La pequeña reina del bicicross Mariana Pajón se ha coronado ocho veces campeona mundial de bicicross Con 14 años, Mariana Pajón Londoño es la actual...
Con el respeto que me merece esta disciplina mental y esperando no herir susceptibilidades en quienes lo practican con absoluta pasión y beneficio, voy a referirme a una práctica de reposición de energía y espíritu anímico que nada tiene que ver con el respetable yoga de origen hindú, pero que al final de cuentas quienes la practicamos lo hacemos con resultados análogos… me refiero a la placentera siesta, asunto totalmente subestimado por la gastronomía, pero tan importante como los vinos, las salsas, los jamones y los quesos. Es un hecho, en asuntos de gastronomía no todas sus reflexiones son alrededor de la comida. La gastronomía también se ocupa de asuntos exógenos tales como el tabaco, la propina y la siesta. Sobre los dos primeros ya me he referido en crónicas anteriores, razón por la cual hoy me entrometeré con la polémica siesta.
Tras seis meses de espera, por fin a comienzos de abril se reactivó el tiquete integrado para El Poblado, luego de que la empresa Metro y Autobuses El Poblado acordaron que el costo de impresión, asumido por los transportadores, bajara de $19 a $9 pesos por tiquete. El valor del tiquete quedó en $1.500 pesos.
Comienzo por poner en claro que yo soy de las que a la mazorca tierna del maíz la llamo chócolo a sabiendas de que muchos coterráneos la llaman choclo. No sé que opinarán los entendidos, pero para el tema que voy a considerar me da lo mismo referirme a chócolo que a choclo ya que el sabor final de sus preparaciones no cambian si lo llamamos de una u otra manera. Vamos al grano: en mi anterior columna (Sopa de cura en vereda) hice referencia a las torticas de chócolo que en muchas familias antioqueñas se involucran en la receta de la sopa de arroz; referencia que motivó a más de un conocido o colega para solicitarme que escribiera alrededor de tan conspicua receta. Como pasa con la gran mayoría de nuestras preparaciones, pretender la existencia de una receta estandarizada es algo bastante utópico pues las versiones y procedimientos cambian de familia en familia convirtiéndose en un asunto de infinitas variables; sin embargo me atrevo a opinar que existen 3 propuestas fundamentales a saber: tortica de chócolo sin nada; tortica de chócolo con quesito y tortica de chócolo con cebolla junca picada. No se trata de tomar partido sobre la mejor… me fascinan las tres y acompañadas de suero costeño son auténtica maravilla culinaria. Pero la verdad de todo este asunto es que en la cocina colombiana existen innumerables recetas con base en la mazorca tierna y con los más disimiles resultados tanto de sabor como de consistencia. Es así como podemos hablar de sopas, cremas, salsas, buñuelos, tortas y pasteles y con la moda e imaginación de los nuevos cocineros en nuestro medio he degustado deliciosos helados derivados de la joven mazorca.
Fuente: Lonja de Propiedad Raíz- datos a septiembre de 2.005
El índice de vacancia o desocupación de los inmuebles comerciales y de servicios de Medellín es de 4.3% (362 inmuebles) de 8.552 inmuebles registrados a 2.004.
Doña Gula sigue con su viaje gastronómico por todo el país. En esta ocasión viajó hasta el extremo sur de Colombia, hasta la misma Leticia, donde estuvo probando los más diversos peces, preparados de no menos variadas maneras. Finaliza con un llamado a que los colombianos tomemos más en cuenta la riqueza gastronómica que tenemos allí, pues su figuración en los restaurantes de nuestras ciudades es bastante reducida.
Molly y Dalí, los springer spaniel ingleses Razas de la familia Spaniel, término en uso desde el siglo XII y que alude a un comienzo español de estos perros, son por ejemplo el Cocker, el Irish Water, el Sussex, el Welsh Springer, el Tibetan o el Cavalier King Charles.
Infinitas maneras de preparar arroz, patacón y pescado, con salsa de felicidad
De la edición impresa (Edición 298)
La semana pasada completé 15 días viajando por la tierra más africana de Colombia. Cual monjita en vacaciones disfruté de sus paisajes, su selva, sus ríos, su mar, sus playas, sus pueblos, sus gentes y ante todo su deliciosa y exclusiva cocina. Dos años no serían suficientes para conocer este paraíso con todo lo que ofrece en términos culinarios, me atrevo a asegurar que podría pasarme todos los días conociendo una nueva receta del fogón afrocolombiano sin llegar a degustarlo completamente.
La sociedad tiende a ver la pubertad y la adolescencia como un período oscuro, amenazante, como una Edad Media en la vida de los hijos.
Padres de familia que han pasaron pruebas difíciles y exigentes como las levantadas a las 2 de la mañana a alimentar y cambiar pañales, pataletas en el suelo en la mitad del centro comercial y discusiones del tipo “pero yo no quiero ir hoy al colegio” (¿las recuerda?), de repente parecen perder toda la fortaleza ganada cuando oyen las palabras pubertad y adolescencia.
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