Gustavo Arango
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Gustavo Arango Toro Profesor de Literatura Latinoamericana de la Universidad del Estado de Nueva York (Oneonta). Fue editor del suplemento literario del diario El Universal, de Cartagena, y recibió el premio Simón Bolívar de Periodismo 1992. Autor, entre otros libros, de la novela “El origen del mundo” (Premio Bicentenario de Novela 2010, Ediciones B México) y “Un ramo de nomeolvides: García Márquez en El Universal”.
Somos cursis, patéticos, somos niños que lloran, que piden ser amados, que frente al abandono reaccionan con ira o con dolor. Todo eso lo sabía muy bien Juan Gabriel, ese juglar que acaba de dejarnos
Muchos torcieron el cuello, indignados o perdonavidas, en dirección a la muchacha. La explosión de entusiasmo sería perdonable en una niña, pero a su edad parecía cruzar el límite del decoro
Nunca he sido amigo de los biopics, porque pienso que nos dicen más del director que del biografiado. Pero dejé de lado mis reservas para ver Genius, porque es raro ver en el cine escritura y edición
No está en la lista de personas con quienes quisiera conversar, porque frente a su inteligencia me sentiría como un idiota; pero siempre quise asistir a uno de sus programas.
Mi hija consiguió las entradas
Con el tiempo los grilletes de la gente fueron computadores de bolsillo que hacían de todo: eran teléfonos, cámaras fotográficas, ordenadores. Empezamos a preferir tomar fotos y grabar videos, en lugar de mirar con el ojo pelado
Al principio pensé que alguien había inventado un seudónimo para hacerme una broma. Pero al visitar su blog comprendí que don Ian tiene una extensa reflexión sobre las relaciones entre el arte y el espacio, que el español no es su primera lengua y que le gusta leer sus propias lecturas
El monstruo que gritó amor en el corazón del mundo
Ninguno sabía de la existencia de Sterog, ni de su gesto en el momento en que el juez ratificó la sentencia de muerte. La boca abierta de la estatua parecía estar gritando a la inmensidad del universo aquellas palabras aterradoras: “Tengo a Dios por testigo de que todo lo he hecho por amor”
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Hace ya veinte años, cuando tuve el privilegio de ser el primer periodista a quien Dolly le dio una entrevista después de la muerte de Onetti, me mostró que en el interior de las tapas de sus cuadernos su marido siempre escribía aquellas iniciales
Entró a un pub y preguntó, pero nadie sabía de Chesterton y mucho menos de cementerios. Pidió “fish and chips” y una cerveza, se conectó al wi-fi y le pidió a su padre –que estaba al otro lado del mundo– que la ayudara a ubicarse
“Tal vez la casa tiene defectos de construcción”, dijo uno, y alguien recordó que meses atrás fue necesario hacer reparaciones en el techo. Otros conjeturaron que había un negocio turbio en el sótano. “Puede ser una imprenta de billetes falsos”
La escritura empezó hace más de treinta años, cuando asesinaron a mi padre. El absurdo y la crueldad de este valle de la muerte me hicieron pensar en morir o escapar. Incapaz de darle más dolor a mi familia, me propuse escribir una novela
La humanidad entera también viaja en el barco. Allí están las hipocresías de los privilegiados, la sumisión rencorosa de los subalternos, y la tierra de nadie –llameante y telúrica– de la servidumbre
García Márquez no paró de hablar día y noche sobre el oficio, sobre su vida y sobre sus relaciones con gentes principales. En medio de todo aquello dijo sin mucho énfasis que el cuento que más le gustaba era uno de W. Somerset Maugham, titulado P.O.
