Las dinámicas impuestas por el confinamiento y el distanciamiento social han hecho cambiar, incluso, la forma en la que la gente se casa. ¿Cómo es el futuro cercano?
Me invitaron a un matrimonio. En plena pandemia. Y pasé bueno. La cita era un sábado a las 7:30 p.m por Zoom. Los amigos de la novia y del novio dijeron algunas palabras, vimos cómo se intercambiaron anillos y, después, la fiesta. Uno de los invitados compartía música desde su computador y en cada casa los demás bailamos, reímos y conversamos.
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El matrimonio tenía fecha, iglesia y fiesta. Pero llegó el nuevo coronavirus y lo desbarató todo. Bueno, no todo. No fue capaz de vencer el amor ni la amistad. El acto se hizo, queda pendiente la fiesta. Para Mariana Ramírez, una de las fundadoras de La Libreta Morada, portal dedicado al mundo de los matrimonios, “estamos ante una oportunidad de repensar los formatos”. Ahora, entonces, las ceremonias son boutique, con pocos (o ningún invitado).
“Hay un cambio de conciencia, nos estamos replanteando muchas cosas”, dice Mariana. David Betancur, wedding planner, confirma esto: “las fiestas que se han aplazado han empezado a reducir el número de invitados porque las parejas se han dado cuenta de que hay personas que no son tan esenciales en la vida diaria”.
El sentimiento detrás del matrimonio no cambia y tampoco la motivación para celebrar. Lo íntimo de las ceremonias durante y después del confinamiento cambiará cuando todo haya regresado a la normalidad. Por ahora, David augura un futuro aún incierto: “hasta que no se defina el tema de eventos masivos por parte del Gobierno no sabemos qué va a pasar con el sector”.
Sin embargo, desde ya ha empezado a pensar cómo será la experiencia. “Las invitaciones tendrán que ser digitales; tendremos que pedirle a un invitado que si tiene síntomas de gripa, mejor se quede en casa y para eso habrá que hacer llamadas previas a la fiesta; también nos preparamos para tomar temperatura, cumplir con aforos y mirar cómo cumplir con reglas de distanciamiento social”, puntualiza David.
Yo, por mi lado, espero que el matrimonio presencial que prometieron sea igual de divertido al que tuvimos en la sala de cada una de nuestras casas.