Qué rápido hemos transformado los hábitos vinculados a la cocina: reemplazamos el tiempo por cubos de caldo o el placer de preparar ingredientes en familia o entre amigos por domicilios.
Hace unos días leía un artículo que postulaba que la tecnología era responsable de la aceleración del mundo. Y es verdad que nuestra cotidianidad contemporánea se basa en su dinamismo y que no tiene otro objetivo que poner en movimiento el mundo material, social e ideal.
Desde mi punto de vista, para entender la aceleración del mundo, uno debe entender lo que significa la lentitud. Algo que ahora es un lujo: un estado en el que uno tiene tiempo suficiente para hacer todo lo que debe y aun así, queda tiempo después de haber realizado todo. El estado de lentitud es cuando todavía tenemos tiempo disponible.
La riqueza temporal no es ni aburrimiento ni desaceleración restringida, es sobre todo un elemento de autonomía. Pero vuelvo al dicho popular: el tiempo es oro y no lo valoramos en su justo costo.
Si el tiempo es oro, la cocina se erige como un bastión (olvidado) y puede permitir extender no solo la capacidad de socializar sino de la percepción del uso positivo del tiempo.
Observemos que rápido hemos transformado los hábitos vinculados a la cocina: reemplazamos el tiempo por cubos de caldo, el placer de preparar ingredientes en familia o entre amigos por domicilios, abandonamos la sobremesa tan característica de nuestra cultura gastronómica.
Aquí van unas propuestas decentes para recuperar el ascendente sobre el tiempo y su vorágine, todo gracias a la cocina:
- Tomemos el tiempo para ir al mercado, para hacer nuestras compras siendo conscientes de lo que compramos, para elegir los ingredientes porque están perfectamente maduros o estos otros porque nos gustan (y no porque están en la lista). Seamos curiosos y descubramos nuevos sabores.
- Démonos tiempo para hacer una cosa a la vez: no hay necesidad de supervisar la tarea de los niños al mismo tiempo que llamamos a un hermano mientras cocinamos las papas, o que miramos la tele. La Tierra no dejará de girar.
- Tengamos en cuenta que el tiempo dedicado a cocinar no es pérdida sino el tiempo dedicado a comer bien, para complacer a la familia, amigos y a sí mismo.
- Tomemos el tiempo para preparar alimentos como familia o como pandilla de amigos. Es lento, pero no aburrido, al final permite una conversación cara a cara, no a través de la tecnología.
- Tomemos un tiempo para preparar algo que nos haga felices: galletas, una ensalada de frutas, una pasta, un crumble …
- No intentemos hacerlo más rápido que la música. Dejemos que los platos hiervan a fuego lento a su ritmo, practiquemos una cocina suave.
- Y finalmente, tomemos el tiempo para comer. No pongamos la televisión y conversemos. No nos traguemos la comida viendo Facebook o Instagram. No: prestemos atención a lo que comemos a los sabores acumulados gracias al tiempo, el ingrediente olvidado.