En la superficie, los conceptos de sistema digestivo y suelo parecieran no estar conectados, sin embargo la relación entre estos es más profunda y cercana de lo que creemos. Entenderlos puede ser la clave para transformar nuestra salud y la del mundo.
Comencemos por el sistema digestivo, donde el alimento se transforma en nutrientes y ocurre el 80 % de nuestra respuesta inmune. Este sistema es extremadamente diverso y es allí donde tejidos y funciones propias de nuestro cuerpo interactúan con procesos biológicos de millones de microorganismos que digieren y secretan nutrientes que son luego nuestro alimento. En otras palabras, lo que comemos va primero a alimentar este bioma de microorganismos y lo que estos desechan es en realidad lo que nos alimenta.
Por conteo, hay más microorganismos que células humanas en nuestro cuerpo, y esto tiene una razón: la naturaleza en su infinita sabiduría, entiende que la salud de un ecosistema está relacionada con su diversidad, cooperación y complejidad. No solo los microorganismos digieren y hacen que ese alimento sea disponible y adecuado para nosotros, sino que también controlan importantes funciones, como las defensas, los estados de ánimo, la producción de vitaminas, las señales de apetito y saciedad.
Ahora exploremos el suelo, esta capa de materia orgánica biológicamente activa que cubre la corteza terrestre y que es fundamental para el desarrollo de la vida. El suelo que rodea las plantas actúa como su estómago; allí, millones de microorganismos, hongos e insectos, transforman la materia orgánica en nutrientes para las plantas.
En un puñado de suelo fértil hay más microorganismos que la sumatoria de todas las personas que han vivido hasta hoy. Aunque estos seres minúsculos e invisibles para nosotros parecieran no tener tanta importancia, su trabajo en este sistema hace posible la vida en la Tierra. El suelo es el sistema digestivo del planeta, sin él no habría plantas, ni animales, ni alimentos.
Los sistemas digestivos, tanto externos como es el caso del suelo, e internos como es el caso del nuestro, operan de una manera similar: biomas diversos, recíprocos y simbióticos transforman materia orgánica en nutrientes disponibles que viajan a lo largo de la cadena alimenticia.
Según las Naciones Unidas, nos quedan solo 60 cosechas antes de que acabemos con el suelo. El uso excesivo de pesticidas y fertilizantes a base de petróleo, la poca diversidad de plantas que cosechamos y la agricultura industrializada han deteriorado significativamente su bioma, por ende las plantas son cada vez menos nutridas, lo que hace que los alimentos que consumimos tengan cada vez menos nutrientes, los cuales son requeridos para que nuestro propio sistema digestivo y los microorganismos que allí cohabitan estén saludables y puedan entregarnos el alimento que necesitamos. Nuestra salud depende de la salud del suelo.
Así mismo nuestro sistema digestivo está siendo degradado. El uso irresponsable de antibióticos, las ideas extremas de pulcritud, los desalimentos, el olvido de los fermentos, el poco contacto que tenemos con la tierra y la carencia de fibra en nuestras dietas, entre otros factores, han erosionado la diversidad de nuestro microbioma, deteriorando el correcto funcionamiento del sistema digestivo, haciéndonos más vulnerables a las enfermedades, frágiles y volátiles.
¿Cómo podemos aportar a esta situación desde casa?
- La diversidad es la clave: al atrevernos a ingresar y ciclar variedad de alimentos, estamos apoyando que los ecosistemas diversos que los sustentan sigan allí, sanos y salvos.
- Participa en actividades de cosechar alimento en casa: los germinados son una manera de apreciar el campo en casa. En solo dos días creciste un puñado de lentejas más de 15 veces su tamaño inicial. Puedes consumirlas y aprovechar su alto valor nutricional y las que no te comes puedes ponerlas en el suelo y ver como una planta completa y multiplicadora de alimento sale de una sola semilla.
- Compostar es regenerar el suelo: los descartes de cocina no son basura, es materia orgánica que puede ser “digerida” para convertirse en compost. Este sustrato está lleno de microorganismos y es nutricionalmente denso, además regenera el suelo.
- Regresa a la fuente: preguntarnos por el origen de lo que nos alimenta significa entender que podemos decidir apoyar lugares con buenas prácticas agrícolas, locales, limpias y justas, o podemos apoyar los monopolios agrícolas extractivistas que destruyen el suelo.
- Cuéntale a la gente de esto: comunicarles a otros la estrecha relación suelo-salud es sembrar semillas de cambio en nuestros círculos de influencia.
La próxima vez que pises la “tierra”, recuerda que estás parado en la vida misma. Es el alimento de tus alimentos.