa a escuchar casetes que regrabábamos una y otra vez y repetíamos hasta aprender de memoria los diálogos, pasando por las tantas veces que cantábamos extractos de sus obras a todo volumen tratando de imitar cada detalle, cada gesto, cada modulación de voz. Hasta las muy pocas, pero memorables, presentaciones en Medellín o en Bogotá desde comienzos de los 80. Sin dejar de mencionar una entretenida, pero no muy brillante entrevista para el periódico universitario…
La voz profunda y mágica de Marcos Mundstock, el presentador infaltable de cada uno de sus actos, dueño de gran presencia actoral. El virtuosismo musical de Carlos Núñez Cortés, la convincente seriedad de Jorge Maronna y la presencia cómica de Carlos López Puccio. Y por supuesto, la capacidad histriónica y la inocencia siempre inteligente de Daniel Rabinovich. Todos siempre vistiendo elegantísimo frac negro.
Componen su repertorio a lo largo de 48 años de existencia más de cien obras de muy diversa duración y temática. Entre ellas La payada de la vaca, Las majas del bergantín, Serenata mariachi, Cartas de color, El rey enamorado, Cantata de Don Rodrigo Díaz de Carreras, La bella y graciosa moza, Teorema de Thales, San Ictícola de los Peces y un largo etcétera.
Y claro, la obra musical de maestros –imaginarios, pero demasiado reales- tan diferentes como Johan Sebastian Mastropiero y el cantautor Manuel Darío.
Difícil acostumbrarse a que ya serán cuarteto y no quinteto. Quién será el tonto tierno y distraído, quién construirá originalísimos juegos de palabras y enredará el lenguaje hasta el extremo. Quién nos hará reír aún después de haber visto las mismas escenas decenas de veces.
Como homenaje póstumo a Daniel, vaya una selección de frases extraídas de obras de Les Luthiers: Dios mío, dame paciencia… ¡pero dámela ya! Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria No soy un completo inútil, por lo menos sirvo de mal ejemplo Errar es humano… pero más humano todavía es echarle la culpa al otro Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse dónde La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido No te metas en el mundo de las drogas… ya somos muchos y hay muy poca Huye de las tentaciones… despacio, para que puedan alcanzarte Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: “Tire” y “Empuje” De cada 10 personas que ven televisión, 5… son la mitad La mayoría de los recitales de Les Luthiers, o tal vez todos, están en YouTube. No deje de ver al menos uno. Con toda la familia, preferiblemente. Hay humor para todas las edades. Para finalizar, y como bien dice la página de Les Luthiers, “hoy estamos de duelo pero, aun tristes y doloridos, mantenemos nuestra decisión de seguir trabajando. Vamos a continuar con lo que mejor sabemos y más nos gusta, este bendito oficio de hacer reír a la gente… … es lo que quería Daniel”. opinion@vivirenelpoblado
Solapado maltrato de alcoba, enmudecido sobre todo en estratos altos y que crece en potencia, para derivar en agresiones mayores. Es necesario romper el silencio
Según el informe Forensis, del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en 2014 hubo en el país 75.939 peritajes por violencia intrafamiliar, ejercida contra niños y adolescentes, contra adultos mayores y también violencia de pareja; las mujeres y los niños llevan la peor parte, con el 85 % de los casos. Agrega el informe, de reciente publicación, que el 64.33 % de dicha violencia se originó en la relación de pareja y que la mujer es la víctima más frecuente.
La cuestión es que de puertas para adentro puede haber susurros y caricias, pueden tener espacio el éxtasis del sexo amoroso o inolvidables manifestaciones de ternura. Pero también suelen prosperar suspiros, lamentos, gritos airados y tropeles. Solo que se quedan ahí: violencia con silenciador. El fenómeno se maneja con reserva, especialmente en los estratos socioeconómicos más elevados.
Tomemos tres casos que tipifican la situación: la anciana que protesta porque su nevera está vacía, siendo que sus hijos ausentes aportan cuotas monetarias suficientes. La hija que las administra aduce que se acabó la plata. Pero ante el anuncio de una visita muy notable, extrañamente la nevera aparece surtida y a la visitante se le agasaja con un opíparo banquete. (Relato de la anciana a una amiga).
El sigilo es inherente a la violencia ejercida en hogares de estratos altos. Al despacho de la comisaría comparecen abogados y no víctimas
En alguna instancia judicial de la ciudad se maneja el caso de una pareja en proceso de separación, que litiga quién se queda con el hijo. Pero lo que se ha puesto en evidencia es una lucha ciega por encumbrar el prestigio de los abogados (cuatro de un lado, uno de la contraparte): un auténtico “juego de tronos”, en el que la pareja está invirtiendo una fortuna. Mientras el hijo, menor de edad, no cuenta para nada en esta historia. Tal el abandono, que el despacho judicial comprobó que el joven busca refugio en el consumo de estupefacientes.
La tercera historia se refiere a un anciano que soporta un elevado nivel de violencia sicológica por parte de su hijo, que lo lleva camino del suicidio, en criterio de las autoridades que conocieron el caso: “Si no intervenimos, ese señor se va a matar”, han afirmado, fundamentados en que su esposa, hace unos años, siguió ese camino, por la misma razón.
Blanca Rocío Bernal
Está pasando aquí y ahora Está sucediendo en los estratos altos de Medellín, sigilosamente. Aunque las estadísticas no lo reflejen, debido a un silencio autoimpuesto y multicausal. Pruebas al canto: mientras en la comisaría de la vecina comuna 15 Guayabal manejan 102 expedientes por violencia intrafamiliar, en su homóloga de El Poblado se trabaja en 36 (son 94.470 y 128.839 habitantes, respectivamente. Ver cuadro anexo).
Además de la discreción, juegan otras condiciones: los centros médicos no están reportando los casos a la comisaría, como es su deber. El llamado a mejorar la colaboración lo hace el comisario Aldemar Martínez. Este abogado hace notar que de las 22 comisarías de familia, las de La Floresta y de El Poblado ocupan los últimos lugares en número de denuncias que recibe, atribuibles a maltrato familiar, si se exceptúan los corregimientos de Palmitas, Santa Elena y Altavista, en los que predomina la población campesina. En tales corregimientos juega en favor del silencio la ignorancia sobre la gravedad del maltrato, el analfabetismo, el machismo, las distancias que se deben cubrir para instaurar una queja y hasta la presión de las bandas, que amenazan a los posibles denunciantes.
Martínez también advierte sobre el tipo de objetos usados para la agresión o la defensa: en las tres comunidades mencionadas se acude a machetes, a cuchillos, a palos. En El Poblado lo usual es impactar al otro con el control remoto del televisor, con el teléfono celular, con el crucifijo: lo que esté a la mano resulta argumento contundente…
Hijo de agresor sale agresor En concepto de la Licenciada en Educación Blanca Rocío Bernal, del colegio Hontanares, lo más preocupante de este abanico de violencias soterradas es el impacto que produce en los niños: “Ellos aprenden y repiten luego los patrones de comportamiento que han visto en sus hogares; en el futuro serán igualmente violentos con los amigos, con su entorno, como esposos, como esposas, en un círculo vicioso difícil de romper”.
Agrega que el niño maltratado intenta transmitir el ultraje y disipa el miedo generado en el hogar sintiéndose poderoso en el ámbito escolar; entonces victimiza al compañero más débil: ahí se genera el matoneo. O al contrario, se extrema su sentimiento de temor, se vuelve retraído y acepta el maltrato como algo natural, aún en la escuela.
En todos los casos, el efecto se mide en su bajo rendimiento académico, porque la atención la tiene puesta en buscar la manera de defenderse, de atacar, de entender y resolver lo que le está pasando.
La experta pedagoga llama la atención acerca de un tipo de violencia más sutil, que al parecer no califica como tal. Es el caso del comentario sarcástico frente a alguna actuación del menor: “Siga así que va muy bien”. El niño no entiende la indirecta, que es otra forma de descalificar, e igual causa daño.
Añade que, según su experiencia, y si se remitiera solo a lo que llaman violencia compleja, esta hace presencia en el 20 o 30 % de los hogares antioqueños.
“Estás gorda… estás fea” A su turno la trabajadora social Janeth Bermúdez, de la comisaría de familia de El Poblado, habla de varias violencias: la sicológica o emocional (palabras o actitudes que derivan en agresión verbal), la violencia sexual (poco detectada en su despacho), la económica (daño patrimonial, con frecuencia evidente en la coacción frente al uso y disponibilidad del dinero) y la violencia física. Todas comienzan con la coacción implícita o explícita de personas en convivencia; el agresor en potencia comienza por usar un modus operandi al estilo de “estás gorda, estás fea”…
Acoso emocional que lleva a la víctima a tomar decisiones erradas, e incluso a atentar contra su vida. La víctima no confronta al otro, no llega al punto de exteriorizar: “Estoy cansada”. Suele suceder, sobre todo en familias holgadas económicamente, que la persona opta por huir, por lo general fuera del país. La que agacha la cabeza debido a la baja autoestima, estado del que se aprovecha el agresor, llega a tomar decisiones que afectan el círculo familiar, al romper su vínculo con la madre, los hermanos y el entorno en general. Pierde su vida social y se queda anquilosada en la cárcel que ella se creó, fruto de la coacción. En ocasiones resiste en aras de la seguridad de los hijos, que terminan de escudo de una relación tormentosa, precisa Bermúdez.
Otra causa que señalan los expertos es el temor a perder prestigio y un estado de confort. En general, el abogado Martínez estima que de diez hogares en El Poblado, uno (o más) carga el estigma de la violencia sicológica que luego evoluciona hacia el maltrato y los golpes. Afirma que de cada 10 hogares de Medellín, en 5 hay violencia.
Sigilo inconveniente El comisario confirma que han manejado 40 casos de violencia intrafamiliar en lo que va del año. De ellos, 27 son procesos activos: están en investigación, recolección de pruebas, de testigos, videos, fotos, para establecer responsabilidades y adoptar las medidas legales. En caso de conflicto de pareja se busca determinar si esta puede convivir. A veces es preciso tomar medidas como el desalojo definitivo del agresor de su casa. “Uno hace seguimientos para tratar de propiciar el retorno al hogar, si es posible, si es conveniente, y si lo desea la víctima que se quedó en casa. Pero casi todo termina en divorcio”, explica Martínez.
Lo cierto es que el sigilo inherente a la violencia ejercida en hogares de estratos altos ha llevado a los funcionarios de la comisaría a desarrollar una especie de “ojo clínico”, y a leer entre líneas cada caso que les llega. Pero esta estrategia es inaplicable cuando al despacho no comparecen las víctimas sino los abogados, porque se sabe que el victimario actúa como los gatos, solo que aquí trata de “tapar” con plata su conducta.
La comisaría de El Poblado también ha atendido este año cuatro casos de violencia vía redes sociales, práctica muy en boga en las instituciones educativas. Hacen referencia a publicaciones que atentan contra el buen nombre del estudiante, que buscan hacerle daño y, dada la facilidad de propagación y la vulneración de la intimidad, configuran otra vertiente de la violencia emocional. La gravedad de algunas de estas quejas ha hecho que escalen a otras instancias judiciales, advierte Martínez.
A su vez Nora Echeverri, de la Secretaría de Equidad de Género para las Mujeres, explica que las redes sociales están configurando un nuevo tipo de violencia. Pone como ejemplo el esposo celoso que está pendiente de los mensajes vía Whatsapp que maneja su pareja, o que exige que le transmita fotos que certifiquen que sí está donde dice y con quien dice estar. Advierte que cuando los usuarios de estos medios cuelgan en la red la narración de sus estados emocionales se ponen en evidente riesgo de un mal uso de esta información.
Total de víctimas por comuna de residencia, según sexo. Enero – mayo (2014 – 2015)
COMUNA DE RESIDENCIA
2014
2015
M
%
H
%
TOTAL
%
M
%
H
%
TOTAL
%
01 Popular
68
4%
7
2%
75
4%
67
4%
6
2%
73
4%
02 Santa Cruz
45
3%
3
1%
48
2%
33
2%
5
2%
38
2%
03 Manrique
86
5%
14
4%
100
5%
73
4%
19
6%
92
4%
04 Aranjuez
170
10%
45
12%
215
10%
191
11%
31
10%
222
11%
05 Castilla
56
3%
11
3%
67
3%
39
2%
7
2%
46
2%
06 Doce de Octubre
117
7%
20
5%
137
7%
94
5%
19
6%
113
6%
07 Robledo
149
9%
25
7%
174
8%
127
7%
16
5%
143
7%
08 Villa Hermosa
173
10%
28
8%
201
10%
138
8%
18
6%
156
8%
09 Buenos Aires
135
8%
30
8%
165
8%
135
8%
26
8%
161
8%
10 La Candelaria
69
4%
22
6%
91
4%
61
4%
12
4%
73
4%
11 Laureles Estadio
42
2%
11
3%
53
3%
21
1%
5
2%
26
1%
12 La América
44
3%
16
4%
60
3%
37
2%
7
2%
44
2%
13 San Javier
103
6%
18
5%
121
6%
70
4%
9
3%
79
4%
14 El Poblado
20
1%
5
1%
25
1%
35
2%
3
1%
38
2%
15 Guayabal
54
3%
8
2%
62
3%
71
4%
18
6%
89
4%
16 Belén
118
7%
46
13%
164
8%
153
9%
48
15%
201
10%
50 Palmitas
8
0%
1
0%
9
0%
12
1%
1
0%
13
1%
60 San Cristóbal
38
2%
4
1%
42
2%
97
6%
7
2%
104
4%
70 Altavista
14
1%
4
1%
18
1%
31
2%
2
1%
33
2%
80 San Antonio de Prado
45
3%
8
2%
53
3%
75
4%
13
4%
88
4%
90 Santa Elena
0
0%
0
0%
0
0%
7
0%
0
0%
7
0%
SIN DATO
183
11%
41
11%
224
11%
167
10%
40
13%
207
10%
TOTAL
1737
100%
367
100%
2104
100%
1734
100%
312
100%
2046
100%
Fuente: Sistema THETA, Secretaría de Gobierno – Alcaldía de Medellín. Cortesía, Secretaría de la Mujer.
La obra será en el sector A. Salieron prepliegos de la licitación para el sector B
Por Catalina Peláez
El sector A de la primera etapa de Parques del Río Medellín, comprendido entre la estación Industriales de metroplús y la Biblioteca Pública Piloto, y que comenzó obras en abril, avanza sin contratiempos, según lo estipulado en el cronograma, afirma Héctor Alonso Gómez, subsecretario técnico de la Secretaría de Infraestructura Física de Medellín.
La construcción de las paredes de la futura vía soterrada -la obra de mayor importancia del sector A de la primera etapa- avanza en un 92 por ciento, mientras el vaciado de las vigas lineales, o techo del soterrado, reporta un 51 por ciento en la parte norte y 18 por ciento en la sur.
“Una vez estén las vigas se empieza la excavación para la nueva vía y en un mes esperamos comenzar con la construcción del gran parque encima del soterrado”, asegura el funcionario Gómez. Las paredes, que comprenden una línea de más de 600 metros de longitud y 15 metros de profundidad, más la cubierta o techo que está compuesta por vigas de 2 metros de altura, soportarán parte de la estructura del parque.
Otro frente de trabajo está ubicado en la quebrada La Picacha, donde se amplía el canal hacia el Río Medellín. Este frente de obra avanza en un 50 por ciento. Empresas Públicas de Medellín, por su parte, continúa actualizando las redes de servicios públicos. En la construcción del sector A de la primera etapa, trabajan 927 personas equipadas con 110 máquinas (volquetas, grúas o retroexcavadoras).
Para mitigar el ruido, propio de un proyecto como este, “construimos una pantalla antirruido de seis metros a lo largo de toda la longitud de la obra, así aplacamos el impacto que generan los trabajos nocturnos y que proviene de los vehículos mezcladores y de la maquinaria pesada”, explica Gómez, subsecretario técnico de Infraestructura Física.
Con el apoyo del Jardín Botánico, en el sector A de la primera etapa de Parques del Río, se sembrarán 1.773 árboles y más de 6.000 en diferentes puntos de la ciudad. El proyecto también conectará el río con los cerros tutelares Nutibara, La Asomadera y El Volador, áreas protegidas de la ciudad que albergan más de 150 especies de árboles y más de 90 especies de aves.
En prepliegos el sector B Pasados cinco meses de haber comenzado la ejecución del sector A de Parques del Río, se abre camino para la obra del sector B, intervención que estará ubicada en el costado occidental, en el tramo de la avenida Regional entre la estación Industriales del metro y el Puente Horacio Toro (calle 58) frente al edificio inteligente de EPM, el Teatro Metropolitano y Plaza Mayor.
Hoy se encuentran disponibles los prepliegos de licitación pública para la construcción de este sector, que junto con el A conformarán el primer gran parque de la ciudad.
Según lo ha anunciado la Alcaldía, la intervención en el costado oriental (sector B) que tendrá un plazo de construcción de 22 meses y una inversión de 184 mil millones de pesos, incluye obras infraestructura, mejoramiento vial, paisajismo, urbanismo, además de obras ambientales.
“Con estas dos mitades de la naranja, lo que haremos es cumplir con el objetivo de tejer la ciudad. Cuando terminemos la intervención, un peatón va a poder salir caminando desde el barrio Conquistadores hacia el costado oriental con toda la prioridad porque no va a haber obstáculos, no va a encontrar vehículos, hará el recorrido por el parque y cruzará el río por unas pasarelas grandes en forma de puentes peatonales a nivel. De igual manera, quien esté en el Centro Administrativo La Alpujarra podrá cruzar hacia el occidente”, explica Juan Pablo López, director operativo Parques del Río Medellín.
El total de este macroproyecto tendrá un área de intervención de 327 hectáreas en ambos costados del río y una longitud de 19,8 kilómetros, desde Ancón Sur, en Caldas, hasta los talleres del Metro, en Bello, y contará con 32 kilómetros de ciclorrutas, 34 kilómetros de senderos, 12 puentes peatonales y en total, 328 hectáreas de nuevo espacio público.
Primera etapa del proyecto
Sector A
• Ubicado en el costado occidental, en la Autopista Sur. Va desde la estación Industriales de metroplús hasta la Biblioteca Pública Piloto. • 145.181 metros cuadrados de espacio público y una longitud de 2.6 km. • Urbanismo integral: 49.929 metros cuadrados. • Urbanismo táctico de uso: 27.791 metros cuadrados. (Sillas, mesas para jugar ajedrez, playas simuladas y otros). • Urbanismo táctico paisajismo: 67.461 metros cuadrados. • Vías soterradas: 392 metros. • Rampas: 520 metros. • Vías a nivel: 1.812 metros. • Zona de transición: 822 metros.
Sector B
• Ubicado en el costado oriental, en el tramo de la avenida Regional comprendido entre la estación Industriales del Metro y el Puente Horacio Toro (calle 58) frente al edificio de EPM, el Teatro Metropolitano y Plaza Mayor. 177. 500 metros cuadrados de espacio público y una longitud: 2.6 km. • Urbanismo integral: 45.500 metros cuadrados. • Urbanismo táctico de uso: 21.583 metros cuadrados. (Sillas, mesas para jugar ajedrez, playas simuladas y otros). • Urbanismo táctico visual: 110.417 metros cuadrados. • Vías soterradas: 530 metros. • Rampas: 660 metros. • Vías a nivel: 1.326 metros. • Zona de transición: 1.276 metros. • Los sectores A y B se construirán con presupuesto del Municipio de Medellín y con recursos provenientes del fondo Ciudad para la Vida.
¿Cuántos los campesinos ¿Cuánto se ha invertido? ¿Cuánto vale reanimar la salud o dar herramientas a la justicia? ¿Cuánto vale realmente la paz? ¿Cuál paz es la que queremos?
/ Elena María Molina>
Pertenezco a una generación que le tocó vivir tiempos dramáticos, donde la vida y la muerte compartían el mismo espacio, donde la violencia y la zozobra era permanentes, donde la tecnología marcó un hito y posibilidades inmensas, pero, ante todo, una generación que creyó que podía cambiar la historia, el mundo. Herederos de políticas corruptas que marcaron el abismo social, confiamos en el cambio… pero imperceptiblemente nos dejamos llevar por las aguas de la mediocridad.
Este artículo nace del dolor, dolor de patria. Patria boba. Vivimos acontecimientos desgarradores de violencia, iniquidad, no creemos en las instituciones, la justicia expiró, el sistema de salud agoniza, la economía se desploma, negociamos una paz que no corresponde a las inquietudes de quienes realmente padecen la desigualdad y la miseria, el campo se acabó, los niños mueren de hambre, los indígenas son cada vez más diezmados, los colombianos de la fronteras son maltratados… y aquí nada pasa. No pasa nada…
Y recordé con inmensa emoción el discurso de Camus cuando recibió el premio Nobel de Literatura: Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que se corre el riesgo de que nuestros grandes inquisidores establezcan para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la Alianza.
Si vivimos en esta realidad y el tiempo puede ser nuestro aliado, soy de los que creo que es posible evolucionar, mejorar, cambiar. En Medellín algo interesante pasó hace tiempos. Antes de que se instalara el metro hubo una gran campaña publicitaria para crear la cultura metro, y más bien que mal, la adoptamos. Es posible cambiar, eso lo hicimos. Crear cultura, y eso posibilitó crear nuevos medios de transporte, mejorar sectores de la ciudad. Qué bueno crear cultura de progreso, de paz, de justicia social. Es posible. Y son cambios sutiles, pequeños esfuerzos que se convirtieron en hábitos.
Cultura, ¿qué hay que hacer para despertar? No lo sé, pero no quiero parar de preguntarlo y creer. Leo con atención voces aisladas en periódicos y en las redes… Y creo, me lleno de esperanza frente a este país, un país de desesperanza.
¿Cuántos son los guerrilleros en el país? ¿Cuánto se ha invertido en los últimos años en el “proceso de paz”? ¿Cuántos los indígenas, cuánto se ha invertido? ¿Cuántos los campesinos ¿Cuánto se ha invertido? ¿Cuánto vale reanimar la salud o dar herramientas a la justicia? ¿Cuánto vale realmente la paz? ¿Cuál paz es la que queremos? [email protected]
No está en duda que uno de los mayores encantos que tiene Medellín es el corregimiento de Santa Elena. Varias características lo han convertido en uno de los lugares preferidos por aquellos que no quieren alejarse mucho de la ciudad pero tampoco quieren vivir en ella. Si bien, y justamente por lo anterior, no ha escapado al proceso urbanizador que ha vivido la capital antioqueña en las últimas décadas, lo cierto es que aún conserva su aire rural. Esto se debe, en parte, a que su Plan de Desarrollo, el POT y las autoridades ambientales tienen lineamientos en ese sentido, dada su condición ambiental, y a que en sus habitantes hay consciencia del valor que deben proteger. De lo contrario, muy seguramente ya estaríamos viendo edificios o adefesios en este lugar del oriente de Medellín, que todavía tiene visos de paraíso.
