La Revolución Francesa no solo da origen a los Derechos Humanos y a un gran acervo de ideas políticas; también con dicha revolución nacen la alta cocina y los grandes hoteles.
Desde que el hombre dominó el fuego y aprendió a transportarlo comenzó a viajar más allá de su tierra de crianza. Heródoto, Marco Polo, Colón y Montaigne son cuatro personajes de la historia, quienes en épocas totalmente diferentes escribieron sobre sus viajes, cuando aun no existía lo que hoy denominamos turismo. Es evidente que, lugares para comer y sitios para pernoctar han existido -por los siglos de los siglos- para los viajeros alejados de su país; sin embargo, aquello que actualmente se ofrece como un servicio especializado es relativamente reciente. Veamos: el turismo que hoy se oferta en los cuatro puntos cardinales de la Tierra, tuvo sus orígenes a finales de los años 20 del siglo XX, resultado de la popularización del automóvil en las clases medias europeas; de igual forma, la construcción de carreteras en ese mismo continente y la popularización de la aviación y del transporte ferroviario, permitieron transitar en un solo día distancias jamás imaginadas. ¿Total? con el advenimiento del turismo, nace un próspero negocio en donde habitación y alimentación (léase: hotel y restaurante) juegan un papel fundamental para el éxito de la llamada industria sin chimeneas. Ni en la antigua China, ni en Mesopotamia, ni en la época del Gran Egipto, ni durante la civilización griega o durante el imperio romano, tampoco durante los siglos de la Edad Media y del Renacimiento aparece la venta de alimentos preparados bajo la modalidad de restaurante. Así las cosas, el momento histórico en que surgen los restaurantes como “modelo de negocio” de la civilización occidental, es consecuencia de la Revolución Francesa (finales del siglo XVIII), cuando los cocineros de las ricas y aristocráticas familias caídas en desgracia, establecen sus servicios en lugares públicos dedicados a la preparación de comida, abriendo sus propios locales con infraestructuras concebidas para ello.
Se inicia una nueva época en los oficios de cocinar y servir; ya no se necesita pertenecer a la realeza o las cortes, basta con ser un burgués adinerado. Nace una nueva costumbre en el mundo occidental: almorzar y cenar fuera de casa en un lugar diseñado y amoblado exclusivamente para disfrutar de la buena mesa, donde mobiliario y accesorios (vajillas, lencerías y cubertería) complementan una novedosa modalidad de oferta: comida a la carta, la cual permite escoger -o bien esto, o bien aquello- para ser traído a manteles por unos señores elegantemente vestidos, quienes lo pondrán en la mesa con protocolarias maneras de mesa.
Quede claro: La Revolución Francesa, no solo da origen a los Derechos Humanos y a un gran acervo de ideas políticas que hoy se practican en todo el mundo; también con dicha revolución nace la alta cocina, surgen los grandes hoteles, se consolida el periodismo gastronómico, ratificándose así una ley social universal: la política permea la cocina… pero vapores y sinsabores son recíprocos.