Un fotógrafo legendario, cierra su estudio en El Poblado. Se dedicará a registrar un mundo diferente.
Niño precoz, insoportable, hiperactivo, tenía solo seis años cuando su papá -don Giovanni Biancardi- le regaló la primera cámara. Había que verlo registrando todo: el perro de la casa, un ternero en la finca, el carro de papá, las olas del mar en Santa Marta.
La obsesión le duró tres años y paró un día, cuando en un accidente absurdo, murió don Giovanni.
No volvió a pensar en la fotografía hasta 12 años después cuando ubicado en Bogotá y apasionado por las motocicletas, encontró un grupo de amigos que eran fotógrafos profesionales. Lo arrastraban en las producciones y se empezó a entusiasmar. Compró una Cannon de 35 milímetros.
No fue extraño entonces que en 1975, terminara de socio con el publicista Javier Marulanda en el legendario estudio de Ivo Romani. El cine lo envolvió, pero no lo atrapó. Viajó a Europa en 1977 y vivió un año en Londres. Se puso reflexivo. Quería ser un fotógrafo profesional. Buscó y encontró. Se fue para Napier University, en Edimburgo, en donde se recibió en 1982.
Con el título y nuevas cámaras llegó a Medellín y montó un pequeño estudio en el Centro Comercial Sandiego mientras se dedicaba a cranear lo que sería su impronta: Biancardi Producciones, una sede monumental en El Poblado, detrás de lo que hoy es Vizcaya.
El solo estudio tenía 350 metros cuadrados (área impensable) con laboratorio, camerinos, cafetería, puente grúa en los techos para luces, ¡todos los fierros! No existía aquí nada que se le pareciera. Todas las agencias, los modelos, las marcas, pasaron por allí: fotografía publicitaria, moda, arquitectura, fotografía industrial, comida, en fin.
Pionero en todo
Siempre las cámaras de última generación, el primero en pasar de la fotografía análoga a la fotografía digital, el primero con celular, el primero que tuvo un Dron, el último computador, los últimos programas en retoque. Ya adulto, era común que en las agencias publicitarias, los jóvenes hablaran de ir donde Fernando Biancardi, el “viejito tecnológico”.
Ya el estudio no va más
En donde está el estudio se levantará El Terral. Biancardi siente que se cierra un ciclo. Agradecido con sus clientes, con su gente, con la vida, ya compró una Olympus micro 4/3 (la última) y ha decidido montarse en su clásica BMW de 1.000 c.c para buscar paisajes, detalles, colores.
Hay ahí un mundo por fotografiar, dice sonriendo.
Por: Alberto Morales
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