A raíz de los dos videos que circularon la semana pasada en las redes sociales sobre la calidad del agua del río Medellín, y del artículo que publicó Vivir en El Poblado sobre los mismos, me pregunté, de manera general, ¿qué es un río contaminado?
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Su explicación pudiera tener varias aproximaciones, pero me voy a enfocar en una, para después utilizarla como referencia sobre lo que se está haciendo con el programa de saneamiento del río, liderado por EPM. Y lo que creo mostraron los videos.
Una corriente en su nacimiento tiene una calidad extraordinaria, con aguas transparentes, como luce el río cuando nace en el alto de San Miguel. Pero el hombre lo contamina.
Esta contaminación se puede simplificar en dos fuentes:
- Puntuales. Las que se pueden identificar fácilmente en su origen y localización, por ejemplo los desagües de las residencias o de las industrias, que normalmente salen a través de las redes de alcantarillado.
- Distribuidas. Provenientes de grandes extensiones de terreno, que son llevadas a los cuerpos de agua a través de las lluvias, arrastrando las basuras que están en la superficie, lo mismo que arenas y subproductos de la minería como canteras y areneras.
Teniendo como referencia esta clasificación, describo lo que se está haciendo en el Valle de Aburrá:
Para las fuentes puntuales, EPM tiene toda su infraestructura de alcantarillado para recoger y tratar casi todas las aguas residuales que se generan. Pero para las fuentes distribuidas, que llegan principalmente a través de las quebradas, considero que muy poco se ha hecho, dado su precario control.
Ahora, y luego de poner algo de contexto, quiero utilizar lo que mostraron los videos. Fugazmente, un río con aguas cristalinas. ¿Y por qué?
En este período de cuarentena pueden estar pasando, entre otras, dos cosas: la primera, que como estamos en nuestras casas, seguimos generando aguas residuales, lo mismo que las industrias que continúan funcionando, y casi todas estas aguas van al sistema de EPM.
Segunda, que las fuentes de contaminación distribuida, generadoras del color ocre de las corrientes, turbiedad y sólidos, ubicadas principalmente en las partes altas de las quebradas, estén fuera de servicio, por lo que su aporte a la contaminación se minimiza. Y sin lluvias.
Con este panorama, ¿qué pudo haber ocurrido el domingo 22 de marzo, en condiciones específicas de modo, espacio y tiempo? Qué las plantas de tratamiento cumplieron con su objetivo de remover la contaminación proveniente de las fuentes puntuales. Y al no haber aportes de los sólidos ya descritos en las partes altas de las quebradas, el río lució como debería ser, más claro y con mejor apariencia estética.
Lo que pasó ese día no se puede desconocer ni descalificar. Fue un hecho real, eso sí, relativo, de que sí se podría tener una corriente mejorada, si se efectuaran con rigor todos los controles, especialmente de las fuentes distribuidas. Y es por esto que invito a las autoridades ambientales para que ejerzan su competencia para ponerlas en cintura, que cumplan con leyes y reglamentos. Definan prioridades, escojan un proyecto piloto, empezando por el sur, y estoy seguro de que con gradualidad las quebradas y el río podrían lucir como se vio en esa fracción de tiempo. O muy parecido.
Por: Guillermo Morales Zapata
Ingeniero sanitario. U. de A.
Jubilado EPM