/ Juan Carlos Franco
A nueve meses de camino de la alcaldía de Aníbal, la verdad, esperábamos más. O, tal vez, más pronto…
Sí, claro, alta calificación en promoción de eventos para la ciudad, ni más faltaba. Pero baja nota en ejecución de políticas que enfrenten de lleno problemas tan serios como la movilidad y la calidad de vida en la ciudad.
¿No es ya tiempo suficiente para ver implementación activa y frecuente de medidas atrevidas, originales, las cuales deberían haber sido, en teoría, concebidas y maduradas antes de y durante la campaña?
¿Debemos conformarnos con que los alcaldes lleguen a su cargo a seguir diagnosticando y estudiando la ciudad?
De cierta manera, es como si no hubiéramos cambiado de alcalde. Como si todo lo bueno y malo de la alcaldía anterior hubiera que dejarlo tal como quedó.
¿Qué pasó, por ejemplo, con la Valorización? Además de estar entregando algunas obritas –que se agradecen– ¿qué pasa con los intercambios viales realmente importantes? Fuera de que se aplazan y aplazan, sobre ellos no hay definiciones concretas. Pero sí ganas de seguir haciendo estudios.
Y se sigue eludiendo de manera muy olímpica el debate clave: ¿Es serio y realista plantear que van a valorizarse las propiedades solo porque algunos tiempos de desplazamiento podrían reducirse levemente, y sin tener en cuenta efectos de ruido, contaminación y tráfico nuevo atraído?
Lo grave, lo poco serio, es que esas supuestas reducciones de tiempo solo se logran al aplicar cifras de estudios de tráfico totalmente desactualizados.
¿Y qué pasa con el control de emisiones contaminantes? Es tema del Área Metropolitana, pero no se ve, no se siente compromiso de la Alcaldía en hacer una mejora real. ¿Alguien ha visto que a un bus, buseta, moto, volqueta o camión lo paren en la vía debido a sus humos contaminantes?
Todos vemos a estos infractores, por todas las vías, todos los días… pero aquí ninguna autoridad quiere hacer nada. Hay impunidad absoluta en medio del silencio y la indiferencia de quienes deberían ser implacables en el control de polución de vehículos.
Así como no dudan en detener a un vehículo que esté violando el Pico y Placa, ¿por qué no lo hacen con los infractores contaminantes, cuya presencia en las vías de Medellín es muchísimo más dañina para la calidad de vida de todos los habitantes? Es fácil y barato hacer control in-situ de emisiones y ordenar la reparación inmediata del vehículo ofensor.
¿Y por qué siguen permitiendo que los buses paren en cualquier parte? ¿O que circulen por las lomas más empinadas volquetas muy antiguas con cinco toneladas de material o escombros? ¿O que los constructores invadan las aceras durante los dos años de su obra, cuando debería ser lo primero que entreguen?
En fin, hace falta liderazgo. Una comunicación constante, coherente, visible, de la visión que pueda tener el alcalde para mejorar la calidad de vida de sus gobernados.
Que uno mire o escuche a Aníbal y de inmediato piense: “respeto por el medio ambiente”, o, tal vez, “cero tolerancia a infractores”… y, por qué no, “ideas nuevas en movilidad” o “calidad de vida para el peatón”. Para que aprendamos a notar las grandes diferencias entre alcaldes que inspiran y transforman y otros que simplemente administran.
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