Gustavo Arango

El corazón está de luto

/ Gustavo Arango
Somos cursis, patéticos, somos niños que lloran, que piden ser amados, que frente al abandono reaccionan con ira o con dolor. Todo eso lo sabía muy bien Juan Gabriel, ese juglar que acaba de dejarnos

El vuelo y La caída

/ Gustavo Arango
Muchos torcieron el cuello, indignados o perdonavidas, en dirección a la muchacha. La explosión de entusiasmo sería perdonable en una niña, pero a su edad parecía cruzar el límite del decoro

Jesusita

/ Gustavo Arango
Ocurrió en algún pueblo de Antioquia que es todos y ninguno. A un hombre que tenía una carreta le encargaron llevar a Jesusita a la ciudad donde estaba decidido que se convertiría en monja…

El editor y su sombrero

/ Gustavo Arango
Nunca he sido amigo de los biopics, porque pienso que nos dicen más del director que del biografiado. Pero dejé de lado mis reservas para ver Genius, porque es raro ver en el cine escritura y edición

Colbert en la oscuridad

/ Gustavo Arango
No está en la lista de personas con quienes quisiera conversar, porque frente a su inteligencia me sentiría como un idiota; pero siempre quise asistir a uno de sus programas.
Mi hija consiguió las entradas

Ahora la muerte será en vivo

/ Gustavo Arango
Con el tiempo los grilletes de la gente fueron computadores de bolsillo que hacían de todo: eran teléfonos, cámaras fotográficas, ordenadores. Empezamos a preferir tomar fotos y grabar videos, en lugar de mirar con el ojo pelado

Metalector

/ Gustavo Arango
Al principio pensé que alguien había inventado un seudónimo para hacerme una broma. Pero al visitar su blog comprendí que don Ian tiene una extensa reflexión sobre las relaciones entre el arte y el espacio, que el español no es su primera lengua y que le gusta leer sus propias lecturas

El monstruo que gritó amor en el corazón del mundo

/ Gustavo Arango
Ninguno sabía de la existencia de Sterog, ni de su gesto en el momento en que el juez ratificó la sentencia de muerte. La boca abierta de la estatua parecía estar gritando a la inmensidad del universo aquellas palabras aterradoras: “Tengo a Dios por testigo de que todo lo he hecho por amor”

“dtsmledgesecbteetlmybeefdtvj”

/ Gustavo Arango
Hace ya veinte años, cuando tuve el privilegio de ser el primer periodista a quien Dolly le dio una entrevista después de la muerte de Onetti, me mostró que en el interior de las tapas de sus cuadernos su marido siempre escribía aquellas iniciales

Evocación de un milagro

/ Gustavo Arango
Entró a un pub y preguntó, pero nadie sabía de Chesterton y mucho menos de cementerios. Pidió “fish and chips” y una cerveza, se conectó al wi-fi y le pidió a su padre –que estaba al otro lado del mundo– que la ayudara a ubicarse

La casa maldita

/ Gustavo Arango
“Tal vez la casa tiene defectos de construcción”, dijo uno, y alguien recordó que meses atrás fue necesario hacer reparaciones en el techo. Otros conjeturaron que había un negocio turbio en el sótano. “Puede ser una imprenta de billetes falsos”

Resplandor

/ Gustavo Arango
La escritura empezó hace más de treinta años, cuando asesinaron a mi padre. El absurdo y la crueldad de este valle de la muerte me hicieron pensar en morir o escapar. Incapaz de darle más dolor a mi familia, me propuse escribir una novela

Un peso pesado (2)

/ Gustavo Arango
La humanidad entera también viaja en el barco. Allí están las hipocresías de los privilegiados, la sumisión rencorosa de los subalternos, y la tierra de nadie –llameante y telúrica– de la servidumbre

Un peso pesado (1)

/ Gustavo Arango
García Márquez no paró de hablar día y noche sobre el oficio, sobre su vida y sobre sus relaciones con gentes principales. En medio de todo aquello dijo sin mucho énfasis que el cuento que más le gustaba era uno de W. Somerset Maugham, titulado P.O.

Reverencia y desarme

/ Gustavo Arango
Pasó el tiempo, y los niños llegaron a ser hombres corpulentos y valientes, muy diestros en las armas, capaces de vencer cualquier obstáculo que hallaron en las expediciones que emprendieron

La miel de los días

/ Gustavo Arango
El hombre miró el fondo de la hondonada y vio que allá abajo había un dragón horrendo que echaba fuego por los ojos y lo estaba mirando con gesto terrible, con la boca abierta y esperando a que cayera para tragárselo

El río de arena

/ Gustavo Arango
Gustavo Arango ofrece a Vivir en El Poblado un anticipo de una novela de su autoría que será novedad editorial en marzo de 2016

El corazón del amado

/ Gustavo Arango
Enloquecido por los celos, Du Fayel planeó la más terrible venganza. Le ordenó al cocinero que macerara el corazón y lo mezclara con carne

Reverendos

/ Gustavo Arango
Los títulos de cortesía proliferaron de manera tan absurda, que Felipe III se vio obligado a reducir los protocolos a la fórmula “el Rey Nuestro Señor”. Así dejó de lado los atributos fantásticos y epítetos desmesurados

El rey forastero

/ Gustavo Arango
Aquel hombre procuró gobernar con discreción y sin soberbia. De manera silenciosa empezó a trabajar para su propio beneficio, buscando la manera de no morir de hambre ni de frío cuando la multitud viniera a desterrarlo

El monje y el pajarito

/ Gustavo Arango
El pajarito saltaba entre el altar y las bancas y cantaba con dulzura celestial. Parecía estar hablándole al monje y, por los saltos que daba en dirección a la puerta y su elocuente manera de volverse a mirarlo, era evidente que quería que lo siguiera