Paisaje típico en el corregimiento de Santa Elena, comuna 90 de Medellín. Vereda Barro Blanco, en el camino hacia el Parque Arví. Fotografía tomada por Róbinson Henao en septiembre de 2015
Otra cualidad que hace atractiva a Santa Elena es su seguridad. No significa que no haya tenido, de tiempo atrás inclusive, problemas de hurtos en la carretera o más recientemente en las inmediaciones del Parque Arví, debido al turismo creciente. Sin embargo, a todas luces es el corregimiento y la comuna más apacible y segura de la ciudad.
El clima es otra de sus fortalezas, sobre todo para aquellos que se han ido saturando del calor de los centros urbanos, agudizado por la contaminación y los tacos vehiculares. Los días, por lo general, tienen un color de cielo azul intenso, y su frío, lo dicen conocedores de la zona, es menos drástico que antes.
Pero las amenazas están latentes: el Túnel de Oriente se está construyendo a un ritmo acelerado, pese a las advertencias de la Contraloría y al sinnúmero de voces que han insistido en el riesgo que conlleva para las fuentes hídricas de la región. Como si fuera poco, el nuevo POT sólo contempla protección hídrica especial para la vereda Media Luna. Por último, la voracidad de la construcción es difícil de contener y el verde dará paso, poco a poco, al ladrillo de unidades residenciales que ya se empiezan a vislumbrar. Y es que allí el peligro inminente no es la construcción en altura sino la densificación y la subdivisión predial que, mal manejada, deviene en tugurización. Por eso, la preservación de Santa Elena demanda un trabajo serio y un control permanente por parte de Planeación y el compromiso de organizaciones con presencia en el área. De todos depende, entonces, incidir de manera positiva en la sostenibilidad y preservación de este lugar, a fin de que en pocos años no nos refiramos a él como el paraíso perdido.
Ubicación El corregimiento de Santa Elena, identificado como la comuna 90, está situado al oriente de Medellín. Limita al norte con los municipios de Bello y Copacabana; al oriente con los municipios de Rionegro y Guarne; al occidente con las comunas 1 (Popular), 3 (Manrique), 8 (Villa Hermosa), 9 (Buenos Aires), 14 (El Poblado) y al sur con Envigado.
Extensión: 704.6 hectáreas
Veredas Santa Elena está conformado por 11 veredas y sectores: El Llano, El Plan, Media Luna, Piedra Gorda, El Placer, Barro Blanco, Las Palmas, Piedras Blancas – Matasano, Mazo, El Cerro y Santa Elena sector central.
Viviendas De acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida Medellín 2013, en la denominada comuna 90 hay 4.818 viviendas en todos los estratos de la población, así: en el estrato 2 hay 1.861 viviendas; en el 1, 1.600; en el estrato 3, 613; en el 6, 352; en el 4, 204 y en el 5, 188 viviendas.
Población y edades Según los datos oficiales, el corregimiento de Santa Elena tiene 16.616 habitantes, de los cuales 8.592 son mujeres y 8.024, hombres. Entre 0 y 14 años tienen 4.373 personas; de 45 a 64 años, 3.144; de 15 a 24 años, 3.039; de 25 a 34, 2.926; de 35 a 44 años, 2.341 y de 65 años o más, 793 habitantes.
Seguridad Datos suministrados por la Alcaldía de Medellín, con base en el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc), indican que entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2015 se registraron tres homicidios en Santa Elena, tres menos que en igual periodo de 2014, cinco menos que en 2013 y nueve menos que en 2012. Entre tanto, durante los ocho primeros meses de este año se contabilizaron 240 días sin homicidios, es decir, tres más que en 2014 y que en 2013 y cuatro más que en 2012. En Santa Elena (comuna 90) hay cinco cuadrantes de Policía y seis cámaras de videovigilancia.
La sensación común en Altavista (comuna 70) es que este corregimiento, uno de los cinco que tiene Medellín, ha sido objeto de un olvido histórico por parte del Estado. Una de las quejas más recurrentes de sus habitantes es su precaria conectividad, no solo dentro del mismo corregimiento sino de este con Medellín. Solo tiene una vía de acceso y salida, estrecha y en regulares condiciones, la cual se mantiene congestionada debido a la misma actividad de Altavista, donde una de las principales fuentes de empleo son las ladrilleras que abastecen de material a buena parte del área metropolitana.
Quizás este mismo descuido ha propiciado, en parte, los momentos violentos vividos por Altavista en el pasado, como consecuencia de la presencia de bandas y grupos armados. Está claro que donde el Estado deja vacíos, los espacios suelen ser ocupados por fuerzas irregulares. Pero también hay consciencia de que Altavista, cuya mayoría de habitantes pertenece a los estratos 2 y 1, pasa hoy por un periodo de relativa calma que coincide, según algunos, con el establecimiento de una subestación policial.
El mayor porcentaje de la población de Altavista corresponde a personas menores de 24 años, 15.978, frente a un universo de 33.466 habitantes. De esos menores de 24, 9.335 tienen menos de 14 años, lo que señala la urgencia de redoblar en este corregimiento las opciones de desarrollo físico, intelectual y cultural para niños y jóvenes. Altavista carece de espacios deportivos y no tiene establecimientos de educación superior. Por fortuna, el capital humano supera las oportunidades que se le ofrecen a la juventud de este corregimiento, de tal manera que el movimiento cultural juvenil y su trabajo por la comunidad tienen un amplio reconocimiento.
Hay mucho por destacar en Altavista; es otro pulmón de Medellín, con bellos sitios turísticos y rico en recursos hídricos; sin embargo estos están descuidados y en riesgo, según denuncias de líderes corregimentales. La inminente densificación del área es otro motivo de alerta, lo que obliga a una mayor atención estatal.
Vivir en Altavista, el cuadernillo número 15 de nuestra serie Vivir en Medellín, es un acercamiento a este corregimiento que hoy busca salir del olvido y ocupar el lugar que merece en la gestión de la ciudad.
Ubicación El corregimiento de Altavista está situado al suroccidente de Medellín. Limita al norte con el corregimiento de San Cristóbal y el área urbana de Medellín; al occidente con el corregimiento de San Antonio de Prado, al sur con el municipio de Itagüí y al oriente con la zona urbana de Medellín. Extensión: 2.741 hectáreas
Veredas Altavista está compuesto por ocho veredas y sectores: Morro – Corazón, Aguas Frías, San Pablo, Buga – Patio Bonito, Centralidad, La Esperanza, El Jardín y San José de Manzanillo.
Viviendas Un total de 7.052 viviendas tiene Altavista, de acuerdo con datos de la Encuesta de Calidad de Vida Medellín 2013. La mayoría, 5.919, está en estrato 2; en estrato 1 hay 859 y en estrato 3 hay 274.
Población y edades Los datos oficiales indican que Altavista tiene 33.466 habitantes. De ellos, 17.296 son mujeres y 16.170 son hombres. Entre 0 y 14 años tienen 9.335 personas; de 15 a 24 años, 6.643; de 25 a 34, 5.627; de 45 a 64, 5.393 habitantes; de 35 a 24, 5.026, y de 65 años o más, 1.442 personas.
Seguridad Según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc), entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2015 hubo diez homicidios en el corregimiento Altavista, el mismo número de igual periodo de 2014. Sin embargo, la cifra se redujo con respecto a 2013 (24 homicidios) y a 2012 (26 homicidios). Entre tanto, los días sin homicidios durante los ocho primeros meses de este año sumaron 232, mientras en 2014 fueron 231, en 2013 alcanzaron los 222 y en 2012 llegaron a 217. En Altavista –comuna 70– hay cinco cuadrantes de Policía y seis cámaras de videovigilancia.
Una de las comunas más tradicionales de Medellín es La América, ubicada de manera estratégica en el centro del occidente de la ciudad.
La mayoría de sus barrios fueron conformados a mediados del siglo pasado, algunos mucho antes, en procesos regulares de urbanización. Solo uno, Calasanz Parte Alta, surgió a finales de la última década del siglo 20, como respuesta a las necesidades de expansión de Medellín, solución a los problemas de vivienda de una ciudad en constante crecimiento. De hecho este barrio, a diferencia de los otros de la 12, desde sus inicios tuvo carencia de puntos de encuentro y equipamientos colectivos. Dio indicios entonces de los riesgos que conlleva la construcción sin planeación y equilibrio de desarrollos urbanísticos, bien sea como solución urgente de vivienda o como simple negocio inmobiliario. El resultado: entornos poco amables —en muchas ocasiones con fallas estructurales—, y carentes de espacios que promuevan un desarrollo armónico de la comunidad.
La localización de la comuna 12 en un sector de topografía suave, con facilidades de acceso y dotación de servicios e infraestructura adecuada, le han permitido a su población disfrutar de una buena calidad de vida. Instituciones educativas, canchas, parques, vías amplías y buen servicio de transporte son algunas de las características que tiene a su favor. (Incluso, disfrutó del primer tranvía, pues como polo de desarrollo y despensa agrícola que era, no podía estar por fuera de los avances de la urbe en crecimiento). No obstante, como lo señalan algunos de sus habitantes, la oferta cultural estatal ha sido precaria y hoy constituye uno de los principales faltantes de La América.
Aunque su densificación no se ha dado de manera tan dramática como en otras áreas de la ciudad y se cuenta entre las que menos transformaciones ha sufrido, los barrios de La América ven cada vez con más frecuencia lo mismo que ya han visto otras comunas: la destrucción de sus amplias casas para dar paso a edificios de apartamentos, cada día más altos. Su futuro, pues, parece estar cantado. Lo riesgoso, alertan expertos en desarrollo urbano como el arquitecto y director de la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional, Luis Fernando González, es que al no estar hoy dentro de las prioridades de intervención y renovación urbana de la administración municipal, La América queda “al garete”, sujeta y expuesta única y exclusivamente a las presiones del mercado inmobiliario. El POT solo la contempla como zona de consolidación.
Sea este cuadernillo una invitación a asomarnos de manera breve por una de las comunas más históricas de Medellín.
Ubicación La comuna 12 (La América) está situada en la zona centroccidental de Medellín. Por el norte y por el occidente limita con la comuna 13 (San Javier) y por el oriente y el sur con la comuna 11 (Laureles-Estadio). Extensión: 389.49 hectáreas
Barrios La comuna 12 está compuesta por trece barrios. Son ellos Ferrini, Calasanz, Los Pinos, La América, La Floresta, Santa Lucía, El Danubio, Campo Alegre, Santa Mónica, Barrio Cristóbal, Simón Bolívar, Santa Teresita y Calasanz Parte Alta. Los habitantes de la comuna 12 reconocen también el sector La Soledad, en el barrio Ferrini.
Viviendas De acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida Medellín 2013, en la comuna de La América hay 34.959 viviendas, la mayoría en estrato 4, distribuidas así: 15.083 en estrato 4; 10.253 en estrato 3; 8.898 en estrato 5 y 725 en estrato 2.
Población y edades Según datos del Municipio de Medellín, en la comuna 12 habitan 95.523 personas. Al igual que en las demás comunas, en su mayoría son mujeres: 52.736 frente a 42.787 hombres. Por edades, la población se distribuye de la siguiente manera: de 45 a 64 años, 34.819 personas; de 65 años o más, 16.205; de 25 a 34 años, 13.320; de 35 a 44 años, 10.997; de 15 a 24 años, 10.890, y por último, de 0 a 14 años, 9.292 personas.
Seguridad Datos suministrados por la Alcaldía de Medellín, con base en el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc), indican que entre el 1 de enero y el 22 de agosto de 2015 hubo cinco homicidios en la comuna 12, el mismo número de igual período del año anterior, pero 16 menos que en 2013 y 12 menos que en 2012. Los días sin homicidios en la comuna de La América entre el 1 de enero y el 22 de agosto sumaron 229 —la misma cifra de 2014—, once días más sin homicidios que en 2013 y ocho más que en 2012. En cuanto al hurto de carros, se registraron 43 (enero 1 – agosto 22), 21 robos menos que en igual lapso de 2014, 33 menos que en 2013 y 51 menos que en 2012. En la comuna 12 hay nueve cuadrantes de Policía y 36 cámaras de videovigilancia.
La Unión Temporal Cruce Balsos cedió el contrato. La vía, según anuncios, estaría lista en enero de 2016
Las obras en la Transversal Inferior con la Loma de Los Balsos han tenido dos modificaciones del plazo. El costo total de la misma es de $13.537 millones
Por Álvaro León Pérez
Esta semana se destrabó la construcción del paso a desnivel en la Transversal Inferior con la Loma de Los Balsos, la obra que más tropiezos ha sufrido de las que conforman el plan de Valorización.
“Ya hay una solución que variará el avance de la obra y es la cesión del contrato por parte de la Unión Temporal Cruce Balsos. Esa cesión se ha hecho a la firma Gisaico, que ha tenido a cargo la construcción del intercambio de Los Balsos con la Transversal Superior”, señaló el alcalde Aníbal Gaviria Correa.
La decisión fue bien recibida por los vecinos del proyecto, quienes expresaron su deseo de verlo en funcionamiento lo antes posible.
“Celebramos que una empresa como Gisaico, que ha demostrado su eficiencia en la obra de la Superior con Los Balsos, se encargue de los trabajos en la Inferior”, declaró César Alzate, residente en la unidad Surabaya e integrante del comité ciudadano de obra.
La Unión Temporal Cruce Los Balsos, responsable original de la construcción que inició en marzo de 2014 y debía entregar en septiembre de 2015, había anunciado la conclusión de la nueva infraestructura para el 31 de octubre de este año. Luego corrió el plazo hasta el 17 de diciembre. Ahora, tras la cesión, Gisaico S.A. se comprometió finalizar en enero de 2016.
La Alcaldía aseguró que los retrasos no generarán sobrecostos, ya que los recursos se desembolsan a contraentrega de los avances en la construcción. De esta manera, sostuvo, la financiación de lo que resta por hacer está garantizada.
El 28 de julio la Secretaría de Infraestructura abrió doce procesos sancionatorios que podrían conducir al pago de multas por parte del antiguo contratista. La decisión al respecto se tomará el viernes 28 de agosto.
La obra del cruce con Los Balsos hace parte del proyecto de Valorización
La estructura fue diseñada para favorecer la movilidad en el sentido sur a norte y la conectividad con el Oriente de Antioquia. El nuevo puente tiene 180 metros de longitud y hace parte de un intercambio vial que tiene un costo de $17.300 millones. La construcción inició en febrero de 2014 con fecha de entrega en agosto de 2015. Hacen falta obras complementarias.
Exaltamos a aquellos que creen en el poder transformador del arte, la ciencia y la investigación, tanto a los que lo hacen posible, como a quienes lo disfrutan, en una sociedad que tras años de duras pruebas recibe estos alimentos para el alma
En Medellín se consolida un movimiento cultural que se expresa de manera especial entre agosto y octubre de cada año; una gran cantidad de eventos y talleres de formación de altísimo nivel convoca públicos de todos los barrios, de todas las edades, con cualquier nivel de formación. Más con hechos que con estudios y discursos, se viven los logros desde lo público, lo privado, las alianzas público-privadas, las fundaciones y las organizaciones sin ánimo de lucro que además posibilitan la formación de nuevos públicos.
Un gran número de manifestaciones artísticas se da cita y pone en escena a principiantes, maestros, virtuosos, tanto locales como extranjeros. Desde la Feria de las Flores con sus múltiples actividades –entre ellas el Desfile de Silleteros y la Exposición de Orquídeas, Pájaros y Flores, que mueven el sentimiento de admiración por la naturaleza–, hasta presentaciones de música popular con festivales de muy diversos géneros (coral, rock, clásica, blues, jazz, pop, entre otros), de diversas orquestas (Filarmónica de Medellín, Academia Filarmónica, Sinfónica de Eafit, Sinfónica de Antioquia) teatro, danza, cine, documentales, instalaciones, exposiciones, literatura, promoción de la lectura y periodismo, se multiplican en distintos espacios de la ciudad. Parques, teatros, bibliotecas, museos, galerías, salas de cine, resultan impregnados de esta ebullición.
Imposible también dejar de mencionar el papel que cumplen las instituciones educativas en general con los programas de extensión cultural o de promoción de la investigación y el saber para todas las edades; organizaciones como el Jardín Botánico, Explora y Planetario, continúan impulsando la curiosidad y el acercamiento a la naturaleza, la investigación, la ciencia, el universo.
Desde nuestro recorrido por las distintas comunas de Medellín, somos testigos del esfuerzo en los barrios para organizar movimientos culturales y en general de formación y esta es una ocasión en que las peticiones por espacios que no se tienen, por mejoras de los existentes y búsqueda de apoyo para desarrollar dichas actividades, debe ser motivo de satisfacción para todos, pues hay una gran cantidad de personas que buscan mejorar como seres humanos, integrarse y construir el tejido social que tanta falta nos hace. El reconocimiento del valor de la memoria, como un paso para mirar el futuro sin repetir los errores del pasado, es otra señal de ir en la búsqueda de un camino distinto y mejor.
Recordamos con gratitud a quienes ya no nos acompañan, pero que dejaron un gran legado con su trabajo dedicado, motivado casi siempre en sueños que se materializaron después de sortear enormes dificultades. Exaltamos a aquellos que creen en el poder transformador del arte, la ciencia y la investigación, tanto a los que lo hacen posible como a quienes lo disfrutan, en una sociedad que tras años de duras pruebas recibe estos alimentos para el alma, que mueven lo mejor del ser humano.
Un retrato sobre este corregimiento de 34 mil habitantes, a través de una visita que el autor de esta crónica hizo dos años después de haber sido testigo de un acontecimiento trágico
A Julián lo velaron en un sencillo salón comunal atestado de niños y vecinas que lloraban desconsoladas. A medio día —bajo la opresión de un calor pegajoso— entró al recinto Laika, la perra pastor alemán que el joven difunto había criado en el diminuto sardinel exterior de su casa, en el barrio El Concejo, del corregimiento de Altavista.
El animal revoloteaba de un lado a otro, inquieto, mientras los deudos se preguntaban cómo era posible que hubieran matado a un niño de 15 años, que se había pasado media vida aprendiendo el arte de los mimos y los payasos.
Cuando Rosa Amelia Nanclares, la mamá de Julián, decidió abrir el ataúd, Laika se acercó moviendo la cola y luego comenzó a ladrar desesperadamente. Amelia, en medio de su propia tragedia, intentó separar a la perra, pero resultó inútil. Ahí, ante el escándalo de unos ladridos que me atrevo a decir eran de dolor, me di cuenta de que para un animal nunca podrá ser indiferente la muerte de su amo.
Pero aún más portentoso fue lo que ocurrió después. Camilo Baena, el muchacho que le enseñó a Julián los trucos y las peripecias de la pantomima, se apareció en el centro de la sala, de cara al féretro. En medio de un círculo de niños que se fue armando, Camilo abrió un maletín y sacó maquillaje para blanquearse la cara y proceder con un acto en honor a Julián.
Bastó que Camilo destapara el tarro de glicerina y dióxido de titanio, esa mezcla de pintura con la que los mimos se cubren el rostro, para que Laika se le tirara encima. El olfato le indicaba, no me cabe duda, que se trataba del mismo olor al que su amo la acostumbró cada vez que se alistó para alguna presentación de clown.
Laika solo se vino a calmar cuando en la pared proyectaron una foto de Julián en la que se veía parado sobre un escenario, maquillado, peinado con una cresta de gallo que lo hacía ver como un Drácula, pero chistoso. Laika entonces se echó debajo de la imagen. Y así se quedó, mansa, impávida, como sabiendo que algo de su amo sobrevivía todavía.
Laika, durante un homenaje a su amo Julián Taborda, el día de su velación. Solo se calmó cuando vio su imagen proyectada en la pared. Foto José Guarnizo, 10 de enero de 2013
Esa ha sido la única vez en mis años de periodista que no he podido contener un llanto en la mitad de un trabajo de reportería. El escenario, los niños, los cinco hermanitos menores de Julián, el llanto de las señoras, el féretro, Laika, el traje de payaso de Julián colgado de un gancho en una esquina de la sala, todo junto, me produjo una opresión en el pecho, muy parecida a la de alguien que se está asfixiando. Mientras le tomaba fotos a Laika, en un acto más mecánico que consciente, sentí el sabor cobrizo de las lágrimas que se me descolgaban a chorros por las mejillas.
En 2013, el asesinato de un menor que soñaba con ser payaso y mimo conmovió a Altavista. Foto José Guarnizo, 10 de enero de 2013
A partir de ese momento perdí la concentración y me di cuenta de que ya no estaba ahí para hacer entrevistas ni para escribir una crónica. Gracias a esa escena, que presencié el jueves 10 de enero del año 2013, experimenté la culpa. ¿Dónde estábamos todos antes de que asesinaran a Julián? ¿Por qué Altavista nunca estaba en las noticias que publicábamos los medios de comunicación? ¿Por qué como sociedad habíamos permitido que mataran a un niño? ¿Qué tuvo que ocurrir en Medellín como para que una banda armada se tomara la potestad de eliminar artistas a punta de bala? Aunque demasiado tarde, fue entonces cuando me propuse saber todo lo que pudiera de la vida de Julián Andrés Taborda Nanclares, un jovencito desconocido de 15 años, a quien la ciudad no volteó a mirar para salvarle la vida.
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Desde el Ecoparque La Perla, uno de los puntos más encumbrados de Altavista, la ciudad de Medellín se ve perfectamente como una planicie a la que las montañas le rinden pleitesía. Difícil encontrar una perspectiva más abrumadora de lo que significa la extensión del Valle de Aburrá.
Dicen que por estas trochas descendió por primera vez el expedicionario Jerónimo Luis Tejelo, quien, según los españoles, descubrió lo que hoy se conoce como Medellín. En la vereda La Buga, un poco más al norte de La Perla, sobrevive un camino de herradura por donde se supone llegaron, en el siglo 16, los conquistadores.
