/ Juan Carlos Franco
Como sabemos, pasarán muchos años antes de que podamos ir al aeropuerto por el ya célebre Túnel de Oriente. Al menos cinco, y eso suponiendo que en 2013 se puedan desenredar los estudios y licencias…
Pero que nadie se haga muchas ilusiones, pues el túnel, al menos en sus primeros años, será una mediocre obra tercermundista: 8 kilómetros de calzada simple, sin posibilidad de sobrepaso. Como el túnel de Occidente, pero el doble de largo.
Después de un par de pasos por el túnel haciendo fila paciente detrás de un lento camión, la gente que vaya y venga del aeropuerto -normalmente de afán- pronto concluirá que por ahí no va a llegar más rápido que por la vía actual de Las Palmas. Sin mencionar el peaje, que sin duda sería mucho más costoso, tal vez el doble.
Además, con los paisajes que tiene la vía actual entre Indiana y Sajonia –sin duda entre los más bellos de Antioquia–, más la posibilidad de sobrepaso, no serán muchos los que prefieran meterse al hueco oscuro a hacer fila. ¡O sea, por fuera más bonito, más barato y, tal vez más rápido!
La obra solo tendrá impacto importante cuando pongan en operación el segundo túnel. En otras palabras, desde el primer momento deberían abrir los dos. Es cuestión de sentido común.
Pero volvamos al presente y a la realidad de la vía actual. Como cualquiera que haya pasado por ahí recientemente puede atestiguar, el aumento de tráfico es impresionante. Tanto en la subida por la doble calzada, como en la bajada hasta el aeropuerto.
Basta ver las frecuentes y muy largas filas que se forman en el peaje, tanto para ir y volver. Peaje que, a propósito, será trasladado este año.
No hemos visto diseños ni conocemos con precisión la ubicación definitiva, pero cabe esperar que, en alarde de sensatez y para evitar trancones futuros, la Gobernación defina que tendrá 3 carriles en cada sentido. Y no 2, como hoy. Caramba, y que uno de los carriles sea para cruce electrónico. ¡Planeación y ambición allí, por favor!
Hasta la fecha el control de esta vía es mínimo. Si bien es cierto que en las curvas más peligrosas instalaron separadores flexibles para moderar velocidad, por ningún lado se ve autoridad. Cualquiera puede ir a la velocidad que le da la gana. Y ni se diga en la doble calzada, arriba de Los Balsos, tramo que también corresponde a la Gobernación.
Las frecuentes, inútiles y bastante torpes señales de límite 30 Km/h son una burla a la inteligencia de los conductores. La gente sube y baja a 100 y todo tan normal.
Y muchos, muchísimos, van por toda la izquierda a 40, bloqueando tráfico. Y jamás pasa nada.
Bueno, y qué tal los vehículos acompañantes de ciclistas, a 10 Km/h y ocupando todo el carril derecho. ¿No es un despropósito y un riesgo enorme para todos (ciclistas, acompañantes y otros vehículos) seguir permitiendo esta actividad en una vía de tan alta circulación y velocidad?
Si vamos a usar intensivamente esta vía por los próximos cinco años, si esta seguirá siendo la entrada y salida principal de Medellín hacia el aeropuerto, hacia el Oriente Cercano y hacia el Magdalena y Bogotá, es urgente que haya un manejo más profesional y coherente.
¿Querrá nuestra Gobernación ejercer este liderazgo? ¿Será capaz? ¿Sabrá del tema?
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