Menú para el despecho
Apenas cumplía 12 cuando mi prima Eliana Restrepo me dio un besito furtivo y después sin razón me mandó para el carajo haciéndome conocer muy temprano las lides duras del amor por las que nos toca pasar a los hombres; poco después, aún muy inexperto, a los 14, me enamoré de una monita imposible de 17 que en 3 meses me hizo rebajar 27 kilos y no precisamente por haberme correspondido, pues entre la anorexia del corazón partío y los poemas que le escribí, quedé flaco como fleco, más el día que la vi entrar al altar con su novio veterano, qué rabia, y me hizo llorar tanto como juré que no lo haría jamás, pero de nada me sirvió jurar ya que las mujeres pueden con uno y muchísimos años después me pasó al revés con lo de la edad y ya grande me enfermó otra joyita todavía más inalcanzable de la generación electrónica, a mí me va a dar algo, que no me paró ni cinco de bolas; ésta realmente me hizo dar algo y me puso a llorar otra vez y a rebajar, aunque no tanto, ya que el despecho lo amortigüé deliciosamente con tango, guaro y chicharrones fuera de concurso del trifásico; esas novelitas de a peso, tristes, más otras mucho menos tristes, más el dolor de los divorcios que lo dejan a uno desecho y sin cinco, me tienen escribiendo un manual de recetas para despechados, divorciados y solos, de los expertos en comer pavo, ya que comer solo es de las cosas más tristes del desamor y tiene que haber alguna manera de hacerlo divertido, sin sobredosis de calmantes y sin presupuesto, ya que sin amor o sin plata, casi nadie quiere gastar; por supuesto que al final tengo muchas recetas para la reconquista, cuando las crispetas, el alpinito y el repertorio romántico e inevitablemente cursi de la Voz de Colombia ya no son suficiente alimento y sobre todo cuando por fin se empieza a acabar el dolor en el alma; por eso la gente que esté pasando por esas me puede escribir a [email protected] y por pura solidaridad de sentimiento les voy adelantando algunos truquitos para alegrar el sinsabor de la tristeza; la contraprestación de esta dieta del despecho es que la gente se enflaquece y se vuelve a ver bonita, por eso casi todas las divorciadas y separadas son tan mamacitas, ahí está la virgen, ¿o no? Es lo de menos, además muy hormonadas como diría Maury de Colombia, qué emoción. La engordada regresa inevitablemente cuando uno cae otra vez en las redes de las féminas y lo ponen a comer rico, porque uno feliz come muy bueno.
Lo que nos dejó el BID y la cocina criolla de la bella Sandrita
El sentimiento en el sector de la restauración con la reciente asamblea del BID es contradictorio ya que muchos de los colegas se han quejado de los resultados, sin embargo otros, lo del negocio lo teníamos previsto y más bien asumimos la experiencia como la oportunidad única para cualquier cocinero de atender clientes de los que llevan caravana con ambulancia atrás y no por desconfiar de la comida, espero yo; por eso había que ver al Embajador, pinchadísimo, gringo comiendo feliz donde el chef próximamente titulado, qué envidia, Luis Miguel en San Jorge de Manila y a los VIP de todas partes por donde Álvaro Vasco en la sin igual Tienda del Vino; con eso libramos la asamblea con creces; a nosotros nos tocaron, gracias Dios mío, varios muy emperifollados como el yerno del Rey, Iñaki, que pidió varias repeticiones de la salsa con el arequipe artesanal Villacruz con uchuvas, al que le echamos guaro puro y legítimo antioqueño y quedó de reyes, que valga la cuña, merecidísima para Felipe; para las señoritas y aquellas ansiosas en edad de merecer interesadas en más detalles les aseguro que el Duque de Palma es simpatiquísimo, insaciable como buen deportista y como todo un señor, notablemente sencillo, muy agradecido y enfermo por el arequipe y el coco. A Mateo Restrepo todas las felicitaciones por su gran lucida al demostrar que los paisas podemos organizar la cosas con toda la altura.
Yo que algunas veces he cuestionado tanto la culinaria hotelera local, esta vez me tengo que quitar el sombrero ya que sin duda una de las mejores ofertas en la asamblea fue la colombianísima del Belfort, donde su gerente Sandra Posada y su chef José Guevara diseñaron una carta extraordinaria con papas rellenas, carimañolas, morcilla legítima envigadeña, chicharrones bien hechos, sopa de guineo, sopa de torrejas, mote de queso, sopa de arroz, ajiaco, posta cartagenera, chuleta valluna rica, sobrebarriga santafereña exquisita, frisoles verdes con de todo y con la “S” como es, pargo frito, cazuela de mariscos y una lista de postres ricos sin los odiosos inmamables que sirven en todas partes y, lo mejor de todo, con arepas de verdad y salsas criollas ricas; además, quién lo creyera, jugos de feijoa, zapote, curuba, tamarindo, carambolo, guayaba y, como si fuera poco, guandolo y avena helada con canela… Señor Molina, de ser yo, mantendría esta carta permanente, ya que los visitantes de nuestra ciudad por fin tendrían un hotel con excelente oferta nacional y antioqueña y nosotros un sitio bonito, agradable y bien atendido para comer como en la casa pero mejor; chef José y doña Sandrita mis respetos.