La empresa de sembrar vida en la industria funeraria

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Hoy: Animal Compost.

Cuando muchos apenas vamos en asimilar la idea del compost y tal vez, tal vez, aplicarla en casa, Daniel Correa y Melissa Naranjo hace rato ya venían con el concepto. Y no solo convertido en empresa sino aplicado a la industria funeraria, con un historial de 3.000 servicios prestados en un año largo y con la meta para 2020 de extenderse a Bogotá y a Cali. Estados Unidos también está entre los sueños.

Pero, ¡momento!, ¿industria funeraria? “Sí, soy un veterinario haciendo empresa en ese sector”, dice quien ya ha recorrido con éxito el camino de Parque del Emprendimiento, Innpulsa y Shark Tank Colombia, el reality de Sony.

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Por compost hemos tenido el proceso que involucra restos de frutas, verduras, plantas, café o cáscaras de huevos o el periódico, pero Daniel y Melissa lo elevaron al procesamiento de cuerpos de animales para la producción de abono orgánico. “Es la sabiduría de la naturaleza, de cómo aprovechar la muerte para crear otra vida”, explican.

Vamos por partes

Todo ocurre en un bosque ubicado en la vereda Chaparral de Guarne y con animales que han perdido la vida, por ahora con mascotas, desde perros y gatos, hasta otras menos numerosas como roedores, loros, tortugas, iguanas y guacamayas. Para el año entrante habrá caballos.

El animal, por supuesto bajo el consentimiento de su familia propietaria, va a la tierra y es envuelto en viruta de madera o en cascarilla de arroz y mediante biotecnología se desatará un proceso de descomposición controlada. Según el peso del cuerpo, entre seis y ocho semanas la naturaleza habrá producido un abono rico, entre otros componentes, en calcio.

“Nuestro valor agregado frente a las disposiciones de cuerpos sin vida es la sostenibilidad ambiental”, dice Daniel. “El entierro tradicional genera contaminación de las aguas y la cremación solo reduce a cenizas el 4 % del peso, el resto se convierte en gases y demanda un alto consumo de energía no renovable”, agrega.

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La muerte, lo sabe Daniel, es un asunto del que nadie quiere hablar, pero en Animal Compost insisten en su punto: “mediante un proceso innovador estamos creando otras vidas”.

El recuerdo hecho guayacán amarillo

Todo el proceso, sostienen en Animal Compost, cuenta con el seguimiento de la familia y la presencia final en el Jardín de la Vida, un bosque con árboles y plantas donde se honra la memoria de la mascota; además esta se lleva a casa desde guayacanes amarillos o suculentas, abonados con el compost creado en origen y como representación de ese ser querido.

El modelo de negocio ha sumado inversionistas y explora la viabilidad de ser franquiciado. “En la transición de la práctica profesional al campo laboral viajé a Amazonas y entendí la sabiduría de la naturaleza”, así se desató la idea de Animal Compost, que había surgido en una tesis de grado. “A lo que en 2016 fue un requisito de grado le vimos la real dimensión y decidimos llevarlo al mercado y no dejarlo archivado en una biblioteca”, valora Daniel.

Unos van en etapa de cáscara de huevos; Melissa y Daniel elevan la vara y crean Animal Compost; ¿han pensado bajo el mismo concepto en procesar cuerpos humanos? “En Estados Unidos es una realidad. Es viable. Sin duda no es una locura”, cierra Daniel.

 

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