/ Jorge Vega Bravo
El organismo humano está constituido, entre otros, por órganos que hacen parte de diferentes sistemas. Los órganos tienen la cualidad de tener formas cerradas y limitadas y, a la vez, de estar abiertos a la circulación sanguínea y a la información hormonal y nerviosa. La percepción sensorial nos revela poco sobre los órganos. La mayor parte de la gente ignora la ubicación del páncreas, del hígado, del bazo. Casi todos reconocemos dónde está el corazón -sol de nuestro sistema interior-. Corazón y pulmón, órganos rítmicos, tienen una actividad que, en parte, toca la conciencia. (W. Holtzapfel.1912-1994)
La palabra órgano proviene del griego ‘organon’: instrumento, herramienta, órgano. En la edad media, su sentido se amplía a un conjunto de obras con un mismo tema y se extiende al instrumento de pipas o flautas usado en ceremonias religiosas: el conjunto de teclados y pedales. Órgano se relaciona con ‘ergon’, trabajo, y se puede definir como la parte de un ser vivo que tiene entidad propia y realiza una o varias funciones. De órgano se deriva orgánico, opuesto a inorgánico, que carece de vida.
En la actualidad, los órganos llaman la atención por dos aspectos: de un lado, la posibilidad de trasplantarlos o conectarlos a un aparato, por ejemplo en la diálisis renal. De otro lado, son los responsables de muchas muertes relacionadas con hábitos de vida inadecuados. El consumo de tabaco daña el pulmón, el alcohol daña el hígado y la alimentación excesiva o sin ritmos daña el páncreas. El corazón se ve afectado por un ritmo de vida acelerado, y dice R. Steiner, por la “entrega pasiva al movimiento”, esto es “un desplazamiento no causado por propia actividad sino por vehículos”.
Entre los órganos humanos, hígado, riñón, corazón y pulmón tienen especial importancia: son indispensables para la vida y tienen una relación especial entre ellos. Estos cuatro órganos son la expresión específica de fuerzas que viven en los cuatro elementos de la naturaleza y los vemos como la manifestación perceptible de niveles sutiles de organización del ser humano. Cada uno de estos niveles: físico, vital, anímico y espiritual, necesita un campo de acción para desarrollar sus actividades específicas. Los órganos son verdaderos instrumentos de estos cuerpos y aparecen como ámbitos físicos para los influjos de los mismos. En ese orden las tradiciones antiguas y la medicina antroposófica plantean que cada órgano tiene una relación con lo anímico-espiritual. Cada órgano tiene un alma o gobierna un aspecto de lo anímico. En diversos giros idiomáticos y expresiones populares, nombramos funciones sutiles de los órganos. Por ejemplo: “como una patada al hígado”; “sin hígados”; “de todo corazón”; “atravesar el corazón”; “me rompió el corazón”; “esa persona es todo corazón”; “tiene corazón de piedra”; “no tiene corazón”; “con el corazón en la mano”; o esta situación o persona “me dejó sin aliento”.
Una comprensión ampliada de los órganos conduce a comprender sus influencias en la vitalidad y en la salud emocional y mental del ser humano. Cuando un órgano es agredido y exprimido no sólo se enferma físicamente sino que surgen enfermedades mentales. En las próximas columnas vamos a profundizar en los cuatro órganos principales, en su estado de salud y en sus enfermedades.
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