Presos de la confusión que se genera por compartir fronteras, pero tener normas diferentes, la ciudadanía y el comercio de Envigado y de Medellín han experimentado dificultades en la interpretación de restricciones como la ley seca.
Durante todo julio, que hoy termina, Medellín tuvo cada fin de semana la restricción para la venta y el consumo de licor. Dijo en su momento el alcalde Daniel Quintero que la ley seca se aplicaría en la ciudad “mientras haya un aumento en los casos de COVID-19” y que “se evaluaría cada semana para tomar decisiones”, dijo.
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Al mismo tiempo, en el municipio vecino, la Alcaldía de Envigado no optó por esta restricción. En consecuencia fueron conocidas las dificultades de establecimientos comerciales y supermercados que operan en las dos ciudades y que unificaron sus limitaciones en ventas de productos, bajo lo indicado por Medellín: ley seca para todos, así Envigado no la hubiera decretado.
Este fin de semana, con ocasión de la prolongación de la cuarentena obligatoria en Colombia hasta el primero de septiembre, regresan las dudas.
En concreto, Medellín estableció, basado en el decreto de extensión de la cuarentena en Colombia, que está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas en espacios abiertos y en establecimientos de comercio, pero se permite el expendio por ejemplo, en ventas a domicilio o en negocios que diseñaron servicios para recoger y llevar.
En el mismo sentido, Envigado esta vez tampoco tendrá ley seca. “Los decretos nacionales permiten la comercialización de bebidas alcohólicas y por ello, cualquier decisión de las administraciones municipales por fuera del marco legal, deben tener una justificación constitucional, que trascienda derechos subjetivos”, explicó el secretario de Gobierno de ese municipio, Rafael Betancur.