Carpintería e ingeniería civil que cumplen sueños

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Hoy: Forma Singular.

Día cero: diseñar un nuevo proyecto de vida, renunciar al trabajo, dar el salto y, con todo y el susto, no mirar atrás. Dos años largos después: tener bodega y maquinaria y haber facturado unos 70 clientes, entre personas naturales, empresas y universidades. Ese es un resumen de lo que vivieron en todo este tiempo Claudia Cuartas y Juan Carlos Martínez, esposos y socios de Forma Singular, una empresa que se presenta como un laboratorio de sueños que hace realidad los espacios en cocinas, estudios, cuartos de ropas y baños.

Ella, ingeniera civil; él, engomado con la carpintería, decidieron competir en un mercado compuesto por un sector informal y por empresas de gran trayectoria y reconocimiento. “Siempre creímos que el proyecto era viable, que todo dependía de lo que construyéramos los dos. Y acordamos no detenernos”, recuerda Claudia.

“Iniciamos desde cero y hacemos una transformación.
Si prometemos un mes, en un mes entregamos. Y los presupuestos no se elevan. Esa es una de nuestras fortalezas”.

Interpretan emociones

Forma Singular se animó a competir en un mercado de clientes que combinan necesidades, expectativas, emociones y, ojo con esto, frustraciones. “En remodelaciones puede ocurrir que cuando te dicen que el plazo son 30 días, o no lo cumplan o no vuelvan a aparecer”, dice Claudia. Su reto como emprendedores no solo es el rigor en tiempos de entrega y calidad sino “tocar las emociones de los clientes”. La remodelación de una cocina, añade, no es solo pensar en tamaños y en cantidades, es desarrollar un proyecto que considere el tacto, el olfato, la vista del cliente.

“Nos gusta identificar qué siente la persona en sus espacios, qué dificultades enfrenta en el día a día. Le damos valor al concepto emocional”.

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Con esa propuesta de valor se desempeñan sus cinco empleados, desde una bodega por Monterrey.

¿Renunciar al trabajo?

Les ocurre a muchos de los emprendedores aquello del susto a dejar sus empleos, de arriesgar la estabilidad presente. En el caso de Claudia y de Juan Carlos el reto fue mayor porque su meta apuntaba a un mercado muy competido. Pero, recuerda ella, “mientras a uno le apasione, siempre habrá soluciones”. Sabían que para morder un trozo de la torta tenían que desarrollar nuevas habilidades, por ejemplo las comerciales. “Dimos los pasos correctos para que el negocio fuera durable. Empezamos en Créame, luego en el Parque del Emprendimiento y más tarde en el Sena, donde fuimos ganadores del Fondo Emprender, además el Programa Enplanta”. Otro de los aciertos, concluyen, fue saber dónde morder: “ser flexibles como empresa y ofrecer un servicio personalizado; sollarnos cada proyecto con el cliente y ser muy estrictos en respaldo y en garantías”.

“Sobrevivir” fue la primera meta. Ahora es posicionarse en el departamento y el gran sueño es exportar. En cinco años se ven abriéndose al mundo. “La vida ha sido muy buena con nosotros, lo que hemos soñado, ha ocurrido”, se ilusiona Claudia.

Historias publicadas en este seriado:

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