Fijemos metas radicales hacia la no utilización del diésel y las energías más limpias en la industria, y sanciones a quienes alteran la revisión tecnicomecánica de sus vehículos.
Ahora que el Plan de Desarrollo está en estudio del Consejo Municipal de Planeación y que entre abril y mayo lo deberá conocer y decidir sobre él el Concejo de Medellín, será positivo tener presentes las propuestas ciudadanas expresadas en diferentes encuentros y que han llevado a la administración a hablar de la mayor participación en estos procesos en la ciudad. Esa participación hace más necesario que las propuestas ciudadanas sean integradas al plan en un buen porcentaje.
Importante volver sobre las propuestas de los líderes de comunas y corregimientos y de distintos sectores sociales. Por ejemplo, los de la comuna 14 hablaron sobre asuntos específicos de inclusión, equidad, educación, salud, transporte y medio ambiente; o en la Comisión Técnica Ambiental se habló de nueve sectores y se hizo énfasis en la calidad del aire, residuos sólidos y movilidad. Muchos de esos requerimientos pueden ser atendidos dentro del cumplimiento de las metas que queden consignadas en las cinco líneas del plan.
Considero que hay que prestar especial atención a la línea de ecociudad del Plan de Desarrollo de Medellín, poner énfasis minuciosos y ser explícitos en metas y recursos de estos dos aspectos: transición energética y manejo integral de la cuenca del río.
Construir ecociudad tiene que estar enmarcado en la transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables.
Aquí podemos ponernos metas radicales hacia la no utilización del diésel; cambio del carbón al gas u otras energías más limpias en la industria; sanciones ejemplares a quienes no realizan, o alteran, la revisión tecnicomecánica y de gases de sus vehículos, incluyendo motos; más transporte público (buses y taxis) eléctricos, y promover que EPM aumente su presencia en energías renovables no convencionales (eólica, solar, biomasa).
Volver al manejo integral de la cuenca del río Aburrá-Medellín, que fue el objetivo del desaparecido Instituto Mi Río, debe ser otra orientación del Plan de Desarrollo. La actuación autónoma de EPM, Secretaría de Medio Ambiente, Empresas Varias, Seguridad, Gobierno y demás entidades que tienen que ver con el río y sus quebradas es ineficiente y daña, o retrasa, esa recuperación. Las metas en coordinación de esas entidades, para hacer más robusto el presupuesto asignado y el efecto sobre la recuperación de la cuenca son vitales para construir ecociudad.
Lo que hemos hecho hasta ahora es priorizar las propuestas contenidas en el programa de gobierno del alcalde Quintero. A estas se les asignarán recursos para que pueden cumplirse, con plazo final en 2023. Una adecuada mirada a las propuestas ciudadanas que puedan ser integradas y cumplidas, será la fórmula para que este plan de desarrollo consolide el presente y nos enrute a un mejor futuro.