El pan nunca se pierde. En la “pobre cocina italiana”, reemplazamos el queso parmesano: migas salteadas en aceite de oliva con sal, pimienta y ajo picado.
Avanza el nuevo año y seguramente al final del anterior realizamos un conjunto de propósitos. Muchos de nosotros deseamos tomar por el mango algunos de nuestros defectos, otros los vinculamos a algunas aspiraciones u orientaciones que queremos darle a nuestra vida. Pero pocas veces determinamos como propósito reducir la comida que botamos.
¿Qué haces en casa con la comida que no has comido?¿La tiras a la basura?
¡No! Si te acostumbraste a este hábito, te doy este consejo: discútelo con tus abuelos y pregúntales cómo cocinaban las sobras. Que así sea: excavemos piadosamente los trucos de las abuelas y paremos este desastre ecológico. Yo aquí pongo algunos trucos que me gustan y que heredé de mis ancestros. Simples hábitos que pueden resultar agradables, deliciosos y definitivamente útiles.
Las cáscaras de papa hacen milagros: para pulir el cuero de los zapatos… o hacer un pastel sabroso. Lave sus cáscaras, mezcle con un huevo y harina. Agregue una cebolla en rodajas finas que previamente suda en la sartén. Mezclar, sal, pimienta. Verter en una sartén con mantequilla. Hornear durante unos 25 minutos a 180 °C y a degustar.
Después del pastel de cáscara de papa, aquí está el de su viejo pan. El pan nunca se pierde. En la “pobre cocina italiana”, reemplazamos el queso parmesano: migas de pan salteadas en una sartén en aceite de oliva con sal, pimienta y ajo picado. En el mismo modelo, el pan duro refuerza un perejil que dará sabor a un pescado al vapor, pollo, verduras… Para hacer esto, dore en una sartén con aceite el equivalente a cuatro rebanadas de pan duro rallado, un manojo de perejil picado y cuatro dientes de ajo finamente picados. Sal. Y está listo.
Así podemos usar los restos de arroz en ensaladas con verduras y maní para darle crocante; los restos de pastas en tortillas, los restos de verduras en tartas, transformar las frutas muy maduras en compotas; agregar los restos de vino a salsas.
No se trata aquí de ser el más “verde” sino el más recursivo. Tal como lo propone el chef de tres estrellas Massimo Bottura, que se ha convertido en una de las voces clave en el tema del desperdicio de alimentos y la exclusión social, aprovechando su notoriedad. Para los más curiosos, su segundo libro Il pane è oro Ingredientes ordinarios para comidas extraordinarias cuenta la historia de este compromiso y ofrece una multitud de consejos e inspiración para transformar sus ingredientes y productos dañados en deliciosas recetas. Todo imaginado por un equipo extraordinario: 50 de los mejores chefs del mundo.
Buen provecho.