Advertencia: Las opiniones expresadas por los colaboradores o los lectores son de su responsabilidad y no reflejan necesariamente el pensamiento del periódico.
Juan Sebastián Restrepo Mesa Psicólogo especialista en Trabajo Social Familiar
/ Juan Sebastián Restrepo Somos una sociedad de la era del simulacro. Y esto implica una suerte de apatía en el espacio de lo íntimo y lo privado que contrasta con una hipersensibilidad hacia la esfera del espectáculo. A través de los dioses contemporáneos vivimos las agonías y pasiones
/ Juan Sebastián Restrepo Es obvio que vivir implica consumir. Pero el consumismo radica en un mandamiento que por absoluto, omnipresente, incuestionable y apremiante, es un mandato religioso, que dice: para ser feliz, mejor y exitoso, tienes que tener más cosas
/ Juan Sebastián Restrepo Autoconsciencia, empatía y pensamiento sistémico: esta mirada debería constituirse en el centro de una educación contemporánea responsable, incluso por encima de las matemáticas y los idiomas
/ Juan Sebastián Restrepo Las taras que camuflamos, la verdad de nuestros engaños, las cobardías negadas, los fantasmas que nos atormentan y nuestro antihéroe personal. Todos escondemos un Kung Fu Panda o Pulgarcito interior
/ Juan Sebastián Restrepo El pasado es solo un recuerdo presente. El futuro es solo una fantasía presente. Por eso quien vive crucificado entre el pasado y el futuro, lo que hace es vivir su presente abstraído en recuerdos y fantasías. Y eso es distracción
/ Juan Sebastián Restrepo Aunque los cuerpos son libres, la sexualidad es frustrante; aunque el dinero abunda, la experiencia de la carencia es insoportable; aunque la medicina está a punto de encontrar la inmortalidad, nuestra hipocondría se vuelve insistente
/ Juan Sebastián Restrepo Ese amor con más verdad y menos máscara, con más ternura estremecedora y menos porno, con más entrega y menos exigencia, es el único que nos reconcilia con la vida
/ Juan Sebastián Restrepo En las arenas del alma, la primera condición del cambio es la capacidad de aceptar íntegramente la situación. Y por el contrario la no aceptación y los intentos vehementes de cambio, perpetúan la situación desagradable
/ Juan Sebastián Restrepo Edificios de gran altura carecen de un piso 13. Muchos aeropuertos se saltan la puerta 13. Los hospitales y hoteles regularmente no tienen una habitación número 13. Reconozco el coraje del periódico de seguir adelante con esta publicación
/ Juan Sebastián Restrepo Cuerpos sin alma, sin brillo en los ojos, que ni ríen ni lloran, y que funcionan como autómatas orgánicos que solo sirven para devorar seres vivos o muertos. Miré a la señora y le dije: “¿No le parece que funcionamos así muchas veces?
/ Juan Sebastián Restrepo Me divierte el “pero”, porque se parece a las cachetadas que le daba el Chómpiras al Botija. Antes del “pero” peinamos y acicalamos al Botija, y después damos la cachetada
/ Juan Sebastián Restrepo Es un mandato cultural que dice que “Eres tan bueno como el número de “me gusta” que obtienes en Facebook” o “si no te esfuerzas por ser grandioso, privilegiado y admirado, eres ordinario e inadecuado”
/ Juan Sebastián Restrepo Vivimos hoy la vida de hámsteres que corren solitarios en sus ruedas económicas, políticas y espirituales, persiguiendo la gloria de una selfie perfecta
/ Juan Sebastián Restrepo Cuando uno decide desde el fondo del alma, ya no hay lugar para dudas. Uno ya no se pregunta si es por aquí o si no es por aquí. Uno sabe por dónde es y solo se pregunta cómo
/ Juan Sebastián Restrepo El guerrero encuentra la fuerza en la inteligencia de la situación. Algunas veces la fuerza está en esperar unos minutos, otras en dejar que el otro ataque primero, otras en no oponer resistencia
/ Juan Sebastián Restrepo Nuestras verdades del corazón no son relativas nunca, siempre son lo que son. Y aunque nadie conoce la verdad del universo, todos sabemos la verdad de lo que realmente pensamos, sentimos y hacemos
/ Juan Sebastián Restrepo Las personas que prefieren las manos y hacen del trabajo su forma de honrar y agradecer la vida, saben que da más poder la gratitud que la queja
/ Juan Sebastián Restrepo ¿Qué piensa de sí misma una persona que tiene miedo a equivocarse? En ese temor convergen bobada, soberbia y falta de amor profundos
/ Juan Sebastián Restrepo Si, como dice la cultura express, el tiempo es el comodity más valioso, o como lo dice la calle, “el tiempo es oro”, entonces el afán es la experiencia contemporánea de la carencia
/ Juan Sebastián Restrepo Si pudiéramos cuantificar la cantidad de estupideces y cosas sin sentido que hacemos para que otro nos acepte y nos apruebe, el resultado nos dejaría sobrecogidos
/ Juan Sebastián Restrepo Tan proclives como somos a la evasión y al letaargo, las redes sociales son una oportunidad como ninguna para lograr el objetivo de morirnos en vida
/ Juan Sebastián Restrepo El verdadero Midas no es aquel cuyo toque lo convierte todo en oro, sino el que conoce con claridad lo que el oro no puede comprar
/ Juan Sebastián Restrepo El camino del saber empieza por dejar de hacernos los pendejos y apostarle a la autenticidad angustiante de lo que somos, por un acto de coraje, por el coraje de la verdad
/ Juan Sebastián Restrepo Pero la meditación no se limita a lo medible: es una de las formas privilegiadas para sanar radicalmente las raíces espirituales de nuestro sufrimiento
/ Juan Sebastián Restrepo La diferencia entre el desenlace trágico de Eco y Narciso y un desenlace amoroso que nos sane, radica en un acto de consciencia
/ Sebastián Restrepo Después de hablar de las pasiones de la pereza, la vanidad, el miedo y el perfeccionismo, de acuerdo con el Eneagrama de la personalidad, el turno es para el orgullo
/ Sebastián Restrepo Ya hablamos en la columna anterior de la pereza como la base de las demás ocho pasiones que desarrolla la profunda sabiduría del eneagrama
Hace poco volví a sentir admiración por un intelectual: el erudito francés Edgar Morín, quien habla de siete saberes imprescindibles en una educación del futuro
Opinión / Sebastián Restrepo Diatriba contra los secretos familiares Lo que quiero expresar es que en una cultura donde se premian la docilidad y el silencio, deben primar el secreto y la represión
¿Yo? Mientras uno de nuestros “yo” promete, el otro duda. El uno agarra y el otro quiere libertad. El uno acaricia con ternura, mientras el otro rasga con su garra rapaz
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