En Colombia, país de oportunidades, hacer una pésima alcaldía en ciudad importante te puede abrir las puertas de la Presidencia de la República.
Ya lo demostró nuestro pétrico presidente, quien ostentando orgulloso su deplorable administración en Bogotá entre 2012 y 2015, se sintió con pleno merecimiento para aspirar al máximo cargo de la nación. Y ahí lo tenemos y padecemos, desparramado sobre el solio de Bolívar, profundi- zando su errático estilo político y (des)administrativo…
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Entonces… a ver… ¿por qué no podría intentarlo uno de sus seguidores? Es del mismo color político, también se siente ser el redentor de su ciudad (y de su patria, ¡por qué no!). Y, todavía más importante, llena el requisito básico de haber hecho una alcaldía lamentable en Medellín.
Alcaldía trunca, pues renunció/huyó y resucitó al primer día para ir a revitalizar la campaña de su pupilo Upegui. Quien le estará eternamente agradecido por ese empujón de último momento, esa energizante co- rriente de aire fresco que entró a su campaña y que le permitió alcanzar un increíble número de votos… muchísimo menor que los que habría obtenido por sí solo.
Este gran visionario -en el sentido de ver visiones, como la de haber presidido una extraordinaria y transformadora alcaldía de Medellín; o la de él mismo llegar en pocos años a “tirar solio” en la Casa de Nariño– desde ya mismo está iniciando su campaña presidencial.
Es en serio. De hecho, ya tiene lista buena parte del material de cam- paña que usará en 2026: los más de 200.000 ejemplares sobrantes de su publicación titulada -con fina ironía- El Poder de la Verdad, que hoy atiborra los cuartos útiles de La Alpujarra. Esas toneladas de papel ya las pagamos todos, pero al parecer nadie quiso ni quiere repartir. Tal vez ni siquiera tocar.
Pero en 2026 las cosas serán distintas, quizá piense nuestro personaje. Confiará en que Medellín, Antioquia y el país entero ya habrán tenido tiempo de dimensionar su calidad de líder natural, de esos que se dan uno en cada generación. La nueva Fiscalía ya lo habrá exonerado de tantas acusaciones mal intencionadas y habrá quedado demostrado que los corruptos eran sus enemigos.
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El Poder de la Vanidad…
En su visión, se mirará recorriendo eufórico las ciudades, recibiendo felicitaciones y adhesiones por doquier, manejando la “data” de sus electores y favorecedores de formas muy creativas, barriendo en las encuestas y asumiendo el liderazgo de un Pacto Histórico que lo buscará para salvarse y fortalecerse.
¿Presidencia casi inevitable, como parecía la de Luis Carlos Galán en su momento?
El único detallito por ajustar es que para 2026 la izquierda estará tan desprestigiada luego de cuatro años de gobierno catastrófico (presidencia pétrica, peor todavía que su alcaldía), que el péndulo ya se habrá desplazado del todo hacia el otro extremo.
El pueblo, defraudado, clamará por un nuevo cambio (que esta vez sí se dará en primera, je, je).
¡Y no será propiamente nuestro flamante exalcalde quien lo represente!