Nuestra olvidada Amazonia es la selva tropical más importante del planeta y la tenemos aquí en casa. ¿Cuántos han probado el casabe o el tucupí o el macambo? ¿Qué tal tacacho?
Por: Lucas Posada / [email protected]
En la columna anterior hablé de cómo preguntarnos el origen de lo que comemos nos invita a reconocer nuestro territorio y nos catapulta hacia la soberanía alimentaria, una propuesta muy apasionante llena de desafíos y con un futuro prometedor.
Preguntar por el origen de lo que comemos es reconocer el territorio que originó dicho alimento, un entendimiento que me ha llenado de curiosidad por degustar a qué sabe Colombia.
Nuestros paisajes comestibles son increíbles y muy diversos. Somos un país de regiones, megadiverso, donde las cordilleras de los Andes crean unas características que hacen que todos seamos muy diferentes.
La curiosidad por degustar estos paisajes me ha llenado la alacena con centenares de ingredientes. Paisajes como los de la región Caribe me saben a plátano maduro, ñame y sal de mar. La región Andina, a papa, cubios y maíz. La región Pacífico, a hiervas de azotea, ají y coco. La Orinoquía, a arroz y hayacas.
Seguro tenemos algunas ideas de lo que se come en estas regiones, pero son ideas incompletas y quizás no tienen en cuenta que preguntarnos a qué sabe un territorio no se trata solo del sabor, sino también de cultura, este conjunto de saberes, creencias y conductas que comparte un grupo social, y que hace posible que tengamos tantas formas de preparar alimentos. Se dice que hay tantas recetas de sancocho como personas que lo preparan.
En esa travesía me topé con una región que me es más difícil desglosar y además de que es casi el 50% del territorio nacional, siempre la he tenido cerca desde libros, películas y leyendas: es la Amazonia colombiana, que alberga el sabor de la mitad de lo que somos y muchos la desconocemos. Un territorio inmenso y mágico del cual dependemos todos.
Las selvas tropicales albergan la mitad de las plantas y las especies del mundo entero y ayudan a mantener los patrones de lluvia y clima del planeta. Nuestra olvidada Amazonia es la selva tropical más importante del planeta y la tenemos aquí en casa. ¿O quizás no? ¿Cuántos han probado el casabe o el tucupí o el macambo? ¿Qué tal tacacho?
El olvido por este hermoso territorio no es solo nuestro, nuestros países vecinos también están olvidándola. Más del 20% del Amazonas ya se encuentra deforestado y se estima una taza de 50.000 kilómetros cuadrados al año; si no hacemos nada, desaparecerá en cuestión de 50 diciembres.
Si la mitad de lo que somos es Amazonia, ¿por qué la habremos olvidado? ¿Será la violencia? ¿La falta de interés? ¿Educación? ¿Cultura? ¿O será simplemente que la Amazonia no es cool? Yo quisiera pensar que es más que cool.
Probar a lo que sabe la Amazonia es un buen comienzo para reencontrarnos con esta región, interesarnos por lo que se vive allí y asegurarnos de que siga existiendo, para nosotros y para el resto. La Amazonia me sabe a yuca, fruta y agua, con un poco del amargo del mambe y la magia de la ayahuasca; pero todo esto vive en mi imaginario, y aunque he visitado una pequeña parte de este territorio, todo esto es para mí un misterio aún por descubrir.
¿A ti a qué te sabe la Amazonia?