El Museo de Arte Moderno de Medellín —MAMM— será sede de una experiencia culinaria temporal o pop up, disponible en uno de los espacios del quinto piso, entre el 2 de septiembre y el 19 de diciembre: Experience Sense Restaurant.
“Comer en un museo siempre es algo especial, pero si hablamos del Guggenheim Bilbao ya son palabras mayores, pues la singularidad del espacio repercute sobre toda la experiencia”. Esto se lee en la Guía Michelin de España sobre Nerua, el restaurante que alberga el emblemático edificio, al mando del reconocido cocinero Josean Alija desde 2011, y que cuenta con una estrella Michelin.
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La relación entre arte y cocina es de vieja data y múltiples vertientes. Desde la inclusión de alimentos en obras de arte, siendo los bodegones los más obvios, pasando por la puesta en escena de banquetes que, desde lo objetual, hasta lo comestible, han sido un deleite para los sentidos; hasta acontecimientos más recientes y explícitos como la presencia del chef español Ferrán Adrià en la Documenta 12 de Kassel, Alemania, en 2007, con su restaurante El Bulli durante los cien días del evento artístico, brindando una experiencia gastronómica, emocional y estética.
En el ámbito local también hay ejemplos. Hace unos años el Parque Explora realizó la exposición Comer: Las mesas de América Latina, la cual puso en escena “la memoria culinaria como referente de la identidad del país, un lugar donde confluyen historias, saberes, vivencias, gustos, técnicas, anécdotas y sabores”. Por su parte, la artista Natalia Giraldo incluye en sus obras la sal y el alimento en general, y en 2018 obtuvo un estímulo a la creación de las Casas de la Cultura de Medellín para realizar la obra Con pecado concebida, que reunía arte y cocina como medio de reflexión sobre las problemáticas de género.
Ahora el Museo de Arte Moderno de Medellín —MAMM— será sede de una experiencia culinaria temporal o pop up, disponible en uno de los espacios del quinto piso entre el 2 de septiembre y el 19 de diciembre con el nombre de Experience Sense Restaurant, cuyos gestores describen como multisensorial y neurogastronomía. Existe aún secretismo en la propuesta, tras la cual está un cocinero español.
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Será un espacio de cien metros cuadrados “en donde los visitantes podrán vivir una aventura alrededor de la cocina mundial. Disfrutarán de selectas recetas de la gastronomía africana, asiática, oceánica, europea y americana sin levantarse de la mesa. Un complejo sistema tecnológico hace que los paisajes de la locación cambien de acuerdo al lugar de origen de los platos que se sirven. Al igual que los lugares se modifican, también lo hace el sonido del ambiente, el aroma del espacio, la textura de la vajilla”. El menú, compuesto por 16 momentos, le permitirá al comensal conocer cómo se alimentan algunas culturas, en una sola noche.
Se trata de una iniciativa de terceros que el museo acoge al alquilar el espacio, lo cual, no obstante, evidencia esa simbiosis arte – cocina. Es, además, una noticia alentadora tras meses de limitaciones, que tanto el sector cultural, como el de restaurantes, han padecido con rigor. Enhorabuena por este ensamblaje que nos recuerda cuánto se han desdibujado las fronteras entre saberes y disciplinas, abriendo un mundo de posibilidades.