Es curioso que el primer lugar por donde ingresó el hombre del viejo continente hubiese terminado, con el paso de los siglos, convertido en un asentamiento marginal, allí mismo donde el desarrollo tocó la puerta tardíamente, allí donde ahora conviven unas 34 mil personas esparcidas en un territorio montañoso de 27 kilómetros cuadrados, según los perfiles demográficos de la Alcaldía de Medellín.
Altavista puede ser un lugar privilegiado o estratégico, depende de cómo se le mire. Si es por el paisaje, este es un corregimiento verde, urbanizado alrededor de un cañón, con acceso a pequeñas maravillas naturales como los charcos de La María, donde muchos habitantes de Altavista recuerdan alguna vez haber ido a un paseo de olla.
Pero también esta zona ha sido estratégica para los grupos armados. Detrás de la montaña hacia el norte está la vereda Aguas Frías y un morro más allá, la comuna 13, uno de los escenarios más conflictivos de la ciudad, desde la década del 80 hacia acá.
Estar tan alejado de Medellín por el noroccidente, hizo que a Altavista la educación llegara muy tarde y la violencia muy rápido. Las mismas bandas de jóvenes armados que aparecieron en las laderas de la gran ciudad, se reprodujeron en este corregimiento de obreros, amas de casa y desempleados. El 85 por ciento de los habitantes hoy vive en casas de estrato 2; y un 15 por ciento, en viviendas que pertenecen al 1. Aquí no hay ricos.
En Altavista hubo oleadas de violencia intermitentes, que alcanzaron su momento más crudo el 29 de junio de 1996, cuando fueron asesinados, a manos de paramilitares, 16 jóvenes en plena vía principal. Fueron acusados de pertenecer a las milicias urbanas del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Según los familiares de las víctimas, en la masacre participaron agentes del Estado. Así quedó registrado en una demanda que llegó hasta instancias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Ahí mismo, donde esa noche tronaron los fusiles en contra de civiles ahora hay un mural que pintó la artista María Paulina Pérez, bautizado con el título de Rugir de risa. Donde hubo muerte ahora están los retratos de muchos de los jóvenes que se dedican al teatro, a los malabares y al clown. Entre los rostros que quedaron plasmados para la posteridad está el de Camilo Baena, el mismo mimo que ejecutó el homenaje póstumo en la sala de velación.
Rugir de risa, mural elaborado por la artista María Paulina Pérez en el sitio donde en 1996 fueron asesinados 16 jóvenes por un grupo paramilitar. Foto Róbinson Henao, agosto 30 de 2015
Por los días del asesinato de Julián, algo de esa violencia de los 90 pervivía todavía. La guerra estaba cantada entre dos bandas armadas que no se podían ver ni en pintura: Los Chivos contra el combo de La Lágrima, como llaman al sector donde vivía Julián.
Han pasado dos años y Altavista luce mucho más tranquilo. En las esquinas aún se ven muchachos que miran atentos a cualquier extraño. Pero la atmósfera es distinta. Una de las razones que me empujaron a volver a Altavista fue saber qué había sido de la vida de Amelia, la mamá de Julián. ¿Cómo estarían los otros cinco hermanitos? Y Laika, la perra, ¿qué habría sido de ella? Antes de encontrarme con Amelia, caminé por la misma calle por la que Julián corrió desesperado a esconderse el día que lo mataron, esa tarde del miércoles 9 de enero de 2013.
Julián, que se había salido de estudiar hacía varios meses, cruzó una frontera prohibida. Hubo personas que dijeron haberlo visto pasar por el sector El Hoyito rumbo a la parte alta de Altavista, donde queda Casa Arte, el colectivo de clowns en el que ensayaba casi todos los días. Se sabe que tres muchachos persiguieron a Julián, quien alcanzó a esconderse en la casa de unos vecinos.
Sin embargo, cuando ya parecía estar a salvo, se percató de que afuera se le había caído la gorra que llevaba puesta. En medio del trance, tal vez sin haberlo meditado bien, Julián salió nuevamente. Y fue ahí cuando le dispararon. Según la Fiscalía, los sicarios le descargaron diez disparos.
Al pasar por el mismo sector, recordé lo que en su momento me contó Amelia. Cuando a ella le avisaron que habían matado a su hijo, prefirió creer que se trataba de una confusión. Salió de la casa corriendo hasta que se topó con una escena ya rodeada de curiosos y de agentes del CTI, de la Fiscalía.
“Yo le vi los zapatos de lejos y dije, ‘no, ese no puede ser mi niño’”.
“Esa perra no hizo sino llorar parejo conmigo”, dijo Amelia en la sala de velación
Antes de que llevaran a cabo el levantamiento del cadáver, Laika saltó en medio de la romería y comenzó a rodear el cuerpo de Julián, que en ese momento yacía tirado sobre el asfalto. La imagen que de ese instante se le quedó a Amelia en el recuerdo, es la de Laika ladrándole, iracunda, a los muchachos del CTI.
A decir verdad, Amelia nunca vio con buenos ojos que Julián tuviera una perra tan grande en una casa tan diminuta, en la que había tantas bocas humanas que alimentar. “’Ay, Julián, cuántas veces le dije que no se pusiera a traer animales. Yo no sé usted qué va a hacer para darle comida a esa perra’”, le dijo Amelia a su hijo cuando lo vio llegar por primera vez con Laika recién nacida.
Dos veces, en un lapso de seis meses, Julián había logrado que en la casa le dieran 25 mil pesos para que se comprara unos zapatos. En ambas ocasiones regresó sin nada, con los mismos tenis rotos de siempre. Todo vino a tener sentido con la llegada de Laika.
—¿Y usted de dónde sacó la plata para conseguir una perra de raza? —le preguntó Amelia.
—¿No se acuerda de las dos veces que me dieron de a 25 mil pesos para que me comprara unos zapatos? Bueno, pues esta perrita me la vendieron por 50 mil— contestó Julián, esa vez.
Y Amelia tuvo que recibir a Laika a regañadientes. Pero algo de esa percepción cambió a partir del día que mataron a Julián. Cuando los agentes del CTI estaban montando el cuerpo en la parte trasera de la camioneta, Laika ladró sin parar. Uno de los funcionarios tuvo que empujar a la perra con algo de violencia para que les permitiera terminar el procedimiento.
Laika no se resignó y se metió debajo de la camioneta. Fue un momento incómodo y desesperante que Amelia percibió como la confesión de amor de parte de un animal hacia su dueño. Amelia interpretó la actitud de Laika como la de un miembro más de la familia que no se resigna a la pérdida de un ser querido. “Esa perra no hizo sino llorar parejo conmigo”, dijo Amelia en la sala de velación.
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El primer domingo de cada mes, el Ecoparque La Perla se llena de vecinos que asisten a una fiesta particular: el festival de la olla, la imaginación y la abundancia. Es la concreción de una idea que se le ocurrió a Augusto Díez, el hombre que se soñó para Altavista una fiesta en la que no faltara la comida. Unas 400 personas de todas las edades, llegan hasta este sitio para tomarse un chocolate, un canelazo o una aguadepanela con pan, mientras ven pasar por el escenario a los muchachos de Casa Arte, de Utopía, o de cualquier otro grupo teatral invitado.
Díez, un personaje salido del molde, fundó la Universidad Lúdica de Frontino, el único claustro académico del mundo cuya sede siempre fue imaginaria. El estudiante que se inscribiera podía asistir, indistintamente, a la Facultad de la Ilusión, a la de Zancos o la de los Malabares. Incluso, cualquiera podía inventarse una facultad, si quisiera.
Antes de su muerte, Díez alcanzó a planear cómo podría llevarse a cabo la fiesta que actualmente se celebra en La Perla. Para que fuera un éxito, los organizadores debían comprar una olla Imusa, referencia 144, es decir, la más grande del mercado.
Para la inauguración, Díez se imaginaba a artistas, payasos, mimos y locos cargando la olla, en un desfile que saliera desde el almacén de Imusa, en Medellín, hasta las calles de Altavista. Así, tal cual, se hizo la primera fiesta. Muchos tildaban a Díez de desquiciado. Menos, eso sí, los muchachos de Casa Arte. Para ellos era totalmente válido y sensato que Díez, una persona de 64 años, se parara en la mitad de una autopista concurrida, con un letrero en la mano que decía:
“Exigimos del Gobierno Nacional una olla para hacer la fiesta más grande del mundo”.
Casa típica en el corregimiento de Altavista. Foto Róbinson Henao
Díez se suicidó el 16 de noviembre de 2011, el mismo día en que cumplía años. Se tiró a las aguas del río Cauca, después de haber mandado a hacer su propia lápida. “Yo me voy a organizar una fiesta con Dios porque aquí a mí nadie me cree”, alcanzó a decir. Pero en Altavista quedó su legado, su espíritu, su impulso sembrado en la cabeza de un montón de pelaos para quienes el arte comenzó a ser tan importante y tan serio como la vida.
Y Julián fue uno de ellos. Luego de su asesinato, el semillero de niños que habían comenzado con él en Casa Arte, se fue desintegrando. Unos porque crecieron y vieron como plan de vida nuevas opciones, otros porque se quedaron en la esquina consumiendo drogas. Solo uno entró a la universidad. Pero si se mira bien la lista, la mayoría de los compañeritos de Julián aún hoy siguen añorando estudiar Teatro o dedicarse de lleno a las técnicas de mimo.
Juan Diego Guerra también es experto en malabares con patines. Foto Róbinson Henao
Juan Diego Guerra, de 16 años, es el mejor ejemplo. Me lo encontré subiendo unas empinadas escaleritas y cargando por la espalda el marco de una pesada ventana, bajo un sol incandescente. Desde que se salió del semillero dedica la mitad del tiempo al colegio. En los ratos libres trabaja con su padre en un taller. Juan Diego o “Buñuelito”, como le decían en Casa Arte por su baja estatura, es experto en malabares con patines. Es capaz de hacer saltos mortales y acrobacias propias de un profesional. Sin embargo, es posible que su futuro esté en el servicio militar, pues no se vislumbran oportunidades para que estudie Teatro. Desde hace varios meses dice estar ahorrando para comprarse unos patines con los que pueda seguir practicando sobre rampas o barandas, pero los poquitos pesos que se gana nunca le darían para ello. Unos patines de tales especificaciones pueden costar unos 700 mil pesos, toda una fortuna en Altavista.
Alejandro Castañeda, el mejor amigo de Julián, ya tiene 18 años. Está por terminar el bachillerato y dice que está resuelto a estudiar Teatro, a como dé lugar. Pese a que no hay muchos recursos en la casa, Alejandro cuenta al menos con el apoyo de Fátima Zapata, su madre.
Para ella, una mujer afable, de facciones finas y actitud bondadosa, la muerte de Julián ha sido el golpe más duro que ha tenido que soportar en la vida. Fue como si le hubieran matado a su propio hijo. El hecho de que Alejandro fuera la persona más cercana a Julián, hizo que Fátima, una vez ocurrido el crimen, huyera del barrio.
En la penumbra de las 3 de la mañana, Fátima y Alejandro salieron de Altavista, vistiendo sacos con capucha y cargando unas cuantas maletas. “Cuando me llegó el comentario de que mi hijo era el próximo artista que iban a matar, me fui sin pensarlo dos veces. Estaba muy nerviosa, totalmente llena de miedo”, recuerda Fátima.
El destierro duró un mes. Fátima volvió con su hijo solo porque los miembros de las bandas armadas del sector le garantizaron que Alejandro no debía nada. El regreso de la familia se dio en el transcurso de un momento social nunca antes visto en la historia de Medellín.
Y es que después de la muerte de Julián, unos 200 grupos y colectivos artísticos de la ciudad y del país, voltearon los ojos hacia Altavista y emprendieron una cruzada por tomarse el corregimiento. La idea, que contó con el apoyo de un sinnúmero de organizaciones sociales, era llevar a cabo una programación artística durante todo un fin de semana, a lo largo de todos los barrios de Altavista, sin importar las fronteras invisibles o la presencia de los combos. A ese evento lo llamaron Convidarte.
“No les pedimos permiso a los grupos armados. Simplemente hablamos con ellos y les dijimos, ‘vea, vamos a traer a todos los artistas de Medellín y todos van a poder atravesar los barrios sin ser molestados. Vamos a comenzar el jueves a las 12 de la noche y terminamos el domingo. Durante ese lapso, nos tienen que respetar la vida. Después de eso, ustedes verán qué hacen”, cuenta Camilo Baena.
Camilo, apoyado todo el tiempo por los artistas, logró que el jefe de Los Chivos hablara por celular con el líder del combo La Lágrima. Cuando alias “el Negro”, de Los Chivos, terminó de conversar con su archienemigo, tiró el teléfono contra la pared. “Listo, vamos a hacer una tregua”, dijo.
Camilo Baena, líder del colectivo Casa Arte. Foto Róbinson Henao
Fue como un milagro.Convidartepasó a la historia como el único evento que trajo un respiro necesario luego de un largo e insufrible lastre de violencia, el mismo que le quitó la vida a Julián. Desde el jueves 31 de enero hasta el domingo 3 de febrero de 2013, jóvenes y viejos de Altavista pudieron desplazarse por el corregimiento sin temor a ser sospechosos de algo.
Con el paso de los meses, la Policía fue capturando a los principales cabecillas de Los Chivos, una banda legendaria que tenía como área de influencia la parte baja del corregimiento. El 13 de julio de 2013 capturaron a 14 integrantes, que fueron acusados de concierto para delinquir, extorsión, homicidio y tráfico de estupefacientes. “Pipe Trino”, “Moquillo”, “Ojón”, “Nea”, “Calucho”, “Titico”, “Diego rata”, “Caposan”, “Jerson” y “Pipe Gomina”, se fueron para la cárcel.
Lo anterior no quiere decir que los combos se hayan acabado en Altavista. El cobro de vacunas, el control territorial, los homicidios selectivos cada tanto, son fenómenos que se siguen presentando, aunque de manera más velada.
Pero algo sí cambió. Nadie volvió a meterse con los artistas. Actualmente, hay incluso sobreoferta de actividades lúdicas para los niños los fines de semana. Ya no solo está Casa Arte, que en dos años ha crecido y ejecutado proyectos tan grandes como el Festival de Circo al Aire Libre. Los más pequeños ahora se debaten entre asistir a las actividades del Inder, el coro de la Iglesia, el grupo de guardabosques, las corporaciones culturales, los grupos de danza.
Al tocar a la puerta donde vivía Julián, sale Amelia en pijama. Es su día de descanso. Par
a sostener a los cinco hijos, que ahora tienen 11, 9, 7, 6 y 4 años de edad, Amelia se ayuda lavando ropas ajenas a mano. En la sala hay un bulto enorme de prendas para entregar.
Amelia Nanclares aún no asimila la muerte de Julián, el mayor de sus seis hijos. Foto Róbinson Henao, agosto 30 de 2015
A juzgar por sus palabras, Amelia no ha podido superar la muerte de Julián. El fin de semana anterior estuvo en el cementerio y se dio cuenta de que, para el bien de su estabilidad emocional, es mejor no volver. “Siento mucha angustia de pensar que adentro de esa tumba está mi niño. Cómo estará su cuerpo, su pelo. Ese pelo que tanto se cuidaba. Me dio muy duro ir a visitarlo”, dice.
Aun así, Amelia sabe que, junto a su marido, tiene que seguir luchando por sacar a los niños adelante. Jeison, el mayor de ellos, se la pasa esculcando y sacando los disfraces y trajes de Julián. “Mami, yo quiero ser mimo y payaso”, ha dicho varias veces. Adentro de ese niño uno percibe una especie de fuerza inconsciente que lo empuja a seguir los pasos de su hermano.
—¿Y Laika? —le pregunto a Amelia, luego de haber esculcado con la mirada cada rincón del oscuro cuarto—.
Y es que después de la muerte de Julián, unos 200 grupos y colectivos artísticos de la ciudad y del país, voltearon los ojos hacia Altavista y emprendieron una cruzada por tomarse el corregimiento
—Laika se murió de pena moral. Falleció un año después de que pasara lo de Julián— contesta. Luego de un silencio, Amelia cuenta que una vez enterró a su hijo, se apegó mucho a la perra. Tanto, que le mandó a hacer una casita de madera en la pequeña verja exterior y se aseguró de que nunca le faltara el cuido. Pero Laika dejó de comer y poco a poco se fue enfermando hasta quedar en los huesos. Ya luego vino la agonía, el veterinario y los medicamentos, hasta que finalmente dejó de respirar. Por un momento dejo de hacerle preguntas a Amelia y me quedo pensando en la única y última vez que vi a Laika, echada debajo la imagen de Julián proyectada en la pared en pleno velorio, momento del que me quedó una fotografía que ahora desempolvo. Es el retrato vivo de un animal que ama profundamente a su amo. Un animal que, sin tener la capacidad física de llorar, llora.
El cronista
José Guarnizo
Comunicador social de la Universidad de Antioquia. Fue reportero del diario El Mundo, de Medellín, editor de investigaciones de El Colombiano y es corresponsal en Medellín de la revista Semana.Sus crónicas han sido publicadas en El País, de España, en la revista Don Juan, y en la revista Semana. Ganador del Premio Rey de España de periodismo, en 2011, y del Premio del Círculo de Periodistas de Antioquia, en 2012.
Es autor de los libros La Patrona de Pablo Escobar (editorial Planeta), obra que fue adaptada a la televisión por RTI; y de Extraditados por error, texto de la misma editorial publicado en 2014, cuyos derechos fueron adquiridos por Sony Pictures para realizar una serie televisiva.
La América, una comuna abigarrada, verde, tranquila; de construcción colectiva y bien lograda simbiosis de lo mejor y más promisorio de Medellín
Eran fincas inmensas, abundancia en tierras de pocos propietarios. Un paisaje de quebradas y pródigos hilos de agua, fuentes de arcilla y materiales pétreos; de ricas cosechas. Territorio libre para el viento, los animales y la vida sin apuros.
Ahora es asiento de trece barrios en donde viven 95.523 personas, algunas todavía en casonas viejas, de tapia, tejas de barro, patio trasero e interior, solar y antejardín. Casas solariegas de zaguanes, contraportones, ventanas de madera, zócalos. Viviendas nimbadas de historias familiares y proliferación de todo tipo de negocios.
Será un colmenar: sucesión monótona y lúgubre de mojones de cemento armado en donde se arrumarán, por centenares, las familias. Sin espacios para el devenir social, sin relaciones de vecindad, de afectuosa convivencia, de comunión de intereses, como antaño. Lo auguran urbanistas y conocedores del tema.
Panorámica de la calle San Juan y los barrios Danubio, Santa Lucía y La Floresta, de la comuna 12. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
En este diagnóstico coinciden sus habitantes, los del común y los más conspicuos. Los mismos que saben de la historia lejana de la comuna 12 —La América—, cuando en sus inicios (algunos historiadores lo ubican en el año 1869) el caserío tenía unas características socioculturales muy rurales y era conocido como La Granja.
Sus habitantes vivían de una agricultura de pequeños sembrados y de la producción y venta de pollos y cerdos. Las viviendas se desparramaban a lo largo del camino que llevaba a Medellín. Entonces era paso obligado de los arrieros que traían la sal de las minas de Ebéjico y el oro arrebatado a las montañas del occidente. En 1892 cambió de nombre: La América, en honor a los 400 años de descubrimiento del continente. Fue corregimiento hasta 1938.
La América fue pionera en medios de trasporte: ya para 1921 sus moradores se movían en tranvía eléctrico, una línea de 4.700 metros con un vagón rojo para 60 pasajeros, que rodaba sobre rieles, con dos vías, que trasladó a miles de vecinos hasta 1946, aseguran sus cronistas. Además, en los años 40 funcionó un destartalado bus de dos pisos, único en la ciudad, que cubría la ruta hacia la hoy comuna 12. Los parroquianos que ocupaban el segundo piso, descapotado, disfrutaban del todavía rural paisaje, a riesgo de asolearse o de mojarse.
Panorámica de La Floresta. Fotografía tomada por Carlos Amórtegui en 1954. Cortesía Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
Durante esa “prehistoria”, el dominio en La América aún era de terratenientes como José María “Pepe” Sierra y Carlos Coroliano Amador. En honor a los poderosos de entonces se abrían calles con los nombres de sus ocupantes: la carrera 86 era la Sierra, la carrera 84 era Velásquez, la 90 Urrea. En 1908 se abrió la carretera hacia La América, desde entonces llamada San Juan (calle 44), para fortalecer el proceso de urbanización ya incipiente, pues conectaba los asentamientos dispersos sobre la banda occidental del río. Esta vía fue trazada por Ulpiano Echeverri, nombre que llevó la hoy carrera 90, para dar la largada a la urdimbre de calles y carreras que caracteriza el sector.
Capilla de La América. Fotografía Rodríguez, tomada en 1910. Cortesía Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
Dice la leyenda urbana que don Ulpiano fue uno de los fundadores, cuando eran ocho casas dispersas por las mangas de Aná, y que el 12 octubre 1921 inauguró el tranvía municipal. Agrega que cinco años más tarde, en el mismo sitio, un tranvía lo arrolló.
Lo que el ensanche se llevó
El comercio y la vida social hervían alrededor de la Placita de Mercado, que pelechaba a la sombra del emblemático templo de Nuestra Señora de los Dolores. Un remedo de plaza de pueblo, bajo unos mangos centenarios que dieron identidad a La América, junto a la infaltable efigie de un Bolívar adusto y una fuente que luego se fue a servir de sentadero a las puticas que merodean por el atrio de La Veracruz.
Pero todo se lo llevó el ensanche, en este caso de la vieja calle San Juan, para fungir de avenida: Bolívar, los mangos, la fuente, la plaza… y de paso el aire provincial del corazón de La América, una comuna huérfana de lo que ahora los urbanistas llaman “centralidad”.
Barrio El Danubio, de la comuna 12. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
Con la avenida llegó también el aluvión automotor para atentar contra el proverbial aire puro del sector. Con esa vía, con la 80, la 87, la 92 y la avenida Colombia, surgió el borbotón de puestos ambulantes de comidas rápidas y frituras, que cual flautista de Hamelín concitan un sinnúmero de roedores que infestan todos los rincones de la comuna, con índices superiores a los de cualquiera otra.
