Nostalgia: el término más afín al tango

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La palabra nostalgia está en la entraña de la historia del tango, y si no cree, mire la llegada de los buques con centenares de hombres de distintos países a los puertos de Montevideo y de Buenos Aires.

La nostalgia de este artículo, no está ligada al regreso sino al afán del olvido y de un “loco amor” definido de una vez por el poeta “no es amor, es un sufrir”, no en vano cuando el tango se conoció despertó el siguiente comentario: “Nostalgias dejó triste a todo Buenos Aires”.

“Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir…
Y aquí vengo para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas…”.

En el tango Nostalgias están de la mano Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo, el primero reconocido como uno de los mejores músicos, y de quien dijo Roberto Selles “fue un auténtico evolucionista del tango, tanto en su calidad de ejecutante, como de compositor”.

Ahora bien, mucha gente se pregunta si el tango se llama Nostalgia o Nostalgias, en la partitura original está escrita así: Nostalgias.

El primer verso, ya cautiva al oyente: “Quiero emborrachar mi corazón” y todo esto no es más que una queja de amor que convoca a Dionisos, dios del vino, de la euforia y la liberación, deidad que está relacionada con la vida y con la muerte.

El vino produce efectos contradictorios, ya lo señalaba Hesíodo que Dionisos dio a los hombres el vino para su alegría y su dolor, el que bebe hasta hartarse el vino lo exalta, le quita el movimiento, la facilidad de hablar y por lo mismo nubla el entendimiento, y cuando llega a este estado, lo acompaña el dulce sueño y en este contexto el sueño es el olvido.

El regalo que el dios Dionisos dio a los hombres es el efecto liberador de sus preocupaciones en la embriaguez; sin embargo, hay que trascender esto porque en realidad no se trataba de embriagarse sino de estar en un estado de entusiasmo y para entender esta palabra, mirar la etimología: entheos que lleva un dios dentro (en+theos).

La embriaguez del dios del vino representa perfectamente la embriaguez vital de la existencia. Y de aquí derivo la angustia emanada del desamor cuando el poeta busca compañía para la tristeza y qué mejor que la del bandoneón, un recurso literario bien utilizado.

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“… Gime, bandoneón, tu tango gris,
quizá a ti te hiera igual
algún amor sentimental…”.

Luego de conocido el tango, comenzaron a correr algunas curiosas versiones sobre el autor y Cadícamo cuenta lo siguiente: “Unos afirmaban que en aquella canción dislacerante, yo había querido reflejar mi desventura plagiando mi propio drama de amor frustrado, por una cruel tormenta emocional. Otros sostenían que había llegado a conocer en carne y hueso a la inspiradora. A nadie se le ocurrió pensar que sólo fuera una de aquellas lejanas reminiscencias sentimentales que a veces suelen aparecer de pronto en nuestro espíritu como fantasmas.
Para terminar con toda clase de sospechas, Nostalgias fue dedicado a nuestro amigo, el dueño de Charleston, don Emilio Rossi”.

“… Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
por los fracasos del amor“.

Sólo una música es capaz de hacer conocer a un pueblo.

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