¿Qué tenemos los seres humanos en común y qué nos diferencia? Desde el punto de vista de la forma somos semejantes, pero nos diferencian una serie de factores. A finales del siglo 19, e influenciados por las teorías de Darwin, el pensamiento reinante era que “el parecido de familia, el carácter, el temperamento, los talentos y los impedimentos, se derivan del material genético de los ancestros”. (M. Glöckler). Ahora sabemos, por los resultados de la investigación moderna en biología y genética, que más allá de los genes existen efectos ambientales e individuales que determinan las diferencias entre los seres humanos. La epigenética nos permite entender otras diferencias.
De otro lado, la diferencia entre hombre y animal se fue borrando en los últimos cien años como consecuencia de la evolución darwinista; pero es claro que el devenir del animal es regulado por los instintos y precisamente esto no sucede a los humanos. “El desarrollo humano está caracterizado por una máxima indeterminación y vulnerabilidad”. Y precisamente en relación con este elemento propio e inesperado -con la indeterminación evolutiva- está relacionado todo aquello que da lugar a talentos e impedimentos, todo lo que genera diferencias entre los seres humanos. (M. Glöckler).
Cómo nos cuesta aceptar la diferencia. La humanidad se ha debatido en crueles luchas por diferencias políticas, religiosas, raciales, económicas, intelectuales. Pero la diferencia es un elemento que nos distingue, que nos individualiza, que nos permite llegar a ser verdaderamente humanos. Vivir en El Poblado viene realizando un interesante seriado sobre el tema de Vivir la Diferencia. En las últimas 5 ediciones ha destacado iniciativas de inclusión a personas o grupos donde la diferencia representa un posible límite, pero también una oportunidad. Qué maravilla poder asistir a una representación teatral hecha por seres con S. de Down, o escuchar a los sordos –que no son mudos– o vibrar con el respeto que gana cada día la comunidad Lgtbi. La pedagogía curativa orientada por la antroposofía trabaja con la polaridad entre los seres con autismo, con una brillante inteligencia y dificultades en el ámbito social y los que tienen síndrome de Down u otros trastornos cognitivos: estos últimos traen la misión de irradiar amor en el entorno donde viven. Todos los grupos merecen comprensión empática y respeto. Los necesitamos para ampliar nuestra visión del mundo.
Aceptar la diferencia implica reconocer que en el otro ser humano vive también un Yo. Fue R. Steiner quien describió de manera clara el Sentido del Yo ajeno, como esa capacidad que debemos desarrollar, para reconocer la individualidad que vive en otro ser humano, aunque sea diferente. ¿Cómo me relaciono -sin antipatía- con un ser humano con un impedimento cognitivo o con un pensamiento político o una inclinación sexual diferente? Para lograr esto es necesario trabajar en uno mismo. Necesitamos autoeducación y trabajo interior, para avanzar en esta dirección.
Coda: El pasado 25 de julio falleció –pasó el umbral- Don Alberto Posada Jaramillo, padre de Julio César Posada A., fundador de este periódico y de la actual directora María Eugenia Posada A. Conocí de cerca a Don Alberto y me queda el recuerdo de un ser humano extraordinario, lleno de bondad y de temple, con un humor exquisito y una integridad a toda prueba. Mi sentimiento de condolencia para Doña Rosalba Aristizábal Valencia, su esposa, y para sus hijos: Ma. Eugenia, Luis Alberto, Marta Lucía, Juan Hernando y Manuel José.
[email protected]