Es en tiempos de crisis profundas cuando surgen los verdaderos líderes, aquellos capaces de influenciar su generación y más allá. En tales ocasiones la gente se siente perdida e insegura, e instintivamente busca a alguien que, con firmeza, se ponga a cargo de la situación.
Ningún gobernante actual del mundo tuvo el lujo de prepararse para enfrentar la situación de incertidumbre y desmoronamiento actual. Por más experiencia personal, profesional o gubernamental que hayan acumulado, nada se le parece a lo actual. Uno solo puede estar preparado para manejar situaciones iguales o similares a otras ya ocurridas. Pero no para cisnes negros, según la terminología estadística para definir lo que nadie se imagina que podría ocurrir, pero ocurre.
Para poner ejemplos en uno y otro sentido, impresiona el contraste entre el manejo de Duque y el de Trump. El nuestro, luego de algunas dudas iniciales, tomó con claridad y contundencia las decisiones más difíciles y las comunicó personalmente, basado en la recomendación urgente de científicos y médicos.
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Trump, 30 años mayor y con acceso a lo mejor de la ciencia mundial, ha sido un triste ejemplo de inmadurez y liderazgo negativo.
Nuestro Presidente no oculta la gravedad de la situación y no genera falsas expectativas. Y no cae en la tentación del autoelogio. Anuncia con dolor, al estilo Churchill, “sangre, sudor y lágrimas”.
Trump, en cambio, prioriza su lucimiento personal, la humillación de sus adversarios y el aprovechamiento político. Miente y se contradice a diario y está siempre presto a la autofelicitación. Aún a estas alturas, con el país liderando en las lúgubres estadísticas del COVID-19, parece no haber dimensionado la extrema gravedad de lo que se le vino encima y ha fallado en su prueba de liderazgo.
Su consigna de “Make America great again”, reflejo de un complejo de superioridad y de la tonta convicción de que en su país todo pueden hacerlo solos y mejor, va a terminar en lo contrario, en un país humillado e inseguro de sí mismo. En pleno año electoral, le genera una probabilidad alta de no repetir presidencia.
Cuando por fin podamos salir del túnel -que vamos a salir- Colombia, por supuesto, también va a quedar descuadrada desde casi cualquier punto de vista económico y social. Y por mucho tiempo. Pero saldremos con cierta satisfacción de que, tal vez, sí tenemos más país de lo que pensábamos.
Tenemos gobierno nacional, ministros, gobiernos locales e instituciones cumpliendo bien su tarea, a veces más allá. Tenemos sistema de salud casi universal, mejor que el de muchos países más desarrollados. Tenemos profesionales de la salud a quienes nunca terminaremos de agradecer. Tenemos Fuerzas Armadas y Policía ejemplares.
Tenemos bancos sólidos y empresas privadas que no han dudado en contribuir en especie y en efectivo para apoyar a los más vulnerables. Y tenemos millones de personas solidarias con los más vulnerables.
Sí. Tenemos más país de lo que suponíamos. Que sea nuestro humilde punto de partida para ¡“Make Colombia great, por fin”!
Por: Juan Carlos Franco