Por décadas, la red hídrica de El Poblado ha sido tema de interés de la ciudadanía, no solo por las afectaciones a la estética de los efluentes sino por los daños que puede ocasionar cuando el agua se sale de su cauce. Vivir en El Poblado ha sido testigo.
1994
En mayo de 1994 las quebradas La Volcana y La Sucia eran la pesadilla de los residentes de la urbanización Poblado de Chipre, desde donde se reportaba que “por La Sucia baja espuma permanentemente, el lecho está lleno de telas, de bolsas de basura y todo tipo de desperdicios; a La Volcana se le están derrumbando las paredes de tierra, quedando en peligro los terrenos de la unidad residencial y con posibilidades de represamiento del agua…”.
El estado de ambas quebradas no era un caso aislado, sino más bien lo que representaba la situación de cientos de fuentes de agua de El Poblado. En esa misma fecha, Vivir en El Poblado registró las obras que el Instituto Mi Río realizó en la quebrada La Presidenta por solicitud de los vecinos de la Divina Eucaristía, y cuya inversión fue de $10 millones.
Eran los noventa, y ya se vislumbraba una creciente preocupación por el medioambiente y, en especial, el estado de las quebradas. No en vano, en 1992 nació el Instituto Mi Río, para proteger la red hídrica de Medellín.
El Poblado fue donde se realizó el piloto del programa de Adopción de Quebradas, liderado por el Cabildo Verde en convenio con el Instituto Mi Río. El programa consistió “en asignar algunos tramos a empresas, colegios, universidades, urbanizaciones y agrupaciones para que adopten (a las quebradas) como propias y respondan por ellas en cuanto a limpieza, arborización, zonas verdes y adecuación general”, registró Vivir en El Poblado en 1994.
En El Poblado hay más de 400 quebradas, según los datos registrados en la Mesa Ambiental de El Poblado, organización que junto con la Junta Administradora Local (JAL) de la comuna se encarga de hacer seguimiento a la situación de los efluentes, con el acompañamiento de la Secretaría de Medio Ambiente, el Dagrd y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
“Nosotros hacemos recorridos periódicos para revisar la situación de las quebradas; en ellos se ha evidenciado problemáticas en La Escopetería, La Paulita, La Presidenta y Zúñiga”, dice Juan Sebastián Rey, presidente de la JAL de El Poblado y expresa que los problemas de hace 30 años son casi los mismos de hoy, es decir, contaminación por aguas negras, efervescencia por recepción de químicos, taponamientos por escombros e invasión de cauces, entre otros.
Desvío de cauces
Desde los noventa a la fecha, la urbanización de El Poblado ha crecido de manera exponencial y, en muchos casos y de manera literal, la construcción ha pasado por encima de las quebradas o ha cambiado su cauce, con todo lo que ello implica.
“La Volcana, La Paulita y La Escopetería fueron modificadas por los constructores; esto ocurre hace 25 o 30 años y esas intervenciones generan afectaciones porque el agua siempre reclama su cauce”, explica José Fernando Álvarez, de la Mesa Ambiental de El Poblado.
Otra problemática permanente es el incremento de las lluvias, por lo que Dagrd y Siata están monitoreando; así fue como se logró generar una alerta roja por las lluvias de comienzos de mayo pasado. La JAL también originó su propia alerta porque cree que han fallado las acciones de limpieza de las quebradas en condiciones críticas.
Por su parte, la Mesa Ambiental de El Poblado ha pedido la continuación del Plan Integral de La Presidenta, para culminar el parque lineal con el que se protegería su cauce.
Ayer y hoy, El Poblado siempre ha estado preocupado por sus quebradas y con el sueño de verlas cristalinas para tenerlas de fondo de sus registros fotográficos.