La pandemia que le sigue al COVID-19 es la de la salud mental, y ante esa previsible problemática, los gobiernos aún no se preparan para enfrentar las secuelas mentales y emocionales que esta crisis va dejando en el mundo y que evidencia que en salud mental todos podemos ser vulnerables.
La cuarentena obligatoria nos cambió las dinámicas sociales, educativas e incluso económicas. Quedarse en casa nos planteó desafíos en el convivir en familia, donde un mismo espacio se convirtió en el aula de clase, la oficina, el gimnasio y área de juegos para muchos. Sin besos, ni abrazos ni cercanía, todo se ha transformado, estamos inmersos en una nueva dinámica social que le imprime un mayor reto al día día, donde la ansiedad en ocasiones es la protagonista de la cotidianidad. Es ahí donde nuestros miedos pueden tomar la delantera y caemos en situaciones de estrés e incluso soledad.
A esto se suma la crisis económica, el desempleo, el descontento social y la incertidumbre de una situación de la que aún no sabemos todo, ni cuáles serán las consecuencias a corto o a largo plazo ni cómo nos cambiará la vida y las dinámicas de relacionamiento.
Cada una de estas situaciones impacta de una manera diferente a cada ser humano, y ese impacto puede afectar su salud mental. La depresión ocupa el primer lugar en los trastornos de la salud mental, le siguen los neurológicos y los afectivos, de ansiedad y de consumo de sustancias psicoactivas.
El impacto ya se siente. De acuerdo con un informe de la subsecretaría de Salud Pública de Medellín, durante la cuarentena se ha presentado un aumento en los casos de suicidio y de las llamadas a la línea amiga para atención en salud mental.
De 650 solicitudes de cada mes, antes del aislamiento, se pasó a 5.850 registros por mes. Sumado a esto, la encuesta Virtual Mi voz, mi ciudad, realizada por la Red de Ciudades Cómo Vamos y 32 municipios de Colombia, presentó que el 38,4 % de los encuestados en Medellín afirmó que su salud mental ha empeorado con respecto a la situación antes de cuarentena, siendo los jóvenes entre 18-25 años los más afectados.
Frente a esta situación nos urge encontrar soluciones, la necesidad que tenemos en la ciudad de tener la política pública sobre salud mental, que nos ayude a mitigar estos efectos negativos, pero sobre todo que permita ofrecer ayuda oportuna a quienes la necesitan.
Sin embargo, la atención y destinación presupuestal de los gobiernos a este tema no se compadece con la importancia y la afectación a la población. La brecha es enorme, y eso demuestra las pocas acciones que sobre este tema se hacen en los diferentes países.
La OMS calcula que, la mediana del gasto en los servicios de salud mental a nivel mundial es de 2,8 % del gasto total destinado a la salud. Los países de ingresos bajos gastan alrededor de 0,5 % de su presupuesto de salud en la salud mental, y los países de ingresos altos, 5,1 %. Claramente esto tiene que cambiar.
Desde mi experiencia como médico, interesado siempre en los temas de salud mental, y actualmente como presidente del Concejo de Medellín, hemos realizado varias acciones encaminadas a visibilizar la problemática y encontrar soluciones tangibles para todos. Con este propósito realizamos el Congreso Internacional de Salud Mental y Drogadicción, el cual tuvo lugar en agosto de forma virtual, con más de 10.000 personas inscritas que asistieron a debates y ponencias alrededor de la psiquiatría comunitaria y un abordaje de prevención, atención, rehabilitación e inclusión.
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Así mismo, desde el Concejo, en articulación con la administración municipal estamos tramitando el proyecto de acuerdo 008 de 2020 “por medio del cual se institucionaliza la Política Pública de Salud Mental y Adicciones del Municipio de Medellín”, entendiendo que, hoy más que nunca, necesitamos en Medellín, tener una política pública actualizada, con recursos y en sinergia con diferentes actores de la ciudad, sector privado, público y la academia. Todos unidos por un mismo fin: construir estrategias de alto impacto que permitan transformar el modelo de atención de la salud mental en la ciudad.
Necesitamos gobiernos que tengan presente la importancia de ser social-mente- activos y entender que los seres humanos somos el centro de todas las intervenciones. Este 10 de octubre, en el Día Mundial de la Salud Mental, nos unimos a la campaña de aumentar las inversiones para atender esta problemática que puede afectarnos a todos en cualquier momento.
Debemos prepararnos para lo que viene. La salud mental es cosa de todos y no va a permanecer en cuarentena. De hecho, desde ya, cada día sale de casa a desafiarnos con todas sus implicaciones.
Por: Luis Bernardo Vélez Montoya
Médico cirujano, de la Universidad de Antioquia
Presidente del Concejo de Medellín