Se cayeron el trabajo, la clientela y los ingresos. Así lo reportan en la Bernal, así ven las soluciones.
La tarde no está para charlas ni para hablar con desconocidos y menos para desnudar las penas. Les cuesta hablar de su situación, les genera angustia y desespero y piensan en rendirse. No la pasan bien los taxistas de la ciudad, tampoco los de Flota Bernal.
Beneficiados en otros tiempos por su zona de influencia, hoy esta les cobra factura. En El Poblado no hay turismo ni restaurantes abiertos, tampoco discotecas. El turno de la noche ya no sirve. “Dan las 8:00 p.m. y no hay nada qué hacer”, dice Edison Duque, de la Bernal.
En el día la suerte cambia poco. No transportan estudiantes, ni oficinistas. Pocos comerciantes los abordan y cuando resulta una carrera y entablan conversación se enteran de otros dramas que se viven en la ciudad: los que están a punto de perder su carro; los que cerraron su negocio porque no pudieron pagar más local y empleados.
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Los ingresos se cayeron
Las cuentas sin duda preocupan. Antes un servicio les resultaba en 20 minutos, ahora pasan hasta tres horas esperando uno. E ir de lado a lado de la ciudad, no rinde. En un turno un taxista, dueño del carro, se hacía $180.000, ahora son $40.000. “Así ¿quién le paga al banco?”, se lamenta Duque.
En esas llegan sus colegas. También se desahogan. Aníbal Urrego y Óscar Serna cuentan que un sábado era de $300.000, ahora en pandemia son $80.000, “y eso que trabajando 16 horas, no 14 como antes”, enfatiza Urrego.
A la conversación se suma María Isabel Quintero, que vendía 30 platos de comida un viernes. Ahora son cinco porque “muchos ya cargan coca”. También Jaime Gómez, alistador de taxis, que bajó sus ingresos a menos de la mitad. “Incluso me dicen que les fíe”.
Frente a todo este panorama, el gremio le pide al Gobierno ayuda con la seguridad social de los empleados, los seguros de los vehículos, la administración, los parafiscales “y las aplicaciones, porque si antes nos estaban afectando el trabajo, ahora, con la pandemia, los dos nos van a llevar a la quiebra”, como dice Edison.
Los buseros también se lamentan
En el gremio también hay preocupación. En Poblado-Laureles se habla de 350 familias afectadas, de liquidaciones de $200.000 cuando antes eran de $900.000. Le piden al Gobierno que los dejen trabajar al 75 % de su capacidad y que no los estigmatice, porque hay estudios realizados por las universidades Nacional y Los Andes, que muestran que el contagio es por descuidos personales y no por usar bus.