Recetas de la campaña electoral actual, adobadas con politiquería, palabras altisonantes y monólogos sulfurados.
Y no hablo de los huevos, que también, sino de los egos políticos que revolotean como pollos de corral en las campañas. Los hay para todos los gustos.
Las recetas que nos ofrece el chef Alexander Vega –sí, el mismo al que se le estaban cruzando las cantidades de los platos E14- en la carta (tarjetón) de su restaurante de autor, “La cocina del Registrador”, son la muestra perfecta.
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Un vistazo desordenado y salpimentado, ¡bon apetite!:
En la esquina superior izquierda, los egos purgatorio: 2 huevos/ 600 gr de tomate pelado y troceado/ 4 cdas de queso parmesano/ 2 cdas de aceite de oliva/ 2 dientes de ajo/ 2 guindillas cayenas/ ½ cdita de sal/ salsa de chiles. Se mezclan a las trompadas los ingredientes, se adoban con palabras altisonantes, se revuelven con monólogos sulfurados cuidando de que el peluquín no caiga al recipiente y, por último, se adornan con guindillas de cayena y chiles por montones; lo importante es que queden rabiosos. Se lleva la preparación a TikTok y, ¡listo!, la campaña del ingeniero está servida.
A su derecha, los egos estrellados: 6 papas en tiras/ 1 k de chorizo español/ 6 huevos/ sal/ 8 cdas de aceite de oliva/ 3 cdas de perejil picado/ 1 lata de pimiento de piquillo. Se calienta la sartén previamente engrasada con un chorrito de Justa Libres, para evitar que la Red de Veedurías y el CNE se peguen al fondo. Se revuelve lentamente el batido, se amenaza con un plantón y se espolvorea con jaculatorias del estilo: “Póngala como quiera, petrista hp” para aumentarle la sabrosura; antes de terminar asegúrese de que los huevos queden completamente rotos, y, ¡listo!, la candidatura del pastor está estrellada.
En la mitad del menú, los egos cocotte: 250 ml de salsa de tomate/ 20 gr de queso feta o de cabra/ 2 huevos/ pimienta negra molida, aceite de oliva y sal. Primero, se cambia el delantal por traje y corbata. Se precalienta el horno durante generaciones para intentar conseguir el punto de bola; se vigilan los tiempos de ebullición –igual que en los debates presidenciales los tiempos de intervención- para intentar garantizar la pulcritud del preparado, independiente de que este resulte o no apetitoso. Compruebe que la yema quede melosa y, ¡listo!, la elaboración más refinada de cuantas pueda obsequiarnos la gallina está en la cocotera.
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En la esquina inferior izquierda, los egos pasados por agua: huevos/ agua/ cubitos de hielo/ 1 cda de vinagre/ sal. Se cocinan 3 minutos en agua hirviendo para que los borbotones salpiquen de politiquería aquí y allá, luego se retiran y se pasan por tintura tapa canas y una que otra estiradita facial, para cortarles la cocción y desviar la atención de tantos decires; se presentan en vertical en una huevera azul cielo, adornada con cuadros rojos y pañuelo a juego en el ojal; se casca la parte superior del huevo para que queden al descubierto la clara gelatinosa y la yema líquida, ¡guácala!; se emplata con una hoja de marihuana –favor no fumársela verde ni estamparla en la bandera-, y ¡listo!, el poderoso 0.2 por ciento, está al borde del buffet.
Y, por ahora, se apagan los fogones. (¡Sí, chef!!!)
ETCÉTERA: En la próxima, las recetas faltantes; entre ellas, supongo, estará la que desea la dama.