Reciclamos viejas violencias y generamos nuevos focos de sufrimiento y violación del derecho a la vida en todas las regiones del departamento. Hay que tener la valentía de reconocerlo.
Nos convendría a los antioqueños identificar cómo hicimos para no ser en este 2020 “la mejor esquina de América, justa, pacífica, educada y en armonía con la naturaleza”, como decía la visión que construimos con amplia participación a finales del siglo XX.
No se trata de golpes de pecho ni de señalar culpables (que en verdad somos todos), sino de definir cómo nos volvemos a comprometer con ese propósito, a todas luces vigente, y damos los pasos necesarios para cumplirlo.
No fuimos capaces de ser mejores hoy (lo que no demerita nuestros avances que, de seguro, los tenemos) por razones diversas que, si las identificamos, podremos ponernos otra vez de acuerdo en la ruta para superarlas. Eso requiere valentía. Sí, requiere la valentía de reconocerlo (no somos la mejor esquina); requiere la valentía de saber cómo mantenemos niveles imperdonables de inequidad social, económica, de acceso a servicios, cultural y de bienestar en general entre personas, grupos sociales y regiones; cómo es que reciclamos viejas violencias y generamos nuevos focos de sufrimiento y violación del derecho a la vida en todas las regiones del departamento (con solo pequeñas excepciones); cómo nuestra educación sigue siendo de dudosa calidad, con problemas en pertinencia, acceso y deserción, que no logramos superar; cómo acabamos nuestros ecosistemas con minería ilegal (y aún la legal que quiere cambiar la vocación de algunas zonas), deforestación intensa y poca conciencia del desastre ambiental que provocamos, en especial, desde el conglomerado urbano.
Después de la valentía de reconocer cómo no fuimos capaces de serlo, viene la valentía de comprometernos a transitar el camino que nos lleve a cumplirla.
Tanto el gobernador Gaviria, como el alcalde Quintero están hablando bastante de “futuro” y dicen que nos convocarán a que lo pensemos y actuemos en consecuencia. Pues no hay que buscar mucho y desde ya podemos apoyarlos con esta propuesta. Ajustar (en la conceptualización de los términos, no en su formulación) la visión de Antioquia para 2040 y establecer el camino para cumplirla requiere solo más voluntad que recursos. Volver a hablar de la visión de Antioquia e integrarla a las discusiones de los planes de desarrollo que deben cumplir las nuevas administraciones, tanto la departamental como las de los 125 municipios, es un buen principio.
Si en estos cuatro años logramos recomponer el camino de la justicia, la paz, la educación y la protección del medio ambiente (que es principalmente la protección de la vida), habremos realizado la mejor tarea y sabremos que ahora sí podremos ser en 2040, lo que no fuimos capaces de ser hoy.