Durante la última temporada de la primera liga inglesa de futbol, Marcelo Bielsa, el célebre entrenador del Leeds, recurrió al jugador colombo-inglés Ian Poveda con frecuencia y con provecho, para contribuir a la excelente campaña de su equipo, recién ascendido. La calidad y entrega de Poveda son más que reconocidas en una de las tres ligas más exigentes del mundo. Sin embargo, Arturo Reyes, seleccionador colombiano sub 23, había descartado llamar a Poveda al equipo que no consiguió clasificarse para los juegos olímpicos que se terminaron recientemente en Tokio. Según Reyes, por haber nacido en Inglaterra, Poveda no podía “sentir” la camiseta como los otros convocados. Más allá del caso de Poveda, interesa analizar la postura de Reyes y su justificación.
Como ciudadano colombiano, Poveda, tiene iguales derechos que los nacidos dentro del territorio nacional. Además, la decisión de Reyes priva a Colombia de un excelente jugador que hubiese podido, y puede en el futuro, darle una mano al equipo.
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Comparemos la postura de Reyes con la de Roberto Mancini, seleccionador italiano actual. Para contextualizar, recordemos que Italia ha sido campeona del mundo en cuatro oportunidades, apenas por debajo del Brasil e igualada con Alemania. Italia es también la campeona actual de la Eurocopa jugada este año. Pues bien, para ese torneo, Mancini convocó y acudió a tres jugadores nacidos en Brasil: Emerson Palmieri, Rafael Tolói y Jorginho, éste último titular indiscutido durante todo el torneo. Quien haya visto algún partido de Italia, habrá podido admirar la combatividad de Jorginho. Quien haya jugado al futbol, así sea en cuarta división, sabe que cuando se está sobre un terreno, la lealtad para con los compañeros y con el equipo en que se juega, priman sobre cualquier otra.
En muchos aspectos, es probable que el mundo de hoy no se parezca a aquel en el que vivió Reyes durante su primera infancia. La movilidad de las personas es muy grande. Es posible que Jorginho vibre cuando a Brasil le va bien, pero si él enfrenta a su país de origen, llevando la camiseta italiana, va a darlo todo por ganar.
Entre los deportistas representantes de Colombia en los juegos olímpicos de Tokio, cinco nacieron en el extranjero. Entre ellos está Robert Farah, quien tal vez se sienta canadiense por haber nacido en Montreal, libanés por venir sus ancestros de ese país y colombiano por haber crecido en Cali y representar a Colombia en numerosos eventos deportivos. El ejemplo de Farah, como el de Jorginho, ilustra que, si bien las identidades pueden ser múltiples, cuando hay competencia entre ellas, sólo a una se puede ofrecer lealtad. En regla general, si a un deportista le confían los colores de su país o de uno de sus países, va a defenderlos con honor.
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En el fondo, lo que importa, no son los casos individuales de Reyes, de Poveda o de Farah. El mensaje de esta crónica consiste en recordar que, en el espíritu de la constitución colombiana, todos los ciudadanos, incluidos los nacidos en otras latitudes, tienen los mismos derechos y todos son capaces de sentir y defender la patria. Al fin y al cabo, nadie decide dónde nacer, pero algunos tienen el privilegio de decidir de dónde se sienten y a cuál nación ofrecen su lealtad. Aceptar esta idea es también abrirse más al mundo, dejando de lado las tendencias aislacionistas de un nacionalismo chauvinista.
PS. Agradezco a Jorge Zapata, quien jugó futbol a alto nivel, su relectura de esta columna.