Pasó el tiempo, y los niños llegaron a ser hombres corpulentos y valientes, muy diestros en las armas, capaces de vencer cualquier obstáculo que hallaron en las expediciones que emprendieron
El hombre miró el fondo de la hondonada y vio que allá abajo había un dragón horrendo que echaba fuego por los ojos y lo estaba mirando con gesto terrible, con la boca abierta y esperando a que cayera para tragárselo
Gustavo Arango ofrece a Vivir en El Poblado un anticipo de una novela de su autoría que será novedad editorial en marzo de 2016
Enloquecido por los celos, Du Fayel planeó la más terrible venganza. Le ordenó al cocinero que macerara el corazón y lo mezclara con carne
Los títulos de cortesía proliferaron de manera tan absurda, que Felipe III se vio obligado a reducir los protocolos a la fórmula “el Rey Nuestro Señor”. Así dejó de lado los atributos fantásticos y epítetos desmesurados
Aquel hombre procuró gobernar con discreción y sin soberbia. De manera silenciosa empezó a trabajar para su propio beneficio, buscando la manera de no morir de hambre ni de frío cuando la multitud viniera a desterrarlo
El pajarito saltaba entre el altar y las bancas y cantaba con dulzura celestial. Parecía estar hablándole al monje y, por los saltos que daba en dirección a la puerta y su elocuente manera de volverse a mirarlo, era evidente que quería que lo siguiera
Ella, por su parte, no dejó de repetirse sus palabras: “absolutamente todo puede sucedernos y vamos a estar siempre contentos y queriéndonos”. Sólo ella y su esposo existían en el mundo. El resto de la gente era como piezas de utilería
Es grande la tentación de hacer con la literatura colombiana lo que Disraeli hizo con los clásicos. Pero, cuando uno piensa en los castigos que podría recibir si se metiera con las vacas sagradas, comprende que es mejor seguir leyendo tranquilito
Son más los que escriben que los que leen
Un mal mucho mayor es la proliferación de pretendidos escritores que no entienden ni respetan el oficio literario. Cuentachistes, culebreros, escribientes que no leen y confían en que la ignorancia de su público dejará ocultos sus disparates
El rostro ambiguo de la mujer sin adornos
Es certera, sin sentimentalismos, la descripción del encuentro de Archie con la chica, del enamoramiento, de sus reuniones secretas a pesar de que la relación es imposible. En el llanto de la chica con que termina la novela, la tierra toda y hasta Dios mismo parecen estar llorando
Robert Louis Stevenson no es solo el autor de una novela de piratas y tesoros escondidos. Él mismo es un tesoro escondido. Para Borges, la suya es la mejor prosa en inglés
Nereo, poeta de la luz y de las sombras, notario de los rostros, padre de la fotografía en Colombia, morirá lejos de su país
El mundo está lleno de coroneles envilecidos. Ahora mismo estamos a merced de uno de ellos
Todo se resume en esa palabra: la importancia de la lectura y la escritura, la necesidad de formarse un criterio, el hecho simple y decisivo de que cada uno está a cargo de su vida
La insaciabilidad es de esas novelas que se leen con la vergüenza ajena de saber que el escritor nos ha abierto las puertas de su alma, y que no queda caverna sin explorar
Uno tiene la secreta sospecha de que en aquellas vidas está su propia vida y la sensación puede ser intolerable
Las dos muertes de Óscar Collazos
Tuvo el lujo de marcharse sabiéndose amado y convencido de que su vida había dejado huella en muchos corazones
Queda la sensación de que después de tanto estruendo empieza oficialmente el olvido al que este pueblo de espejos acostumbra condenar a aquellos que se señalan con sus méritos
Está su corazón emocionado, latiendo enloquecido de alegría
Seamos justos, mi querido don Juan, comparada con la prosa “entelerida” que hoy en día nos quieren meter por literatura, Minas, mulas y mujeres es un verdadero clásico
Exige un gran coraje mirarse en ese objeto y descubrir que solo somos unos simios culpables y asustados
Hace medio siglo los rusos intentaron fotografiarla, pero era más clara una polaroid mal sacudida
Tenía que ser un exiliado mental el que escribiera de tal modo a Bogotá
Calvary nos recuerda que si alguien de veras conoce la naturaleza humana, sus más pestilentes cloacas, es justamente un sacerdote
Leen a sus clientes y recetan –como médicos de almas– los libros que necesitan
El cinco de enero pasado, el seguro azar me condujo frente a la casa donde el aduanero oscuro pasó los últimos veintiocho años de su vida
The Colbert Report es una de las obras de arte más completas y finas de estos tiempos tan torpes y deteriorados
Cada noche también leo un poema del mejor libro de Chesterton y bebo un poco de rabia de los hermanos Karamazov
/ Gustavo Arango
Recientemente, con mi amiga Valen Chaucer, he descubierto el placer de leer en compañía, de compartir impresiones y entusiasmos con almas afines que además nos ayudan a ver lo que soslayamos y a apreciar mejor los libros que acabamos de leer
/ Gustavo Arango
Como los sobrevivientes no daban abasto para cavar tanta sepultura, decidieron abrir una fosa común y la dejaron abierta para seguir arrojando cadáveres
/ Gustavo Arango
Como he andado entre adelantados y rufianes, he aprendido algunas mañas
/ Gustavo Arango
“Hemos acumulado todos los medios necesarios para destruir lo que hemos hecho y a nosotros mismos”
/ Gustavo Arango
Prostituto será también el ingeniero verraco que se le mida a hacerle el techo a Medellín
/ Gustavo Arango
Una sabiduría que llegó por misteriosos caminos apareció disponible para ellos cuando la necesitaron