Miles de turistas vienen al país con la idea de probar su gastronomía.
El fenómeno empezó hace dos años y hay razones de peso.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
Cerca de 4 millones de extranjeros visitan Colombia cada año. Y todos deben comer. Unos lo hacen por necesidad, otros por verdadero placer. Y en ese último punto, el país se ha convertido en una especie de paraíso para los sibaritas.
No es algo inventado. En medios tan importantes como el New York Times o The Telegraph de Londres hablan de Colombia como ese lugar que hay que visitar por su comida. The Telegraph, por ejemplo, dice que al venir a Colombia “tienes cinco países por el precio de uno”. De hecho, la nota, firmada por Paul Richardson, hace un recorrido por Bogotá y por Medellín resaltando todos aquellos ingredientes que le dan forma a una potencia gastronómica.
Tatiana Mejía, dueña de Astuviaje Gourmet, una agencia de viajes especializada en experiencias de la mesa, destaca que desde hace dos años este tipo de turismo ha ido creciendo en el país. “Quienes más disfrutan probar nuestros sabores son mexicanos, españoles y estadounidenses”, cuenta.
Mejía agrega que uno de los destinos más apetecidos es el Amazonas. En este punto, Juliana Duque, editora y consultora en temas de cocina y gastronomía, explica que las tendencias invitan hoy a revisar esa región como gran despensa “y eso nos pone en una posición privilegiada junto a Brasil”.
Una razón
Pero no puede ser algo casual el hecho de que Colombia haya empezado a aparecer en todas partes como un destino gastronómico casi que obligatorio. Para el chef Carlos Gaviria, docente de la Universidad de la Sabana, “eso no debería sorprendernos”, y explica que de un país rico en biodiversidad se espera igual abundancia en temas culinarios. “Pero siempre nos hemos avergonzado de lo nuestro y eso apenas está cambiando”.
Nombres como el de la cocinera Leonor Espinosa han empezado a aparecer en la escena culinaria internacional. De hecho, Leo, su restaurante, entró en 2018 a la lista de los mejores del mundo, según la revista inglesa Restaurant. “Su nombre ha hecho que Colombia sea mucho más visible”, explica Duque. Leo acumula ya varios reconocimientos internacionales y se ha convertido en una de las embajadoras de nuestros sabores. A sus ojos, el fenómeno en Colombia tiene que ver, precisamente, con que los ingredientes y técnicas colombianos han empezado a llegar a la alta cocina: “en Perú o en México se conocía poco la cocina tradicional, hasta que llegó a los restaurantes a manteles”.
Así, cocineros y cocineras como ella son los encargados de hacer que el país empiece a figurar y, al mismo tiempo, a convertirse en un paraíso para los gourmets. “Propuestas como la de Interno, en la cárcel de San Diego, en Cartagena, o de aquellos cocineros que se van al campo y entablan diálogos con comunidades tradicionales para aprender sabores y saberes han hecho que los extranjeros se interesen en Colombia como destino”, explica Tatiana Mejía.
Inversión
Además de que Colombia tiene un buen producto, de que hay cocineros dispuestos a reivindicarlo y a reconciliarse con la tradición, al mismo tiempo hay un trabajo de relacionamiento e inversión que parte desde lo público y lo privado. “No es coincidencia que salgamos en todos los medios del mundo casi que al mismo tiempo”, dice Juliana Duque. En ese sentido, hace hincapié en que, en paralelo a las iniciativas culinarias, organizaciones como la Cámara de Comercio de Bogotá o Procolombia han iniciado fuertes trabajos relacionados con la gastronomía para hacer de Colombia un paraíso para los foodies. Así, han traído ceremonias como la entrega de los 50 Best Latinoamérica o un capítulo de la feria Madrid Fusión que tiene como centro la investigación.
La paz
Otro de los puntos a favor para convertir al país en un paraíso gastronómico tiene que ver con el posconflicto. “La coyuntura actual ha permitido llegar a lugares que antes estaban prohibidos”, explica Juliana Duque, a quien se suma Tatiana Mejía, quien afirma que en los dos últimos años se ha visto un incremento importante en el interés no solo en un conocer un destino, sino en probar nuevos sabores: “los lugares más apetecidos son el Amazonas, el Eje Cafetero, el Caribe, el Pacífico y los Santanderes”, comenta Mejía.
Además, el hecho de poder llegar a lugares a los que antes no se podía permite entonces que los turistas puedan acercarse para conocer la memoria histórica del territorio y establecer conexiones más cercanas con la tradición. Y a ello hay que agregar lo que dice Carlos Gaviria: “hay que empezar a documentarnos, casi que se trata de cocinar con bibliografía, crear de una forma responsable”, solo de esa forma se podrá ofrecer una experiencia auténtica y real a esas personas que se interesan por conocer mucho más de nuestra gastronomía.