Mario Gallego está agradecido, aunque hace casi tres meses no comparte con sus colegas y clientes en el mercado campesino de los sábados en el Parque de La Vida en Los Colores: en su casa en la vereda Mazo de Santa Elena junto a su esposa Luz Marina Rodríguez, no les ha faltado la comida. Entre su cultivo y las ayudas que les ha dado la Alcaldía están bien, me cuenta.
Con 61 años, 49 de ellos como agricultor, tiene desde hace tres su puesto en los Mercados Campesinos, donde vendía hasta un millón de pesos en una jornada, “no todos míos”, advierte, pues también ofrecía productos de sus vecinos.
Lo llamé porque quería indagar sobre cómo han vivido algunos agricultores el confinamiento. Dice que algunos vecinos van a comprarle sus productos, aunque esto no representa mucho, pero destaca que gracias al trabajo que hacen desde hace varios años con la Alcaldía, sus cultivos operan de forma planeada, de manera que no ha tenido sobreproducción ni pérdidas de cosechas, algo frecuente en estos días.
La Alcaldía puso a disposición la plataforma Compra local, por medio de la cual comercializa cuatro opciones de mercados de la Red de Agricultores de Santa Elena, que llegan a domicilio a donde los clientes. Otros campesinos como Luis Alberto Patiño, de la vereda Pantanillo, continúan enviando parte de su producto a La Mayorista y la Placita de Flórez, donde ya tenía quien le distribuyera.
Lo que más se pierde por estos días, me cuenta su esposa Carmenza Gallego, son hierbas como la ruda y el hinojo, “eso no se está vendiendo”. También me contó que la fresa rebajó, antes la bandeja se vendía entre $2.500 y $3.000 y ahora en $900 o $1.000. En cambio la mora está cara, el kilo sale hasta en $7.000, antes máximo $4.000.
La pandemia y sus implicaciones ha cambiado las condiciones para todos, en el caso de los integrantes de la Red de Biocomercio del Oriente Antioqueño, que reúne a organizaciones de 14 municipios, ha sido para recuperar un camino ya andado que se había desarticulado.
Doris Suaza de la Corporación de estudios, educación e investigación ambiental (Ceam), una de las integrantes de la red, me contó que tras la fundación de la misma en 2009 fueron muy activos en la venta de productos a restaurantes, supermercados y tiendas, pero que esto se desdibujó hace unos años.
Con la llegada de la pandemia y la necesidad de buscar opciones de comercialización, iniciaron hace dos meses un ejercicio de venta de mercados a domicilio en los municipios de la región y en el Valle de Aburrá, un gran reto que, sin embargo, ha resultado gratificante. Con tenacidad hoy entregan 60 mercados semanales, que, si bien no son muy representativos en términos económicos, los reconectaron con una actividad que hacían antes y les ha servido de vitrina a los productores para abrirse nuevas puertas de comercialización.
En una base de datos que hicieron hace un tiempo encontraron que la red beneficiaba a 930 familias, así que todos los esfuerzos por comercializar sus productos resultan importantes. De ella forman parte, entre otras: Naturagro y Sabores y vida de Guarne, Hortisanos y Natural conexion de El Santuario, Asofrucar del Carmen de Viboral, Asociación de Mujeres campesinas buscando futuro (Amcabf), Probiosfera y Ceam de Marinilla, Asociación de Horticultores de Rionegro (Asphor), Hass de San Vicente Ferrer, Asoconcepción de Concepción y Asociación de productores de panela de Cocorná (Asopaco).
Ellos están haciendo su tarea, se organizaron, se valieron de la tecnología y montaron una logística que no fue fácil. Ahora necesitan al apoyo desde lo público y la demanda de los consumidores. Esos 60 mercados que venden hoy semanalmente pueden multiplicarse en beneficio colectivo, de ellos para lograr mayores ingresos y de los consumidores que habremos podido, esta vez sí, hacer realidad esa mágica promesa que dice “de la granja a la mesa”.
Otras columnas de opinión de Claudia Arias:
- Vamos a coronar
- Vamos pa’l Centro
- Restaurantes y sus caminos
- Pescado (todo) que huela, luzca y sepa a pescado