Arturo Vahos Jiménez y su familia del alma, la Corporación Canchimalos, recuerdan que cuando se instalaron en el barrio los abrumaba la fecunda arborización y el olor a savia y a manga cortada. Eran ámbitos para el dominio de los azulejos, los carpinteros, los búhos y las ardillas, por mencionar unas cuantas especies. Ya para esa época la comuna tenía una identidad particular: Calasanz era el sector de vivienda de los empleados de algún nivel de la Alcaldía y la Gobernación. La Floresta y La América lo eran de sus obreros y trabajadores.
En aquellos tiempos florecieron salas de cine ligadas a la vida cultural de la comuna: el Santander, en San Juan con la 88; Teatro América, en San Juan con la 76; el Rívoli, sobre la 72; el Tropicana, sobre la 70. Primero cayó el telón del Santander, 20 años después el del Tropicana. En la década del 90 cerraron el Rívoli y el América, pero se sostuvieron el Odeón 80 y el Capri, en San Juan con la 80, teatros que en 1995 todavía molían kilómetros de celuloide.
Casa del Barrio Cristóbal. Fotografía tomada por Róbinson Henao en agosto 25 de 2015
Se trata de referentes barriales, a los que se suman, en diversos momentos, la sede del Icbf, la Farmacia Tarapacá, la Heladería Claro de Luna, el Bar Astor, los almacenes de cadena y la Plaza de Mercado de La América, la cual surgió en 1968 luego del incendio que acabó con la Plaza de Cisneros, una de las cinco construidas en diversos sectores de Medellín, para reemplazarla.
También se erigieron en vínculos de memoria histórica para la comuna el famoso Zacatín, espirituoso origen de la flamante Fábrica de Licores de Antioquia (en San Juan, contiguo a la unidad residencial Los Pinos); la Escuela de Policía Carlos Holguín (hoy Liceo Concejo de Medellín), el Hipódromo La Floresta (hoy barrio Calasanz) y el “Barrio Chino” como se denominó hacia el año 1943 un sector de lo que luego fue La Floresta.
De museos, templos y cárcel
En los años 60 era incipiente el desarrollo urbanístico: solo se levantaban dos edificaciones importantes, que por la división territorial hoy pertenecen a la comuna 13: la Colonia de Belencito (asilo de ancianos) y el convento de las Misioneras de la Madre Laura. Antes, en 1952, los padres escolapios abrieron el colegio Calasanz y más tardecito los vecinos decidieron mudar de santo protector: se pasaron del popular San Fernando al actual San José de Calasanz.
Ese año ya llevaba 40 de funcionamiento la cárcel del Buen Pastor, otro referente arquitectónico. “El 24 de septiembre de 1912 se abrió la sección Gran clase de voluntarias de niñas, de jóvenes y que necesitaban ayuda en San Javier La América. Este edificio fue construido con lo último en materiales de la época, ladrillo y concreto, y es contemporáneo del edificio de Bellas Artes”. El relato es del escritor Víctor Bustamante en el texto: Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. La cárcel del Buen Pastor. La icónica institución cerró en 2010 y sus tétricos recintos se convirtieron en polvo y escombros el pasado 28 de mayo, para dar paso a una ciudadela universitaria.
Inauguración de la primera línea del tranvía eléctrico. Los carros del tranvía llegan a la estación América, provenientes del Parque Berrío. Foto tomada por Benjamín de la Calle Muñoz, el 12 de octubre de 1921. Cortesía Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
La comuna también alberga el Museo Etnográfico Miguel Ángel Builes, un orgullo para sus habitantes, pues recoge la memoria histórica y cultural de los pueblos indígenas. Fue fundado en 1962 por la comunidad javeriana de Misioneros Extranjeros de Yarumal; en 1972 inauguró las instalaciones de Calasanz. Conserva objetos significativos de las culturas indígenas colombianas de las regiones Amazónica, Pacífica Andina y del Atlántico, al igual que de algunas comunidades asiáticas y africanas.
Barrio Cristóbal. Las viejas casas ya son pocas. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
Pero el principal hito estuvo representado en la construcción del templo de Nuestra Señora de los Dolores, en 1898. Desde 1885 el Territorio de Aná quería erigirse en capilla y separarse de la parroquia Nuestra Señora de Belén, que fue la primera y más antigua en la margen occidental de Medellín, según los historiadores. Rápidamente se convirtió en epicentro religioso y cultural de la época.
A propósito de credos y competencias: desde 1951 la feligresía de La Floresta empezó a madurar la idea de levantar su propio templo, que se llamaría de La Inmaculada Concepción. Lo hicieron contra la voluntad de los curas de La América que nunca vieron con buenos ojos la competencia espiritual que les corría sotanas arriba. Fueron diez años de trajín de poncheras, de empecinada y bien sudada recolecta de dinero, bajo la orientación de un centro cívico. Las obras empezaron sin dirección de cura alguno. En 1959 contó con el primer párroco, Roberto Tobón, para concretar a golpes de vibrantes campanas la solidaridad comunitaria que levantó el emblemático templo.
La tradición cultural de la comuna se afianzó con el auge de la Escuela Popular de Arte de Medellín, EPA, cantera de organizaciones culturales hasta cuando un alcalde de ingrata recordación entre sus habitantes, acabó con ella. Pero sus hijos gozan de excelente salud institucional: La Fanfarria, con 43 años de vigencia, Canchimalos con 39, y el Teatro Hora 25, con 21 años de brega cultural, por no citar el enjambre de agrupaciones artísticas y culturales ya consolidadas. Las tres primeras, de tan dilatada trayectoria que ostentan la categoría de Salas Abiertas de la Secretaría de Educación de Medellín, y Salas Concertadas, del Ministerio de Cultura. Escenarios cosidos al alma de la comunidad que las han convertido en sitios de encuentro social y fundamentos de un orgullo bien acreditado.
Dos mujeres, dos historias
Nadie mejor que doña Margarita Botero y doña Marta Gómez para ilustrar el antes y el ahora de La América. La primera vive en un caserón del Barrio Cristóbal con una hija, un yerno y otros miembros de la familia. Familia que se explaya a lo largo y ancho de siete habitaciones de las que antes diseñaban en galería, de puertas de dos alas; vivienda de dos patios florecidos, una huerta y una ampulosa cocina dotada con una despensa del tamaño de una habitación. De igual porte sus baños.
Margarita Botero. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
La segunda sobrevive en un apartamento de Santa Mónica, en un piso 13. Lo único vasto es la vista hacia el occidente de la ciudad, que llega hasta donde las montañas muestran las peladuras de las edificaciones en proceso. Adentro, todo es minúsculo: dos habitaciones para ella, dos hijos y una nieta. Una cocinita como de muñequero, donde “a veces no sé ni dónde poner una olla”. Una sala comedor en la que una visita de tres personas tendría que ser atendida por turnos.
Del minúsculo balcón hacia adentro debe arrumar las ropas mojadas para limosnear una pizca de sol, por las tardes. Viven 90 familias en el edificio pero ella no conoce a ninguna. Soportan el catálogo de prohibiciones propio del nuevo modelo de vida: no hablar duro, no poner música, no golpear…
“Maluco vivir así”, afirma, para quejarse luego:
“La gente en el ascensor ni siquiera contesta el saludo”.
Marta Gómez y su familia. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
Doña Margarita, la de la casa y el corazón grandes, pasó niñez e infancia en una finca de un pueblo de Caldas. Lo suyo eran las vacas, los caballos, lidiar con gallinas, con cerdos, al igual que con una legión de trabajadores. Para tipificar las carencias y dificultades: no había nevera, ni televisión, ni crema dental, ni papel higiénico. La finca daba maíz y fríjol para el gasto, para la peonada. Ella ayudaba en la cocina; eran épocas de dificultades pero de abundancia.
Torre de la iglesia de La América, en la calle San Juan. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
Como digna representante de Antioquia la grande, la señora Margarita conjuga hoy los títulos de matrona, artista, mujer hecha a pulso, verraca. Llegó hace 30 años a Medellín y 18 a vivir sobre la calle San Juan. En 2013 compró la casona que hoy habita.
Cuando tenía 53 años de vida y uno de viuda, le dio por untarse de barro húmedo, para darle forma y expresión a sus anhelos artísticos. Empezó por hacer pies, manos y botas de barro, hasta cuando vio coronada su tardía vocación con un premio, en el año 2000 en el municipio de Bello, a la mejor escultura exhibida. Dos veces expuso en la choza Marco Fidel Suárez. Hasta el senador Álvaro Uribe le encargó pequeñas esculturas de caballos para obsequiar a sus amigos. Ahora anda enredada con una recua de ariscas mulas, en miniatura.
Empezó dictando clases de bordado, de modistería, de cocina. “Es que ya tenía seis hijos y el esposo no respondía”. Ahora, en su tranquilo atardecer, estudia pintura. “Hace un tiempo estudié desnudos, pero mi nuera no me dejaba, dizque porque ¡qué vergüenza! Tengo tallas arrumadas por prejuicios. No puedo hacerlas, la misma familia se opuso”, acusa resignada.
A su turno doña Marta, la del vivir comprimido, también le echa un vistazo al retrovisor de su vida, para lamentarse: “Antes todo eran morros, vacas, caballos. Las casas tenían mucho jardín y antejardines y había jaulas con pájaros, pero sobre todo mucho verde en las calles, mucho mango”.
Rememora que vivió durante muchos años en una casa de cuatro habitaciones, terraza, cocina amplia, jardín, balcón. Era un segundo piso, donde crecían sin estrecheces sus hijos Diana y Diego Alejandro, con la nieta María Elisa. En la terraza intentó engordar pollos, su pasión de campesina frustrada, pero se lo prohibieron. Era mejor la casa que ocupaban antes, con sembrado de cebollas, coles, cilantro, tomates y pollos para el consumo familiar. Pero debió salir del barrio, después de tres años, “porque la calentura me echó”.
Parque del Ajedrez, en el barrio Santa Mónica. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
Con ella se avizora el devenir para La América: arrume de edificaciones que se levantan airosas sobre las ruinas de las casonas solariegas de antaño. Ya hacen erupción los volcanes de la improvisación. Se lee en un informe del periódico De la Urbe, de la Universidad de Antioquia, edición de mayo de 2014: “En los 12 barrios (sic) de esta comuna del occidente de la ciudad se han registrado, desde 2004, 686 casos de fallas estructurales”. Luego de la alerta que significó la tragedia Space se destaparon otras, igualmente preocupantes “(…) de viviendas de estrato medio-alto que presentan serias fallas en sus estructuras y cuyos casos aún no salen a la luz pública”. En conclusión, agrega el informe, en la comuna 12 se reporta ante el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo (Dagrd), un total de 686 anomalías entre 2004 y 2014: 417 por problemas estructurales, 166 por movimiento en masa, 54 por humedades, 24 por inundación, 12 de tipo natural, ocho por incendio y uno por alteración de tipo ambiental.
Transporte Público al barrio La América. Fotografía tomada por Gabriel Carvajal Pérez el 10 de marzo de 1944. Cortesía Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
Mosaico vital y armónico
Una apretada caracterización de los barrios que arman la comuna nos arroja el siguiente mosaico: un Ferrini como tierra de ladrilleras, objeto luego de un proceso comunitario de autoconstrucción. Un Calasanz con pasado de hipódromo, en cuyas laderas pelechó recientemente el sector conocido como Calasanz Parte Alta, antiguo territorio de canteras de arenilla y despensa de materiales de construcción; es el barrio más grande, y funge de balcón sobre la ciudad, tanto que en agosto es lugar de cita obligada para los cometeros.
Los Pinos parece conservar la resaca del etílico que destiló el Zacatín desde 1920.
Santa Mónica, resumida en la expresión “se vive en paz”, tuvo un pretérito de gran lote baldío hasta que el entonces Instituto de Crédito Territorial (ICT) le puso la mano, en las décadas del 50 y el 60. Igual suerte corrieron La Floresta, Calasanz y Santa Lucía.
Simón Bolívar, levantado sobre las fincas de Ana Díaz, que sirvió luego para bautizar una quebrada que recorre el barrio de occidente a oriente. Zona de pastoreo de vacas y caballos, de cañaduzales para abastecer el cercano Zacatín. Adjetivo: tranquilo.
De Santa Teresita se destaca que, hacia 1870, era un conjunto de fincas de producción lechera. Hasta cuando llegaron los constructores privados, cien años después.
Iglesia Nuestra Señora de Los Dolores. Se inició en 1898 y con ella el proceso urbanístico del sector. Foto sin fecha de Gabriel Carvajal. Cortesía Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
El barrio La Floresta es sinónimo de apacible: habitado por las mismas familias de toda la vida; que fue de fincas grandes con granjas familiares.
Un barrio Santa Lucía de mangas que parecían de nunca acabar. Hasta allá alcanzó la mano del todopoderoso presidente Gustavo Rojas Pinilla, quien en 1954 transformó ocho fincas en 250 casas para los trabajadores públicos. Les pidió que tuvieran más de cuatro hijos, pero se les fue la mano. Barrio de familias tradicionales, numerosas. Luego sería conocido por el deporte y los prestigiosos futbolistas que ha parido la tradicional cancha de fútbol de Santa Lucía.
Iglesia Nuestra Señora de Los Dolores, en el barrio La América. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 23 de agosto de 2015
En fin, se trata de un puñado de barrios de límpida tradición rural. Colcha de retazos que obliga a afirmar a los sociólogos: “En la zona de La América se encuentran núcleos de población que han sido residencialmente muy estables, los cuales coinciden con los asentamientos más antiguos”.
A su turno los analistas dicen que, desde el punto de vista de arborización y paisajismo urbano, es uno de los mejores sectores de la ciudad, con zonas verdes bien mantenidas. La escasa presencia de industrias hace que esta área no presente un alto grado de contaminación atmosférica. Dentro de esta caracterización también cabe señalar que se trata de la comuna más tranquila de Medellín. Comuna ahora abigarrada en sus torres de apartamentos multifamiliares, especialmente en Simón Bolívar, Santa Teresita, Calasanz y La Floresta.
Parque de Skate, en el barrio Santa Lucía. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 23 de agosto de 2015
“La idea de la ciudad dormitorio se impone sobre su riqueza patrimonial”, escribió también Víctor Bustamante. De tal suerte que, en ese futuro de La América que ya está aquí, se multiplicarán las martas de vivir carcelario, en detrimento de las margaritas explayadas en casonas enormes, con evocadores olores como a finca de leyenda.
Plaza de La América. Fotografía tomada por Róbinson Henao el 25 de agosto de 2015
El cronista
Fernando Cadavid Pérez
Comunicador social – periodista de la Universidad de Antioquia y especialista en Gerencia del Desarrollo Social de la Universidad Eafit.
Fue redactor del periódico El Mundo; redactor y editor de libros y documentos publicados por la Gobernación de Antioquia entre los años 1990 y 2005, y colaborador de diversas publicaciones de la ciudad. Es autor del libro De memoria: Cinco lecciones de vida, que rinde homenaje a los defensores de los derechos humanos en Antioquia Jesús María Valle, Carlos Gónima, Luis Fernando Vélez, Leonardo Betancur y Héctor Abad Gómez. (2007).
Personas que habitan o siguen vinculadas con alguno de los barrios de la comuna 3, comparten con los lectores sus impresiones acerca de este sector del nororiente de Medellín
Diana Fuentes
Directora del Colectivo Teatral Infusión. “Cuando llegamos a Manrique hace cuatro años, la mayoría de gente que venía a este teatro no era del sector. Y nos costaba traer al público porque Manrique está estigmatizado. Como no soy de Antioquia no sabía la causa y empecé a investigar la razón de esa prevención. Me di cuenta de que era un estigma por el pasado y no por el presente, que aquí no pasaba nada distinto de lo que pasaba en cualquier barrio en Medellín. En el presente en todas partes hay delincuencia, en todas partes se escucha de los chicos que cuidan el barrio, tanto en el Centro como en otros lugares estrato 5, 6 o acá. Empezamos a actualizarnos y a pensar en el público del sector, necesitado también de estos espacios culturales (…). Y empezamos a hacer el trabajo despacio, con diferentes estrategias muy chéveres. Ahora los jueves, por ejemplo, no cabe un alma en este teatro. La comunidad ha respondido. Siento que frente al arte ya existe en Manrique una sensibilización. Está la Casa de la Cultura, la Casa Gardeliana, y en esta cuadra hay dos teatros: el Imagineros y nosotros. Pienso que a Manrique le hace falta empezar a desmitificarse, ya es hora de que dejemos de creer que en cualquiera de sus esquinas nos dan bala…”.
Gustavo Hernán Pérez
Artista. “Viví desde el 66 hasta el 80 en Manrique Central y tengo un grato recuerdo. En esa época era un barrio de clase media alta. Éramos muy unidos y había mucho amor, mucha fraternidad por ser epicentro cultural alrededor de la iglesia: al lado quedaba el colegio San Juan de la Cruz, al frente el colegio de mujeres carmelitano y en la esquina existía una construcción española que la gente llamaba El Castillo, muy especial porque alrededor había un bosque lo que en este momento es la avenida con bejucos. De niños brincábamos de bejuco en bejuco, como dentro de una selva tropical. En este barrio cultivé mi talento para el arte (…). Hoy vuelvo a Manrique y siento que se ha urbanizado más, primero tenía un ambiente de pueblo pequeño, ya tiene ambiente de ciudad, dejó ese dulce sabor pueblerino”.
Mario Patiño
Diseñador Gráfico, coordinador de la Casa Gardeliana. “En lo cultural, Manrique ha avanzado bastante porque tiene muchos espacios culturales, sobre todo para los jóvenes. Siempre me ha gustado mucho por su ambiente; de niño me recorría todas estas calles pues soy de Villa de Guadalupe, en los límites de las comunes 1y 3. Bajaba por aquí con los amigos a jugar maquinitas, fútbol; era un ambiente sano, corríamos, veníamos a la ciclovía que se hacía en toda la carrera 45 antes del metroplús; el domingo era el parche obligado, venir a montar en bicicleta o a trotar. También bajaba mucho a alquilar películas y a mercar con la abuela. Manrique era como un Centro pequeño, venía uno muy fácil a pie. En seguridad ha mejorado bastante, incluso se hacen reuniones periódicas con el Comité Local de Gobierno porque la carrera 45 se volvió muy comercial.
Oswaldo Moscoso
Diseñador web. Vivió en Manrique Oriental, trabaja en El Poblado. “Para nadie es un secreto que en los barrios populares uno crece entre la violencia, pero también se ven muchas cosas buenas. Lo que más me gustaba y recuerdo de Manrique son sus venteros ambulantes (…) también las canchas pues en los barrios la vida se desarrolla a su alrededor y los torneos que había, sobre todo en la de El Pomar. En épocas de violencia no era aconsejable salir, como en tiempos de Pablo Escobar, cuando hacían los toques de queda o cuando había enfrentamientos de combos y uno no podía pasar de cierto lugar (…). Eso nos afectaba mucho porque a diferencia de las personas de barrios como El Poblado, que tenían otro tipo de diversión como ir a cine, a clases de algo o a una finca, uno no tenía sino la calle (…). Las fiestas se hacían en carpas, cerraban la cuadra, ponían un equipo y eso se llenaba. Eran gratis y amanecíamos bailando. Del colegio donde yo estudiaba, a muchos los han matado, otros cogieron malos caminos, pero da alegría cuando uno va a empresas y se encuentra con algún compañero, gente que a pesar de la violencia salió adelante, estudió y ahora tiene un buen trabajo”.
Eva Álvarez
Vive en Manrique San Pablo y trabaja en El Poblado. “Llegué al sector hace 14 años, en la época de la violencia (…) pero desde hace unos tres años el barrio es muy sano, no roban, yo dejo mi ropa afuera porque no tengo tendedero atrás y no me la roban, mis hijos entran y salen a la hora que quieran. Tengo todos los servicios públicos (…). El transporte está bien, aunque es más demorado que antes porque hay que hacer varios transbordos. Yo antes (…) me demoraba 45 minutos viniendo al trabajo. Pero cuando la Alcaldía impuso el sistema integrado del metro, sacó los colectivos. Ahora cojo un bus integrado de mi casa a la Estación Esmeralda, en la 45; de ahí tomo metroplús a la Estación Hospital y el metro a El Poblado y me demoro media hora más que antes. Lo que pide la gente es que este sistema sea más fluido, sobre todo en las horas pico. Lo bueno es el ahorro del pasaje, porque antes me gastaba casi ocho mil pesos diarios y ahora me gasto como cuatro mil, todo con la misma tarjeta cívica. El regreso para la casa también es mortal; en la Estación Poblado es horrible, uno tiene que hacer como un hombre, tener mucha fuerza para entrar y para salir…”.
Humberto Olaya
Edil de la JAL. “Vivo en Manrique Oriental hace 48 años. Llegué de Heliconia buscando un futuro y calidad de vida mejores. Desde entonces, hasta hoy, el cambio ha sido total en Manrique. La parte alta, como Versalles, La Cruz, La Honda y Bello Oriente, se ha poblado mucho, la transformación es enorme. La cobertura educativa no es total pero es buena. En un 85 % hay cobertura de servicios públicos. Hay cuatro o cinco barrios de la parte alta que carecen de agua potable: Carambolas, La Cima No. 1, la Cima No. 2, Versalles No. 2 parte alta y La Honda. Ellos no tienen cobertura porque son relativamente nuevos y la administración municipal poca atención les pone a los barrios que están considerados como zona de alto riesgo. Sus problemas de agua los solucionan con acueductos veredales no convencionales. Para los barrios altos son una necesidad los servicios públicos, la movilidad sí es muy grave en mucha parte de la comuna, porque con el metroplús quitaron algunas rutas de buses en la parte alta. La gente camina y pasa algunas dificultades pero se va llevando…”.
Francisco Monsalve
Estudiante de Periodismo. Hace cinco años vive y hace voluntariado en una comunidad desplazada en el barrio Bello Oriente. “La comuna 3 (Manrique) está dividida en tres partes: la de abajo, muy consolidada; un sector medio, con barrios como El Raizal y La Salle, que se fue poblando hacia la segunda mitad del siglo XX a raíz de la violencia partidista, y la parte de arriba, rural, donde están Carambolas, Bello Oriente, La Cruz y La Honda. En esta parte alta habitan campesinos desplazados. Por estar en zona de alto riesgo, según el Municipio, muchas familias no tienen agua potable ni energía. Hay sectores sin pavimentar. Los centros de salud están muy retirados, como el de Santo Domingo y la Unidad Intermedia de Manrique. En Bello Oriente vivimos cinco mil personas y una parte del barrio tiene algunos servicios. En el sector El Palomar, que está en límites con Santa Elena, no hay cobertura de internet, el agua no es potable y hasta ahora están poniendo energía prepago. Muchas familias están sembrando huertas. No hay obras públicas, solo pequeños parques de bolsillo y una cancha de arenilla que ocasiona problemas de salud a la comunidad. Las madres de familia trabajan en casas, la gente vive del rebusque, de las ventas ambulantes (…)”.
