/ Álvaro Navarro
Inicio mis columnas de 2014 compartiendo lo que a fines de 2013 encontré en Australia, donde estuve en noviembre; hoy hablaré de Melbourne.
Una de las razones principales para llegar hasta allí tuvo que ver con algo que encontré un día surfeando por internet en busca de libros de cocina: una librería especializada en el tema, Books For Cooks. Con mi esposa estaba organizando el viaje a Australia, y este dato, la fama de Melbourne como meca gastronómica y sus características como ciudad nos llevaron a ella.
Las tres razones justificaron ampliamente la visita; empezaré por la gastronómica. En el proceso de selección de alojamiento nos decidimos por un hotel boutique situado dentro de lo que ellos llaman C.B.D, o sea el centro de negocios de la ciudad, localizado en una calle lateral, prácticamente sin tráfico y muy cerca del Parlamento de Victoria. El hotel resultó mejor de lo esperado: atención impecable, todo nuevo y reluciente, habitaciones suite en dos ambientes, con sala comedor y cocina, minibar bien provisto y sin costo, desayuno incluido en la tarifa, refrescos y fruta a libre disposición todo el día.
En las dos manzanas circundantes del hotel hay una oferta bien variada de restaurantes con todo tipo de cocinas: sureste de Asia (Longrain), japonesa (Kuni’s), italiana (Grossi Florentino), australiana (Gingerboy), europea tradicional (The European). Todos ellos con cocina y productos de muy buena calidad, porciones y precios razonables para el medio, buena atención, situación que es común en todas las manzanas del C.B.D.
Cuando salimos a caminar por la ciudad, varios temas llamaron nuestra atención: orden y limpieza, ausencia de tacos y nada de pico y placa; no se escuchan desesperados pitidos de bocinas de los carros –es como si no las tuvieran–, hay respeto por las indicaciones y señales (ah, y se circula por la izquierda, por tanto, antes de tocar la calle hay que mirar para la derecha no hacia la izquierda como estamos acostumbrados) y finalmente encontramos un muy buen sistema de transporte público por medio de tranvías. Todo esto complementado con parques y jardines mantenidos meticulosamente.
Nosotros preferimos caminar, pasamos por el barrio chino lleno de tiendas y gente y llegamos hasta la plaza de mercado (Queen Victoria Market) que funciona sin interrupción desde 1878. En ella se puede apreciar claramente la perdurable influencia de las migraciones sobre la cultura gastronómica del país: salames, jamones y embutidos, como en Italia; quesos regionales y franceses perfectamente afinados, carnicerías con diferentes tipos de cortes y especializadas en varias clases de carnes, pollerías con productos frescos orgánicos o de granja, pescaderías y marisquerías que ofrecen productos variados y frescos con diferentes orígenes, etcétera; esto se complementa con una sección dedicada a mercadería en general. Caminarlo, investigarlo y disfrutarlo da para un día entero de visita y placer.
Para el final de la crónica he dejado a propósito mi visita a Books For Cooks, librería localizada en un sector relativamente central, Fitzroy, barrio bohemio colmado de negocios y talleres relacionados con las artes y el diseño, complementados con cafés y restaurantes de vecindario… ¡una delicia! La librería ocupa una casa de unos 100 años de antigüedad, dotada de techos muy altos de cuatro metros o más, abarrotada con libros sobre temas gastronómicos, ordenados en estantes desde el suelo hasta el techo; cuenta con un catálogo de más de 35 mil títulos, desde algunos publicados hace más de 100 años, hasta los más recientes. Si no encuentra lo que busca, gustosamente lo rastrean por el mundo y lo consiguen.
¡Fueron tres días plenos de sensaciones inolvidables, me encantó Melbourne!
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Buenos Aires, febrero 2014.
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