Todos los ciudadanos tenemos derecho a vivir en condiciones de seguridad, pero la racha de delincuencia exige ahora poner el foco en Provenza, Lleras, Manila y Lalinde. Las autoridades tienen que escapar del fenómeno de la cobija cortica. También de los operativos esporádicos.
Pudieron ser los 30 segundos más aterradores para dos de las víctimas de los robos que venían en disparada en las zonas turísticas de El Poblado. Tal como lo registró una cámara de vigilancia, dos hombres almorzaban en uno de los restaurantes de Provenza, cuando un delincuente se presentó en la mesa, los intimidó con un arma de fuego y les robó celulares, dinero, un anillo y una cadena. En 30 segundos, sin que por fortuna se comprometieran vidas. El mismo terror debieron vivir otras seis víctimas, atracadas por tres hombres en otro restaurante, hacia las 8:40 p.m. del 21 de enero. El botín fueron los celulares; el medio, también armas de fuego.
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Juana Cobollo, directora de la Corporación Barrio Provenza, tiene un diagnóstico: en los primeros 40 días del año hubo 24 atracos en Provenza, Manila y Lalinde; “llevábamos 15 meses sin robos”, reclamó con angustia la representante gremial. Para dimensionar la situación, en todo 2019 en la misma zona hubo 28 denuncias por hurto.
Las víctimas tienen que denunciar. El proceso ante la Justicia es tortuoso, pero sin reportes formales de los casos, este fenómeno de inseguridad se desvanecerá entre anécdotas.
Después de la racha, hasta este miércoles las incursiones de delincuentes habían desaparecido y la sensación de seguridad regresaba a los barrios y sus sitios turísticos. Vecinos lo atribuyen a operaciones de las autoridades, que en plenos días de agitación prometieron, en palabras del coronel Ómar Rodríguez, subcomandante de la Policía Metropolitana, un “plan sostenido durante el año” contra la venta de alucinógenos, la prostitución infantil y los hurtos.
Es indiscutible que las autoridades no tienen capacidad para enfrentar atracos que duran 30 segundos; sin embargo, sí está llamada su eficiencia en la gestión de los cuadrantes, como estrategia de cercanía, acompañamiento y prevención, y de los denominados “planes candado” para contener la huída, todo desde los conceptos de continuidad y permanencia. La delincuencia contra la que lidiamos sabe dónde atacar, en cuáles negocios y a cuáles personas, entonces no hay que darle margen de maniobra.
Hay que asegurar Provenza, Lleras, Manila y Lalinde, sin que las autoridades pierdan el monopolio del uso de la fuerza y con ciudadanos veedores y que denuncian. Estos barrios albergan cerca de 5.600 habitantes, además son ancla para que Medellín haya crecido 13 % en materia de turistas internacionales, 10 % por encima de la tendencia mundial. Solo Provenza genera más de 2.500 empleos.
Gran reto para las autoridades de una ciudad que en materia de seguridad suele dejar la sensación que se describe con aquella figura de la cobija cortica.