La Corporación Crear Unidos apoya, desde hace 18 años, el proyecto de vida de 50 jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Érika Isaza es gestora y alma de esta hermosa obra.
En la loma del Esmeraldal, en Envigado, un acogedor cafesito de barrio es, desde septiembre de este año, la sensación. El menú: un delicioso café gourmet, proveniente de la finca La Chapolera, de Fredonia, y los más exquisitos pasteles de arequipe con almendras, panes de chocolate y cruasanes de jamón serrano y de queso azul. Si el antojo es un lugar tranquilo y de buena energía para tomar el algo, este es: Café Crear Unidos.
Pero, al entrar, cuando te recibe el anfitrión, Juan José Mesa, y te atiende en la mesa Sebastián Arango, dos jóvenes con síndrome de down, te das cuenta de que este es verdaderamente un lugar especial: es la apuesta de inclusión laboral de la corporación Crear Unidos, una entidad sin ánimo de lucro que lleva 18 años brindando acompañamiento y apoyo a las personas con discapacidad intelectual. La Corporación, fundada por Érika Isaza Londoño, educadora especial, atiende actualmente a 50 jóvenes y adultos, en un proyecto que enmarca cuatro dimensiones: Ser en bienestar, apoyo emocional; Ser en armonía, desarrollo artístico; Ser funcional, formación para el trabajo; y Ser saludable, entrenamiento deportivo.
Después de trabajar durante 6 años en una entidad en la que tuvo la oportunidad de conocer cuáles eran las expectativas de los jóvenes que terminaban su ciclo escolar, y qué proyectos de vida tenían, decidió iniciar la Corporación, que ha crecido hasta el punto de ofrecer una casa-hogar para las personas que lo necesitan: “Un día le pregunté a una de las mamás: ¿usted que le pide a Dios?, y ella me contestó: lo que le pido a Dios es que mi hijo se muera primero que yo. Eso me impactó y me llegó al alma. Como educadora especial empecé a darme cuenta de la realidad, que es muy dura: en muchos casos, cuando falta el padre o la madre de familia, el chico queda totalmente desprotegido”.
Durante todos estos años, la Corporación ha logrado que muchos jóvenes con discapacidad intelectual puedan acceder a un trabajo digno. Inicialmente, con el apoyo de la entidad en la que Érika había empezado su proyecto, generaron un proceso de formación como empacadores. El proyecto tuvo eco después en el corazón generoso de Alberto Duque, que recibió con entusiasmo, en su supermercado EURO, a los jóvenes que la corporación había formado. Ese fue el inicio del proyecto de inclusión laboral.
El Café Crear Unidos es una unidad de negocio de la Corporación, que no solo la apoya financieramente, sino que se ha convertido en el espacio en el que cinco jóvenes con discapacidad intelectual han encontrado un trabajo digno. El café y la casa-hogar pertenecen a la Corporación gracias a que la Alcaldía de Envigado les ha entregado dos propiedades en la modalidad de administración. Un proceso que contó con el apoyo y la presión de la comunidad organizada del sector del Esmeraldal: como veeduría logró evitar la construcción de cinco torres de vivienda en esta zona de gran presión urbanística, y que la Alcaldía adquiriera estas propiedades para entregárselas a Crear Unidos.
Estos y otros ángeles ha tenido Érika en su proyecto: la fundación española Ampans, “que me dio el regalo más importante: su conocimiento”; la Fundación Rodrigo Arroyave, que le dio los recursos para el amoblamiento de la casa-hogar; el administrador de empresas Juan David Bustamante, quien, como voluntario, le ayudó a montar el café; y un benefactor anónimo que compró para la Corporación la pastelería Alma Dulce, para que los comensales salgan con la barriga llena y el corazón contento.
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