Coinciden las voces de la creatividad, del deseo de superación; hay expresión de firme entusiasmo, para conjurar el reciente pasado trágico
Erica Muriel
Representante legal de la Corporación cultural Nuestra Gente. “vivir en Santa Cruz es vivir en un territorio donde encontramos niños, niñas y jóvenes; población adulta alegre servicial, donde todavía existen lazos de vecindad: conozco al vecino de al lado. Es encontrar jardines, huertas y quebradas muy importantes para el territorio y lo mejor es la gente; siempre siempre hay gente en la calle y hay un niño jugando en la esquina, en la cuadra, y entonces la calle se convierte en un escenario cultural.
Lo bueno es el territorio, toda su diversidad de planos y de lomas muy pendientes. Si pasas de una calle a otra se ve la diferencia, porque la gente se apropia del espacio, es cambiante la relación con la cuadra, con la manzana; hay lazos de solidaridad; aunque se viva en un mundo que privilegia lo individual, aquí la gente se encuentra y se ayuda. Hay medios de comunicación que mensualmente cuentan qué se hace en el territorio.
Me gusta mucho la Casa Amarilla de la Corporación Nuestra Gente, por toda la memoria que tiene el lugar, una de las pocas edificaciones antiguas que quedan y mantiene una relación con lo público, con la gente. Es un espacio para encontrarse a través del teatro, la música, la danza. Tenemos un guayacán que nos da sombra para esperar el mundo.
Pero también tenemos muchas dificultades: falta mejorar la calidad de la educación, que la escuela se integre más con el territorio y que sea más fuerte la relación educación y cultura. Que no haya calles peligrosas para que un niño las cruce, es que en la carrera 52 frente a la estación del metro hay que esperar 10 y hasta 15 minutos para cruzarla. Falta señalización y un semáforo peatonal. Tenemos temas de movilidad que hay que mejorar. Otro problema fuerte es cómo dialogar los megaproyectos con la gente que habita el sector, porque sentimos que no tienen en cuenta a la gente que está en el territorio. Son iniciativas importantes pero deben estar en dialogo con nosotros”.
Gabriel Jaime Yepes
Presidente JAC Pablo VI. “Lo importante es que la comuna ha cambiado, porque de diez años para atrás las Juntas de Acción Comunal no funcionaban porque unos grupos al margen de la ley no dejaban. Estábamos como guardados, no podíamos hablar ni liderar nada. Era imposible hacer trabajo social, pero ya son como 20 años viviendo, no bien porque no es posible, pero sí con un poco más de liderazgo, ayudando al líder comunitario. Ya la gente conoce el rol de las JAC; es que habíamos perdido muchas ayudas como subsidios o mejoras de vivienda o de Familias en Acción o Buen Comienzo: eso no existía, no lo dejaban llegar. Ahora ya saben que hay un presupuesto participativo para ellos y de ellos, que no es para todos, pero bien seleccionado se debe entregar a quien lo necesite.
ya tenemos asocomunal que no existía, para resolver los problemas más grandes y tenemos conciliadores; hay unas 50 corporaciones hechas por nosotros mismos.
Me gusta que estén implementando los derechos humanos, y da buen resultado al sacar a unos muchachos que están haciendo pinitos para cosas que no deben, y los están metiendo en cultura, en deporte. Estamos muy contentos por la UVA (Unidad de Vida Articulada) que van a hacer en el barrio, porque es un alivio en recreación y deporte. Estamos muy unidos, ya los presidentes comunales no trabajan solos, si uno tiene problemas nos reunimos y ayudamos.
Es muy bonito ver que ya vivimos un poquito más tranquilos. Hay delincuencia y muchas cosas todavía pero no se meten con las JAC.
El problema más grande siempre será la drogadicción, porque empiezan muy temprano, se desescolarizan muy fácil: un niño se quiere salir del colegio y la mamá no le dice nada, que si va a trabajar pintura o albañilería y construcción. Esto es lo que más afecta, es la falta de oportunidades y las corporaciones son muchas y el presupuesto limitado. Hay que tratar de emplear a los muchachos para sacarlos de ahí”.
Gustavo Adolfo Céspedes
Presidente Junta de Acción Comunal barrio La Francia. “Vivir aquí es muy bueno, aunque tenemos muchas necesidades, pero hay que saber vivir. ¿Por qué me metí yo a la Junta de Acción comunal? porque me encanta colaborarle a la comunidad y meterme en la solución de las necesidades.
Aquí en La Francia hace mucha falta una cancha, un parque recreativo, falta una iglesia, un centro de salud. Hemos luchado y dicen que en el POT no existe el barrio, porque cuando lo hicieron no tuvieron en cuenta a quienes lo fundaron. Nosotros llamamos al Metro y a Obras Públicas para pedirles un puente peatonal frente a la estación Acevedo, sobre la carrera 52 carretera a Machado, porque para los adultos mayores y para los niños pasar a estudiar al otro lado es muy difícil. Ahí ha habido muertos y mucho herido por motos y por carros. Es muy difícil pasar.
Pero aquí tenemos mucha cosa, se ha progresado mucho, aunque necesitamos que la administración municipal se acuerde de estos barrios, porque no tenemos canchas y es muy alta la población de niños; en La Isla (barrio) hay una canchita pequeña, y en Pablo VI y Andalucía, que a veces nos prestan. Si no, cerramos las calles y las marcamos para hacer los torneos de fútbol. Eso sí, tenemos dos escuelas muy buenas”.
Julio Montoya Restrepo
Párroco de Nuestra Señora de la Asunción. “En Santa Cruz se vive la paz, la tranquilidad, la tolerancia; se respira un aire que es muy agradable. Encuentro como muy positivo que la gente proviene de pueblos, y no ha dejado sus costumbres del campo, se aferra a ellas. Así que, en medio de la ciudad lo hace sentir a uno como si estuviera en un pueblo.
Pero hay problemas, como la falta de lugares donde se pueda recrear más la comunidad, porque sólo se cuenta con una cancha de fútbol que pertenece al barrio Aranjuez. Aquí no hay canchas ni espacios deportivos. Hay deserción escolar y, como en todas partes, está el vicio de la droga que se ve en toda, toda Colombia, y que en estos barrios se da por falta de empleo; la gente termina metida en eso. Estoy viendo una realidad, y es que el bachillerato nocturno debería ser para adultos, para los que trabajan todo el día, y de noche vienen a estudiar. Pero entran muchos jóvenes y uno se pregunta entonces qué hacen en el día.
Yo también insisto en que si tenemos mascotas en nuestras casas, al menos al salir a pasearlas llevemos una bolsita para recoger la materia fecal. Porque es de sentido común que el respeto al medio ambiente, y al otro, empieza con cosas tan insignificantes, y vamos creciendo más en el cuidado del medio ambiente”.
Leidy Yohana Herrera Betancur
Estudiante universitaria. “Vivir en la comuna Santa Cruz me parece muy agradable por el lugar, porque es como estar en familia. Además, un elevado porcentaje de sus habitantes son de buenos principios morales. Son muy solidarios y fraternos; No se siente la soledad como en algunos barrios de estrato alto.
Lo mejor de este barrio y de toda la comuna 2 es la gente, porque al uno interactuar con ellos se da cuenta de que se trata de una comunidad con valores de gran sencillez, humildad, alegría, y se puede apreciar cómo en momentos de dificultad todos se solidarizan y se unen para ayudar por una buena causa.
Entre las dificultades se pueden enumerar la presencia de bandas armadas, el consumo de sustancias adictivas y de alcohol. Me gustaría que apoyaran más la juventud, bien sea desde la psicología; también en lo material y, por qué no, desde el componente espiritual”.
Jaime Alonso Torres
Párroco de María Rosa Mística. “Lo mejor de vivir en Santa Cruz es el calor humano, la convivencia, las personas se preocupan el uno por el otro, son solidarios con la necesidad ajena. Siempre están unidos para las cosas buenas y para las cosas malas; hay mucha solidaridad y convivencia.
También se puede destacar el deseo de sus habitantes de salir adelante. Hay buenos líderes, mucho talento a nivel de música, de arte; se cuenta con teatro y la banda marcial y todas esas manifestaciones.
En cuanto a las dificultades que como comunidad debemos superar, no digamos que la delincuencia, porque ese es un problema generalizado. Yo no creo que haya deserción escolar, porque hay muchos estudiantes en los colegios y se gradúa un buen número de muchachos.
Lo que falta es mejorar la presencia del Estado, dar más oportunidades, dotar de infraestructura física el barrio, porque aquí todo se hace en la calle, frente a la parroquia y la unidad intermedia de salud. Ahí se juegan los torneos deportivos y se hacen presentaciones. Se necesita más presencia del municipio y generar más lugares de infraestructura, porque no los hay.
Pero se convive muy bien con la gente, no se presenta mucha violencia intrafamiliar. Sólo falta cambiar un poco la costumbre de la gente, que no se mide con el volumen de los equipos de sonido. Es una molestia sobre todo los fines de semana por el alto volumen, en especial en lugares donde se venden licores hasta tarde. Pedimos que se respete el ambiente de descanso”.
Concurren conceptos positivos en relación con el Parque Biblioteca, con las dificultades que genera el creciente traslado de nuevos habitantes a un territorio de vocación rural
María Marcela Ocampo
Bibliotecóloga. “Nací y fui criada en la vereda Pedregal Bajo, que es como el lindero entre la ciudadela Nuevo Occidente y el corregimiento de San Cristóbal. Por eso ya no es tan rural. Mi percepción ahora como funcionaria es que el impacto ha sido positivo, aunque para el corregimiento ha sido casi como ceder un territorio. Mi hija no tiene la posibilidad de jugar en las mangas y quebradas donde yo crecí, porque Pedregal Bajo ya está cercado por el proyecto urbanístico Ciudadela Nuevo Occidente. Lo positivo es que la vereda ahora se visualiza, aunque sea dentro de estos edificios, porque no aparece en los mapas del corregimiento. Está recibiendo ciertos recursos, el transporte ha mejorado gracias a la Ciudadela y disfruta de nuevos espacios de esparcimiento. En cuanto a impacto negativo, la escuela ya no es veredal, es una sede de la I. E. Ciudadela Nuevo Occidente y en un momento se empezó a desmoronar porque la gente no tiene sentido de pertenencia por algo donde apenas está aterrizando. La cancha parece arrasada por un vendaval y al principio hubo mucha violencia entre bandas, pero la vereda ha estado acostumbrándose a esa realidad y hay muchas acciones para menguarla un poco. Algunas instituciones han actuado como mediadoras, entre ellas el Parque Biblioteca San Cristóbal. Hoy la presencia del Estado es más fuerte en el corregimiento (…). Faltan algunos asuntos de movilidad, respeto al espacio público, los habitantes de San Cristóbal no tienen claridad sobre lo que es espacio público, entonces los vendedores están sobre la calle, los conductores no tienen precaución, los peatones van por las vías, las basuras afuera, no hay control…”.
Juan Paulo Campo
Director Parque Biblioteca San Cristóbal “Fernando Botero”. “San Cristóbal es un mundo con unas particularidades increíbles, que lo diferencian de todo el territorio en Medellín, porque su esencia sigue siendo rural (…) pero tiene un ingrediente desde hace siete años que es Nuevo Occidente. Eso obviamente impactó a la comunidad (que) está tratando de ensamblarse y aceptar esa circunstancia manteniendo su arraigo; hay que hacerles entender que ellos eran rurales. No es tan fácil convivir la ruralidad con lo urbano, de manera tan intempestiva. La gente de Pedregal Bajo vivía en fincas con territorios amplios, bosques, mangas y hoy esas mangas son edificios y entonces para los que nacieron y crecieron allá fue un impacto fuerte. (Igual) para Pajarito y para la gente de Pedregal Alto, aunque quizás a estos los afecta más la cárcel que Nuevo Occidente. Pero también tenemos unas veredas que son plenamente rurales donde su corazón es campesino como Naranjal, El Carmelo, San José de la Montaña, El Picacho (…). Es que son muchas cosas contrastantes: El Carmelo es una vereda, y allí la gente vive en otro mundo: eran campesinos y por la instalación de las antenas de radiodifusión y de transmisión (encontraron que) era mucho más productivo cultivar antenas que cultivar flores y hortalizas. Ellos están en contacto con el mundo a través de esas antenas pero son completamente rurales (…).Vamos a cumplir cuatro años y somos una de las bibliotecas con mayor afluencia de usuarios, porque la comunidad se ha ido adaptando de una forma increíble con el Parque (…). Tenemos problemas de conectividad tecnológica en casi todas las veredas. En algunas el transporte es muy deficiente. Nosotros hacemos en la biblioteca un ejercicio de acercamiento a la comunidad que se llama tomas veredales (…) Como producto de esa actividad, cada uno de los técnicos que asiste recoge la información para plasmarla en un documento. Inicialmente era un informe cualitativo, pero llegamos a la conclusión que los informes cualitativos no los lee ni uno, y fue cuando decidimos redactarlos en forma de crónica (…)”.
José Aldemar Muñoz
Vendedor de legumbres en San Cristóbal. “Soy del corregimiento Palmitas, pero desde hace siete años trabajo en San Cristóbal. Ha mejorado mucho, tiene nuevo hospital, buen transporte, biblioteca y mejor comercio que Palmitas. Lo que se necesita en San Cristóbal y en todas partes es que apoyen más el campo, porque los campesinos están solos, sin apoyo. Que nos ayuden económicamente con insumos para poder trabajar, en la forma de comercializar los productos sin comisionistas, porque estos se quedan con todo lo que trabaja el campesino y por eso los campos están solos. Dicen que el joven necesita estudio, sí, pero el joven no se va a ir a trabajar el campo. Y la ciudad sin el campo no se mueve. Hay que ponerle pilas a eso, pues es una bomba de tiempo: si el joven no va al campo, ¿qué va a producir el campo y qué va a comer en la ciudad el joven?”.
Geraldine Orlas
Bailarina. Vereda Pajarito. “San Cristóbal es un corregimiento muy agradable, tiene muchas zonas turísticas donde podemos entretener a la gente, y lugares donde podemos comunicarnos en el sentido de cultura, baile, etcétera. Siento que se ha avanzado bastante en los últimos años, sobre todo en lo cultural; el Parque Biblioteca ha ayudado mucho y a través de la Alcaldía y el Presupuesto Participativo nos dan mucho apoyo. Existen actividades para entretenimiento pero no se aprovechan mucho. Soy de la corporación Pasionarte Academia, la cual apoya dos grupos de baile, uno infantil y otro juvenil. Hace siete años soy pareja de baile de mi hermano, el director Jonhatan Orlas. Bailamos ritmos de salón, tropicales y demás (…). En San Cristóbal se necesita más espacio para transitar. En este momento hay demasiada población y debería haber otra vía donde pudieran transitar los carros”.
Ángel Álvarez
Vigía del patrimonio. Vereda La Loma. “San Cristóbal ha tenido un progreso muy grande y rápido. Los servicios de transporte y las vías han mejorado mucho; antes eran caminos de herradura, puro barro. También han mejorado mucho los centros de salud, las escuelas y colegios, pero hace falta que colaboren más con el campesino, porque San Cristóbal era lo mejor que había para la agricultura. Todas estas montañas y mangas estaban sembradas de maíz, yuca, fríjol, y hoy en día no se ve una mata de nada. Mucha gente se fue desplazando porque ganaba más como trabajador de la construcción o en fábricas que como agricultor, porque sacaban un surtido de legumbres o flores, llegaban a la plaza y lo vendían por cualquier cosa y no les daba para vivir. El grupo de vigías estamos recorriendo todas las veredas, mirando lo que están sembrando, preguntamos por qué dejaron tal sembrado y nos hemos dado cuenta de que eso no les está dejando, que todos los abonos y las semillas están muy caros y ellos tienen que vender muy barato. Anteriormente en todas las casas se sembraban las plantas medicinales aromáticas, y la gente no tenía que estar corriendo donde un médico por cualquier cosa. Hoy en día por un dolor de estómago o de cabeza se hacen filas enormes en las clínicas, mientras que antes cogían una ramita, hacían una bebida y con eso se aliviaban. Por eso estamos enseñando a sembrar las plantas, para qué sirven y cómo las van a comercializar; eso hace muchos años se está perdiendo porque al que veía trabajando con plantas medicinales o recetando algo lo metían a la cárcel, le decían tegua, pensaban que estaba haciéndoles la guerra a los médicos, pero ya vieron que era una necesidad…”.
Nativos y neorrurales, como se les llama a los nuevos habitantes de Santa Elena, opinan sobre el más turístico de los corregimientos de Medellín
Carlos Andrés Rojo
Coordinador ruta de colectivos. “Santa Elena es un lugar acogedor, con una tradición silletera y agrícola muy arraigada. Son personas humildes, muy serviciales, que acogen al extranjero muy fácil. Aquí hay mucha gente que ya habla inglés y eso ha ayudado. Los silleteros ya tienen una conformación como grupo, internacionalmente los conocen y por eso conocen mucho la región. Es un pueblo muy pasivo, amable y acogedor. El turismo de los últimos años ha impactado a Santa Elena en varios sentidos: hay más ingreso per cápita, más personas laborando gracias a las empresas, se creció más el comercio, hay mercados y la gente se ha animado a invertir. Lo que hace mucha falta es espacio para parqueaderos porque cuando el turista viene no tiene donde parquear. Hay muchos hostales, la mayoría de extranjeros que viven acá y emplean a los de la región. La desventaja es que el turismo ha traído costumbres diferentes. Hoy se ve mucho el vicio en los jóvenes y adolescentes —marihuana, cocaína— y eso no se veía antes. No solo el turismo lo trae, el turismo lo busca y cuando hay demanda hay oferta. Desde que está el metrocable se ve más, porque hay más conexión con Medellín por todos lados, más forma de evadir los controles de los entes policivos o militares…”.
Parménides Erazo
Presidente JAL de Santa Elena. Vive en la vereda El Placer. “Santa Elena es muy apetecido porque es el único de los corregimientos sin problemas de orden público, su clima es muy interesante y todavía se vive la ruralidad. Muchos lo califican como un paraíso, un vividero para la gente de la ciudad. El turismo que generan el Parque Arví y los silleteros ha hecho que el desarrollo de Santa Elena esté muy acelerado en cuanto a construcción, aunque a través del POT y el Plan de Desarrollo Rural se ha tratado de conservar la ruralidad. Este desarrollo ha partido a la comunidad en dos: los llamados nativos y los neorrurales o los citadinos. Somos más los citadinos que los nativos. Es una relación muy interesante; aunque todavía hay algo de xenofobia, la relación ha sido buena. La gente del corregimiento es amable, querida y sana. Los núcleos del Parque Arví, en el sector El Tambo, han generado mucho turismo y algo de inseguridad; los turistas atraen delincuentes que se vienen de las comunas de abajo, la 1 y la 2. Con el turismo en la centralidad y el resto de veredas no existe ese problema, más bien se transforma en un beneficio, pues los nativos y comerciantes del corregimiento se lucran (…). Santa Elena carece de muchas cosas: necesitamos un cajero electrónico, gimnasios públicos, un centro de acopio para que la comunidad pueda comercializar sus legumbres y hortalizas, parqueaderos públicos y senderos peatonales, pues ninguna vía dentro de las veredas y el mismo corregimiento tiene senderos y a las personas les toca compartir la vía con los vehículos…”.
Girlesa Grajales
Nativa. “He vivido siempre en Santa Elena. Es chévere porque todo es muy tranquilo, pero ha cambiado mucho, hay más casas y habitantes. Para la muestra un botón: en la finca de nosotros ya hay muchas casas, las de todas mis hermanas que se independizaron. También hay mucho finquero, por la gente que vendió. Lo mejor de Santa Elena es la seguridad. Tengo tres hijos vivos, ellos salen con sus amigos hasta tarde y gracias a Dios esto es muy tranquilo. Para educarlos no hubo problemas, estudiaron en la escuelita y luego en el liceo. El transporte también es excelente. Hace falta, sí, una atención médica buena en el centro de salud. Tiene muy buena planta física pero no sirve para nada porque solo atienden prenatales, hipertensos y programas así, pero una urgencia no la atienden. Hace tres años falleció mi niña de 20 años y todavía no se me quita de la mente que si ellos le hubieran prestado los primeros auxilios, de pronto no se hubiera muerto. En una urgencia, toca pegar para Medellín o para Rionegro…”.
Mario Beltrán
Carpintero. “A mi esposa Orieta y a mí siempre nos ha gustado el campo. Cuando llegamos a Santa Elena, hace 32 años, prácticamente éramos los primeros de Medellín en la vereda El Plan. Solo había energía, no había acueducto ni teléfono y la carretera de El Chispero a la casa era una trocha. El cambio en Santa Elena ha sido rápido. Parte de su poblamiento con gente de Medellín ha tenido que ver con el Desfile de Silleteros; cuando la gente sube a un evento de las flores y conoce la zona, compra tierra y construye. Por eso lo que uno venía buscando —el monte, el verde y la tranquilidad— ha cambiado bastante. Tanto, que cuando se hizo el acueducto hace 20 años fue difícil recoger 150 usuarios para que funcionara y ahora hay más de mil usuarios con el mismo acueducto. A veces nos quedamos un día o dos sin el servicio. No es que no haya agua sino que el sistema no tiene capacidad. En Santa Elena hay muchas necesidades, sobre todo de capacitación para los jóvenes. Falta trabajo con ellos, hay mucho vicio. El Gobierno sólo se acuerda de Santa Elena cuando hay Desfile de Silleteros. Aun así, este desfile no aporta nada, aparte de que los pelaos se metan más en el trago. Es turismo de rumba. Además, la cultura de las flores ya se perdió. Inclusive, un porcentaje muy alto de las flores es donado por floricultores del Valle de San Nicolás, Rionegro, La Ceja y San Cristóbal. Es una ‘tradición’ que se sostiene, pero no porque se haya capacitado al campesino para conservar la tierra, pues antes la están vendiendo….”.
