Este territorio del centro de El Poblado ha sido protagonista del comercio y la rumba en la ciudad. De origen residencial, hoy quiere ser un gran centro comercial a cielo abierto.
1993
El barrio Lleras nació como un proyecto de vivienda impulsado por el Banco Central Hipotecario. Fueron 45 casas que se empezaron a edificar en 1937. Su nombre, contrario a lo que muchos piensan, no se debe a un mandatario colombiano sino a Julio Eduardo Lleras, exgerente general del banco en mención.
115 establecimientos comerciales, aproximadamente, con especialidades tan diversas como la moda, la decoración y la gastronomía existían en 1993. La rumba aún no era protagonista.
El barrio creció alrededor del parque que lleva su mismo nombre. Poco a poco, la cercanía con la Milla de Oro y con el centro de El Poblado, hizo que las viviendas se transformaran en establecimientos comerciales. Luis Guillermo Orejuela, presidente de la Corporación Zona Rosa, recuerda que fue en la década de 1990 cuando llegaron los primeros negocios.
Según registra la edición 38 de Vivir en El Poblado, publicada en diciembre de 1993, los comerciantes de las calles 9, 10 y 10a se unieron para poder tener una voz ante la administración y, además, generar estrategias de mercadeo que pudieran ser beneficiosas. En la época, se contaban alrededor de 115 establecimientos comerciales con especialidades tan diversas como la moda, la decoración y la gastronomía. La rumba aún no era protagonista.
Poco a poco las problemáticas empezaron a llegar. El parqueo fue uno de los primeros dolores de cabeza. Para 1996, ya la zona empezaba a activarse en temas de rumba. Para Orejuela, una de las grandes dificultades que ha tenido la Zona Rosa es la falta de interés gubernamental. Con la popularización del sector, fueron llegando más problemas: ruido, ventas callejeras, vendedores ambulantes, inseguridad y, a escondidas, la prostitución.
Uno de los puntos de inflexión fue el atentado terrorista de mayo de 2001. Después de este y de ver que, si nadie intervenía en el sector, este se deterioraría, se creó la Corporación Zona Rosa: “Queríamos generar un impacto social. Creamos un espacio que propendiera por el respeto a los lineamientos del POT”, recuerda Jorge Gómez Ch., uno de los gestores de esta idea.
Sin embargo, la apertura de nuevos establecimientos como las licoreras, la guerra de precios y el poco control ejercido por las autoridades hizo que el Parque y las zonas a su alrededor se fueran deteriorando lentamente. La estocada final fue la popularización de Medellín como destino turístico, esto trajo consigo el turismo sexual a la zona y terminó de degradar el sector.
Proyecciones
Tras los cierres ocasionados por la pandemia de COVID-19, el sector tiene la oportunidad de repensarse. De hecho, el Parque Lleras se convertirá en el piloto de una iniciativa llamada Áreas de Revitalización Económica (ARE), un modelo que se ejecutará desde la Agencia Público Privada (APP) y que tendrá recursos de la Alcaldía y de los comerciantes del sector. Además, Orejuela espera que pronto se inicie la intervención urbanística de la zona con el objetivo de volver a ser un centro comercial a cielo abierto: “Esa es la importancia del ARE, podremos intervenir temas como fachadas, avisos y el manejo del espacio público. Esperamos también la peatonalización definitiva de algunas calles alrededor del parque”, concluye el presidente de la Corporación Zona Rosa.