El infierno tan temido

/ Gustavo Arango
Ella, por su parte, no dejó de repetirse sus palabras: “absolutamente todo puede sucedernos y vamos a estar siempre contentos y queriéndonos”. Sólo ella y su esposo existían en el mundo. El resto de la gente era como piezas de utilería

Riesgos profesionales

/ Gustavo Arango
Es grande la tentación de hacer con la literatura colombiana lo que Disraeli hizo con los clásicos. Pero, cuando uno piensa en los castigos que podría recibir si se metiera con las vacas sagradas, comprende que es mejor seguir leyendo tranquilito

Son más los que escriben que los que leen

/ Gustavo Arango
Un mal mucho mayor es la proliferación de pretendidos escritores que no entienden ni respetan el oficio literario. Cuentachistes, culebreros, escribientes que no leen y confían en que la ignorancia de su público dejará ocultos sus disparates

El rostro ambiguo de la mujer sin adornos

/ Gustavo Arango
Es certera, sin sentimentalismos, la descripción del encuentro de Archie con la chica, del enamoramiento, de sus reuniones secretas a pesar de que la relación es imposible. En el llanto de la chica con que termina la novela, la tierra toda y hasta Dios mismo parecen estar llorando

Juntacadáveres

/ Gustavo Arango
Robert Louis Stevenson no es solo el autor de una novela de piratas y tesoros escondidos. Él mismo es un tesoro escondido. Para Borges, la suya es la mejor prosa en inglés

Nereo y su reflexión

/ Gustavo Arango
Nereo, poeta de la luz y de las sombras, notario de los rostros, padre de la fotografía en Colombia, morirá lejos de su país

“No esperen que dé la orden”

/ Gustavo Arango
El mundo está lleno de coroneles envilecidos. Ahora mismo estamos a merced de uno de ellos

Cultivarse

/ Gustavo Arango
Todo se resume en esa palabra: la importancia de la lectura y la escritura, la necesidad de formarse un criterio, el hecho simple y decisivo de que cada uno está a cargo de su vida

El 2018

/ Gustavo Arango
Me tienen hasta la coronilla las redes sociales y los militantes del teclado: que los derechos de las lechugas a morir dignamente, que los videos virales, que el virus que acabará con la humanidad...

Ventura y sus desventuras

/ Gustavo Arango
La insaciabilidad es de esas novelas que se leen con la vergüenza ajena de saber que el escritor nos ha abierto las puertas de su alma, y que no queda caverna sin explorar

Los bajos fondos

/ Gustavo Arango
Uno tiene la secreta sospecha de que en aquellas vidas está su propia vida y la sensación puede ser intolerable

Las dos muertes de Óscar Collazos

/ Gustavo Arango
Tuvo el lujo de marcharse sabiéndose amado y convencido de que su vida había dejado huella en muchos corazones

Vida después de Macondo

/ Gustavo Arango
Queda la sensación de que después de tanto estruendo empieza oficialmente el olvido al que este pueblo de espejos acostumbra condenar a aquellos que se señalan con sus méritos

Descripción de un salón

/ Gustavo Arango
Está su corazón emocionado, latiendo enloquecido de alegría

Minas, mulas y mujeres

/ Gustavo Arango
Seamos justos, mi querido don Juan, comparada con la prosa “entelerida” que hoy en día nos quieren meter por literatura, Minas, mulas y mujeres es un verdadero clásico

Visitantes

/ Gustavo Arango
Exige un gran coraje mirarse en ese objeto y descubrir que solo somos unos simios culpables y asustados

El lado oculto de la luna

/ Gustavo Arango
Hace medio siglo los rusos intentaron fotografiarla, pero era más clara una polaroid mal sacudida

Una joya bogotana

/ Gustavo Arango
Tenía que ser un exiliado mental el que escribiera de tal modo a Bogotá

Su iglesia está en llamas

/ Gustavo Arango
Calvary nos recuerda que si alguien de veras conoce la naturaleza humana, sus más pestilentes cloacas, es justamente un sacerdote

Los libros de Juan

/ Gustavo Arango
Leen a sus clientes y recetan –como médicos de almas– los libros que necesitan

104 East, de la 26th Street

/ Gustavo Arango
El cinco de enero pasado, el seguro azar me condujo frente a la casa donde el aduanero oscuro pasó los últimos veintiocho años de su vida

Adiós Colbert, adiós

/ Gustavo Arango
The Colbert Report es una de las obras de arte más completas y finas de estos tiempos tan torpes y deteriorados

Razones por las que releo

/ Gustavo Arango
Cada noche también leo un poema del mejor libro de Chesterton y bebo un poco de rabia de los hermanos Karamazov

De regreso en la granja


/ Gustavo Arango
Recientemente, con mi amiga Valen Chaucer, he descubierto el placer de leer en compañía, de compartir impresiones y entusiasmos con almas afines que además nos ayudan a ver lo que soslayamos y a apreciar mejor los libros que acabamos de leer

Las plagas de Santa María


/ Gustavo Arango
Como los sobrevivientes no daban abasto para cavar tanta sepultura, decidieron abrir una fosa común y la dejaron abierta para seguir arrojando cadáveres

La maldición de Santa María


/ Gustavo Arango
Como he andado entre adelantados y rufianes, he aprendido algunas mañas

Lanza del Vasto


/ Gustavo Arango
“Hemos acumulado todos los medios necesarios para destruir lo que hemos hecho y a nosotros mismos”

La más perendeca


/ Gustavo Arango
Prostituto será también el ingeniero verraco que se le mida a hacerle el techo a Medellín

Recuerdos de lo no visto


/ Gustavo Arango                
Una sabiduría que llegó por misteriosos caminos apareció disponible para ellos cuando la necesitaron