Orieta López
Historiadora. Vive en la vereda El Plan hace 32 años. “Santa Elena es como una raíz que llama. Es una energía que te hace estar aquí, que la vas encontrando y te quedas. El clima me encanta. También hay mucho silencio. Siempre he sido feliz; en ningún momento me he sentido aburrida o me he querido ir. Trabajé en la Universidad Nacional 36 años, hace siete años me jubilé, y no me cansó la rutina de subir y bajar todos los días. Esta es mi raíz. Es el campo más cercano a la ciudad, en media hora estás aquí. La crianza de mis hijos fue rica; ellos estudiaron en la escuela de la vereda y luego en el colegio de Santa Elena. No quisimos que se bajaran todos los días a estudiar a Medellín y esa vivencia de la escuela y el colegio aquí, ha hecho que quieran a Santa Elena y quieran estar con nosotros ahora que son mayores. Viven en Medellín pero les encanta venir el fin de semana a parrandear con los amigos, pues son muy felices aquí. Lo que falta es más infraestructura para recibir a toda la gente que llega durante la Feria de las Flores: los traen aquí y no los recrean. Simplemente sube la chiva y los dejan caminando a la deriva. Les falta más recreación y enseñarles de las silletas…”.
Rodrigo David Cataño
Párroco de Santa Elena. “Santa Elena es un lugar muy atractivo. Muchos lo llaman paraíso terrenal; aquí se respira el aire, la tranquilidad; es muy agradable para descansar y tener encuentros con la naturaleza y con Dios. Un fin de semana sube mucha gente de otras partes, y se van fascinados con el ambiente natural y el clima. Me ha parecido muy positiva la transformación de Santa Elena en los últimos años, aunque tiene sus peros. El caso del Parque Arví fue un gran avance, pero también se ve un poco de inseguridad. En cuanto a la cultura silletera, todos nos beneficiamos, es una temporada que todos anhelamos. La principal necesidad que tenemos es un centro de salud día y noche, porque hay muchas veredas. Los que nos enfermamos tenemos que ir a Medellín o a Rionegro. En el campo de la educación hay que tener pendientes a nuestros jóvenes y niños, pues falta más formación para que las drogas no afecten tanto (…). No creo que la construcción del túnel afecte al corregimiento en el campo turístico; así hagan el túnel para que la gente vaya a Rionegro, Santa Elena siempre va a tener personas que suban, esto atrae por sí solo. En cuanto a la afectación del agua, el tiempo lo dirá”.
Líderes y habitantes de Altavista comparten con los lectores su visión sobre este corregimiento, ubicado en la zona suroccidental de Medellín
Alberto Posada
Tendero. “Estoy acá desde el 84, cuando llegué de Támesis. Altavista en este momento está bien, en otros momentos ha estado critica la situación por tantos problemas de bandas pero hace más o menos un año está mejor. Lo que más me gusta es que hay mucho campo. Vivo en una tienda pero salgo a caminar con frecuencia por la parte rural. Hay lugares muy bonitos como sector Buga, el Ecoparque La Perla y el Barcino, arriba en la cordillera. Una de las necesidades principales que tiene Altavista es una cancha de fútbol reglamentaria, pues la que hay es muy pequeñita. Hace mucha falta el deporte, más que todo para que los muchachos estén entretenidos. Tampoco hay canchas de basquetbol ni de microfútbol y se necesita con urgencia una vía alterna, pues solo hay una calle para subir y bajar; el barrio se mantiene muy embotellado con una sola vía, lo que nos perjudica. Hace mucho tiempo se está planeando hacer una vía alterna pero se va en promesas y nunca la hacen. Con mi tienda me sostengo pero las ventas están muy duras porque se han acabado varias ladrilleras, que son la principal fuente de empleo que tienen los habitantes de Altavista. En cuanto a actividades para divertirse Altavista está muy mal, toca bajar hasta Los Molinos para ver cine o hacer algo. Claro que hay un lugar muy bueno para hacer gimnasia frente a la Casa de Gobierno…”.
Sandra Mora
Entrenadora de fútbol. “Nací en Altavista hace 34 años. Tengo un club de fútbol con aproximadamente 80 jóvenes. Altavista es sano pero es un corregimiento muy olvidado, el más olvidado de todos; por acá no contamos con escenarios deportivos, no hay ni uno, mientras que los otros corregimientos sí tienen… No sé si se debe al poco apoyo o a la poca gestión. Nosotros entrenamos en una canchita de arena, es un comodato de la Junta de Acción Comunal porque ni siquiera es del municipio sino del San Vicente de Paúl. En lo que ha cambiado Altavista es en que tiene Casa de Gobierno, lo demás sigue siendo muy rural. En seguridad ha mejorado desde que está la estación de Policía, hace como dos años; esto, que estuvo mucho tiempo tan caliente, ya está relajado. En cuanto a cultura sí está mejor porque existe la Corporación Casa Arte y otra (no recuerdo cómo se llama). Lo que más me gusta de Altavista es la gente, es colaboradora y amable, aunque no es que sea muy unida y cada uno trabaje por su lado. Se necesita con urgencia una vía alterna; solo hay una vía de acceso y muchos carros, además de los de las ladrilleras, y se hacen tacos. En Altavista no hay opciones para uno divertirse, aparte del Ecoparque; le toca tirar a uno para el Cerro de las Tres Cruces en la comuna 16 o para San Antonio de Prado”.
Blanca Bejarano
Coordinadora semillero de baile. “Desde que llegué a Altavista ha cambiado mucho, ha llegado mucha gente a vivir y sigue llegando. Nací en Bogotá pero hace casi 30 años vivo aquí. He trabajado 18 años en el colegio de Belén Altavista en oficios varios. Tengo dos hijos que eran bailarines y debido a eso tomamos la decisión de crear un semillero de baile, hace cinco años, para los chicos y las chicas del colegio porque no tenían en qué emplear su tiempo libre. He trabajado prácticamente sola con ellos. Este año me dio un apoyo la Corporación Casa Arte y desde la Alcaldía nos dieron la posibilidad de tener un facilitador, un profesor que nos dé 52 horas de clase. La principal necesidad que tienen los niños y los jóvenes en Altavista es una sede grande donde se puedan reunir, donde se pueda trabajar con ellos desde la expectativa de género, proyectos de vida. Los niños aquí no tienen un parque, ni en qué entretenerse, su única recreación es el colegio porque tiene piscina y canchas. Existe una corporación donde a algunos chicos los tienen ocupados en teatro, en danza, pero para toda la población esa sede es insuficiente. Lo mismo pasa con la sede de Casa Arte (…). Una de las necesidades principales de Altavista y que día a día me cuestiona es, por ejemplo, la de esos niños de tan temprana edad que no quieren estudiar, que no encuentran apoyo en los padres. Los niños muchas veces se acercan a uno y le cuentan sus problemas. Me pregunto por qué le tienen a uno esa confianza y no a los papás. Yo digo que en Altavista hacen falta escuelas para padres donde se les pueda dar talleres de formación, guiarlos para educar a sus hijos (…). Altavista ha progresado en cuanto a seguridad. No ha habido mucha violencia últimamente; se ha visto el cambio. Se lo atribuyo a todas las personas que desde la Alcaldía y organizaciones, como las JAC y las JAL, se han preocupado por el corregimiento y han buscado apoyo para su mejoramiento. Al alcalde le pediría más sedes para las actividades culturales de los jóvenes…”.
Marta Urrego
Conciliadora Junta de Acción Comunal (JAC) sector El Concejo. “Hace 33 años vivo en Altavista. El barrio donde vivo está hoy muy poblado, demasiado. En esta parte antes no había nada y ya hemos conseguido muchas cosas: tenemos la Casa de Gobierno, centro de salud, centro de vida, dos colegios; cuando llegué a Altavista no había sino una escuelita. En cuestiones de seguridad, ahora el corregimiento está tranquilo, aquí no pasan tantas cosas como en otras partes. El problema que tenemos es que hay mucho matoneo de los niños en los colegios, se aporrean muy feo, se tratan muy mal. Es una situación muy nueva porque cuando fui del consejo de padres le decíamos al director que sería muy bueno que de vez en cuando la Policía les hiciera a los niños una requisa, pero él nos decía que no iba a asustarlos. Sin embargo, no era para asustarlos, era un bien para ellos mismos (…). Me gusta mucho vivir en Altavista porque somos muy unidos, ha habido mucho crecimiento, incluso ahora hay una microempresa de reciclaje que da empleo. También hay muchos niños en el programa Buen Comienzo, de la Alcaldía, que es espectacular. La tercera edad en Altavista es famosa, hay clubes muy organizados, eso es maravilloso y no lo tenía el corregimiento; además, hay una cooperativa nueva para personas adultas, dan el almuerzo, tiene sicólogo y cantidad de personas de la Alcaldía que vienen a estar con nosotros. Una de las cosas buenas de Altavista es el movimiento cultural de los muchachos; en su sede tienen a muchos jóvenes entretenidos y les enseñan cosas. Ellos nos involucran a los de la tercera edad y a nosotros nos gusta trabajar con estos jóvenes de Casa Arte. A las de la JAC nos gusta trabajar por la comunidad y somos muy unidas; les celebramos la fiesta a los niños, el día blanco (del amor y la amistad), la fiesta de la madre, la Navidad, les hacemos el recorrido de limpieza… Hay una plazoleta de la Casa de Gobierno que se presta para todo esto. También la parroquia tiene muy buenos servicios (…). La principal necesidad de Altavista es una mejor carretera…”.
Valentín Ramírez
Presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) Altavista Parte Alta. “En el corregimiento Altavista hay un gran atraso; las diferentes administraciones municipales nos han tenido olvidados. Tenemos cuatro vías veredales y cuatro microcuencas sin conectividad entre ellas. La carretera principal está muy mala. Hace varios años hicimos un derecho de petición a la Alcaldía para que construyeran una doble calzada, incluso funcionarios de EPM me mostraron los diseños que incluían la red de gas, pero no se ha hecho nada. Esto nos afecta demasiado porque en el corregimiento hay ladrilleras, empresas de manufacturas, cultivos, ganado, y para todos es imposible comercializar los productos. Otra urgencia sin resolver es la atención de las microcuencas. Desde el PP (Presupuesto Participativo) de 2008 teníamos recursos asignados para atender dos de ellas (Altavista y Ana Díaz) pero dicen que ya no hay plata, y eso es un peligro, pues varios gaviones, que pesan 10 toneladas, colapsaron desde 2004 y estamos en riesgo de un desastre. Además, hay cuatro muros de contención para reconstruir. Donde haya un invierno se hace un represamiento; no podemos esperar que ocurra una tragedia como la de Salgar. Tenemos mucha gente viviendo en las orillas de las quebradas. Altavista ha sido abandonada por años y desde 1931 empezaron a construir casas y fincas en los bordes de quebradas.
Tenemos un centro de salud obsoleto y con una falla geológica. Se inunda en cada invierno. No tiene urgencias ni suturas y hay que ir al centro de salud de Belén. No hay canchas, solo una pequeña de arenilla que Corpaúl le prestó a la JAC en comodato hace 25 años. No hay apoyo para el campesinado, no hay apoyo para la cultura. Solo nos apoyan con PP, que es la plata de nuestros impuestos. Nos vemos maniatados para trabajar como líderes. Hacen falta equipamientos educativos de calidad y centros de formación profesional. El Ecoparque La Perla (albergue de mascotas) nos perjudica por la contaminación auditiva, mientras que para darnos una cita para nuestras mascotas se demoran hasta tres meses. (…) Necesitamos que nos miren con ojos de misericordia, que vean que Medellín y el área metropolitana no tienen para donde extenderse y ya los constructores están adquiriendo terrenos en Altavista para hacer ciudadelas (…). Somos pulmón de Medellín, potencia hídrica y en este momento tenemos las aguas más contaminadas del área metropolitana. Si están contaminadas, ¿cómo van a descontaminar el río Medellín? La fortaleza de Altavista está en los líderes que tenemos vocación de servicio”.
Sobre el espíritu de los diferentes barrios que conforman la comuna 12, nos hablan varias personas que han vivido o trabajan allí
>Foto Cortesía
Fanny Vélez de M. Respostera. “Yo vivo en el barrio La América desde el año 1953 y no he tenido un día maluco. Vivo feliz aquí, siempre me he amañado mucho porque es un barrio muy tranquilo, muy sosegado. Claro que no falta, como en todas partes, ‘que por allá llegó un ladrón, que salió un marihuanero’, pero por mi casa no hay problemas de ninguna clase y no me gustaría irme para otro sector de la ciudad. De La América me gusta todo: aquí me ha hecho amañar que tengo la iglesia muy cerquita, encuentro todo lo que necesito, mercados, panaderías… No hay que ir a otro sector a conseguir nada. Solo voy de mi casa a la iglesia y de mi casa al mercado, y eso que ahora que estoy en silla de ruedas o en caminador me hacen los mandados. Veo que edifican mucho, que La América está mejor por todas partes, que tiene muy buenos colegios; para mis hijos y mis nietos es un buen sector, se amañan mucho cuando vienen porque enseguida de mi casa hay un parque, y allá están bien cuidados, se entretienen; esto está lleno de comodidades para los muchachos.
Lo que si me tiene loca y si hablara con el Alcalde le pediría el favor, es que arregle el piso que va a la iglesia de la América, el de las aceras de los alrededores. Es un piso tan horrible, es imposible… ¡con la sillita de ruedas paso unos trabajos!”.
>Foto Cortesía
Farley Velásquez Director Teatro Hora 25, en el Barrio Cristóbal. “La ciudad está creciendo espantosamente. Cuando llegamos con el Teatro Hora 25 al Barrio Cristóbal, nos rodeaban patios con naranjos y mangos; ahora nos rodean edificios enormes que han crecido y la casa se está volviendo pequeñita al lado de tantas edificaciones. Lo que más me ha impresionado en estos 15 años que llevo aquí es ver cómo las casas se vuelven edificios o lugares comerciales. La gente era muy tímida al principio para llegar a la Hora 25, porque el barrio no era un lugar donde comúnmente apareciera una sala de teatro, pues casi todas estaban en el Centro. Ha sido una conquista de 15 años con el público, una relación muy tímida al principio y ahora la gente ama este teatro, lo consideran parte del paisaje; se ve lleno de jóvenes que entran con guitarras, flautas, tambores, gente que sale con maquillajes, vestuarios. El teatro también ha intervenido muchísimo la economía porque mueve las tiendas de alrededor, se ha vuelto un lugar donde confluye mucha vida y por eso para este barrio ha sido un punto fundamental, porque vienen los niños, los seres humanos, y casi siempre la gente sale muy feliz. Hemos logrado ponerle un color maravilloso a este espacio. Entre las ventajas que ofrece el Barrio Cristóbal es que la mayoría de sus habitantes son maravillosos, personas que vienen de familia, que apoyan y gustan del buen teatro. Otra ventaja es que hay movilidad a pesar del problema de movilidad en la ciudad, pues es más complicado para los lados del sur. Aquí está el metro cerca y todavía hay por donde moverse. Además, se consiguen muchas cosas de comercio, hay grandes centros comerciales, tiendas, depósitos y lugares que nos evitan ir al Centro. La dificultad es que la delincuencia ha crecido, como en toda la ciudad, y en el Barrio Cristóbal la inseguridad ha estado apareciendo después de muchos años de estar tranquilo. Creo que ha influido el crecimiento desmedido de la población. Colombia tiene ese problema delincuencial que tiene que ver con repartición de riqueza y administración de la sociedad, asuntos que tienen que solucionar los que gobiernan el país, porque si hay desigualdad y gente desempleada, siempre tendremos esa delincuencia. La tercera dificultad que veo grave en esta comuna es que han ido desapareciendo las familias, las casas para dar paso al comercio. Va desapareciendo lo que fue un barrio de familias”.
>Foto Cortesía
Inés Elena Madrid Directora Fundación Santiago Corazón. Desde muy pequeña tengo nexos con la comuna 12. Mi papá y mi mamá vivían en Fundación, Magdalena, y nos vinimos porque compraron un lote detrás de la iglesia de La América y construyeron. Durante muchos años vivimos en La América, luego nos fuimos a San Joaquín y con el paso de los años regresamos. Yo me casé y me fui para otro sector (La Almería) pero La América seguirá siendo nuestro barrio porque mi mamá todavía tiene su casa allí y es casa de abuela.
Lo que más me gusta de La América es la tranquilidad en la que se ha vivido, un barrio donde muchas de las personas fundadoras todavía existen o su descendencia; por otro lado está su facilidad de transporte, todo lo tiene cerca, a la mano; salir de ahí para una clínica o a divertirse o para bajar a cualquier lado de la ciudad es supremamente fácil. Su principal característica es que es un barrio de tradición; a pesar de que el tiempo pasa y llega con nuevas opciones para que los barrios se transformen, La América conserva mucho de esa estructura inicial. De todas maneras, transformación ha habido y creo que ha sido positiva: el hecho de tener nuevas vías, nuevas rutas, de tener más mercados cerca, más acceso a ciertos almacenes; la gente ha ido construyendo y haciendo edificios pero no ha sido tan dramático como ha ocurrido en otros barrios.
Su tranquilidad es muy importante. No es un barrio inseguro. Como negativo de La América no veo nada, solo que a veces las personas no son tan cuidadosas con los animales y dejan que hagan sus necesidades en el parque cercano; en ese sentido la gente no siempre es la más culta…”.
Fotografía tomada por Róbinson Henao
Jorge Pérez Director Teatro La Fanfarria, en el barrio La América. “La comuna de La América nos es muy familiar porque varios de nosotros hemos vivido en esta zona toda la vida; la queremos mucho, siempre hemos tenido mucha acogida y amistad de parte de los vecinos, es una vecindad muy agradable y muy tranquila. En cuanto a transformación, esta zona no ha avanzado mucho desde que llegamos hace 30 años. Lo único es la ampliación de nuestra calle, la antigua calle Velásquez, que era empedrada. Lo que sí ha habido es mucha urbanización y destrucción de casas; las casas antiguas han sido derrumbadas porque al urbanismo no lo para nadie. En movilidad tampoco hemos avanzado como en otras partes; el metro todavía es muy distante, no hay metroplús y siguen pasando los mismos buses de toda la vida (…). En un principio, en la comuna faltaba mucha oferta cultural, y todavía falta, pero afortunadamente se ha venido poblando con instituciones culturales estables. Sin embargo, hace falta una biblioteca pública o un parque educativo (…). La gente de acá es muy receptiva a las obras, a toda nuestra actividad cultural, que no para en todo el año. Esta es una zona muy educativa, sobre todo donde está ubicada la Fanfarria: están La Presentación, el Salazar y Herrera, hay muchas escuelas públicas y colegios privados. Son entidades educativas que participan de nuestra programación. Desafortunadamente, en los últimos meses la Alcaldía prohibió a las escuelas hacer actividades culturales fuera de su institución, lo que no nos parece muy viable porque los niños necesitan salir y mirar otros lugares, tener otras sensaciones, ver las obras que presentamos acá, donde siempre han venido gratis. Antes venían a todas nuestras obras, se divertían, se reían, pensaban; tenemos una exposición de muñecos mecánicos en los que ellos también tienen la oportunidad de aprender, como en las obras, incluso de física, porque los muñecos se mueven por principios físicos, pero esa orden de la Alcaldía nos ha perjudicado a todos: a los niños y a nosotros…”.
Fotografía tomada por Róbinson Henao
Juan Hincapié Librería Los Libros de Juan. “Este barrio (Simón Bolívar, límites con La Castellana) es un sector de la ciudad que tiene un flujo muy grande de estudiantes; unas condiciones socioculturales altas; encuentra uno personas muy interesadas en libros, en lectura, que han estado muy agradecidas con vernos allí. Claro que en un principio, cuando me trasladé del Centro, creyeron que la librería iba a ser una biblioteca y tuvieron una ilusión muy grande… Obviamente la librería no descalifica la posibilidad de que la gente venga a leer acá con la finalidad, tal vez, de poder comprar. Realmente es una cantidad de habitantes muy interesados en el sector cultural, pero con muy pobre oferta cultural -que es una cantaleta permanente-, entonces en el barrio he recibido de todas las personas una gran acogida. Encuentro gente joven, estudiantes, universitarios, gente común, también hay mucho jubilado que viene a dejarme libros, tanto como donación a la librería o como ofertas. Cuando veo esto y comparo con lo que sucedía en el Centro veo que hay una diferencia muy grande, porque en el Centro las personas que visitaban Los Libros de Juan era gente de paso, en cambio por acá se ha ido formando un grupo de personas muy del barrio para venir a la librería; siento que el barrio se la ha tomado como algo propio, como un lugar de esparcimiento, de encuentro, para venir a mirar qué hay de nuevo; lo han tomado como parte importante del barrio. Este sector occidental de Medellín hace un aporte muy grande en impuestos al Municipio de Medellín y si vienes y miras la oferta que este hace en esta comuna ves que es muy baja. Aquí no se necesitan más canchas, las calles están bien, lo que se necesita es más aporte oficial en el aspecto cultural porque es supremamente pobre…”.
Con la presencia del Presidente de la República, Juan Manuel Santos; y el presidente de Cementos Argos, Jorge Mario Velásquez; se hizo la presentación del nuevo edificio de investigación
Cementos Argos realizó una inversión de 25 mil millones de pesos, además de 5 mil millones para la dotación de los laboratorios con equipos especiales de avanzada tecnología, en la nueva infraestructura.
Con cinco pisos y 4.807 metros cuadrados, el nuevo Centro Argos para la Innovación, construido en el campus de la Universidad Eafit, se perfila como un referente de la investigación para la industria del cemento, y como un centro de estudios de primer nivel para la mitigación de los efectos de dicha industria sobre el medio ambiente.
“El edificio tiene un propósito relacionado con el objeto social de Argos, que es investigar sobre nuevos materiales. Yo definiría que es la fábrica de las fábricas de esta compañía. De allí saldrán las nuevas innovaciones para materiales de construcción que, luego, se producirán industrialmente en las plantas de la cementera en toda América”, manifestó Juan Luis Mejía, rector de Eafit.
El Centro Argos para la Innovación también tiene propósitos académicos, y en sus instalaciones se permitirá trabajar a los investigadores de las universidades colombianas que así lo soliciten.
“Esto representa un hito en la historia de la industria y de la empresa privada, no solo por la inversión, sino por el aporte al desarrollo de capacidades de innovación y por el trabajo conjunto con la academia. En este centro de última tecnología desarrollaremos conjuntamente proyectos que den paso a nuevas generaciones de procesos y productos que nos permitan agregar valor a nuestra cadena productiva”, afirmó Jorge Mario Velásquez, presidente de Cementos Argos.
