Colombia lleva cuatro años en el proceso de adopción de las energías limpias y renovables no convencionales, pero el proceso ha sido lento: la reglamentación para desarrollar ese propósito no está completa
La energía solar, como fuente de producción de electricidad, es hoy una oportunidad real de mejoramiento de la calidad de vida (por ejemplo, para zonas no interconectadas en Colombia), inversión económica (se privilegia invertir en proyectos solares), creación de empleo (hay más puestos en energía solar, que en la industria del carbón o el petróleo) y aporte al control del deterioro del planeta (por no emitir gases efecto invernadero), lo que transforma la cotidianidad y la economía de personas y comunidades.
Colombia lleva cuatro años en el proceso de adopción de las energías limpias y renovables no convencionales (eólica, solar, térmica, mareas, biomasa), a su oferta de fuentes de producción de electricidad (el 70% de esa producción proviene hoy en nuestro país de hidroeléctricas, el 28% en térmicas a gas o líquidos fósiles, y menos del 2% en renovables no convencionales como eólica, solar y biomasa).
Aunque quienes promovieron la ley de fomento de estas energías, la 1715 de 2014, entendieron que el país requería transitar, como lo hace hoy la mayoría del mundo, hacia fuentes de energía que reemplacen las fósiles, responsables del cambio climático, el proceso ha sido lento, al punto de que no está completa la reglamentación para desarrollar ese propósito.
En el contexto de las energías renovables, la solar fotovoltaica se destaca por tener características de producción, beneficio y uso, mejores para todos quienes se sirven de ella. Durante lo que va de este siglo, países como Alemania, España, China, India, Costa Rica, Brasil, Chile, y aun los Estados Unidos, han adoptado la energía solar, en grandes plantas, así como en techos de empresas o viviendas, para reemplazar la generación de electricidad con otras fuentes.
Los estímulos económicos de la ley 1715 han permitido que Colombia desarrolle los primeros proyectos de grandes plantas solares, así como en techos de industrias, comercio y viviendas. Al tiempo, los costos de instalación de paneles solares han rebajado hasta en un 70% en los últimos cinco años. La tecnología se hace más accesible y problemas, como el del almacenamiento, se van superando.
En menos de un año, por ejemplo, los prestadores del servicio de energía deberán adaptar sus procesos a la posibilidad de que los usuarios aporten carga a sus sistemas. El cambio de solo consumidor a productor-consumidor, “prosumidores” se les llama hoy en el mundo, será el que permita los mejores efectos para los ciudadanos. Se trata de ahorros, intercambios y aportes al mejoramiento del ambiente, que se pueden hacer si en las viviendas, las industrias, el comercio, y aún las entidades públicas como escuelas y hospitales, se produce parte de la energía requerida, con paneles solares.
Los países más avanzados, los dirigentes más visionarios, los empresarios más innovadores, volvieron los ojos sobre las fuentes de energía limpias y renovables, en especial de la solar fotovoltaica, para hacer frente a la realidad del cambio climático. Usted también lo puede hacer.