/ Juan Carlos Franco
¿Cuántas veces hemos expresado en esta columna la enorme ansiedad y zozobra que nos causa la azarosa circulación de volquetas, camiones y otros vehículos pesados por nuestras empinadas lomas? Suficientes para que parezca un tema recurrente, del que uno escribiría al no tener nada interesante que tratar.
Sin embargo, todo indica que a pesar de los riesgos, de las veces que nos hemos quejado y, sobre todo, de las varias muertes ya ocurridas, todavía no se ve en nuestras autoridades una actitud de cambio, de crisis urgente por resolver con nuevas normas que devuelvan tranquilidad a la ciudadanía.
Luego del aparatoso accidente de la semana anterior, el Secretario de Movilidad declara a los medios que tranquilos, que en Medellín sí hay controles, pues en horas pico de la mañana y la tarde los vehículos pesados no pueden circular por las lomas.
¿Qué tendrá que ver este pico y placa para volquetas –una simple medida de reducción de tráfico–, con la seguridad de los vehículos y de la población? Obviamente nada. O sea, en horas no-pico, que son la mayoría, cualquier camión puede subir y bajar las veces que le dé la gana, cargado o descargado, por Los Balsos o cualquier otra empinada loma.
Bien. Entonces solo debemos preocuparnos y estar pendientes de volquetas sin frenos entre 8:30 de la mañana y 5:00 de la tarde. Ah, y también antes de las 6:00 de la mañana y después de las 8 de la noche.
¿Cómo cambiar esta situación de manera definitiva? ¿Cómo reducir sustancial e irreversiblemente los enormes riesgos a los que estamos sometidos los habitantes y visitantes de este y de los demás sectores empinados de Medellín? Para empezar, es inevitable prohibir volquetas y camiones de carga con más de 15 o 20 años de edad, no importa la hora. Qué pena con las más viejas, pero estamos ante un asunto de vida o muerte. La combinación de edad avanzada y mantenimiento precario es siniestra y letal, como se comprueba repetidamente.
Las que queden, que tal vez no sean muchas, deben ser sometidas a revisiones técnico mecánicas mucho más estrictas que las habituales. ¿Y los conductores? ¿Habrá manera de requerir alguna categoría de licencia o entrenamiento especial?
Obviamente, poner en práctica lo anterior, en cualquier ciudad colombiana y en pleno siglo 21, es poco menos que utópico. Como si este gremio fuera a aceptar fácilmente estas condiciones, como si no fueran a salir al otro día a bloquear vías para proteger su sagrado derecho al trabajo y al bienestar de sus familias, y como si los constructores estuvieran preparados para pagar el transporte de carga a una tarifa un poco mayor.
Esperemos que con las facultades extraordinarias recién conferidas por el Concejo a través del Acuerdo 001 de 2015, nuestro Alcalde se atreva a tomar decisiones de fondo sobre este tema. La verdad, después de mostrar tanto celo en proteger la vida y los bienes de los afectados reales o potenciales por el caso Space; después de haber perseguido hasta el extremo y llevado a juicio a los responsables de los edificios y de los diseños, sería un gran contraste que a los dueños de las volquetas descolgadas, que causan más muertes que los edificios, no les pase absolutamente nada. Hasta el momento parece que así será.
Corrección: Contrario a lo afirmado en este espacio, en Túneles hacia el Pasado (Ed. 607), por el Túnel de Occidente sí cabe un camión con un contenedor normal, de 20’ o 40’. Se agradece al lector Federico Posada la aclaración. La altura total del camión cargado está entre 4.05 y 4.10 m, en tanto que el gálibo (altura libre) del túnel es de 4.20 m. Los que definitivamente no cabrían son los contenedores 40’ high-cube, que son 30 cm más altos, pero no son muy comunes.
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