Por su parte, Alberto Rodríguez García, decano de la Escuela de Ingeniería de Eafit, declaró que “esto significa una ganancia para la Escuela de Ingeniería, que ha tenido, desde su origen, una aplicación práctica y una relación muy positiva con el entorno, la ciudad y el país”.
Una fiesta en manos de músicos brillantes. Así es el Festival Internacional de Música de Medellín –FIMM– que este año llega a su octava versión. Del viernes 28 de agosto al lunes 7 de septiembre, serán los días para salir a las calles y disfrutar en diferentes escenarios de la ciudad, interpretaciones excepcionales de varios géneros como jazz, cámara y sinfónica, además de expresiones cubana, latinoamericana y tradicional colombiana.
< Maestro Alejandro Posada
El FIMM, proyecto de Filarmed, bajo la gerencia de Alfonso Arias y, con la dirección de los maestros colombianos Alejandro Posada y Gonzalo Ospina, llevará al escenario a destacados artistas internacionales. Algunos de ellos son el violinista y director Roberto González-Monjas, el pianista Javier Perianes y la violinista Leticia Moreno, todos de España y, el chelista y director Wen-Sinn Yang, de Suiza/Taiwán. Y nacionales: la Orquesta Filarmónica de Medellín, la Orquesta de la Academia Filarmónica de Medellín, el Ensamble Sinfónico de Medellín, el chelista Santiago Cañón, el pianista Sergio Posada y la arpista Bibiana Ordóñez.
Para el director Alejandro Posada el festival es una vitrina de doble vía: “Es la oportunidad de que el público disfrute una fiesta para ver lo que pasa en el mundo, en compañía de unos artistas que tienen una agenda muy interesante con las mejores orquestas; y a la vez esos músicos serán embajadores de lo que hacemos en Medellín”.
Concierto de apertura
Queen Sinfónico
Una emoción indescriptible
Para iniciar esta mágica experiencia sonora, el FIMM invita al público a un concierto conmovedor al aire libre. La banda Trilogía y la Orquesta Filarmónica de Medellín, con la dirección de Gonzalo Ospina, da la bienvenida con Queen, Tributo Sinfónico.
El concierto, con entrada libre, tiene dos partes: primero, un repertorio interpretado por Filarmed, después Trilogía suma su “toque rockero” de Queen con obras como Bicycle Race, Bohemian Rhapsody, Don’t Stop Me Now, I Want To Be Break Free, Under Pressure, Somebody To Love, We Are The Champions y We Will Rock You.
“El principal logro es fusionar el ambiente orquestal con el rock y destacar los arreglos de voces de Queen”, expresa el vocalista Luis Fernando Moreno, para quien este concierto al lado de 60 músicos, es “una emoción indescripitible”.
En la banda: Felipe Martínez y Luis Fernando Moreno, voces; Pedro Mejía, guitarra; Santiago Vélez, bajo; Nicolás Guevara, batería y Eduardo Maya, piano. Viernes 28 de agosto, Parque de los Pies Descalzos, 8 pm.
La música sale del aula
La Academia en el Festival
El talento a flor de piel
La Academia Filarmónica de Medellín tendrá dos programas dirigidos por el violinista español Roberto González-Monjas. El violinista de 26 años y concertino de la Orquesta de la Accademia Nazionale de Santa Cecilia, en Roma, del Musikkollegium Winterthur, en Suiza, y de las orquestas Sinfónica y de Cámara del Festival Verbier, en Suiza, “hará un lineamiento muy interesante desde el atril. Es un lujo tenerlo en el festival, en recitales, en las clases de la academia”, expresa Alejandro Posada. El primero será en compañía del pianista español Javier Perianes y el segundo, con él en el violín, más el chelista Wen-Sinn Yang (Chelo-Suiza/Taiwán), el chelista Santiago Cañón (Colombia) y el pianista Sergio Posada (Colombia).
Chelista invitado
Santiago Cañón
Talento joven colombiano
Santiago Cañón: un joven virtuoso y con un don extraordinario para tocar el violonchelo. Nació en Bogotá en 1995 y a sus 6 años ya había presentado su debut como solista con la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Su especialidad la afianzó durante casi ocho años al lado del maestro polaco Henryk Zarzycki. A sus 20 años ha sido ganador de concursos internacionales y ha participado en las principales orquestas de Colombia y en otras tantas en todos los continentes. Además, fue seleccionado para participar en el XV Concurso Internacional Tchaikovsky, de Rusia 2015.
Santiago dirigirá una de las clases maestras: “Es tal vez el chelista más importante en Colombia. Es muy académico, muy instructivo y muy motivante para los muchachos”, comenta el director Alejandro Posada. Participará en la Noche de Música de Cámara. Jueves 3 de septiembre, Teatro Suramericana, 8 pm. Entrada con boletería.
Violinista invitada
Leticia Moreno
Una mujer que cautiva
Una prestigiosa carrera profesional le ha merecido a la violinista española Leticia Moreno ser altamente galardonada, actuar con directores renombrados a nivel internacional y participar en las orquestas principales de España y de Estados Unidos. Su más reciente galardón, Echo Rising Star, fue otorgado por la Comunidad Europea. En los últimos años ha tocado con Hr-Sinfonieorchester y Andrés Orozco Estrada, Yuri Temirkanov, Mariinsky, Orquesta Filarmónica de Montecarlo y la Washington National Symphony Orchestra. En el Festival dará una clase maestra y acompañará el concierto de clausura del 8° FIMM, en el que por primera vez se unirán la Filarmed y la Orquesta Sinfónica de Eafit. “Es un acto muy simbólico, porque es una manera de mostrar a la ciudad que Filarmed ha generado unos procesos culturales muy importantes para la música”, destaca el director Alejandro Posada. Lunes 7 de septiembre, Teatro Metropolitano, 8 pm. Entrada con boletería.
Cine y música reunidos
Todas las artes en el festival
Una experiencia distinta
The Film Music Project: un experimento que traslada la sala de cine a la sala de conciertos y muestra en escena cómo se hace la música de las películas. Ante la dificultad de acceder a las partituras originales de los largometrajes de los últimos años, el compositor de música para cine y arreglista Julio César Sierra se “metió en la película” y después de oír cientos de veces las canciones, las transcribió nota por nota. Es así como ha creado un repertorio inédito con bandas sonoras como The Lord of the Rings, The Dark Knight, The Avangers, Transformers, Amélie, How To Train Your Dragon, The Incredibles y la serie Game of Thrones. La sincronización de luces, video, efectos electrónicos y la compañía de la Orquesta Filarmónica, con la dirección de Alejandro Posada y la producción de Beat Music, será una experiencia distinta que según el compositor, “no se ha visto en la ciudad”. Martes primero de septiembre, Teatro Metropolitano, 8 pm. Entrada con boletería.
La música sinfónica emociona
Imagen que conecta
Acercarse a la obra
“La música sinfónica no es como la pintan”, fue la idea que inspiró la imagen del 8° FIMM. Marcela Cardona, directora del grupo de creativos de la campaña del Festival, explica que “la percepción es que es algo acartonado y teórico, por eso creamos íconos comunes que generaran cercanía”. De ahí que divertidas y coloridas ilustraciones de reconocidos compositores busquen transmitir las diversas emociones que produce la música sinfónica: Mozart, relaja; Brahms, transporta; Mahler, educa; Brahms, Tchaikovski y Mozart, reúnen; Beethoven, enamora; Bach, divierte; y Freddie Mercury, inspira. “Damos un poco de biografía de los compositores para que se entienda qué hay detrás de cada obra y del festival”, agrega Marcela.
En el 61º Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía en la ciudad de Torrevieja, el coro se llevó el premio a la Mejor interpretación obra polifónica del país de origen
Coro antioqueño que viajó a España
“Pensamos que era un buen momento de mostrarnos en las grandes ligas, entonces preguntamos a colegas y amigos cuáles son esos concursos, por fuera de Colombia, donde podíamos participar. Como lo que queríamos era medir nuestro trabajo, nos recomendaron dos festivales en España, uno, el 33 Festival Internacional de Música de Cantonigròs, pueblo de Barcelona, y el otro el 61º Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía, en la ciudad de Torrevieja, de la provincia de Alicante”, cuenta María Adelaida Mejía, directora del Coro Iuventus de la Fundación Sirenaica, que recientemente cruzó el Atlántico para participar en estos dos eventos de talla mundial.
El trabajo disciplinado de los 23 jóvenes del coro Iuventus, junto con su tutora musical y con Isabel Mejía, directora ejecutiva de la Fundación Sirenaica, los hizo merecedores del premio a la Mejor interpretación obra polifónica del país de origen, con Merecumbiabé, del compositor antioqueño Freddy Ochoa, obra que interpretaron en el festival de Habaneras y Polifonía.
“Nos preparamos mucho porque hicimos una selección de un repertorio difícil, ensayábamos todos los días incluidos sábados y domingos, estos ensayos eran mínimo de dos horas y los últimos días antes de viajar, fueron de jornadas enteras”, cuenta María Adelaida, a quien también nominaron como uno de los tres mejores directores del 61º Certamen Internacional.
Hasta lo divino y lo humano tuvieron que hacer para poder viajar. Por el lado de los 23 muchachos el esfuerzo se concentró en rifas, bazares y conciertos, e Isabel Mejía diseñó un plan de recursos para conseguir 95 millones de pesos que les permitieron costear los trámites de visas, pasaportes, tiquetes y demás.
“Arrancamos sin un centavo, solo con el sueño de ir, fue muy difícil conseguir dinero, pero gracias a todas las personas y empresas que nos apoyaron pudimos viajar”, dice María Adelaida.
Más allá del premioy el festival “Fue maravilloso haber recibido el premio y tener reconocimiento, pero lo más importante fue haber dado el paso de cruzar el Atlántico con estos muchachos, se les abrió la mente, ya tienen otra mirada. Fue un aliciente muy grande para aprender y se dieron cuenta de que el canto es una carrera reconocida en el mundo”, dice María Adelaida.
También cuenta que pese a que el cambio de clima y la diferencia horaria influyeron de manera no muy positiva en la presentación del Festival Internacional de Música de Cantonigròs, para el segundo festival, de Habaneras y Polifonía, lograron la máxima concentración lo que les permitió alzarse con el premio.
Ahora, “vamos al Festival de Coros de Buga, que está cumpliendo 20 años. En esta oportunidad viajará el coro completo de Iuventus que son 46 muchachos. Estamos invitados como uno de los mejores coros de Colombia”, cuenta entusiasmada María Adelaida Mejía.
Justo de eso se trata: de probar. De descubrir. Más aromas, gustos y alternativas, menos prejuicios y chistes del “más ordinario que…”
/ Juan Felipe Quintero
Lleguemos a un acuerdo de entrada: lea esta columna sin prejuicios. Nada de que hay comidas “mañés”, del tipo “más ordinario que…” ni hay bebidas reservadas solo para elegidos, para gente superior.
¿De acuerdo? Lea con sonrisita de incredulidad, si quiere, pero intente hacerlo sin prejuicios.
Bueno. Chicharrón en el plato y vino en la copa, sí, juntos en la misma mesa, en el mismo momento gastronómico, es lo que digo.
Que usted conoció el chicharrón en un caspete en carretera, lejos de la ciudad, de mesas que no repiten diseño en manteles ni tipos de sillas, hecho en paila, de veinte y tantas patas, mientras que el vino viene de países elegantes y es producido en un ambiente chic, en una bodega con acento arquitectónico y de largo linaje, por gente que observa, huele, escucha y saborea copas… ¿no quedamos en que dejaría los prejuicios? El chicharrón es fantástico. Le digo que me gusta tostado o blandito. De veinte y tantas patas en doble carril o cortado en paticas individuales. Hirviendo, recién salido de la paila, o servido al clima, al otro día. Hecho en aceite o en su propia grasa o en olla a presión o en parrilla. Y contrario a pensar que es ordinario, siento que es muy nuestro, que refleja lo que somos y lo que hemos sido, que nos ha criado, alimentado y divertido. Las comidas, vamos a pensar diferente, no se califican como “ordinarias”; las comidas se valoran, a las comidas se les agradece.
Y el vino también es fantástico. Me gustan en especial los tintos. Bien servido, en la temperatura adecuada (18 grados para los tintos y 8 para rosados, blancos y espumantes) y con buena compañía, ofrece momentos deliciosos.
¿Entonces por qué resistirse? Fantástico acompañado por fantástico puede dar más fantástico. La clave es ¿cuál vino? Porque si va a la tienda y agarra una botella, así en bruto, puede equivocarse. Por ejemplo, si escoge por etiqueta linda, nombre extraño, color bonito, digamos, si elige un late harvest (cosecha tardía) elaborado con la variedad de uva Gewürztraminer, llevará a su copa un dulce, muy bueno para postres y para quesos, pero, por dulce, mal socio de un chicharrón.
Para esta forma del cerdo la pareja fantástica es un tinto. Expertos sugieren la variedad de uva Tempranillo, otros la Merlot, otros la Syrah, otros la Malbec o la Cabernet Sauvignon. Incluso, yo haría la prueba con la Carmenere.
Y justo de eso se trata: de probar. De descubrir. Más aromas y gustos, menos prejuicios y chistes del “más ordinario que…”.
Juntarse con amigos y comprar o hacer chicharrones: es la tarea que le dejo para este fin de semana. Instalarse en una mesa larga y descorchar algunos, o todos, los tintos que le mencioné. Y hacer cruzamientos. Chicharrón con Carmenere. Con Syrah. Con Malbec. Bocado y trago. Masticar, saborear, analizar, disfrutar, encontrar puntos en común en armonías. Unos darán mejor resultado que otros porque cada tinto es diferente, al margen del color.
Probar, experimentar, descubrir, todo lo contrario de suponer y de juzgar sin conocer. Más rico así. [email protected]
Como reconocimiento a la obra de los autores iberoamericanos, entregará el Premio León de Greiff al Mérito Literario. La Fiesta inicia en dos semanas
Por Luisa Martínez
Se acerca el 11 de septiembre para que se movilice hacia la zona norte de la ciudad y celebre, hasta el 20 de septiembre, la fiesta más grande alrededor de las letras: La 9° Fiesta del Libro y la Cultura. Exposiciones, un museo en la calle, formas de leer, libros para niños y jóvenes, un espacio para las universidades y los independientes, exhibición comercial, lanzamientos, charlas, 320 invitados nacionales e internacionales…
León de Greiff, cortesía Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto
Pero hay más. A esta novena edición de la Fiesta le llegó la hora de cumplir con una de las características de las grandes ferias del mundo y es la creación de un premio, según afirma su director, Juan Diego Mejía. Por eso se realizará la primera edición del Premio León de Greiff al Mérito Literario, un reconocimiento al talento de destacados autores iberoamericanos que un año tendrá en cuenta a los poetas y en el siguiente a los narradores. “León de Greiff es uno de los emblemas de esta región, no solo fue un poeta sino que se distinguió por ser imaginativo a la hora de recrear el lenguaje. Queremos hacer precisamente un reconocimiento a un autor internacional que la Fiesta elegirá cada año”, explica el director Mejía.
Esta vez el premio será para los poetas. El jurado, autónomo para nominar a sus candidatos, está integrado por Juan Manuel Roca, Piedad Bonnett y Alberto Barrera Tyzska. Algunos de los criterios de selección son: estar vivo, tener obra en marcha o reciente (se descarta a quienes no volvieron a publicar) y ser de habla hispana o portuguesa. “Consideramos que el oficio de escritor es un oficio de silencios y pocas recompensas. La fiesta debe hacer un esfuerzo para resaltar el nombre de los escritores y reconocer la labor que se merecen en vida”, expresa Juan Diego Mejía.
El anuncio del ganador será el 4 de septiembre y la entrega del premio, dotado de 10 mil dólares, será el 16 de septiembre, en el Parque Explora, a las 6:30 pm. “La condición es que el ganador visite la ciudad, dicte una conferencia y que se le puedan rendir los homenajes”, agrega.
Por qué un premio en nombre de León de Greiff León de Greiff (22 de julio de 1895 – 11 de julio de 1976) es recordado por representar la vanguardia en la literatura nacional. Es un escritor de culto, de seguidores que cuando se aficionan con su obra, la exploran y la profundizan. Este es el caso del poeta y escritor antioqueño Luis Fernando Macías, un admirador, que en 2007, hizo un complejo estudio de su obra en la publicación Glosario de referencias léxicas y culturales en la obra de Leon de Greiiff. “Es una ayuda para entender su amplio y especializado vocabulario, en el que rescata arcaísmos y propone distintos neologismos y formas de enriquecer la lengua”, comenta. Como gran admirador explica que “su aporte más llamativo es la relación entre la música y la poesía, sus poemas son de un profundo carácter musical. Pero, más allá de eso, la obra de León de Greiff expresa, durante toda su vida, una resistencia en contra del nihilismo y, en esa resistencia, aparece una poesía llena de humor y abundancia verbal donde el juego de palabras, sentidos y sonidos son recursos muy bien utilizados. León de Greiff es el poeta más grande que ha dado la humanidad”, opina Macías. Por eso, “ya es hora de que como colombianos lo digamos sin complejos”, agrega.
Comerciantes y residentes de Envigado piden celeridad en la ejecución de las obras en la carrera 43A
Luz Marina Parra, Germán Eduardo Muñoz y Alfredo Tamayo en la zona de las obras que no avanzan
Afectados se declaran propietarios y comerciantes de la carrera 43A, en Envigado, debido a la demora en la construcción del tramo 2A de metroplús, comprendido entre la calle 31A Sur, a la altura de la iglesia de San Marcos; y la calle 39, en Guanteros.
La comunidad denuncia que la incertidumbre sobre la fecha de inicio de los trabajos les ocasiona dificultades para arrendar locales y viviendas, ya que los posibles arrendatarios no quieren padecer incomodidades por las obras o temen que estas alejen a los clientes.
Alfredo Tamayo, quien tiene un local en el sector, afirma que de percibir $2 millones de arrendamiento, pasó a $700 mil. La cifra, según él, apenas alcanza para pagar el predial.
“Llevamos diez años perjudicados social y económicamente con este proyecto; los arrendamientos se han venido abajo. Hace dos años demolieron las edificaciones y nosotros continuamos afectados porque no comienzan las obras. Pedimos enfáticamente que terminen lo que dejaron empezado, lo más pronto posible”, declaró Tamayo, presidente del Comité de afectados de la obra metroplús.
El 28 de julio, Corantioquia concedió el permiso ambiental y componente arbóreo para la construcción del tramo 2A de metroplús, lo cual habría generado objeciones del colectivo Túnel Verde.
“Todo está listo para iniciar la adjudicación de la obra. Estamos pendientes de un proceso que le posibilita a terceros apelar el permiso de Corantioquia. En este caso, son dos personas que conforman un colectivo ambiental. Si no apelan, podemos iniciar la obra; si apelan, debemos esperar hasta que la autoridad ambiental dé respuesta”, explicó Juan Diego Hernández, director de Infraestructura de Metroplús.
Por su parte Germán Muñoz, representante de la Veeduría metroplús Municipio de Envigado, manifestó que “los integrantes del Túnel Verde defienden sus puntos de vista y nosotros, aunque respetamos la posición del colectivo, pedimos que se pongan en el lugar de quienes están sufriendo una afectación económica enorme”.
Una de las personas que se declara perjudicada es Luz Marina Parra, propietaria de un predio en el que funcionó, hasta hace dos años, la empresa Cortinas Silvestre Parra.
“Trasladamos la empresa de donde venía funcionando hace más de 50 años, debido a la demolición por la obra. Eso nos representó una pérdida de ingresos por ventas de entre el 45 y 50 por ciento. Adicionalmente, no hemos podido alquilar el local que logramos construir en el terreno remanente porque nadie sabe cuándo comienzan las obras. Nos tienen perjudicados”, afirmó.
Durante la presentación del balance de la Unidad de Derechos Humanos, se llevó a cabo el lanzamiento de la Mesa que liderará el tema en la comuna 14
Oswaldo Patiño, coordinador de la Unidad de Derechos Humanos; Alicia Alejandra Pizarro, Marta Aguirre, Rosalba Toro, Ana Milena Restrepo, Inés Sánchez, Bernardo Jaramillo, subsecretario de Derechos Humanos; Estefanía Vásquez, Mercedes Grajales, asesora de la Unidad de Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín; Luz Omaira Arias y Dora Luz Henao
Por: Álvaro León Pérez S.
Doce personas conforman la Mesa de Derechos Humanos de la comuna 14, que desde ahora adelantará tareas de promoción, prevención y protección con la población de la zona, contando para ello con el acompañamiento permanente de la Unidad de Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín.
“Buscamos que la comunidad se vincule a la búsqueda de soluciones para las distintas problemáticas que vivimos y que entre la institucionalidad y la ciudadanía encontremos, de manera articulada, los caminos que buscamos para una consolidación del respeto por los Derechos Humanos”, afirmó Bernardo Jaramillo Zapata, subsecretario de Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín.
Por su parte, Luz Omaira Arias Zapata, quien hace parte de la Mesa recién creada, comentó que “hemos estado capacitándonos pero sin dejar de lado el hacer, el conocer el territorio, el ir y encontrarnos con las gentes, el dar a conocer que existimos, el brindar a las personas una ruta para que hagan valer sus derechos si en un momento determinado son vulnerados”.
Una agenda en torno a los Derechos Humanos
Según el balance presentado por la Unidad de Derechos Humanos, en la comuna 14 se han realizado un total de 38 asesorías a la comunidad, se ha brindado acompañamiento a la Mesa de Derechos Humanos y Convivencia en quince reuniones, y se ha dado impulso a la creación de la Mesa Diversa La 14.
Asimismo, la dependencia, a través de la abogada Mercedes Grajales, quien atiende a la ciudadanía en el territorio, ha contribuido a la articulación de actividades de promoción y divulgación con la Mesa de Jóvenes, participando además en 33 reuniones para la promoción y prevención de los Derechos Humanos y organizando 29 recorridos, durante los cuales se sensibilizó a 917 personas.
Adicionalmente, se ha llevado a cabo un trabajo conjunto con el Núcleo Educativo de la zona para impartir la cátedra de Objeción de Conciencia en los grados 10 y 11 de doce instituciones públicas y privadas de la zona, entre otras actividades.
La Mesa Diversa La 14
Una de las instancias de trabajo de más reciente creación en El Poblado es la Mesa Diversa La 14, en la cual se abordan, desde hace seis meses, temáticas inherentes a la población LGBTI.
