Recientemente, la periodista Ana Cristina Restrepo publicó en su columna de El Colombiano las cifras de desapariciones en Antioquia entre enero y agosto del año en curso. Según esta publicación, en el departamento han desaparecido 65 mujeres, la mayoría de ellas jóvenes. Muchas, por fortuna, han regresado con vida a sus hogares.
Frente a las personas desaparecidas que aparecen con vida, me genera un desagravio tremendo la forma en que se reacciona en la mayoría de casos, que, si la comparamos con la forma de justificar un homicidio, en desapariciones, vamos por el mismo camino.
¿Por qué? Porque en lugar de celebrar o aliviarnos como sociedad porque una mujer apareció con vida y no con un desenlace triste, comienzan a aparecer las reacciones de que estaba de fiesta, en una finca, se voló con su pareja, etcétera. Se encuentran todas las formas de revictimización posibles, no hay un instante para reflexionar sobre qué es lo que realmente importa.
Si nos vamos al otro extremo, si el desenlace es trágico, esos mismos seres aparecen para nuevamente revictimizar con comentarios sobre la vida privada o crear motivos para justificar su muerte, porque aquí, pareciera que no existe la posibilidad de reflexionar sobre las consecuencias, los dolores y las angustias de los seres cercanos que, independiente de las razones, solo quieren ver nuevamente con vida a esa persona que se fue.
Necesitamos generar una alerta y urgente con relación a las desapariciones que nuestra ciudad está presentando, las cuales comenzaron evidenciarse sistemáticamente desde el primer día de 2020. Sucedió con Luz Leidy, una mujer que se encuentra desaparecida, no hay rastros de ella y muchas personas hemos utilizado diferentes medios para evidenciar este caso y pedir celeridad en las investigaciones.
Luz Leidy es solo un caso, en las últimas semanas hemos vividos otros más, de los cuales, la mayoría han tenido un desenlace positivo con la aparición con vida de las personas que han desaparecido.
Necesitamos no solo la alerta, sino sentir la suficiente empatía para pensar en las horas de angustia que viven padres, familiares y amigos de estas personas que desaparecen, de una ciudad que ha normalizado el homicidio y que no puede normalizar las desapariciones de las personas independiente el motivo.
Necesitamos gritar que nada justifica el homicidio, el feminicidio ni las desapariciones forzosas, necesitamos cuidar nuestros niños y niñas, jóvenes, mujeres y en general, a todos y todas, porque somos universos enteros por descubrir y la violencia no debe impedir que nos crucemos con todos esos universos que hay allí afuera.
Lancemos una voz para discutir sobre las desapariciones y cómo evitar que sigan sucediendo y de igual forma, contra los homicidios y feminicidios.
Por: Daniel Suárez Montoya
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