Así operan los restaurantes que hacen domicilios para cuidar la salud

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¿Es seguro pedir domicilios? Los restaurantes siguen al pie de la letra los protocolos de seguridad. Ragazzi, ganador del pasado Pizza Master, es un ejemplo.

En Google la palabra domicilio en el país fue buscada por un 220 % más de personas. La compañía AppsFlyer entregó un informe en el que aseguran que las aplicaciones de juegos, salud y fitness, noticias, redes sociales, domicilios de comida han crecido sus descargas considerablemente durante la emergencia por el COVID-19.

De hecho, según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (Ccce), los servicios de domicilio han aumentado en un 30 % si se compara con las cifras de semanas anteriores. Y está claro, uno de los peores temores es el contagio. Sin embargo, ¿es seguro pedir a domicilio?

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Toda la operación que hay detrás de un restaurante por estos días es rigurosa. Conversamos con Catalina Orozco, propietaria de Ragazzi Pizza y Pasta para conocer de cerca cómo es el cuidado de un negocio de comidas por estos días.

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Hoy todos los restaurantes saben que la seguridad y la confianza son los ingredientes más importantes, pues de ello depende tener clientes en el seguro. Ragazzi diseñó protocolos de seguridad al máximo que no solo se remiten al restaurante, sino al hogar de sus colaboradores.

En piezas gráficas, se les recuerda a los empleados cuáles son los pasos que deben seguir al salir de casa, al ingresar al trabajo y al regresar a su hogar.

La primera medida que tomaron para garantizar la salud de sus empleados fue trabajar con aquellos que viven cerca de cada una de sus cuatros sedes y pueden desplazarse caminando o con los que tienen medio de transporte propio.

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Al entrar, lo primero que se hace es una toma de temperatura de cada uno de los empleados que se lleva en un registro. Siempre se les obliga a retirarse los zapatos antes de entrar al local. Estos son puestos en bolsas plásticas que se quedan en la parte exterior del restaurante. Al entrar hay lavado y desinfección de manos y cambio de ropa al uniforme.

Cada media hora, una alarma les recuerda a los cocineros que deben lavarse las manos y desinfectar los mesones.

A la hora de entregar los pedidos, las cajas de las pizzas se envuelven en dos capas de película plástica y cuando se sale de la cocina, siempre es con tapabocas. “Nadie de la cocina tiene contacto con los domiciliarios de las aplicaciones pues el pedido se deja sobre una mesa”, explica Catalina. “Y si el domiciliario llega sin tapabocas o sin guantes, se cancela el pedido”.

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Después de que el domiciliario se va, se desinfecta la superficie que éste tocó con alcohol. “A través de cámaras y de visitas sorpresas nos aseguramos de que se siga los protocolos”.  Cada turno tiene entre dos y tres personas, para evitar que las cocinas estén muy llenas de personal.

Al final, el mensaje que quieren mandar es que “sino cuidamos a todo el mundo, las medidas de aislamiento no serán efectivas”.

Por Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]

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