Antes de que los exámenes llegaran con el resultado, Mauricio Rubio Fernández, un bogotano de 38 años, ya sabía que era positivo para Coronavirus.
Entre una tos seca y continua que se escucha a través del teléfono -pero mejor que antes-, como lo relata él mismo, revela que todo comenzó durante la primera semana de julio.
“Hice unas fotos para una empresa a la cual le manejo su sitio web. Me pidieron el favor de transportar en mi carro a un grupo de personas. Haciendo seguimiento, yo creo que me contagié en un restaurante en Tocancipá”, cuenta Mauricio.
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Insiste en que nunca se le pasó por la mente que pudiera contraer el virus, “cuando yo entré al restaurante sí tenían los protocolos de bioseguridad, mi error fue entrar a allí a comer, pensando que no me iba a pasar”.
La noticia
Entonces ocurrió lo que nunca pensó. El jueves 8 de julio, su mañana inició con fiebre. Él se automedicó con la esperanza de contrarrestarla y continuar su jornada diaria.
Desde ese día y hasta el sábado lo acompañaron síntomas leves de una gripa “normal”, hasta que llegó la congestión nasal, el malestar general y la fiebre, que subió hasta 38.1°C. Es ahí cuando Mauricio decide aislarse voluntariamente y comunicarse con su EPS.
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Rápidamente, resalta Mauricio, su EPS gestionó todo para realizarle la prueba. Ese sábado se la hicieron y el lunes 13 de julio lo llamaron a confirmarle que, efectivamente, estaba contagiado. Ya estaba solo en su casa, pues decidió proteger a su esposa y sus dos hijos.
Pérdidas progresivas
Desde el mismo día en que le entregaron los resultados, Mauricio perdió el gusto y el olfato, “tranquilamente podría comer sushi -que no me gusta- porque me sabe a nada la comida, a nada, no tengo sabor”, revela.
Todos los días lo llamaban de la EPS a hacerle seguimiento; doctores y psicólogos ´le preguntaban por su estado de salud, pero también, por el anímico, “la soledad pega duro en estos momentos”, lamenta.
“Estoy acostumbrado a compartir con mi familia, pero me considero una persona de carácter fuerte, ahora comparto con amigos, juegos en línea y videollamadas y me pongo a pensar que hay otras personas que no tienen a nadie, ni los mismos vínculos de amistad”. Y vuelve a toser.
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Mauricio manifiesta que los síntomas han bajado mucho, “antes tenía una tos incontrolable, ahora es moderada, ya no me duele la cabeza; no obstante, todavía sigo sin gusto ni olfato, tengo sensaciones, pero no plenas”.
Y según le revelaron los doctores, no saben si esos sentidos regresen, “me dijeron que había tratamientos naturales con tomillo, canela manzanilla”.
El mensaje
El mensaje de Mauricio es claro, “para las personas del común, los que piensan que nunca les va dar porque son jóvenes y fuertes, creo que es cierto eso que dicen que a todos nos va a dar en algún momento”.
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Mauricio reiteró que se cuiden, que se laven las manos, que no bajen la guardia, que cumplan con los protocolos, que si tienen que salir, salgan, pero con todas las medidas de seguridad. “Por no hacer caso estoy como estoy”, lamenta.
Y si ya lo tienen, bromea, “tomen productos naturales que les suban las defensas, agua de panela con limón y jengibre, la receta infalible de las abuelas”.
Por ahora, no hay certeza de cuándo le den el alta. “Todo se trata de tiempo, con el seguimiento me dirán cuándo podría volver a la “normalidad”.