“El acompañamiento en la creación y promoción de la Mesa Diversa de la comuna 14 es importante por la necesidad de proteger a las personas de este segmento de la población. Sin duda alguna, hoy persiste la discriminación y la segregación de la comunidad LGBTI y esto por ningún motivo podemos permitirlo en una sociedad que se dice avanzada”, sentenció el subsecretario de Derechos Humanos.
Actualmente la Mesa Diversa La 14 trabaja en tres frentes que no habían sido abordados con anterioridad en la comuna, según lo explicó Ricardo Henao Galvis, negociador y especialista en Derechos Humanos, quien además es uno de sus integrantes.
“El primero es representar a las personas LGBTI en los procesos de participación ciudadana; los tres coordinadores de la Mesa somos delegados de Presupuesto Participativo y propondremos un proyecto para promover el respeto a la diferencia y a la diversidad en las instituciones educativas. Nuestro segundo objetivo es ejecutar estrategias de pedagogía social, incluyendo un proceso con la Fuerza Pública en la comuna 14. La tercera línea es coordinar un seguimiento electoral, mediante el diseño de un instrumento para medir la posición, disposición y actitud de los diferentes candidatos frente a los temas LGBTI, con el fin de ayudar al electorado a elegir con mayor conocimiento”, sostuvo Henao.
La Alcaldía anunció que el nuevo contratista es la empresa Gisaico S.A. y que la obra estaría lista en enero de 2016
Javier Darío Toro, secretario de Infraestructura Física; Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín; Luis Alberto García Bolívar, director de Fonvalmed; y Juan Diego Blair, directivo de Gisaico S.A., al momento del anuncio
Por: Álvaro León Pérez S.
Tras varios días de especulaciones sobre el futuro de la construcción del paso a desnivel en el cruce de la Transversal Inferior con la Loma de Los Balsos, la Alcaldía de Medellín hizo público que la Unión Temporal Cruce Balsos cedió dicho contrato y que la ejecución ahora corresponderá a la firma Gisaico S.A.
“Ya hay una solución que variará el ritmo y el avance de esa obra y la debe poner a tono de lo que han sido las otras. El primer paso es la cesión de ese contrato por parte de la Unión Temporal Cruce Balsos, conformada, entre otros, por el señor Bernardo Ancízar Ossa. Esa cesión se ha hecho a la firma Gisaico, la cual ha venido realizando el intercambio de Los Balsos con la Transversal Superior”, señaló el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa.
El mandatario precisó que, producto de la cesión, Gisaico S.A. se comprometió entregar la obra en un plazo aproximado de cuatro meses y medio, es decir, a mediados de enero de 2016.
A su turno, Javier Darío Toro, secretario de Infraestructura Física, destacó que la mayoría de los proyectos de Valorización se han venido construyendo sin problemas y comentó que el acuerdo que destraba la construcción de la obra se logró luego de dos semanas, durante las cuales se llevaron a cabo análisis de tipo técnico, ambiental, jurídico y social.
“En la gran mayoría de las obras hemos logrado que los contratistas hagan las cosas como deben ser. Desafortunadamente, en el cruce de Los Balsos con la Inferior no tuvimos la suerte de contar con un buen contratista. Aunque se hizo un concurso a través de licitación pública, el cual ganó la Unión Temporal Cruce Balsos, la empresa no cumplió las expectativas, ni los requerimientos que nosotros estábamos exigiendo”, afirmó Toro.
Por su parte, Juan Diego Blair, directivo de Gisaico S.A., agradeció a la Alcaldía el aval que recibió su empresa para asumir el contrato en cesión.
“Todos nos cansamos de criticar y criticar, pero debemos hacer parte de la solución para la ciudad. Por eso hemos aceptado este reto y tenga la seguridad, alcalde, de que vamos a poner todo nuestro esfuerzo y todos nuestros recursos para cambiarle la cara a una obra que sabemos que ha tenido dificultades”, manifestó Blair.
Junta de Acción Comunal Loma de Los Parra Presidente: Anny Lopera Móvil: 3016394083 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal Poblado Sur
Presidente: Juan Fernando Granada
Móvil: 3216365767
Correo electrónico: [email protected]
Junta de Acción Comunal Loma de Los Mangos Presidente: Jhon Jairo Arango Durango Teléfono: 317 26 34 Móvil: 310 385 93 28 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal El Poblado Presidente: Gustavo Adolfo López Teléfono: 311 99 96 Móvil: 3004967994 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal Manila Presidente: Luis Octavio Ardila Teléfono: 311 35 90 Móvil: 3137276380 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal El Tesoro sector La Virgen Presidente: Gloria Eulalia Gaviria Teléfono: 5039513 Móvil: 3136530565 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal Ciudad del Río
Presidente: Victoria Eugenia Velásquez Móvil: 3137689236
Junta de Acción Comunal El Tesoro sector La Ye Presidente: María Eugenia Meza Londoño Teléfono: 317 25 93 Móvil: 311 622 08 69 Correo electrónico:[email protected]
Junta de Acción Comunal La Chacona Presidente: María Estela Molina Teléfono: 3218678 Móvil: 3218024969 Correo electrónico:[email protected]
El puente, habilitado este lunes 24 de agosto, cuenta con 180 metros de longitud y es el más largo de los cuatro intercambios viales que hacen parte del Proyecto de Valorización en El Poblado
La Alcaldía de Medellín destacó el cumplimiento y eficiencia de Gisaico S.A., el contratista constructor del intercambio vial en la Transversal Superior con la Loma de Los Balsos. Se espera que la obra esté terminada en el mes de noviembre
Con la apertura del paso por el puente (en sentido sur – norte) del intercambio vial que actualmente se construye en la Transversal Superior con la Loma de Los Balsos, la obra, que costará $17.300 millones, alcanza un avance del 90 por ciento.
El acto de apertura de la nueva infraestructura vial estuvo presidido por el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, quien destacó el impacto positivo que tendrá en la movilidad no solo del sector, sino también de la ciudad.
“Este puente va a favorecer enormemente a la ciudadanía, teniendo en cuenta que esta obra tiene una importante connotación en la conexión con el Oriente y que todos los días, a toda hora, pero muy especialmente los fines de semana, tiene también un tráfico adicional. Quiero destacar el trabajo del contratista, quien ha venido trabajando de manera ordenada y efectiva. Esperamos en unas semanas estar entregando definitivamente, pero ya con este puente la mejora en la movilidad es muy alta”, declaró.
Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín
¿Y las obras en Los Balsos con la Transversal Inferior?
Preguntado sobre el paso a desnivel de la Transversal Inferior con la Loma de Los Balsos, obra que ha presentado importantes retrasos y de la cual se ha dicho, de manera extraoficial, que el contratista Bernardo Ancízar Ossa cedería el contrato de construcción, el alcalde de Medellín manifestó:
“Hay que reconocer, y así lo hemos hecho, que la obra del intercambio de Los Balsos con la Transversal Inferior no hay ido al mismo ritmo de otras obras de Valorización. El aspecto relacionado con el orden en las obras y los aspectos ambientales no han sido los mejores, pero hemos estado muy atentos al tema y esperamos poder darle una mejor noticia a los ciudadanos, de un futuro avance más franco y decidido.”
Trabajadores de la obra observan la apertura del paso por el puente de la Transversal Superior con Loma de Los Balsos
Gaviria Correa afirmó que se viene trabajando en el tema desde hace meses y señaló que, en ocasiones, el manejo de los asuntos contractuales en este tipo de obras no es fácil. No obstante, aseguró que la Administración Municipal continúa buscando las soluciones pertinentes a los problemas que existen.
“Yo no quiero anticiparme porque precisamente en ese trabajo estamos y eso tiene que manejarse con el sigilo contractual que merece. Lo que sí puedo decirles es que estamos preocupados, y que lo estamos de tiempo atrás, que no nos hemos quedado quietos, que hemos venido trabajando para buscar esa solución y que esperamos encontrarla rápido porque así lo requiere la ciudad y así lo requiere esa comunidad”, añadió.
Se espera que la obra mejore la movilidad en sentido sur – norte
El Primer Congreso Internacional de Métodos Alternativos de Solución de Conflictos (Masc) se llevó a cabo en la sede de El Poblado de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia y contó con la presencia de delegados nacionales e internacionales
El Convenio Tres Cámaras, que integra a los centros de conciliación de las cámaras de Medellín, Cali y Bogotá, anunció que en lo sucesivo se realizará este congreso de manera anual (FOTOS: CORTESÍA)
El Congreso cerró con un balance positivo sobre el camino recorrido por el país, en lo que tiene que ver con los mecanismos alternativos de solución de conflictos. Asimismo, el evento dejó interesantes conclusiones sobre los retos que en el futuro podría enfrentar Colombia, en el marco de los tratados comerciales firmados con otros estados.
Para Bibiana Bernal Mesa, directora del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, el reto está en seguir aprendiendo y avanzando en el tema.
“Vemos que hay muy buenos resultados en lo que se ha hecho. Surge la necesidad de que el país se prepare adecuadamente para lo que implican los acuerdos de libre comercio. En Colombia tenemos muy buena estructura en la medida que los árbitros tienen muy buen nombre internacional y hay centros de arbitraje de primer nivel en Medellín, Bogotá y Cali”, señaló.
La opinión de Bernal Mesa es secundada por el abogado Aníbal Sabater, árbitro internacional y socio de la firma Chaffetz Lindsey LLP, cuya sede principal se encuentra en Nueva York, para quien la clave radica en anticiparse a las coyunturas.
“Una estrategia es conocer muy bien cada tratado, conocer muy bien el equipo jurídico interno y externo de cada parte; no esperar las demandas para preparar la estrategia jurídica, sino tener el equipo a punto si hay una posible disputa; definir protocolos para saber qué hacer si se recibe una disputa, y saber quién tiene la autoridad para negociar”, afirmó.
Las autoridades buscan brindar a la población herramientas que ayuden a contrarrestar los efectos indeseados del turismo en la zona
Carlos Alberto Galvis, oficial de Migración Colombia, se dirige a los participantes de las jornadas de capacitación
Un balance positivo presentaron las autoridades al término de las jornadas de capacitación sobre procedimientos básicos de migración que se realizaron esta semana con los residentes, comerciantes y miembros del gremio hotelero de la comuna 14.
Los talleres fueron organizados por la Vicealcaldía de Planeación y Gestión Territorial, en compañía de la Policía Nacional, y tuvieron lugar en el Parque Ambiental La Frontera.
“Nuestro objetivo es que las autoridades y la comunidad hablemos el mismo idioma, que sepamos cómo identificar una problemática y cómo se debe proceder. Me explico: si hay una situación con algún ciudadano extranjero, es necesario que haya una queja escrita, tanto de la comunidad como de la Policía, la cual se debe hacer llegar a Migración. Así nosotros podemos entrar a revisar el estatus migratorio, la procedencia, la permanencia y la actividad que la persona está realizando en el país”, declaró Carlos Alberto Galvis, oficial de Migración Colombia.
Galvis lamentó que esté demostrado que algunos extranjeros vengan a Colombia para involucrarse en actividades delictivas como el abuso de menores, la trata de personas e, incluso, el tráfico de órganos.
Por su parte, Beatriz González, directora Territorial de la comuna 14, manifestó que “es pertinente formar cada vez a más personas, de cara a los problemas que tenemos en El Poblado, asociados a la presencia de extranjeros que no vienen a hacer turismo ni negocios limpios en Medellín. Cuando los colombianos vamos a otro país, se nos exige cumplir la normativa y observar un comportamiento ejemplar. Lo que queremos es que nuestros visitantes hagan lo mismo en Medellín”.
Hasta el 29 de agosto la ciudad vivirá la alegría y el colorido del evento cultural que este año llega a su edición número once
La Fiesta de las Artes Escénicas cuenta este año con la participación especial de compañías provenientes de África, Argentina, Ecuador y España; además de grupos de Colombia y de las subregiones de Antioquia (FOTOS: CORTESÍA)
Por: Álvaro León Pérez S.
La Fiesta de las Artes Escénicas cuenta con una variada programación que incluye obras teatrales, estrenos, espectáculos al aire libre, encuentros académicos y actividades especiales para disfrute del público en toda la ciudad.
En el primer día de actividades, el viernes 21 de agosto, tendrá lugar la tradicional Molienda Teatral, VIII Cosecha, velada en la que se presentarán manifestaciones artísticas y culturales, de manera ininterrumpida entre las 10 pm. y las 5 am, en el Cantadero del Teatro Matacandelas.
Hasta el último sábado de agosto, veintidós salas asociadas a Medellín en Escena presentarán funciones para todos los públicos, en las modalidades de títeres, teatro, danza, clown, cuentería y circo, entre otras.
En la comuna 14, la Casa de Teatro El Poblado y la sede de Acción Impro tienen varias funciones previstas. Las fechas, horarios y detalles adicionales de todas las funciones se pueden consultar en la página web del evento.
Además de la programación teatral, durante la Fiesta de las Artes Escénicas se llevarán a cabo eventos especiales como la Comparsa, el domingo 23 de agosto desde el Teatro Pablo Tobón Uribe hasta la Plazoleta Botero, Teatro y Cocina y la Piñata de la Fiesta.
A bordo del denominado Tren de la Cultura se realizó el lanzamiento oficial del evento que este año reúne a 320 invitados de 17 países
Tren de la Cultura, ambientado con retratos de escritores antioqueños
Por: Álvaro León Pérez S.
Un recorrido en el Metro marcó el inicio oficial de la Novena Fiesta del Libro y la Cultura, evento a realizarse entre el 11 y el 20 de septiembre en espacios como el Jardín Botánico, el Planetario, el Pasaje Carabobo, el Parque Explora y el edificio de Extensión de la Universidad de Antioquia.
Este año, los organizadores decidieron plasmar en las puertas, ventanas y paredes de uno de los trenes que diariamente recorren la ciudad, veinte retratos ilustrados de escritores antioqueños, entre poetas y narradores, que hacen parte de la exposición Entre líneas: El gran momento de la literatura en Antioquia.
Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín; María del Rosario Escobar, secretaria de Cultura Ciudadana; Claudia Restrepo Montoya, gerente del Metro de Medellín; y Juan Diego Mejía, director de la Fiesta del Libro y la Cultura
Al finalizar el recorrido, que tuvo lugar entre las estaciones Poblado y Universidad, se realizó un acto protocolario en la plazoleta del Parque Explora. Allí, el director de la Fiesta, Juan Diego Mejía, agradeció a las directivas del Metro de Medellín y habló sobre el tema central del evento, que este año es Leer la vida.
“En esta ocasión elegimos un enfoque que parte del ser humano; creemos que todas las personas tienen mucho qué decir y por eso las imágenes de la Novena Fiesta del Libro tienen una piel llena de letras, como símbolo de lo que tiene la gente en el interior, y eso es lo que invitamos a leer. Vamos a leer libros, pero también vamos a leer al ser humano, vamos a leer a las ciudades, vamos a leer los momentos históricos que estamos viviendo”, manifestó Mejía.
Retrato de la escritora Rocío Vélez de Piedrahíta al interior del tren
Por su parte, Claudia Restrepo Montoya, gerente del Metro de Medellín expresó: “Me siento absolutamente satisfecha porque estos son los vagones más sexys que vamos a tener en el Metro por estos días; con los hombres más guapos de la región y las mujeres más atractivas: nuestros escritores. Creo que la gran invitación es a que nos veamos y nos leamos con ellos en ese Tren de la Cultura que en este momento es el Tren de la lectura”.
Darío Jaramillo Agudelo, Darío Ruiz Gómez, Elkin Obregón, Elkin Restrepo, Fernando Rendón, Fernando Vallejo, Héctor Abad Faciolince, Helí Ramírez, Jaime Jaramillo Escobar, Jorge Franco, José Libardo Porras, Juan José Hoyos, Juan Manuel Roca, María Cristina Restrepo, Olga Elena Mattei, Pablo Montoya, Piedad Bonnet, Rocío Vélez de Piedrahíta, Tomás González y Víctor Gaviria son los escritores cuyos rostros pueden apreciarse en los vagones.
Tren de la Cultura
En el acto de lanzamiento, el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, celebró la iniciativa de llevar la exposición Entre líneas: El gran momento de la literatura en Antioquia al Metro y realizó un llamado para que más entidades se vinculen a esta clase de eventos.
“Más que exaltar y agradecer la vinculación del Metro, que ya lo hemos hecho, lo que buscamos es destacar a esta empresa como un ejemplo de lo que queremos que muchas otras instituciones hagan, para que la Fiesta del Libro y la Cultura se extienda por toda la ciudad”, declaró.
Junto a la felicidad de “El beso” quedarán la intensa negatividad del arte informal, la crisis del existencialismo, el horror del holocausto, la tragedia de la guerra
/ Carlos Arturo Fernández U.
El 6 de agosto de 1945 los Estados Unidos lanzaron la bomba atómica sobre Hiroshima y tres días después sobre Nagasaki, lo que definió la rendición de Japón el día 15 del mismo mes, sellada con la firma del Emperador el 2 de septiembre.
La víspera de la rendición, el 14 de agosto, se había celebrado en Times Square, de Nueva York, el Día de la Victoria. De manera espontánea, cuando se filtró la noticia de la rendición, las personas empezaron a salir a las calles y a reunirse en esa plaza, junto con muchos soldados y marinos que en esos días ya esperaban en la ciudad el traslado a sus regiones de origen.
The Kiss, fotografía de Alfred Eisenstaedt tomada en Times Square el 14 de agosto de 1945
Alfred Eisenstaedt, un fotógrafo alemán que trabajaba para la revista Life, se unió a la celebración en la cual muchos militares besaban a las mujeres que pasaban, en un gesto que no tenía sentido de agresión sino que se había hecho muy popular a lo largo de la guerra. Según recordaría, de repente se sintió atraído por una de aquellas escenas, quizá por tratarse de un marino de traje oscuro que besaba a una mujer vestida de blanco, tal vez una enfermera, y tomó cuatro instantáneas. La foto apareció en el siguiente número de Life y se convirtió en el beso más conocido del final de la Segunda Guerra.
Eisenstaedt era un gran fotógrafo y trabajaba para una revista que centraba su prestigio en la calidad gráfica; en ese momento actuaba como un reportero que quería captar la potencia del instante y no como un artista obsesionado por la perfección de la toma. O, mejor, su calidad artística radicaba, entre otras cosas, en su capacidad de atrapar la poesía de la vida fugaz.
Pero el hecho de que los 70 años de la foto de Eisenstaedt hayan sido celebrados en todo el mundo representa mucho más que el recuerdo de una feliz instantánea. Lo que ocurre es que entendemos esa fotografía como un objeto material, una forma tangible, cargada de significado y simbolismo. Descubrimos que es una obra de arte con un valor trascendente y no la captación de un momento insignificante. Y ese es un descubrimiento que no se limita a la relación del fotógrafo con su cámara ni a su habilidad para darse cuenta de un hecho fugaz y solucionar en fracción de segundos los problemas técnicos que le plantean las circunstancias; todo ello es indispensable pero no es suficiente. Cuando descubrimos esta foto como obra de arte estamos también afirmando que hay unos valores humanos comunes, aspiraciones e ideales que nos permiten desentrañar lo mejor de nosotros mismos, incluso en las circunstancias más adversas. Y, de paso, afirmamos también que Eisenstaedt ha tenido la capacidad de hacer patente esa dimensión de nuestro ser.
Una foto como “El beso” está para recordarnos que, al final de las cadenas de absurdos y contrasentidos de la guerra, solo nos quedan el encuentro y el amor para reconstruir la realidad que asesinamos.
Pero, por supuesto, no siempre podemos recurrir a significados tan poéticos. Porque es difícil conservar un mínimo de optimismo en la bondad del ser humano, después de la barbarie en la que cayeron todos los países, de todas las religiones y credos, de derecha, de izquierda y de centro, sin olvidar la hipocresía oportunista de muchos neutrales. Junto a la felicidad de “El beso” quedarán la intensa negatividad del arte informal, la crisis del existencialismo, el horror del holocausto y la nostálgica melancolía de la reconstrucción de las viejas ciudades cuya historia condujo directamente a la tragedia de la guerra. [email protected]
El Pulguero se ha consolidado como uno de los espacios preferidos por las personas que desean compartir un picnic con sus amigos, disfrutar una variada oferta gastronómica y gozar de buena música en el entorno natural que ofrece Llanogrande.
Vanessa Torres
Alexandra Redondo, Vanessa ocampo, SAra María Hernández
Amalia Isaza
Ana María Duque, Luisa Fernanda López, Juan Luis Tobar, Lina Velásquez
Andrea Echeverri
Arturo Botero
Camilo Pérez, Catherin Riaño
Carolina Aristizábal, Manuela Mejía, Valentina Castaño, Helena Pomares
El virtuoso pianista chino Mei-Ting Sun impresionó durante su participación en la Temporada Internacional de Música Clásica de Medellín. El artista interpretó piezas como Obertura en Estilo Francés, de Johann Sebastian Bach; Images Libro II, de Claude Debussy; y Ballada Nº 3 Op. 47, de Frédéric Chopin.
Wilson Muñoz, Janeth Orjuela
Alejandra Mesa, María isabel Ortiz, Juliana García
Ana María Botero, Carlos Rendón
Angpelica Vélez, Jairo Mejía
Catalina Osorio, Juliana Suárez
Ian Mondragón, Fanor Mondragon, Lai Yin Shem
Juan Camilo Herrera, Juan Pablo Dussan
Juan Guillermo Londoño, Patricia Arrubla
Juan josé Gómez, Juan Carlos Gómez, Susana Restrepo
Juan Pablo Peláez, María Alejandra Escobar
Juliana Orrego, Natalia Sierra, Luisa Gómez, Carlos Restrepo
Con el lanzamiento de dos nuevos modelos de automóviles en el mercado nacional, durante un evento en el centro comercial El Tesoro, la reconocida marca Audi celebró sus veinte años de presencia en Colombia.
Nicolás Mondragón, Luisa Chimá, Felipe Giraldo, Mauricio Velásquez, Laura Salazar
Valeria Gómez, Catalina Alzate, Luchi Sierra
Diego Peláez, Alejandro García
Héctor Varela, Ana Da Silva
Jaime Sierra, Martha Sierra, Laura Villegas, Patricia Sierra
Juan Camilo Betancur, Tatiana Vásquez
Juan Carlos Restrepo, Estella Vélez
Juan Fernando Ramírez, Ana María Arango, Hernán Palomares
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